Rewrite [Nathaniel, Corazón d...

By Ningyolita

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No a todo el mundo le gustan los cambios. Algunas personas prefieren quedarse donde estaban, respetando una r... More

I. Venus de Milo
II. El grito
III. Sátira del suicidio romántico.
[EXTRA] El sueño de la razón produce monstruos.
IV. La Autómata
V. Two ladies
VI. El despertar de la conciencia
VII. Después del baile
VIII. Ceci n'est pas une pipe o La traición de las imágenes
IX. Duelo a garrotazos
[EXTRA] San Sebastián
X. Boreas
XII. Narciso
XIII. El caminante sobre el mar de nubes
XIV. American Gothic
[EXTRA] Flaming June
XV. La noche estrellada
XVI. La gran ola de Kanagawa
XVII. The soul of the rose
XVIII. Naufragio en el claro de luna
XIX. La Goulue
[EXTRA] The Cursed Woman
XX. Composición 8
XXI. The artist is present
XXII. Ophelia
XXIII. The Rose Bower
XXIV. Circe
XXV. El acróbata
XXVI. Pigmalión y Galatea
XXVII. Kintsugi
XXVIII. Hilas y las náyades
XXIX. Snow Storm
XXX. La muerte de Marat
XXXI. Orfeo y Eurídice
XXXII. El ángel caído
Epílogo. Romeo y Julieta
Gracias

XI. Los amantes

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By Ningyolita

- MC

Creo que alguien dice mi nombre, pero cuando una mano se posa en mi hombro estoy segura del todo.

Doy un respingo.

Últimamente estoy muy sensible (y muy en las nubes).

La culpa la tienen un par de tíos que a pesar de que ya no están en el instituto se comportan como si volvieran a tener 16 años.

En fin.

La que me habla es Kim.

Mi entrenadora se ha dado cuenta de que llevó más de 10 minutos con la cinta a la velocidad mínima y ha decidido intervenir.

- ¿Estás bien?

- Sí, claro.

- Llevas más de media hora mirando fijamente a la pared mientras caminas.

¿En serio ha pasado tanto tiempo?

- Lo siento, entrenadora, tengo unas cuantas cosas en la cabeza.

Me hace un gesto para que pare la cinta.

- ¿Es por las clases o algo así?

- No, todo va bien.

La sinceridad me puede, a pesar de que mentir sería mucho más fácil que vomitar todo lo que se me pasa por la cabeza.

"¿Sabes, Kim? Creo que estoy colgada otra vez de mi novio del instituto. Es genial."

No, no, no y no.

No puedo.

Y más teniendo en cuenta lo que he visto desde que he empezado a ir al gimnasio.

Complicidad.

Intercambio de miraditas (oh, sí, ese tipo de miraditas).

Comentarios sobre planes para determinadas noches.

Bastante daño me han hecho ya.

- ¿Es por Nathaniel?

- ¿¡QUÉ!?

MAYDAY MAYDAY

- Vamos, os llevabais muy bien en in insti, estoy segura de que verlo así ha tenido que ser un shock también para ti, y más después de tanto tiempo.

Ah.

Era por eso.

Claro.

Jaja.

- Oh, bueno... es verdad que fue chocante, sí.

- Si te soy sincera, yo también estoy preocupada. Quizá es meterme donde no me llaman pero... cuando empezó a venir, vale, se desquitaba saco, como todos. Pero de un tiempo a esta parte lo veo peor, MC. Y los rumores no ayudan demasiado.

- Los dichosos rumores.

- Cuando empezó la universidad de vez en cuando aparecía con magulladuras por aquí, le daba cuatro puñetazos al saco y tan felices. Pero la cosa empezó a ir a más, incluso más de una vez me ha llegado a pedir las llaves para venir en plena noche. El tema de las tías ya es otro cantar, quiero decir, cada uno que haga lo que quiera con su vida pero... realmente me preguntó el porqué. Él no era así.

- No... no lo era, Kim.

Me apoya una mano en el hombro. Creo que he dejado ver mis cartas demasiado rápido.

- Me siento más tranquila al hablarlo contigo, sé que ha pasado tiempo pero...

Oímos la puerta cerrarse de un portazo.

Hablando del rey de Roma.

Kim se tensa y cambia de tema.

- No está mal, novata. Quiero verte en la bicicleta a la voz de ya.

- Hola, Kim.

- Nathaniel, mueve el culo, nadie está quieto en mi gimnasio.

Me mira antes de huir a la zona de pesas.

Qué ilusión, los dos a solas.

- Hola. – me dice.

- Hola.

Y se va a desquitarse con su mejor amigo: el saco.

Kim tiene razón, hoy está peor que otros días en los que hemos coincidido. Se mueve de forma frenética, exudando rabia y sudor golpe tras golpe.

Es hipnótico, de una manera grotesca. Como ver a alguien destruyéndose a sí mismo.

Con un grito se lleva la mano a la boca, y yo vuelvo a la realidad.

Sale corriendo como alma que lleva el diablo.

Y yo detrás.

Porque nunca aprendo.

Kim me mira al otro lado de la sala, niega con la cabeza en silencio.

Cruzo las puertas y lo veo a lo lejos.

- ¡Nath! ¡Nathaniel!

Parece no escucharme, pero veo como sus hombros se tensan y aprieta el paso.

- ¡Para un momento!

- ¿Ahora también vas a dedicarte a seguirme?

- ¿Se puede saber qué te pasa? Golpeabas el saco como si te fuera la vida en ello.

- Es boxeo, MC. Hay que ponerle ganas.

- Sabes que no me refiero a eso.

- Tranquila, la próxima vez le golpearé más suavecito para que te quedes tranquila.

- Has llegado al gimnasio hecho una furia para terminar explotando en el ring ¿Qué está pasando, Nathaniel?

Lo veo cerrar los ojos y pasarse una mano por el pelo. Se detiene un momento para tirarse de uno de los pendientes de la oreja.

No es la primera vez que lo hace.

Aseguro los pies en el suelo y me preparo para taparme los oídos en cualquier momento, porque viene una tempestad de palabras.

Y no estoy segura de que esta vez sea capaz de aguantarla.

- ¿Sabes qué, MC? Lo que pasa es que empiezo a estar harto de ti. De tus putas preguntas, de que me persigas para montarme escenas. No soy tu novio, búscate a alguien que te la meta de una vez y déjame en paz.

Ya está.

Suficiente.

Mi mano se mueve a lo que parece la velocidad de la luz para colisionar con su mejilla.

Y el asteroide se convirtió en una bofetada en toda regla.

A la par que se me humedecían los ojos.

Me ha hecho daño.

Eh, pero tienes que ser fuerte, MC.

Que no te vea llorar.

- No eres el único que está harto de toda esta mierda que tienes en la cabeza. Tan pronto eres un tío divertido con el que bromear, alguien serio con el que compartir problemas o bien un capullo insufrible que da asco. Y ahora mismo estamos en el último estadio.

Él está con la cara vuelta después de haberle levantado la mano.

No levanta la mirada, y temo haber metido la pata.

Pienso en su padre, en su forma de castigar la desobediencia durante la época de instituto.

Pero ahora mismo él es el abusón.

No voy a permitir que me hunda.

- Te conozco. O al menos eso creía.

Hemos terminado.

Me doy la vuelta para irme, cuando me agarra de la muñeca.

Otra vez.

- No me toques. – Me deshago de su contacto – No vuelvas a agarrarme así.

Como no me doy la vuelta él se acerca, me pasar una mano por los hombros mientras yo sigo dándole la espalda.

Apoyada contra su pecho, noto cómo le late el corazón.

Tan deprisa que podría romperse.

Vaya desastre. Dos corazones rotos en un mismo callejón.

Quiero cerrar los ojos.

Que una venda me cubra el rostro y no tenga que ver esto.

Ser alguien anónimo que no conoce al chico que la abraza por la espalda.

Como en una obra de Magritte, amantes que no se ven.

Seguro que son mucho más felices.

En lugar de eso, le miro las manos. Y me encuentro heridas y sangre.

- ¿Qué es esto?

- Tú y tus preguntas.

- Estoy preocupada.

- No deberías.

- Resulta que no puedo dejar de estarlo.

- ¿Por qué?

- Eres un estúpido con las manos llenas de heridas y atadas a la espalda por secretos, montañas de secretos.

- Eso no responde a mi pregunta.

- Y yo soy la estúpida mayor del reino, porque me importas demasiado.

Oigo como traga saliva y su abrazo se deshace.

Creo que es el momento de darse la vuelta y encarar una mirada de ámbar encendido.

- No son secretos, son cargas. Cuando te fuiste fui consciente de que estaba solo, más solo de lo que me gustaría admitir. Tuve que apañármelas como podía: depender lo menos posible de mis padres, ayudar a mi hermana...

- Lo siento.

- Ya te dije que no quiero que te disculpes. Yo... el pasado, las marcas que aún quedan en la piel, encima hechas por tu propio padre... no sé cuando parar.

Quiero tocarlo, pero no me atrevo.

Quiero tener manos mágicas y con ellas borrar cada una de esas huellas en su cuerpo, pero eso no es posible.

Quiero hacerlo feliz, pero no puedo permitirle que me trate así.

- No sé qué decir, Nath.

- Yo tampoco, MC.

Es él quien se adelanta, limpiando una lágrima traidora con la yema del pulgar.

Su mano ahuecando mi cara.

- Buenas noches.

Cuando se aleja noto el frío en mi piel.

- Adiós.

No es fácil, pero es lo mejor.

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