βž€ Yggdrasil | Vikingos

By Lucy_BF

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π˜π†π†πƒπ‘π€π’πˆπ‹ || ❝ La desdicha abunda mΓ‘s que la felicidad. ❞ Su nombre procedΓ­a de una de las leyendas... More

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β€– ππ‘π„πŒπˆπŽπ’ 𝐈
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━ Proemio
π€πœπ­π¨ 𝐈 ━ 𝐘𝐠𝐠𝐝𝐫𝐚𝐬𝐒π₯
━ 𝐈: Hedeby
━ 𝐈𝐈: Toda la vida por delante
━ 𝐈𝐈𝐈: Fiesta de despedida
━ πˆπ•: Una guerrera
━ 𝐕: Caminos separados
━ π•πˆ: La sangre solo se paga con mΓ‘s sangre
━ π•πˆπˆ: Entre la espada y la pared
━ π•πˆπˆπˆ: Algo pendiente
━ πˆπ—: Memorias y anhelos
━ 𝐗: No lo tomes por costumbre
━ π—πˆ: El funeral de una reina
━ π—πˆπˆ: Ha sido un error no matarnos
━ π—πˆπˆπˆ: Un amor prohibido
━ π—πˆπ•: Tu destino estΓ‘ sellado
━ π—π•πˆ: SerΓ‘ tu perdiciΓ³n
━ π—π•πˆπˆ: Solsticio de Invierno
━ π—π•πˆπˆπˆ: No es de tu incumbencia
━ π—πˆπ—: Limando asperezas
━ 𝐗𝐗: ΒΏQuΓ© habrΓ­as hecho en mi lugar?
━ π—π—πˆ: PasiΓ³n desenfrenada
━ π—π—πˆπˆ: No me arrepiento de nada
━ π—π—πˆπˆπˆ: El temor de una madre
━ π—π—πˆπ•: Tus deseos son Γ³rdenes
━ 𝐗𝐗𝐕: Como las llamas de una hoguera
━ π—π—π•πˆ: Mi juego, mis reglas
━ π—π—π•πˆπˆ: El veneno de la serpiente
━ π—π—π•πˆπˆπˆ: ΒΏPor quΓ© eres tan bueno conmigo?
━ π—π—πˆπ—: Un simple desliz
━ 𝐗𝐗𝐗: No te separes de mΓ­
━ π—π—π—πˆ: Malos presagios
━ π—π—π—πˆπˆ: No merezco tu ayuda
━ π—π—π—πˆπˆπˆ: Promesa inquebrantable
━ π—π—π—πˆπ•: Yo jamΓ‘s te juzgarΓ­a
━ 𝐗𝐗𝐗𝐕: Susurros del corazΓ³n
━ π—π—π—π•πˆ: Por amor a la fama y por amor a OdΓ­n
π€πœπ­π¨ 𝐈𝐈 ━ π•πšπ₯𝐑𝐚π₯π₯𝐚
━ π—π—π—π•πˆπˆ: Donde hubo fuego, cenizas quedan
━ π—π—π—π•πˆπˆπˆ: MΓ‘s enemigos que aliados
━ π—π—π—πˆπ—: Una velada festiva
━ 𝐗𝐋: Curiosos gustos los de tu hermano
━ π—π‹πˆ: Cicatrices
━ π—π‹πˆπˆ: Te conozco como la palma de mi mano
━ π—π‹πˆπˆπˆ: Sangre inocente
━ π—π‹πˆπ•: No te conviene tenerme de enemiga
━ 𝐗𝐋𝐕: Besos a medianoche
━ π—π‹π•πˆ: Te lo prometo
━ π—π‹π•πˆπˆ: El inicio de una sublevaciΓ³n
━ π—π‹π•πˆπˆπˆ: Que los dioses se apiaden de ti
━ π—π‹πˆπ—: Golpes bajos
━ 𝐋: Nos acompaΓ±arΓ‘ toda la vida
━ π‹πˆ: Una red de mentiras y engaΓ±os
━ π‹πˆπˆ: No tienes nada contra mΓ­
━ π‹πˆπˆπˆ: De disculpas y corazones rotos
━ π‹πˆπ•: Yo no habrΓ­a fallado
━ 𝐋𝐕: Dolor y pΓ©rdida
━ π‹π•πˆ: No me interesa la paz
━ π‹π•πˆπˆ: Un secreto a voces
━ π‹π•πˆπˆπˆ: Yo ya no tengo dioses
━ π‹πˆπ—: TraiciΓ³n de hermanos
━ 𝐋𝐗: Me lo debes
━ π‹π—πˆ: Hogar, dulce hogar
━ π‹π—πˆπˆ: El principio del fin
━ π‹π—πˆπˆπˆ: La cabaΓ±a del bosque
━ π‹π—πˆπ•: Es tu vida
━ 𝐋𝐗𝐕: Visitas inesperadas
━ π‹π—π•πˆ: Ella no te harΓ‘ feliz
━ π‹π—π•πˆπˆ: El peso de los recuerdos
━ π‹π—π•πˆπˆπˆ: No puedes matarme
━ π‹π—πˆπ—: Rumores de guerra
━ 𝐋𝐗𝐗: Te he echado de menos
━ π‹π—π—πˆ: Deseos frustrados
━ π‹π—π—πˆπˆ: EstΓ‘s jugando con fuego
━ π‹π—π—πˆπˆπˆ: Mal de amores
━ π‹π—π—πˆπ•: CreΓ­a que Γ©ramos amigas
━ 𝐋𝐗𝐗𝐕: Brezo pΓΊrpura
━ π‹π—π—π•πˆ: Ya no estΓ‘s en Inglaterra
━ π‹π—π—π•πˆπˆ: Sentimientos que duelen
━ π‹π—π—π•πˆπˆπˆ: ΒΏQuiΓ©n dice que ganarΓ­as?
━ π‹π—π—πˆπ—: Planes y alianzas
━ 𝐋𝐗𝐗𝐗: No quiero perderle
━ π‹π—π—π—πˆ: Corazones enjaulados
━ π‹π—π—π—πˆπˆ: Te quiero
━ π‹π—π—π—πˆπˆπˆ: La boda secreta
━ π‹π—π—π—πˆπ•: Sangre de mi sangre y huesos de mis huesos
━ 𝐋𝐗𝐗𝐗𝐕: Brisingamen
━ π‹π—π—π—π•πˆ: Un sabio me dijo una vez
━ π‹π—π—π—π•πˆπˆ: Amargas despedidas
━ π‹π—π—π—π•πˆπˆπˆ: Te protegerΓ‘
━ π‹π—π—π—πˆπ—: El canto de las valquirias
━ 𝐗𝐂: Estoy bien
━ π—π‚πˆ: Una decisiΓ³n arriesgada
━ π—π‚πˆπˆ: TΓΊ harΓ­as lo mismo
━ π—π‚πˆπˆπˆ: Mensajes ocultos
━ π—π‚πˆπ•: Los nΓΊmeros no ganan batallas
━ 𝐗𝐂𝐕: Una ΓΊltima noche
━ π—π‚π•πˆ: No quiero matarte
━ π—π‚π•πˆπˆ: Sangre, sudor y lΓ‘grimas
━ π—π‚π•πˆπˆπˆ: Es mi destino
━ π—π‚πˆπ—: El fin de un reinado
━ 𝐂: HabrΓ­a muerto a su lado
━ π‚πˆ: El adiΓ³s
━ 𝐄𝐩𝐒́π₯𝐨𝐠𝐨
β€– π€ππ„π—πŽ: πˆππ…πŽπ‘πŒπ€π‚πˆπŽΜπ 𝐘 π†π‹πŽπ’π€π‘πˆπŽ
β€– π€π†π‘π€πƒπ„π‚πˆπŒπˆπ„ππ“πŽπ’
β€– πŽπ“π‘π€π’ π‡πˆπ’π“πŽπ‘πˆπ€π’
β€– π’π„π†π”ππƒπŽ π‹πˆππ‘πŽ

━ 𝐗𝐕: SesiΓ³n de entrenamiento

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By Lucy_BF

────── CAPÍTULO XV ──────

SESIÓN DE ENTRENAMIENTO

────────ᘛ•ᘚ────────

( NO OLVIDES VOTAR Y COMENTAR )

◦✧ ✹ ✧◦

        EIVØR ESBOZÓ UNA SONRISILLA PÍCARA Y DIVERTIDA, mostrando una hilera de dientes blancos y bien alineados que contrastaban armónicamente con su tez bronceada. Sus ojos oscuros y penetrantes no se apartaban de los de Astrid, que eran tan azules como el mar en calma. En el centro del campo de entrenamiento de Kattegat las dos muchachas caminaban en círculos, acechantes. De vez en cuando intercambiaban algún que otro comentario burlesco, pero, por lo general, el silencio imperaba entre ambas.

Tras unos instantes más de fluctuación, la más joven decidió tomar la iniciativa. Se remangó la camisa con cierta petulancia y, sin más preámbulos, acortó la distancia que la separaba de Astrid, provocando que esta adquiriera una rápida posición defensiva.

Con la competitividad relampagueando en sus iris pardos —que habían sido la causa de más de un suspiro entre los lugareños—, Eivør se abalanzó sobre Astrid, a quien envolvió en sus largos y delgados brazos, dando por iniciado el combate.

Entre continuos jadeos, las dos empezaron a forcejear.

La glima era un arte difícil de dominar. Sus duros entrenamientos comenzaban a una edad muy temprana —entre los seis y los siete años—, buscando mejorar y desarrollar la fuerza, los reflejos, la resistencia y, sobre todo, el coraje. Su finalidad era preparar a los guerreros para que estos no perdieran su capacidad ofensiva en situaciones bélicas donde hubiesen quedado desarmados, de ahí que aquella práctica tan común en los pueblos nórdicos formase parte del adiestramiento de toda skjaldmö.

—¿Qué ocurre, Astrid? ¿Te lo estoy poniendo demasiado difícil? —se pavoneó Eivør, puesto que no le había pasado inadvertida la fina capa de sudor que perlaba la frente de su adversaria.

La susodicha carcajeó.

—Eres una engreída, ¿lo sabías?

Antes de que Eivør pudiera replicar, Astrid la tomó de la cintura y, haciendo gala de su increíble destreza, le practicó una llave que la envió directa al suelo. 

Sin poder hacer nada para mantener el equilibrio, Eivør cayó de espaldas. El impacto que sufrió su columna vertebral, así como la parte posterior de su cabeza, hizo que la respiración se le entrecortara y que los sentidos se le nublasen. Tardó varios segundos en reponerse del golpe.

—¿Qué pasa, Hrólfrsdóttir? ¿Es que acaso te lo estoy poniendo demasiado difícil? —bromeó Astrid, ganándose una mirada furibunda por parte de la aludida, cuyas mejillas, antes pálidas, habían recuperado su color sonrosado de siempre.

Eivør gruñó, justo antes de derribar a Astrid de una patada.

Con la espalda apoyada en el tronco de un árbol y los brazos cruzados sobre su pecho, Drasil negó con la cabeza en tanto observaba cómo sus amigas se revolcaban en los brotes verdes que aún no habían sido devorados por el cruel skammdegi.

—Y luego yo soy la inmadura... —musitó la castaña, que tuvo que morderse el interior del carrillo para poder contener una carcajada. Aquella estampa, la de cómo Astrid y Eivør rodaban la una sobre la otra, empujándose y haciéndose infinidad de llaves, era de lo más graciosa y entretenida—. ¡Por todos los dioses, siempre acabáis igual!

Al ver que ninguna de las dos le estaba prestando la menor atención, Drasil puso los ojos en blanco. Llevaban juntas muchos años, tantos que la hija de La Imbatible había terminado por acostumbrarse a ese tipo de situaciones. Eivør siempre había sido muy orgullosa y competitiva —quizá demasiado— y a Astrid le gustaba mucho hacerla rabiar, de modo que aquellos piques infantiles no eran nada nuevo en su día a día.

—¡Eso es trampa! —se quejó Astrid, sumamente indignada.

—No hay reglas en el campo de batalla —rebatió Eivør con voz queda—. O matas o mueres. —Tras varios intentos fallidos logró situarse encima de la mayor, inmovilizándola por completo—. Y lamento decirte que tú, mi querida Astrid, ya estarías reunida con los dioses de haber sido esto un combate real.

La mencionada frunció el ceño, poblando su frente de arrugas.

—Eres odiosa —farfulló.

Los labios de Eivør hilvanaron una sonrisa mordaz.

—Y tú demasiado inocente.

Ante eso último, Drasil rio por lo bajo. Sin embargo, la expresión jocosa de su semblante no demoró en ser sustituida por otra mucho más seria y crispada cuando las inconfundibles figuras de Ubbe y Sigurd Ragnarsson irrumpieron en su campo de visión.

Los chicos, cada uno con su respectivo arco colgado del hombro, se dirigieron hacia la zona de tiro, a fin de practicar un poco su puntería. Con gran suficiencia y altanería, pasaron de largo a las tres escuderas, quienes habían entrado en tensión debido a su escabrosa presencia, y se detuvieron frente a unas dianas hechas de paja.

En cuanto sus orbes verdes se cruzaron con los celestes de Ubbe, un molesto nudo se aglutinó en la garganta de Drasil. El primogénito de Ragnar y Aslaug, por su parte, arrugó la nariz, para finalmente centrarse en su hermano, que se disponía a lanzar su primera flecha.

—¿Quieres que nos vayamos? —La voz de Astrid la sacó de su ensimismamiento.

Drasil aleteó las pestañas, en un vano intento por librarse de todos aquellos pensamientos que, sin previo aviso, se habían arremolinado en su mente. Al ver que tanto Astrid como Eivør la miraban con la preocupación reflejada en sus sudorosos rostros, la más joven carraspeó, incómoda.

—No —contestó—. Nosotras llegamos primero.

—¿Estás segura? —Esta vez fue Eivør quien habló.

Drasil asintió. Desde su última discusión, hacía ya un mes, la interacción entre ambos había sido prácticamente nula, por no decir inexistente. Se evitaban siempre que podían y apenas se dirigían la palabra. Además, cada vez que coincidían en algún sitio la tensión podía palparse en el ambiente, ocasionando que sus encuentros fueran de lo más tirantes e incómodos.

—En ese caso, no tendrás ningún problema en pelear contra mí, ¿verdad? —la retó Eivør en un tono meloso—. Así podrás demostrarle a ese principito de tres al cuarto de qué madera estás hecha —apostilló al tiempo que le guiñaba un ojo con complicidad.

Aquella alegación hizo que Drasil esbozara una sonrisa afilada. 

En tácito acuerdo, las dos se hicieron con sus respectivas armas. Asieron sus escudos —en los que podía apreciarse el emblema de Lagertha—, empuñaron sus espadas y se posicionaron frente a frente, desafiantes.

Bajo la atenta mirada de Astrid, que se había retirado unos metros para no entorpecer el enfrentamiento, las skjaldmö se enzarzaron en un aciago duelo.

Pese a no estar del todo centrada, Drasil trató de dar lo mejor de sí. Puso en práctica los consejos que su progenitora le había brindado en el transcurso de aquella última década, demostrando una vez más su pericia con la espada y su agilidad para sortear los ataques enemigos.

Pero por mucho que lo intentara, por mucho que se empeñase en disimularlo, era evidente que Eivør no era la única persona a la que iba dirigida su atención. Sus ojos no dejaban de buscar una silueta en particular, un semblante en concreto. Y es que, desde que había llegado al campo de entrenamiento, el primogénito de Ragnar y Aslaug no había hecho otra cosa que acaparar irremediablemente su interés.

Y le molestaba, pues claro que lo hacía. Le enervaba el hecho de que, aun sabiendo el odio y el desprecio que Ubbe le profesaba, su retorcido subconsciente no dejara de pensar en él y en lo mucho que le habría gustado que las cosas hubiesen sido diferentes.

Drasil profirió un breve resoplido, frustrada. Se obligó a dejar su mente en blanco y a evitar que Eivør se llevara la victoria. De manera que durante los siguientes minutos se limitó a eludir estocadas, perpetrar acometidas y neutralizar golpes con su escudo... Hasta que, como cabía esperar, su mirada volvió a posarse en Ubbe, quien, para su sorpresa, no perdía detalle del combate que ambas estaban protagonizando, al igual que Sigurd.

En aquellos momentos las expresiones de los hermanos eran de lo más dispares: mientras el rubio enarcaba una ceja con desdén, el castaño entreabría los labios con fascinación. Puede que las dos hubiesen participado en la conquista de Kattegat y que, por tanto, pertenecieran al bando enemigo, pero debía reconocer que eran muy buenas guerreras. Aunque no le sorprendía teniendo en cuenta quiénes las habían instruido.

El contacto visual con Ubbe trastocó tanto a Drasil que, para cuando quiso darse cuenta de la maniobra que Eivør había ejecutado en su dirección, ya era demasiado tarde. El escudo de la morena impactó brutalmente en el rostro de la hija de La Imbatible, que trastabilló antes de precipitarse al suelo.

Tan pronto como la sangre empezó a acumularse en su boca, un terrible vahído la embargó de pies a cabeza. Todo a su alrededor daba vueltas, muchas vueltas, provocando que la visión se le tornara borrosa y que varias arcadas amagasen con hacerla vomitar.

—¡Dras! —Oyó gritar a Astrid.

La castaña se llevó una mano a la zona golpeada, no sin antes proferir un sollozo.

—Oh, maldita sea... —Eivør soltó su espada y su escudo para poder arrodillarse junto a su mejor amiga, de cuya nariz y labio inferior manaban varios hilos de sangre—. Dras, ¿estás bien? —consultó sin poder disimular un timbre nervioso en la voz—. Lo siento mucho, no pretendía hacerte daño. —La morena tragó saliva, acongojada.

—No... no pasa nada. Estoy bien —respondió Drasil.

Cerró momentáneamente los ojos y, con cuidado de no marearse más de lo que ya estaba, se incorporó. Una vez recuperada la verticalidad —a costa de una nueva arcada—, se echó el pelo hacia atrás y escupió, tiñendo la hierba de rojo. Minutos después, cuando las náuseas cesaron, se aventuró a ponerse en pie.

—Despacio. —Astrid le pasó un brazo por encima de los hombros, temerosa de que volviera a perder el equilibrio—. No hagas movimientos bruscos —le aconsejó.

Drasil chasqueó la lengua, agobiada.

—He dicho que estoy bien —bramó al tiempo que se zafaba de su agarre.

Astrid la miró con una ceja arqueada.

—Lo siento, de verdad —volvió a disculparse Eivør.

—Ha sido culpa mía, no estaba atenta. —Drasil negó con la cabeza en tanto trataba de taponarse la nariz para detener la hemorragia—. Yo... será mejor que vaya a lavarme. —Dicho esto, giró sobre sus talones y, sin mediar ni una sola palabra con sus compañeras, echó a andar hacia el riachuelo que, por suerte para ella, no quedaba muy lejos del campo de entrenamiento.

Cuando pasó junto a los Ragnarsson, quienes lo habían presenciado todo desde su posición, pudo reparar en cómo Sigurd sonreía burlonamente, lo que le generó unas ganas tremendas de arrearle un puñetazo, pero también en el desasosiego con el que Ubbe la observaba.

Drasil frunció el ceño.

¿Era su impresión o el mayor de los hermanos parecía estar preocupado por ella?

Drasil masculló algo ininteligible cuando sus manos se sumergieron en el agua cristalina del arroyo, que estaba condenadamente fría. Aun así, hizo un esfuerzo y se limpió con ella los restos de sangre que se le habían quedado adheridos a la faz. Mientras lo hacía, dejó escapar algún que otro quejido, dado que la zona en la que había recibido el golpe, aparte de estar hinchada, le dolía bastante.

Suspiró con pesadez.

Gracias a los dioses, no se había roto la nariz ni partido ningún diente, aunque poco había faltado. Y es que, cuando Eivør empuñaba una espada y un escudo, se transformaba completamente. Era increíble lo mucho que cambiaba en el campo de batalla y lo mortífera que podía llegar a resultar. No cabía la menor duda de que su mejor amiga tenía por delante un futuro bastante prometedor como skjaldmö.

Tras contemplar por última vez su reflejo en la superficie del riachuelo, se secó las manos en la tela oscura de sus pantalones y se las volvió a cubrir con sus mitones de cuero.

—¿Cómo te encuentras? —Aquella voz la sobresaltó.

En un acto reflejo, Drasil se irguió con la mano en la empuñadura de la daga que siempre llevaba amarrada a su muslo izquierdo. Se dio la vuelta para poder encarar a la persona que la había abordado por la espalda y compuso una mueca de desconcierto cuando vislumbró a Ubbe a unos metros de distancia.

—¿Qué haces aquí? —preguntó la chica, desconfiada.

El joven, que permanecía apostado junto a un árbol, se encogió de hombros.

—Quería asegurarme de que estabas bien —contestó, justo antes de arrebujarse en su capa. Aquel iba a ser un invierno duro, podía sentirlo en los huesos—. Eivør te ha dado un buen golpe —puntualizó, cruzándose de brazos.

Drasil chistó de mala gana, tratando de disimular el ligero rubor que se había adueñado de sus mejillas. Se colocó un mechón de pelo detrás de la oreja y adquirió una posición en jarras.

—Como si mi bienestar te importara lo más mínimo —impugnó, cáustica y mordaz.

La fisonomía de Ubbe no tardó en crisparse en un gesto adusto.

—Solo intento ser amable —se defendió.

—¿Amable? —Drasil rio, sarcástica—. ¿Has olvidado cómo me trataste la última vez que hablamos? Porque solo te faltó escupirme en la cara —siseó.

Ubbe le sostuvo la mirada con entereza.

—Tenía mis razones —se limitó a responder.

—Pues ahora yo tengo las mías.

Sin nada más que añadir, Drasil se dispuso a regresar al campo de entrenamiento, puesto que no quería preocupar innecesariamente a sus compañeras. No obstante, antes de que pudiera mover un solo músculo, Ubbe se situó frente a ella, cortándole el paso.

La hija de La Imbatible lo miró con expectación.

—Sé que Lagertha te obligó a hacerlo —manifestó el primogénito de Ragnar y Aslaug, a quien no le había pasado desapercibido el profundo corte que su interlocutora poseía en el labio inferior—. Ella fue el motivo por el que te presentaste en mi alcoba, ¿no es cierto? —inquirió, haciendo referencia a la pequeña escaramuza que protagonizaron en Hedeby.

Drasil tragó en seco, azorada. Los recuerdos de aquella noche, de los besos y las caricias que ambos intercambiaron, acudieron a su mente como un puñal recién afilado.

—Eso no es de tu incumbencia —gruñó.

—Pues yo creo que sí —contradijo Ubbe—. Soy el principal afectado, ¿lo recuerdas?

Ante la socarronería con la que hablaba, Drasil entornó los ojos y alzó el mentón con aire combativo. No estaba de humor para tonterías, y menos si estas procedían de él.

—No voy a disculparme, si es eso lo que quieres —acotó, encarándole con frialdad—. ¿Y sabes por qué? Porque no me arrepiento de nada. —Aquellas palabras las articuló con la convicción grabada a fuego en sus pupilas.

—Te está utilizando, Drasil —indicó Ubbe a la par que negaba con la cabeza—. Tanto a ti como a las demás escuderas que están a su servicio. Para ella solo sois juguetes.

La susodicha tuvo que realizar un grandísimo esfuerzo para no hacerle callar a golpes, ya que no quería escuchar más. En su lugar, cerró las manos en dos puños apretados y comprimió la mandíbula con fuerza, descargando así toda su frustración. Quiso argüir algo en su defensa, pero la intervención de un tercero en discordia se lo impidió.

—Drasil —la llamó Eivør, quien, debido a su tardanza, había decidido ir a buscarla—. ¿Todo bien por aquí? —consultó.

La castaña asintió.

—Sí, muy bien. —Fue lo único que atinó a decir.

Apenas un instante después, Drasil emprendió el camino de regreso al campo de entrenamiento, dejando atrás a Ubbe y a Eivør.

La morena, por el contrario, se tomó unos segundos para poder fulminar con la mirada al Ragnarsson, que le devolvió el gesto con la misma prepotencia, justo antes de darle la espalda y marcharse por donde había venido.

▬▬▬▬⊱≼≽⊰▬▬▬▬

N. de la A.:

¡Hola, corazones!

Ay, que Ubbe y Drasil han vuelto a dirigirse la palabra. ¡Démosles un aplauso, parfavah! Aunque, bueno, después de haberse tirado un mes sin hablarse, tampoco es que hayan avanzado mucho x'D Peeeeeeeero el paso ya lo han dado. ¿Qué creéis que ocurrirá en los próximos capítulos? ¿Habrá acercamiento o se tirarán tomates el uno al otro? Who knows xP

He de deciros que estoy muy, pero que muy emocionada. Y vosotros diréis, ¿por qué, loca? Pues porque los capítulos 17 y 18 estarán centrados en la celebración del Yule y jfhsdkjhl. ¡No falta nada, gente! Y estoy tan ilusionada porque en ellos habrá mazo de salseo. O sea, fiesta + alcohol + vikingos = desmadre. Así que ya os podéis preparar, que la que se viene es suave jajajaja.

Por cierto, ¿qué os ha parecido el inicio de la temporada 5B? Necesito fangirlear, pero evitad los spoilers, please, por si hay gente que todavía no ha visto el capítulo. Yo como que me he quedado con el culo un poco torcido xD

Y eso es todo por el momento. Espero que os haya gustado el capítulo. Si es así, no olvidéis votar y comentar, que eso me anima muchísimo a seguir escribiendo =)

Besos ^3^

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