Uno de los juguetes que Touya guardaba con mucho cariño en su habitación estaba absolutamente roto. No entendía por qué. Pero fue Sakura quien se acercó a él para decirle, de manera muy avergonzada, que había sido culpa de ella puesto que estaba limpiando su habitación y no se percató de que pasó a llevar aquel juguete – un camión de madera – y una vez que cayó al piso se le había salido una de las ruedas y la puerta de éste.
Ella temía por la reacción de su hermano, le dijo que en recompensa podía pedirle lo que quisiera, y que de paso le daría parte de su mesada para que pudiera arreglarlo. Touya en cambio miraba nada más el juguete y suspiró con todas las palabras de su hermana menor.
―Yo lo arreglaré monstruo ―Sakura bajó sus hombros con algo de culpa―, pero a cambio de eso debes hacer la cena de esta noche y hasta el fin de semana.
Sakura sabía que no le iba a salir barato, peroaceptó todo con tal de que su hermano no estuviera enojado con ella