𝒑𝒓𝒊𝒎𝒆𝒓 𝒂𝒄𝒕𝒐 • 𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒗𝒆𝒊𝒏𝒕𝒊𝒕𝒓𝒆𝒔:
𝒊𝒏𝒅𝒆𝒄𝒊𝒔𝒊𝒐𝒏.
Jenny soltó un grito cuando estaba a punto de irse —. ¡Me estoy olvidando mi tarea!
Dan abrió los ojos —. ¡Espera! ¡Nina se está cambiando!—, gritó justo antes que la rubia abriera la puerta. No obstante, la situación no pasó a más ya que la chica sólo tenía que colocarse la blusa para estar lista.
— ¿Sabes? Sigo sin estar del todo de acuerdo con que Nina duerma en tu habitación—, comentó Rufus.
—Nate está durmiendo en el sofá y Jenny apenas entra en su cama con todas las cosas que tiene tiradas en su habitación, ¿dónde quieres que duerma?
—Eso lo entiendo, pero--.
— ¿Alguien sabe por qué Jenny casi me mata por estar en tu habitación?—, inquirió Nina, sentándose al lado de Dan y sirviéndose un vaso de jugo de naranja.
—Casi olvida su tarea—, respondió Dan y Nina asintió, recordando que la menor había ingresado la noche anterior, pidiendo ayuda a ambos cuando no comprendió cómo realizar una ecuación.
— ¿Por qué su jugo de naranja es tan adictivo?—, inquirió Nina, mirando el líquido en el vaso antes de volver a darle otro trago.
Daniel rió, a punto de contestarle pero se vio interrumpido al intentar avisarle a su hermana que Nate ocupaba el baño. No obstante, eso no funcionó. Jenny pensaba en demasiadas cosas al mismo tiempo como para detenerse, por lo que chocó contra el rubio.
— ¿Están seguros que aún quieren que nos quedemos aquí?—, bromeó Nina, percatándose del desastre que sería cada mañana ya que habían tantas personas.
Nina estaba a punto de explotar.
Se negaba a perdonar a su hermano por besar a Jenny Humphrey. No porque le interesara con quién salía, sino porque la chica sólo tenía quince años y podía notar que ella estaba vulnerable a kilómetros. La morena sentía como si su hermano se hubiera aprovechado de la pequeña niña.
También estaba enfadada con Daniel. El chico le había admitido que estaba dispuesto a escribir un libro sobre Chuck mientras que eso le consiguiera una beca para Yale. Aunque Dan fue rápido para asegurarle que no escribiría sobre ella, Nina se había enojado con él por el hecho que estaba escribiendo sobre la vida de.., bueno, tal vez Chuck no era su amigo, pero seguía exponiendo la vida de alguien y eso estaba mal.
Mientras tanto, Serena y Blair parecían demasiado ocupadas con sus vidas como para hablar con ella. La rubia había comenzado a tener algo con un chico que, a pesar que la había engañado una y otra vez, ella seguía considerándolo un buen partido. Por lo contrario, Blair estaba organizando su fiesta de dieciocho años e intentaba aceptar al nuevo novio de su madre.
Fue entonces cuando la chica recibió una llamada por parte de Chuck y optó por atenderla, dispuesta a cortarle en cuanto el chico intentara algo más.
—En serio, Nina, ¿qué clase de amigos tienes?—, exclamó Chuck al otro lado de la línea.
—Mira, si esto es por el libro, rogué para que no lo haga.
—Tal vez no le rogaste lo suficiente, dejaste en claro que no te intereso.
Nina suspiró, cerrando los ojos al contestar —. Chuck, me importas. No quiero que Dan escriba ese estúpido libro, y cuando me dijo que lo haría, me fui de su casa y no lo vi desde ese momento. No importa lo que pasó entre nosotros, creo que es inmoral que te utilice a ti o a cualquier persona como fuente para un libro.
El otro lado de la línea emitió silencio hasta que Chuck aclaró su garganta —. Si te fuiste, ¿dónde estás ahora?
—Estoy de camino a un hotel. Nate se fue y estoy segura que está en nuestra casa, sigo demasiada molesta con él para verlo.
—Nate no está en tu casa—, aseguró Chuck.
Aunque Nina quiso preguntar cómo lo sabía, optó por no hacerlo —. No importa, no quiero volver a ese lugar. Sólo me va a deprimir más.
—Ven conmigo—, ofreció Chuck y obtuvo el silencio de la chica como respuesta —. Nina, por favor, no puedes pagar por un hotel.
— ¿Te olvidas que trabajo?
—Sé que trabajas, y aún así no puedes costear un hotel. También sé que estuviste faltando a clases por trabajar más horas. Nina, por favor, ven conmigo.
Nina negó aunque no la podía ver —. No, Chuck.
—Mira, por lo menos ven al hotel. No te quedes conmigo, toma la habitación que desees por tanto tiempo como quieras. No iré a molestarte, lo prometo.
—Chuck--.
—Por favor, Nina.
La morena suspiró, sabiendo que el castaño tenía razón en todo lo que dijo —. De acuerdo.
Nina casi no se sorprendió cuando, al abrir la puerta, se encontró con Chuck frente a ella —. Sólo te tomó un día romper tu promesa.
—Un poco temprano para ir a clases, ¿no?—, contestó el castaño.
La morena rodó los ojos, cerrando la puerta detrás de ella —. Eso es porque no voy, voy a trabajar.
—Creí que habíamos acordado en que irías a clases ahora.
Nina negó —. Acordamos que tú no me molestarías, eso fue sólo un comentario de tu parte.
—Tienes que volver a la escuela, princesa—, instó Chuck mientras ambos se subían al ascensor.
—Iré mañana, ¿de acuerdo?—, suspiró Nina, cansada de discutir —. Hoy ya tenía el turno, no puedo cambiarlo a último momento.
Chuck le miró un momento antes de asentir, optando por creerle —. ¿Hablaste con Nate?
El castaño notó que la chica se tensó ante la mención de su hermano, e incluso palideció un poco. Sin embargo, ella mantuvo la compostura —. No, pero mi mamá llamó. Me dijo que los Roth le dejaron la casa mientras estaban en Aspen. Ya sabes, para que pasemos un lindo Acción de Gracias.
— ¿Vas a ir?
—No lo sé.
El ascensor se abrió frente a ellos, y ambos salieron. Algunas miradas cayeron en ellos, unas cautelosas por parte de los empleados.
—Puedes venir con nosotros si quieres—, ofreció Chuck.
Nina sonrió —. Gracias, lo pensaré.
Cuando Nina ingresó a la habitación y se encontró con Chuck, Vanessa y Nate, quiso gritar —. ¿Es en serio? ¿Una estúpida intervención? Creí que era importante.
—Hay alguien con quién tienen que hablar—, habló Chuck, mirando a los dos hermanos mientras que un hombre de traje ingresaba a la habitación.
—El FBI sabe que su padre está en la ciudad—, informó Vanessa.
Nina pestañeó —. ¿Qué? Mi padre no está en la ciudad, si lo estuviera ya nos hubiera contactado de alguna forma—, negó, mirando a Nate.
El rubio se mordió el labio antes de mirar a su hermana —. En realidad, papá volvió. Está con nosotros y.., quiere verte, pero no contestabas mis llamadas y mamá dijo que vendrías a cenar, por lo que optó por esperar.
Nina quiso gritar otra vez, pero no lo hizo. No era culpa de Nate, después de todo ella no le había contestado la llamada. Tampoco era en parte culpa de su madre, no sería realmente seguro comunicar por teléfono que su padre había vuelto.
Chuck observó a la morena y Vanessa tragó saliva antes de continuar —. Piensan que está a punto de cometer un crimen, incluso peor que el fraude o la malversación.
Nate frunció el ceño —. ¿Como qué?
—Como extorsión y secuestro—, contestó Chuck.
Nina miró a Chuck. Ella quería negar que su padre fuera capaz de hacer algo así, pero realmente ya no sabía de qué era capaz. Ella no conocía a su padre como creía haberlo hecho, sino que conocía una faceta falsa de su padre.
La morena comenzó a pestañear, dirigiendo su mirada al suelo mientras intentaba contener las lágrimas. No quería llorar frente a ellos, no quería volver a llorar por culpa de su padre. Sin embargo, esta vez no era como las anteriores. Esta vez era por furia e impotencia.
El hombre, que había permanecido en silencio hasta entonces, aclaró su garganta —. Cuando su padre huyó a Dominicana, solamente pudo tomar dinero para sobrevivir por sí mismo. Debería haber conseguido un trabajo, empezar de cero. Pero en cambio, decidió llevar la vida que siempre tuvo. Ahora no tiene nada.
—Sí, bueno, si mi padre es pobre, ¿cuál es el punto en que nos vayamos a vivir con él?
— ¿Por qué iríamos a vivir con él?—, inquirió Nina.
Nate miró a su hermana y suspiró —. Realmente no debería ser yo quien te está diciendo todo esto. Papá vino y dijo que quiere que vayamos a vivir con él. Mamá ya aceptó, pero dice que sólo irá si nosotros estamos de acuerdo.
—Debe ser una broma—, soltó con sorna la morena, levantándose del lugar en el que se habían sentado y dirigiéndose a la puerta para marcharse.
No obstante, Chuck la tomó por los hombros y la miró —. Nina, por favor--.
—No quiero seguir escuchando sobre él.
El castaño volvió a mirar a Nate antes de mirar a la chica y susurrar —. Puedes estar enojada con tu hermano, pero ambos sabemos que tarde o temprano lo perdonaras. Hazlo por él.
Apretando los labios, Nina volvió a tomar asiento. No miró a su hermano antes de asentir al hombre.
—El punto es que los Vanderbilt tienen dinero—, continuó el hombre.
— ¿Por qué mis abuelos pagarían para irnos a vivir con él cuando ni siquiera pueden ayudarnos aquí?—, cuestionó Nate —. Quiero decir, ellos odian a mi padre.
—Quizás es por eso que le darían dinero, para que se marchara sin ustedes y su madre—, contestó Vanessa.
Nina colocó su mano sobre su rostro, cerrando los ojos e inspirando profundamente —. Están haciendo realmente difícil que me quede aquí sentada.
—Hemos estado escuchando las llamadas de su padre, está intentando ponerse en contacto con tus abuelos—, confirmó el hombre de traje.
—Si esto es cierto, ¿por qué no vinieron a decírnoslo?—, acusó Nate, mirando a su hermana que seguía cubriendo la mitad de su rostro con su mano.
—No sabíamos si su madre o alguno de ustedes sabían lo que estaba sucediendo. Después de todo, ella fue la que ayudó a tu padre a escapar.
—Pero le dije que no creía que ninguno de ustedes fuera a dejar Nueva York—, comentó Vanessa.
—Especialmente sin despedirse de sus amigos—, agregó Chuck.
—Los dejaré que hablen a solas—, anunció el hombre, levantándose de la mesa.
Nina se levantó de la mesa —. Tengo que trabajar—, anunció, acercándose a la puerta antes de girarse y mirar a su hermano —. Haz lo que quieras, si fuera por mí ya lo estaría entregando a la policía. No quiero volver a verlo.
—Nina--—, comenzó Nate, pero la morena lo interrumpió.
— ¡No! No quiero seguir lidiando con esto —, negó —. Debe pagar por sus errores.