Pov Líon:
- ¡SERENA, ABRÍ LA PUERTA EN ESTE MISMO INSTANTE O TE JURO QUE TE VAS A ARREPENTIR, MOCOSA DESGRACIADA!
Eso fue lo que escuché antes de siquiera abrir la puerta, y sé que no fui el único: la violencia y la amenaza reflejada en ese grito puso a todos en alerta, ella estaba en riesgo. No conocemos a sus padres, no sabemos de qué son capaces, debemos esperar cualquier cosa de ellos, pero sí sabemos algo: hay que sacar a Serena de esta casa cuanto antes.
Esto es una locura, sabía que sus viejos no la querían, sin embargo, pensé que era una exageración, no me imaginaba el real alcance de su aversión por ella.
- Jhonatan, andá por el hacha, voy a tirar la puerta abajo.
Eso fue la gota que rebalsó el vaso. Con la ira quemando por mi cuerpo como si hubieran tirado un fósforo prendido en un charco de nafta, abro la puerta de una patada y, seguido por los demás, corro hacia el lugar de donde vienen las voces. En el final de las escaleras, en un lugar oscuro y frío, están los padres de nuestra hermanita aporreando la puerta, solo hasta que notan nuestra presencia. La mirada de la madre resuma pánico creciente y la del padre ira y molestia.
- ¿Quién demonios son ustedes? ¿Quién les dio permiso para entrar en mi casa?
- Thomas silencio que vienen a robarnos seguramente y nos van a matar si los insultás. ¿No ves los chalecos? Son de un Club de motociclistas, es peligroso.
- ¿Y vos cómo sabés eso?
- Primero porque no soy idiota, sé lo que pasa en la calle, y segundo por mi padre, ¿o te olvidaste?
¿Su padre? ¿Qué querrá decir? Como sea, hay cosas más importantes y ya no los soporto más.
- ¡SILENCIO! No venimos por ustedes escoria, aunque debería encargarme yo mismo de su destino, y tampoco venimos a robarles, eso no nos interesa ni es lo que hacemos. Venimos por Serena.
Sus caras de confusión sería cómica para mí, si no fuera porque no estoy para estupideces en este momento; ahora lo único que me importa es mi mujer.
Un minuto, ¿dije "MI mujer"? No, no, no, no, el momento está afectando mi cerebro, quise decir a nuestra hermana, eso sí. Ahí está mejor. Unos pasos se escuchan ingresando nuevamente a la casa.
- ¡PAPÁ, YA TENGO EL HACHA!
Antes de que lo note, ya está reducido en el piso por uno de los chicos y otros dos sostienen a los viejos de Serena. Los obligan a bajar y yo me acerco a la puerta, golpeando suavemente para llamar la atención de ella.
- Serena, soy Líon. Ya está todo bien, abrime la puerta por favor.
El sonido de las trabas de la cerradura me advierte que ya está abierta y empujo la madera delicadamente para entrar. Una suave luz me da la bienvenida a una pieza de paredes rojas, escritas con diferentes materiales, posters de diferentes bandas de rock (sobre todo Black Viel Brides, dato interesante que me puede ser útil más adelante, voy a hablarlo con Beast, él me puede ayudar a usarlo a mi favor) están en distintos lugares de las mismas y su guitarra está en un costado: una hermosa cola de tiburón Jackson de color azul y negro.
Una cama de plaza y media de madera oscura, del mismo tipo que el ropero, la cómoda y el escritorio que parece que pertenecen a un mismo juego, mas que se nota que no es nuevo, que tienen varios años, ocupan la estancia. La luz proviene de una lámpara en su mesa de luz, junto a ella hay varios libros que parecen novelas.
Desvío la mirada y la encuentro sentada en la cama, cruzada de piernas, mirando sus dedos. Su cara se ve pensativa, como si hubiera demasiadas cosas rondando su mente. Me acerco a ella y me arrodillo frente a la cama, agarrando sus manos entre las mías.
- ¿Serena, estás bien?
Un suspiro escapa de sus labios y cierra los ojos sacudiendo la cabeza, bajándola.
- Sí, tengo mucho en la cabeza, sin embargo, estoy bien.
- ¿Te hicieron algo?
- No estarían de pie si lo hubieran hecho.
Una sonrisa asoma en sus labios y alza un poco la mirada, fijando sus ojos en los míos. De manera inconsciente, estiro una mano hacia su rostro y acaricio su piel con suavidad, sintiendo cómo descansa su mejilla en mi palma. No es la primera vez que lo hago, ni tampoco ella, pareciera como si eso le afectara de alguna forma... Un contacto cariñoso...
Sus ojos tienen un brillo raro, como melancólico. Estamos muy cerca, casi puedo sentir su aliento cálido contra mis labios.
- Jefe, sería mejor que empecemos a llevarnos las cosas, se está haciendo tarde.
¡MALDICIÓN Y LA RE PUTA MADRE QUE LO PARIÓ! ¿Por qué demonios tienen que interrumpirme siempre que estoy a punto de sentir la suavidad de su carnosa boca? Empiezo a odiar a mis hermanos profundamente. Serena se separa de mí con rapidez y agarra las valijas que no había notado antes a los pies de su cama.
- Acá está la mayoría de mi ropa, el resto está en esa caja de ahí. Mis libros están metidos en el baúl que está dentro del ropero y el resto de mis cosas en las cajas bajo la cama. Siempre tengo todo lo más ordenado posible. Los muebles no son necesarios, no obstante, lo demás sí.
- De acuerdo, me llevo esto y mando a Death para que empiece a cargar las demás cosas con Thorns en la camioneta.
- Gracias.
Blood se va llevándose las valijas y yo me quedo viéndola. Es realmente muy hermosa, ¿por qué todo tiene que ser tan complicado con ella? Suspiro y me froto la cara, su mirada conecta con la mía por unos instantes, pero la aleja y creo ver el asomo de un rubor en sus mejillas.
- Bueno ya... Ya tendríamos que irnos.
- ¿Ah? ¡Ah sí! Vamos.
Me había quedado como idiota mirándola. Dios... tengo que manejar mejor mis divagues, pero es que la simple visión de ese suave color en su piel normalmente blanca y perfecta, me dejó todo burro e idiota.
Ella saca rápidamente los posters de las paredes, los hace un rollo que ata con una gomita elástica, agarra los pocos libros que no había guardado y estaban sobre la mesita y bajamos las escaleras.
Al llegar a la planta baja, mientras los chicos siguen subiendo por las cosas de Serena, nos encontramos con los padres y el hermano, sentados en el sillón de su living, quietos como estatuas, mientras Blood, Drácula y GPS, los vigilan parados a su al rededor con muy mala cara. Ninguno tiene un arma a la vista (aunque es más que obvio que tienen y más de una), mas no parecen necesitarlas, sus posturas y caras son incentivos más que suficientes para que no intenten nada.
Serena se para frente a ellos, deja el rollo de posters y los libros en el sillón que tiene al lado y los mira con una expresión que no logro descifrar.
- Bueno, hasta acá llegamos y estoy muy feliz de que esto sea así. Sé perfectamente lo que querían hacerme, una lástima que su plan no funcionó.
Su voz es tranquila, carente de emoción y sus palabras me desconciertan. ¿De qué plan está hablando? ¿Qué querían hacerle?
- No sé de qué estás hablando Serena, estás loca.
- ¿A sí? Qué raro, podría jurar que ustedes planeaban hacerme firmar un papel que les daba total acceso y propiedad sobre la herencia del abuelo que él me dejó a MI y no a ustedes.
Serena los mira con una ceja alzada a la espera de su reacción ante sus palabras y no se hace esperar, al instante sus ojos se abren como platos, sin embargo, intentan disimular su sorpresa.
- No tenemos idea de a qué...
- ¿No tienen idea de a qué me refiero? ¿Tampoco a su idea de hacerme desaparecer después?
Ahora soy yo el que está sorprendido y desconcertado, ¿querían matarla? ¿Es una maldita broma o qué? La ira quema de nuevo dentro de mí y, por las caras amenazantes de los demás, no soy el único que, en este momento, tiene deseos asesinos. Mi cuerpo actúa por cuenta propia y avanzo un par de pasos hacia ellos, no obstante, Serena me frena. La observo y me da una mirada que me deja claro que no quiere que haga nada, lo cual me molesta, pero respeto.
- Fueron unos padres pésimos, egoístas, avaros y todos los insultos habidos y por haber y, por eso mismo, me voy a encargar de que no tengan ni una sola moneda de lo que me corresponde. A partir de ahora, ustedes para mí no existen y, si antes no les daba prácticamente bolilla, ahora menos, para mi están muertos. Si intentan acercarse a mí, les juro que se van a arrepentir. No los voy a matar, eso sería muy fácil y no estaría bien visto, aunque sí les juro que les voy a hacer desear no haberlo hecho. Nosotros ya nos vamos, mas una última cosa antes de que me olvide: si intentan llamar a la policía e inventar toda una historia donde ustedes sean las víctimas, no se los recomiendo porque estuve grabando todo hasta ahora y los voy a hundir. Ahora sí, vamos.
Da media vuelta, agarra los posters y los libros y sale de la casa con pasos firmes y enojados. Nosotros miramos a su ex familia y uno a uno nos retiramos de la casa. Las cosas de Serena ya están en la camioneta y ella montada en su moto prendiendo un pucho; es momento de irnos. Me subo a mi bestia y arranco; tengo muchas dudas surgidas a partir de sus palabras. ¿Sus viejos querían matarla? ¿De qué herencia estaban hablando? ¿Por qué su abuelo le dejó la herencia a ella? ¿Qué representó él en su vida? Y tantas otras... Tengo que sacarme las dudas, no obstante, será cuando ella esté lista para hablar, con lo que acaba de pasar, no quiero presionarla.
Pov Serena:
Listo, mi nueva pieza está lista. Me llevó un par de horas, sin embargo, al menos ya siento que este lugar es mío. Me dejo caer en la cama y veo la hora: son la una de la mañana; me iría a dormir, pero estoy inquieta. Después de todo lo que pasó hace apenas unas horas, mi cerebro es un hervidero de ideas.
Siempre supe que no me querían, que me odiaban, que deseaban que no hubiera nacido, mas no me imaginé que llegarían a este punto. Y todo porque el abuelo me adoraba, yo siempre había sido su princesa motera, su nena, su nietita. No me sorprende que me dejara su fortuna a mí, siempre dijo que confiaba en mi más que en su propia hija porque sabía cómo era por dentro, decía que lo notaba por cómo me trataba a mí.
Me dolió tanto cuando se fue, me sentí tan sola, tan abandonada, ya no tenía a la única persona que me había querido toda mi vida. Todavía recuerdo su último regalo: "El gran libro de las Motos", un compendio de cada moto (de todas las marcas conocidas en la historia) que se han hecho desde que aparecieron por primera vez. Adoré y aún adoro ese libro, está guardado con cuidado en un lugar donde no se puede arruinar y donde puedo leerlo siempre que quiero, es mi conexión con mi abuelo, mi tesoro más preciado.
De la mesa de luz que está junto a mi cama, agarro el marco de fotos donde está la última foto que nos sacamos antes de que tuvieran que ingresarlo al hospital: estamos los dos juntos, él pasando un brazo sobre mis hombros, sonriendo a la cámara con alegría y yo abrazándolo por la cintura. Ese día me había regalado mi primera campera de cuero para que hiciera juego con la Harley que acababa de terminar, había sido un año después de que me revelara contra mis viejos. Él decía que estaba orgulloso de mí, que estaba feliz de que al fin fuera yo misma, que saliera de la sombra de mi familia y volara libre como merecía. Estoy segura de que habría estado feliz de verme donde estoy ahora.
Un nudo se aprieta en mi pecho, una sensación de ahogo y tristeza se instala en mí mientras una lágrima resbala con lentitud por mi cara. Necesito salir de acá, desahogarme antes de que el peso de mis emociones me aplaste, y ya sé a dónde ir.
Dejo la foto sobre la mesa y agarro mi teléfono al tiempo en que marco un número. Al segundo tono atienden.
- ¿Si?
- Soy yo, ¿hoy se hacen?
- Sí, ¿querés participar?
- Sí, estoy dentro. En veinte llegó. ¿El lugar de siempre?
- Sí.
- Hecho, voy para allá.
Corto la llamada, me pongo mis botas con puntera de metal, mi buzo con capucha negro y agarro mis vendas y salgo del club. No hago ruido para no molestar a nadie, es tarde y no quiero que noten que me fui, y salgo disparada en mi Harley.
Al llegar, con cinco minutos de sobra, le dejo mi bebé a uno de los chicos de confianza (sabe que, si algo le pasa, él la va a pagar con creces) y entro. Hay poca luz, sólo un reflector enorme apunta al cuadrilátero que está en el centro del lugar donde, ahora, dos tipos están dándose sin asco. Me acerco a un costado y veo que ambos tienen la cara y el pecho con sangre, pero uno está mucho peor y no creo que soporte mucho más.
- Llegaste.
- Por supuesto que sí, te dije que vendría.
Me doy vuelta y me doy de lleno con la cara de Alexander que me sonríe de lado. Chocamos puños y me lleva hasta la esquina del ring. Si no se dieron cuenta, estoy en un antro donde se realizan peleas clandestinas y Alexander es el que las organiza.
- Sos la próxima.
Asiento con la cabeza, me saco el buzo, me pongo las vendas y me ato el pelo en una cola de caballo. La pelea que estaba pasando hasta recién termina como yo había imaginado (con el que estaba peor desmayado en la lona) y salen del cuadrilátero para dejar paso a la siguiente.
- Para la siguiente pelea tenemos algo especial: de las calles malas de la parte norte de la ciudad, con un récord invicto de diecisiete peleas, siete por sumisión y diez por knock out, con un peso de ciento diez kilos y una altura de metro ochenta y siete, una verdadera mole de destrucción: ¡Trevor "La Bestia" Philips!
Una mezcla ensordecedora de vítores y abucheos estallan por todo el lugar entretanto un tipo, que ha de ser el tal Trevor, con una cara que de ser alguien más a quien mirara (y no a mí) habría conseguido la victoria sin siquiera mover un dedo, sube al cuadrilátero. Genial, será una pelea entretenida. Seguro piensan que estoy loca, pero la verdad es que necesito esto, los tipos normales y las mujeres no suelen aguantar mucho contra mí y necesito descargarme enserio, se nota que Alexander la pensó muy bien.
- Y ahora, la retadora, la única chica tan loca como para enfrentarse a "la Bestia", una verdadera máquina de matar, la campeona del cuadrilátero, la reina invicta de este lugar y la peleadora más sexy que existe, la maldad y la violencia corre por sus venas y está lista para dejar otra marca para su récord de peleas ganadas. Nadie la ha derrotado nunca y ahora viene por más sangre. Con ustedes la temida ¡Serena!
Después de esa presentación que me resulta graciosa, entro al cuadrilátero y el griterío de vítores supera con creces al que recibió Trevor. El idiota me mira con muy mala cara y parece que le reclama a Alexander sobre el pelear con una mujer. Yo le hago burla haciendo gestos como de gallina y acusándolo de serlo, por lo que, al final, hace a Alexander a un lado y se prepara para pelear.
Listo, es hora de luchar y desahogarse. La campana suena y me adentro hacia el centro del ring. Es momento de sangre.
************
Bueno, una nueva parte del pasado de Serena se nos revela: su abuelo. ¿Creen que le contará a alguien sobre él o seguirá siendo un secreto?
¿Creen que ganará la pelea, perderá o alguien la interrumpirá? Eso ya lo veremos, la intriga me está matando.
Nos vemos.