No me conoces, pero soy tu me...

By CataKaoe

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Sinopsis
. . .
1. Día Cero
2. ¿Qué está pasando?
3. Ley del hielo
4. Disculpas
5. Investigación
6. Evidencia
7. Trampa
8. Búsqueda
9. Entrando en calor
10. A prueba
11. La excusa perfecta
12. Encuentros cercanos
13. Retirada
14. ¿Más que amigos?
15. Apariencias
16. Tomando la iniciativa (primera parte)
16. Tomando la iniciativa (segunda parte)
17. Persona non grata
18. Leña al fuego
19. Efectos secundarios
20. Desolación
21. Elefante en la habitación
22. Reacción Química
23. Trinidad (primera parte)
23. Trinidad (segunda parte)
24. Reacción Física
25. Día Cero
26. Levántate (y anda)
27. Punto ciego (primera parte)
27. Punto ciego (segunda parte)
28. Verdad o consecuencias
29. Número desconocido (primera parte)
29. Número desconocido (segunda parte)
30. Café con leche
31. Beneficio de la duda
32. A escondidas (primera parte)
32. A escondidas (segunda parte)
33. Deseos ocultos
34. Despertando sospechas
35. Miradas indiscretas (primera parte)
35. Miradas indiscretas (segunda parte)
36. Pensamiento recurrente (primera parte)
36. Pensamiento recurrente (segunda parte)
37. Opuestos equivalentes
38. Gran hermano
39. Fashion Emergency
41. Ruleta rusa
42. Déjate llevar
43. Lo que me hiciste hacer (primera parte)
43. Lo que me hiciste hacer (segunda parte)
44. Pieza oscura
45. Ahora o nunca
46. No te vayas
47. ¿Dónde estás? (primera parte)
47. ¿Dónde estás? (segunda parte)
48. Revelaciones
49. Lo que nunca te dije
50. Todo lo que siempre quise oír
51. Cuenta regresiva
. . .
52. Reset (primera parte)
52. Reset (segunda parte)
Epílogo
Fanarts I
Fanarts II
Fanarts III
Fanarts IV
Fanarts V
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Fanarts VI y Recomendaciones
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40. El Tri

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By CataKaoe

Alex



—¡Woooa! —exclamó Joto, pasmado y con la boca abierta frente al portal de Trinidad, sin animarse aún a llamar al timbre—. Había escuchado que esto sería enorme, pero esto es....

—...Impresionante. —completó Amelia y yo solo asentí, sintiéndome algo intimidado ante tan descomunal residencia. Quizás el hecho de que fuera de noche hacía aún más potente la sensación de que la propiedad parecía no tener fin.

Luego de identificarnos en la reja de ingreso con nuestra cédula de identidad, invitación y tarjeta ante un intimidante guardia de seguridad, —que estoy seguro que verificó hasta nuestro historial de navegación en internet— finalmente se nos permitió ingresar.

El antejardín rodeado de árboles y vegetación era asombroso. La casa mansión de Trinidad se divisaba a lo lejos, al final de un sendero de piedra que se abría ante nosotros y que estaba tenuemente iluminado a los costados por pequeñas lámparas de papel.

—¡Esto es demasiado romántico! —exclamó Amelia adelantándosenos, y se emocionó aún más al notar que a nuestra derecha aparecía una gran fuente de agua con cascadas multicolores que iban iluminando los setos vivos que la rodeaban.

Nos detuvimos un momento para contemplarla. El espectáculo era realmente sobrecogedor. Le di un codazo disimulado a Joto para que aprovechara la oportunidad de acercarse a Amelia, a lo que respondió con timidez, disminuyendo apenas un par de centímetros la distancia entre ellos.

Claro —pensé— Joto se las daba de playboy para dar consejos de conquista a los demás, pero cuando se trataba de él, se comportaba como un pobre cachorrito asustado.

Mientras retomábamos nuestra caminata, imaginé a Solae esperándome al final del camino, de brazos cruzados y reclamando por haber llegado más tarde que ella. Sonreí ante la imagen en mi mente, pero al llegar al final, la realidad me restregó de golpe que Solae no solo no estaba ahí, sino que además era muy probable que tampoco estuviera dentro. De solo pensar en que llegaría tarde como siempre o abrazada de Anton, sentí una fuerte sensación de angustia.

—Buenas noches. —nos saludó ya en la puerta, una mujer muy amable que más parecía ser contratada, que familiar de Trinidad—. Sus identificaciones por favor.

Mientras ella revisaba nuevamente nuestros documentos, otro guardia de aspecto también amenazante nos hizo pasar por un detector de metales, supongo que para asegurarse que no lleváramos algún revolver, machete, una motosierra... no sé, ese tipo de cosas que uno suele llevar a un cumpleaños escolar. Luego de convencerse que solo representábamos riesgo de ser demasiado aburridos, nos colocaron brazaletes según el color de nuestras invitaciones y —por fin— nos permitieron ingresar a la casa.

Cruzar el umbral de la puerta de entrada fue como ingresar a otra dimensión. Música a todo volumen y bajos vibrando por debajo de nuestros pies. Casi podía sentir a través de mi piel cómo atravesábamos el sonido, las risas y las luces parpadeantes de colores que iban alternadamente iluminando los rostros de la gente.

A pesar de nuestra puntualidad —debido a mi insistencia, ya que mi plan requería asegurarme de llegar antes que Solae, Natalia y Anton— era sorprendente la gran cantidad de gente que había llegado antes que nosotros, y lo ridículamente "bellos" que eran todos, como si hubiesen sido seleccionados mediante un casting. A pesar de ir más arreglado que nunca, no pude evitar sentirme algo fuera de lugar.

No fue necesario recorrer demasiado para darnos cuenta que no pasaríamos hambre ni sed durante nuestra estadía. Solo en los primeros escasos metros recorridos ya se apreciaban mesones ostentosamente abastecidos con todo tipo de licores y delicados bocadillos gourmet.

No podía imaginar qué clase de padres tenía Trinidad que le permitían organizar una fiesta de este nivel, en donde no se tomaba en cuenta que la mayoría éramos menores de edad. Quedaba claro que ellos no estaban presentes y que habían contratado personal para que se encargara de todos los preparativos sin escatimar en gastos ni preocuparse por nimiedades legales. Quizás esta era una forma de intentar compensar su constante ausencia en la vida de su hija, o quizás ni siquiera estaban enterados de los detalles acerca de evento y solo aprobaban a ciegas su presupuesto cada año.

—¡¡Alex!! —gritó Trinidad, apareciendo entre la gente, e intentando hacerse escuchar por sobre la música. Llevaba el cabello recogido en una coleta alta y por los costados le caían mechones de su cabello castaño claro. Vestía una ajustada minifalda plateada y un escotado top blanco de tirantes, que no dejaba demasiado a la imaginación. La vista de Joto la recorría con descaro, pero no podía culparlo, realmente era muy difícil quitarle los ojos de encima. ¡Es que hasta Amelia la miraba!

Welcome! Bienvenidos —dijo saludando a Joto y Amelia con indiferencia y luego se dirigió hacia mí, poniendo sus manos sobre mis hombros y mirándome con mayor detención de lo normal.

Woah, Alex! Te ves... So fucking hot! ¡Gracias por venir! —dijo, y a continuación me envolvió en un apretado abrazo, acompañado de un beso en la mejilla que me rozó levemente la comisura de los labios. Intenté no mostrarme afectado por aquel roce accidental, ni por su halago, ni por su extrema proximidad con tan poca vestimenta, pero estaba resultando realmente difícil.  

—Tú también te ves muy bien... —musité, intentando no pensar mucho en aquello, y le extendí mi regalo, mientras Joto y Ame hacían lo mismo. Nos agradeció con falsa modestia y, mientras nos guiaba hacia el salón principal, escaneé a mi alrededor en busca de alguna señal de Solae.

—Me llevaré sus obsequios para abrirlos más tarde. Mientras tanto coman y beban todo lo que quieran. Siéntanse como en su casa. —nos dijo, como si aquello fuera posible y volteó para irse.

Antes de que se alejara, la llamé tomándola del brazo. Al contacto se detuvo, pero no se giró hacia mí.

—Solae aún no ha llegado. —me dijo seria, adivinando lo que le iba a preguntar—. Ustedes son los primeros de nuestro curso.

—¿Y has sabido algo de Natalia? —le pregunté ahora más de cerca, intentando que me mirara. La ansiedad de que ninguna de las dos apareciera me tenía el estómago apretado.

—Tranquilo Alex, seguro que ya viene en camino. —me respondió mirándome por fin—. Aunque aún no entiendo qué quieres de Natalia. Pensé que solo te gustaba Solae.

—¡Nunca te he dicho que me guste Solae! —repliqué.

—Nunca me lo has negado tampoco. —acusó e intenté hacer memoria para recordar si aquello era verdad—. ¿Ves? ahora tampoco lo estas negando. —agregó al ver que me había quedado en silencio—. Y aún cuando sabes que ella está con Anton y perdidamente enamorada de él, no pierdes las esperanzas. —Luego de una pausa, soltó un largo suspiro—. No te preocupes, Alex. No te culpo, porque yo tampoco pierdo las mías. —dijo sonriéndome con complicidad y se disculpó nuevamente para irse. Por un momento tuve la extraña sensación de que se refería a mí, pero luego recordé que debía referirse al hecho de que su querido Anton estaba enamorado de su mejor amiga.

—¿Problemas en el paraíso? —me preguntó Joto luego de espiar nuestra conversación. En su mano tenía un shot con un líquido azulado, que parecía ser bastante potente—. Quizás deberías enfocar más tus esfuerzos en Trini. Está como quiere, es millonaria, está soltera y se ve mucho más interesada en ti que Solae.

—Y quizás tú deberías fijarte más en la chica que te gusta, en vez de preocuparte por intentar emparejarme a mí. —le repliqué, ya fastidiado. José Tomás me quedó mirando perplejo y rojo de vergüenza.

—¿La chica que te gusta? —nos preguntó Amelia, a mi parecer, fingiendo indiferencia, mientras comía una especie de crustáceo apanado, bañado en alguna salsa exótica que había sacado de un mesón cercano—. No sabía que te gustaba alguien... ¿La conozco? ¿Vino a esta fiesta?

—Te sorprenderías, Ame. —le dije, cruzándome de brazos. Joto estaba de piedra y de los puros nervios se tomó al seco el shot que tenía en la mano. Ahora entendía por qué él disfrutaba molestarme con Solae.

—¡Sí! ¡Sí vino, sí la conoces y ya déjenme en paz! —dijo Joto dándose la vuelta y golpeando su shot vacío sobre un gran mesón, tan fuerte que puso en riesgo a una frágil pirámide de copas burbujeantes, y a continuación sacó un nuevo trago al azar.

Me sorprendí, pensando en cómo aquello había sido prácticamente una declaración de amor, ya que los únicos que habíamos llegado de nuestra clase éramos nosotros. Pero al parecer para Amelia no había resultado tan obvio ya que no se dio por aludida y probablemente ni él mismo se había dado cuenta de lo directo que fue. Hice un facepalm mental mientras me dirigía junto a Amelia a un mesón contiguo.  

—¿Y tú no sospechas quién le gusta a Joto? —le pregunté a Ame, mientras intentábamos decidirnos entre las millones de opciones de bocadillos servidos ante nosotros. Terminé optando por un rollo de sushi envuelto en atún sellado, mientras que Ame sacó una brocheta de carne macerada en reducción de vino. Cada bocado de esta fiesta parecía costar más que un almuerzo completo de la cafetería de nuestra escuela.

—Yo creo que le gusta Trini... —dijo cabizbaja, mientras iba comiendo su brocheta con desgano, y continuó—. Todo el tiempo se pasa hablándote de ella.

—¿Estás segura de eso? —le pregunté, mirándola a los ojos.

—¿Y quién más, si no? —respondió confundida, mientras se limpiaba los dedos llenos de salsa en una servilleta. Luego de pestañear un instante y ver que yo seguía con mi mirada fija en ella, se sonrojó como si recién cayera en cuenta que ella también era una opción viable.

—Tomen chicos, esto les va a gustar. —nos dijo Joto, regresando con nosotros y pasándonos a cada uno un pequeño bocado de bizcocho de un sospechoso color verde—. El efecto no será inmediato, pero les ayudará para más tarde.

—¡Gra- Gracias! —dijo Ame, enderezándose de un salto y sin siquiera meditarlo, se lo zampó de un solo bocado.

—Ehh, por ahora yo paso. —dije rechazando el mío. Bastaba con ver el estado de muchos que ya habían llegado a la fiesta, para decidir que lo mejor sería probar con pinzas cualquier cosa que me echara a la boca. Mi prioridad era hacer recordar a Solae y para eso debía mantenerme lo más alerta posible ante cualquier movida de Anton. Ya había aprendido de mi experiencia anterior.

—Relájate un poco, Alex. ¡Estamos de fiesta! —me dijo Joto, luego de terminar también de comerse el suyo. Ame, callada y aún intentando tragar, ahora miraba a José Tomás de reojo con un nerviosismo que hacía un momento no tenía.

Decidiendo que quizás lo mejor sería darles un poco de privacidad, volteé con la intención de regresar hacia la entrada a ver si aparecía Solae, pero fue la misma Ame la que de pronto se colgó de mi brazo para retenerme. Con su mirada me suplicaba que no la dejara a solas con Joto y no me dejó más alternativa que quedarme con ellos. Con Solae y Anton ya me había ganado un doctorado en tocar el violín. Al parecer, mi reputación me precedía. 

—¡Miren! ¡Una cabina fotográfica! —dijo de pronto Amelia y se fue corriendo a hacer la fila. Con Joto nos miramos y concordamos seguirla. Solo había una pareja esperando antes que nosotros.

Para preparar la foto, comenzamos a escarbar dentro de una caja llena de disfraces y accesorios. Amelia agarró una peluca crespa y roja para Joto, mientras que ella se colocó unas orejas de gato. Para mí encontré unos anteojos con forma de estrella, pero una gran traición de mi inconsciente me llevó a complementarlos con un cintillo de unicornio que solo me probé porque me recordó a Solae. Salí con el cuerno y los lentes en la foto, y por fortuna ni Joto ni Amelia le dieron importancia, pero el mal ya estaba hecho y solo quedaba esperar que Solae jamás llegara a ver aquella imagen o no me dejaría en paz por el resto de mi vida.    

—¡Acá estabas, Alex! —me dijo Trinidad al verme salir de la caseta, y me apresuré a esconder la foto en un bolsillo—. Aún no les hago un tour como corresponde. —nos dijo a todos, aunque me hablaba directamente a mí. A continuación me tomó de la mano y nos guió hacia otro gran salón que más bien era una gran pista de baile, con muchas bolas de espejos que reflejaban las luces en todas direcciones y donde se concentraba la mayor parte de los invitados. Si donde estábamos antes la música sonaba fuerte, acá hasta se respiraba, y era animada por un DJ que apostaría a que era famoso por la cantidad de gente aglomerada alrededor de él. 

Sin siquiera preguntarme, Trinidad me rodeo con sus brazos por sobre el cuello, apoyó su frente contra la mía y comenzó a bailar conmigo, en una posición que no me dejaba más panorama que su pronunciado escote. En un cambio de ritmo aproveché de distanciarme un poco, para recuperar espacio personal, ya que con su cercanía me estaba costando pensar con claridad. Busqué con la mirada a Joto y a Amelia para que esta vez ellos me rescataran a mí, pero ya estaban lejos y bailando por su cuenta. Al parecer el efecto de lo que habían estado consumiendo, sumado a las últimas indirectas, por fin comenzaba a producir resultados.

Un nuevo grupo de gente ingresó al salón y automáticamente levanté la cabeza para ver si Solae estaba entre ellos. Cada vez estaba menos seguro de si llegaría temprano o si asistiría sin Anton. Era como la quinta vez que intentaba ver si es que aparecía entre los invitados, y cada minuto que pasaba se me hacía más angustiante.

—¿Aún no llega? —me preguntó Trinidad evaluándome mientras seguíamos bailando—. Aún es temprano y ya sabes como es Solae. —me dijo al oído, abrazándose a mí. El contacto de sus brazos rozando mi cuello me provocaron un ligero estremecimiento. Para evitar que se siguiera aproximando, la sostuve por la cintura.

—No estaba atento a Solae... —mentí, echándome un poco hacia atrás.

—¿Qué dices? Me cuesta escucharte. —dijo acercando su oído a mi boca, y mientras hablaba sentí el calor de su aliento contra mi cuello y su muslo rozando mis piernas.

—¡Que no estaba pensando en Solae! —le dije, retrocediendo nervioso, pero al hacerlo sin querer empujé a alguien detrás mío.

Volteé para disculparme intentando esbozar una sonrisa, pero sentí mi expresión descomponerse y mi mandíbula inferior aflojarse cuando me encontré con los ojos que me miraban. Por supuesto que se trataba de Solae, porque aparentemente mi vida la escribió un guionista de telenovelas. Me separé automáticamente de Trinidad, como si me hubiesen pillado robando lencería, y antes de siquiera preocuparme de ver si venía acompañada por Anton, me quedé parado como un idiota, intentando recordar cómo se respiraba. Solae también me miró con sorpresa (y podría jurar que con más atención de lo normal).  

—Estabas tan acaramelado con Trini, que casi no te reconozco. —me dijo y luego nos miró alternadamente. —¿Parece que llegué más temprano de lo que querías, Alex? —me preguntó, saludándome con un frío beso en la mejilla, que a pesar de lo breve me permitió sentir su perfume que ya comenzaba a provocar un extraño efecto en mí. 

—¡No! Llegaste perfecto... —me limité a decir, sin poder dejar de contemplarla. Vestía una liviana blusa blanca sin hombros, atada a la parte superior de sus brazos mediante cintas. Su cabello suelto le caía en bucles color miel sobre sus hombros descubiertos mientras, nerviosa, jugaba con uno de sus mechones frente a su pecho, ocultando con ello su escote. Unos breves shorts de mezclilla, apenas visibles bajo su blusa, eran todo lo que cubría sus piernas. Jamás la había visto usar algo tan revelador.

Y jamás me había sentido así frente a ella.

Hello? —saludó Trinidad carraspeando. Por un momento me había olvidado que estaba con nosotros.

—¡¡Trini!! ¡Hola! Happy Birthday!! —abrazó Solae a la cumpleañera con una efusividad que hasta para venir de ella me pareció algo exagerada.

Thank you Sunny Soli, amigaaa! —le respondió Trinidad también emocionada, aunque me pareció que su tono también sonaba aún más chillón de lo normal.

—¡Me costó mucho encontrarte! No sabía que estabas bailando con Alex.

—Sí, nos pillaste justo en lo mejor. —dijo riendo, y Solae me miró de reojo, pero sin sonreír.

Como el ambiente donde estábamos no nos permitía conversar con claridad, los tres salimos hacia el salón principal.

—¡Toma Trini, espero que te guste! —le dijo Solae, alcanzándole con ilusión el paquete que andaba cargando y que estaba hermosamente envuelto.

Thank you, Soli —le agradeció sonriendo, pero, al igual que con nuestros regalos, tampoco éste lo abrió frente a ella.

Los tres nos quedamos callados y fue en el momento en que Solae bajó sus brazos, que me di cuenta que sobre su escote, brillaba el pulpicornio de plata que le había regalado. Tuve que reprimir la emoción y el deseo de decir algo ahí mismo frente a Trinidad. Pero no fui el único que notó su nuevo accesorio. 

—¡¿Y ese collar tan lindo, Soli?! —dijo acercando su cara (demasiado) hacia el pecho de Solae y elevó el colgante en su mano—. No shit! ¡Es un pulpicornio de plata! ¿Te lo regaló Anton? —preguntó realmente admirada.

Solae, sin saber qué responder, se sonrojó y me miró como pidiéndome socorro, mientras un nuevo silencio comenzaba a acrecentarse. En un intento de vernos menos sospechosos, me giré y saque unas cuantas jaleas de colores que estaban servidas justo detrás nuestro y se las ofrecí, mientras me echaba una a la boca. Grave error. La condenada jalea tenía más alcohol que la despensa completa de licores de mi madre y a Solae le bastó con verme sufrir, para rechazar cortésmente la suya.

—Eh... fue un autorregalo. —mintió Solae, pero al igual que yo, era pésima haciéndolo—. Hace tiempo lo quería, pero aún no había ahorrado lo suficiente para comprarlo.

—Ay, pero Soli, ¡Me hubieses dicho a mí! ¡Te lo hubiera regalado para tu cumple! —dijo ella, sonando convencida, lo que fue un alivio para ambos.

—Está muy lindo tu autorregalo, Solae. —dije, por añadir algo, mientras intentaba pasar lo fuerte de la jalea con un puñado de almendras saladas.

—Gracias Alex. —me respondió, y se hizo un nuevo silencio incómodo, que otra vez fue interrumpido por Trinidad.

—Chicos, acompáñenme un momento. —dijo de pronto tomándome de la mano y nos guió hacia un sector donde habían varios cojines dispuestos formando un gran círculo—. Por favor espérenme aquí sentados, que voy a guardar mi regalo y ya vengo—. Nos pidió sonriente, señalándonos dos puestos, y luego nos dejó ahí solos. Sin pensarlo demasiado me acomodé donde nos indicó, pero Solae se quedó de pie, aún sin decidirse. La miré interrogante, y tras meditarlo otro par de segundos, finalmente se decidió a sentarse a mi lado.

—Anton llegará más tarde, así que al menos tienes una hora para lograr que te recuerde. —me dijo en voz baja, adivinando mis intenciones, mientras llevaba nerviosa la mano hacia su collar.

—¿Entonces... sí me crees? —le pregunté absorto viendo cómo jugaba con su colgante entre los dedos, haciendo que mi nerviosismo se incrementara. «¿Desde cuándo mirar a Solae me cortaba así el aliento?»

—Mmm... solo te doy el beneficio de la duda. —sonrió haciéndose la interesante. —pero necesitarás esforzarte mucho más para lograr convencerme. ¿Me puedes decir de qué manera pretendes lograrlo? —preguntó, reacomodándose sobre su cojín y ajustando sus minúsculos shorts para que la cubrieran mejor. Se notaba que no estaba acostumbrada a usar ese tipo de ropa. Y yo tenía que hacer un esfuerzo sobrehumano por no mirar, ya por enésima vez, donde no debía.

—Aún no. Pero ya pronto. —respondí echando un vistazo rápido hacia el salón, por si divisaba algún rastro de Natalia.

Frente a nosotros se sentaron un par de personas y luego también se unieron Mica y Diego, a los que saludamos brevemente. Miré a Solae, sin comprender mucho qué estaba sucediendo.

—¡Buena Alex! —me saludó ahora Joto, sentándose a mi lado derecho junto con Amelia. —Espero que no me vaya a tocar contigo. —añadió pegándome un codazo mientras se reía. Ame que también se veía bastante bebida, se rió junto con él.

—¿Que me toque con Joto? ¿A qué se refiere? —le pregunté a Solae, cada vez más confundido, mientras seguía llegando gente a ocupar los cojines restantes. De pronto Trinidad regresó con una botella vacía en la mano y se sentó frente a nosotros.

—¿En serio me vas a decir que no sabes qué es esto? —me preguntó Solae, incrédula, mientras Trinidad ubicaba la botella al centro del círculo y hacía un giro de prueba. Aturdido miré la botella, por fin cayendo en cuenta de lo que todo esto significaba...

—¿Parece que ya estamos todos listos para los besos? —anunció Trinidad emocionada—. ¡A girar la botella! Let the kissing game begin!


🌟🌟🌟

¡¡Por fin llegó el TRI!

¿Qué les pareció el capítulo?

Solo puedo adelantarles que esto recién comienza...


Próximo capítulo: Lunes 01 de octubre

Historia publicada en papel por Penguin Random House.
Puedes comprarla en las mejores librerías de Chile

Para más información sobre como comprar el libro en tu país en físico y/o digital: www.catakaoe.com y mis redes sociales: @CataKaoe

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