Harry
Esa misma noche, Stella decidió volver a dormir conmigo. Y como la noche anterior, ambos estábamos platicando en la oscuridad de la habitación antes de dormir.
—¿Y cómo te fue en tu cita con la doctora Elizabeth? —decidí preguntar.
—Bien, con ella estuvo bien. El problema fue Daniel, no podía soportar tenerlo a mi lado —soltó un suspiro—, cuando me llamó para decirme que vendría a la consulta sabía que nada saldría bien. Y así pasó, ahora mostrando más interés ahora que nos separaremos. Pero dejando a un lado aquello, la doctora Elizabeth fue muy amable.
—Sí, ella es una excelente doctora.
—No le di la oportunidad la otra vez. Ya que tú no pudiste atenderme y yo fui demasiado terca para mandarte a buscar para que lo hicieras —comenzó a reír, yo también lo hice al recordarlo.
—Mi primer año trabajando en ese hospital fue haciendo ultrasonidos. Tomando en cuenta que en algunas guardias iba a los quirófanos, pero no fue que hasta el segundo año que ya atendía por completo en la sala quirúrgica. Se supone que ya no atendería en la sala de ecografías, pero las pacientes me lo pedían... y fue así que me turné, no lo he dejado, aunque ya no he tenido tanto tiempo para atender allá —al terminar de hablar, Stella me mostró una sonrisa que pude notar gracias a la iluminación que traspasaban por la ventana.
—¿Tenías mucha demanda doctor? —dijo en un tono celoso.
—No sé cómo responder a aquello —solo sonreí— De todas maneras, a mí me gustaba estar checando los avances mes por mes, me gustaba mantenerme muy bien informado. Y aún es así.
—Debo de admitir que cuando te vi por primera vez, no pensé que alguien tan joven me atendería. Pensé... que quizás sería un doctor más grande, de hecho, te vi más joven —calló—, espera ¿cuántos años tienes? Me habías dicho que tenías 27 años hace meses.
—Efectivamente, pero ya tengo 28 años.
—¡Espera! —se reincorporó sobre la cama— ¿Cumpliste años hace unos meses y yo no me enteré?
—Fue hace unos meses, Stella. Tú y yo no nos habíamos visto, además no fue tan importante. Casi nunca lo celebro, siempre casi estoy trabajando —dije sin interés, pero ella no salía de su confusión.
—Me siento una mala persona —volvió acostarse—, pero podríamos celebrarlo juntos. Algo tarde, pero hagamos algo para no dejar esa fecha vacía.
—¿Realmente importa? —reí levemente, ella asintió de inmediato.
—Sí —acarició mi cabello— ¿Sabes? Solía pensar que la vida se me pasaba muy rápido, pero ahora no. Ahora solo quiero disfrutar cada segundo.
—Pensaba lo mismo —tomé su mano que estaba en mi cabello y la entrelacé con la mía.
Horas después, ya en el hospital, me encontraba conversando en mi hora libre con Camille. Ella se mostraba algo cansada, y me contaba el por qué. Podría decirse que llevábamos rato sin conversar.
—En fin, es cosa de mi familia —sonrió un poco—. Y hablando de familia, ¿cómo está tu madre y hermana?
—Mi madre está más que bien, ha vuelto a Holmes Chapel con su nueva pareja. Ha estado saliendo con el señor Ben, un conocido de nuestra colonia. Es un buen hombre y ella está feliz.
—Me parece perfecto. ¿Y qué hay de Gemma y su niña?
—Gemma y la pequeña Holly están igual de bien. No he ido a verlas en estas semanas, pero he hablado con mi hermana por celular. Al perecer va haber una reunión pronto, ya que nuestra madre regresará y quiere vernos.
—Genial. Tu madre es una dulzura —ella sonrió.
—Sí, ella siempre te recuerda desde la última vez que me visitó aquí y tú hablaste con ella —recordé y Camille sonrió más.
—Por eso mismo lo digo, es un encanto.
Nuestra charla se vio interrumpida cuando tuvimos que volver a nuestras respectivas labores. No salí del quirófano durante toda la jornada ya que tuvimos que atender a una paciente con unas complicaciones durante su parto, pero todo salió con éxito al terminar.
Luego de que mi horario finalizara, volví a casa por la noche. Al entrar, vi que Stella me esperaba sentada en el sofá. Ella me sonrió y se acercó a mí.
—¿Te apetece salir? —preguntó con algo de timidez—, me gustaría invitarte a cenar —suspiró con una pequeña sonrisa— ¿Qué dices?
—Suena bien, pero deja me cambio —besé su mejilla. Ella asintió con su cabeza, sus mejillas estaban sonrosadas por lo que sonreí al notarlo.
Stella
Cuando Harry bajó, yo me le quedé viendo con una sonrisa. Se veía tan bien que no podía evitar dejar de admirarlo con mis ojos. Estábamos en un silencio, un silencio en donde solo yo podía sentir una tensión de aquellas, si saben a lo que me refiero.
Le di la dirección a Harry, y en cuestión de minutos ya estábamos allá. No quedaba tan lejos de su casa, por lo que no demoramos en el camino. El sitio en donde estábamos era un lugar muy bonito y tranquilo, no llegaba a ser muy elegante, pero si era uno que era algo formal.
—Feliz cumpleaños, algo atrasado pero seguro —sonreí.
Charlé y charlé con él. Me gustaba conocerlo más, yo casi no decía nada porque me gustaba oírlo hablar. Y terminando, decidimos irnos para llegar pronto a casa porque queríamos ver una película. Así que, terminando de pagar, salimos para subirnos al auto.
—Sé que fue un aburrido festejo, pero me gustó estar aquí contigo —entrelacé mi brazo con el suyo.
—No fue aburrido, de hecho me gustó —me volteó para sonreírme.
—Sí, qué mentiroso —rodé mis ojos mientras me reía.
—Lo digo en serio —él también soltó una risa. Pero sabía que decía la verdad, él siempre me transmitía honestidad y le creía.
Llegando, nos quedamos en la sala para ver cualquier película. Pusimos una al azar, y nos concentramos en verla. La verdad ni uno de los dos estábamos poniendo atención a la mitad de ella, y es que la película estaba poniéndose cada vez más aburrida. Harry se volteó a verme, y yo por ende lo hice también. Sin embargo, yo fui la que decidió acercarse para así poder besarlo. Él daba unos movimientos suaves, pero yo era la que aceleraba el paso por así decirlo. Cuando nos separamos, yo sonreí algo maliciosa y su rostro solo mostró una sonrisa alelada.
—¿Qué tal si hacemos la noche más interesante? —dije en un tono divertido, pero la verdad es que me estaba muriendo de nervios por dentro.
Harry no dijo nada, por lo mismo que estaba confundido. Yo me acerqué más a él hasta quedar pegados, solo que no quería estorbarlo con mi abultada panza, así que tampoco es que estuviera encima de él.
Como decía, yo estaba sintiendo una gran tensión entre nosotros. Que quizás Harry no, pero yo sí. No sé qué me pasaba, pero quería hacer las cosas más íntimas entre nosotros. Así que llevé mi mano hacia el zíper de su pantalón, él miró mi mano de inmediato y supe que eso no se lo esperó.
—Quiero que te dejes llevar Harry —sonreí tímida y bajé su cierre—, quizás no sea el momento. Quizás sea muy pronto. O quizás no podamos hacerlo por mi estado, pero yo quiero hacerte sentir bien —él me miró.
—Stella no tienes que sentirse con el deber de tener que hacerlo —tomó mi mano para apartarla.
—Pero si quiero —murmuré y presioné mis labios en su cuello—, quiero hacerte sentir bien —cerré mis ojos y dejé que mi mano me guiara.
Bajé un poco su pantalón para que así pueda dejar libre su miembro. Tal vez si yo no estuviera embarazada, las cosas serían diferentes ahora. Abrí mis ojos, y vi que los suyos estaban cerrados. Yo sonreí con más confianza, y miré su masculinidad. En realidad yo no era muy buena en esto, pero de verdad tenía ganas de hacerlo. Por lo que lo tomé con mi mano, y comencé a masajearlo con suaves movimientos. Él ya estaba duro, y lo oí suspirar cuando volví a besar su cuello con cortos y húmedos besos. Empecé a ir más rápido, su voz se tornó roca y profunda. Entre cada jadeo que soltaba, podía oír su satisfacción y a mí me hizo sentir feliz por hacer las cosas bien. Su rostro, sin duda su rostro fruncido era un tesoro en estos momentos que quería capturar para siempre en mi mente.
—Te amo —susurré en su oído, yo no paraba con mi trabajo.
Él medio abrió los ojos.
—Yo igual te amo —me sonrió con cariño.
Buscó mis labios y yo me acerqué para que me besara. Mientras tanto, yo continuaba con mis rápidos movimientos. De momentos, sentí su cuerpo tensarse bajo mis toques. Pero no quería que terminara aún, así que me separé de sus labios e intenté acercar los míos, pero en eso el timbre de su hogar sonó por toda la casa.
Ambos nos separamos bruscamente.
—¿Quién podrá ser? —murmuré preocupada.
—No sé, iré a ver —se levantó del sofá y se acomodó su pantalón y la otra ropa desacomodada. Yo reí levemente al verlo batallar y él me sonrió.
—Iré al baño —me levanté rápido—. Por cierto, acomoda tu cabello.
Al llegar al baño, yo también acomodé el mío. No sé, pero mi corazón estaba palpitando con fuerzas por lo que sucedió momentos antes, y no hablaba sobre lo del timbre. Solo al recordar su rostro fruncido y de cómo mordía sus labios, hacía que mi corazón no dejara de palpitar. Aun así, tenía duda sobre quién podría ser, así que pegué mi oreja en la puerta del baño y creo haber oído la voz de su hermana Gemma. Solo que no sé si debería salir, ya que según yo ella aún no sabe nada sobre nosotros.
Estaba en un debate mental, y en eso alguien intentó abrir la puerta. Obviamente no se pudo porque tenía seguro, pero tenía que salir con más razón.