Cada día te siento más cerca

By godessofhelheim

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El universo debía estar bromeando con todo el asunto de las almas gemelas. ¿Cómo era posible que en un mundo... More

Introducción
Encuentros
Vecinos
Confidencias
Observación
Promesas
Te siento

Primer contacto

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By godessofhelheim

Haru vivía en un complejo de apartamentos como tantos en la ciudad, aunque este estaba más enfocado a estudiantes. En especial ese edificio estaba pensado para compartir el espacio con otra persona, probablemente tu alma gemela o un compañero de equipo o clase, pero Haru no tenía alma gemela así que su arreglo de vivienda respondía a otra naturaleza y actualmente tenía como compañero de apartamento a Matsuoka Rin.

Aunque compartir la renta y los gastos de un apartamento con su mejor amigo era un arreglo conveniente, habían situaciones en las que dudaba sobre la idoneidad de su convivencia.

No era que no apreciara a Rin, pues a pesar de que casi no podían conversar sin pelear un poco, suponía que la forma en que ambos concordaban y al mismo tiempo divergían en opiniones era lo que hacía interesante su amistad.

Lo que realmente le desagradaba de tener a Rin como compañero de vivienda era el hecho de que no se llevaba bien con el novio del pelirrojo y que además este se quedara en su apartamento cada vez que estaba de visita y no precisamente con la intención de dormir.

Esa noche en particular era un infierno para Haru, quien tampoco había podido dormir la noche anterior debido a la incapacidad de Rin para mantener la voz baja a pesar de que Yamazaki Sousuke era en realidad un hombre de pocas palabras.

Estaban a mitad del verano, uno de los más calurosos que había experimentado, así que dormir fuera de su apartamento no sería tan mala idea. Su edificio tenía una pequeña sala común en cada piso y el sofá era bastante cómodo para dormir en él. Esperaba poder despertar antes que sus vecinos o sería un poco incómodo explicar que había preferido dormir allí que escuchar a su amigo teniendo sexo salvaje.

En realidad no sabía quienes eran sus vecinos y nunca había hecho un esfuerzo por conocerlos. Era solo que él no quería pasar por un momento de socialización innecesaria. Estaba seguro de que no necesitaba más amigos de los que ya tenía y era demasiado esfuerzo el visitar los otros tres apartamentos de su piso solo porque sucedía que al menos otras seis personas compartían el mismo nivel. Ocasionalmente se daba la ocasión de saludar a alguien en las escaleras o en el elevador. Había memorizado algunos rostros, pero nunca venían con un nombre.

De la misma forma no le interesaba encontrar a su alma gemela. Estaba bien en su estado actual, todo el asunto de las almas gemelas le parecía demasiada molestia. No necesitaba ese tipo de complicaciones en su vida.

Con suficiente silencio y una almohada cómoda, Haru estaba a punto de abandonarse en un placentero sueño cuando el sonido rítmico de pasos llegó hasta sus oídos, anunciándole que alguien estaba subiendo las escaleras. ¿Quién en sus cinco sentidos estaría fuera del edificio a las dos de la mañana?

Bueno, era la noche del sábado así que la razón más probable era una fiesta en algún lugar de la ciudad, pero aún las fiestas eran algo sin sentido para Haru. Además, lo que menos encajaba era que alguien usara las escaleras para llegar al cuarto piso de un edificio que tenía un elevador funcional a su disposición. Quizá era alguien un poco más sensato que había salido a hacer ejercicio de madrugada. Cada quien era libre de obsesionarse con su deporte favorito según le conviniera.

Para resguardar al menos un poco de su orgullo, abandonó la comodidad en la que estaba para sentarse recto y luego de dar un fuerte suspiro, esperó a ver quién de sus vecinos estaba lo suficientemente loco para dar un paseo a esa hora.

La luz era demasiado tenue para permitirle reconocer las facciones del chico que apareció por las escaleras, quien iba bostezando al tiempo que llegó a la sala común. Nunca imaginó que escucharía un grito tan fuerte cuando el hombre finalmente advirtió que había alguien sentado en el sofá, con una mirada vacía y cansada más propia de un cadáver. El chico alto y fornido saltó hacia atrás y se puso una mano en el corazón, respirando profundo para poder calmarse. —Ay, cielos. Perdón por gritar, pero me asustaste.

—Perdón —se disculpó brevemente, sintiéndose bastante culpable.

—Está bien. Oh, ¿pero qué haces aquí afuera? ¿Te quedaste fuera de tu apartamento?

El joven se acercó a él unos cuantos pasos, permitiéndole a Haru contemplar con más claridad su rostro. Nunca se habían encontrado, estaba seguro que recordaría esos brillantes y hermosos ojos verdes que sonreían aún más que sus labios. Era como si esos ojos fueran capaces de ver su alma, revelando todos sus secretos, y eso provocó que se sintiera expuesto y vulnerable.

—No —logró responder, desviando la mirada—. Mi compañero de habitación... es demasiado ruidoso cuando el novio está de visita.

El joven dejó salir una risita cerrando sus ojos y ladeando un poco la cabeza. —Sé de lo que hablas. Mi compañero es bastante ruidoso, no solo cuando está con su novia sino todo el tiempo, no importa la actividad que esté haciendo, pero al menos me deja dormir. Oh, no me he presentado. Mi nombre es Tachibana Makoto, encantado de conocerte. —Hizo correctamente la reverencia, dándole pie a que también se presentara.

—Nanase Haruka. Gusto de conocerte —contestó con timidez. A tiempo, Makoto bostezó fuertemente, lo que le permitió ampliar un poco la conversación. —Ya pasan de las dos de la mañana, ¿qué haces fuera del edificio?

—Oh, tuve que conducir a mi compañero al aeropuerto. —Sus ojos se iluminaron tras decir esto— ¡Cierto! Podrías quedarte en mi apartamento. Él va a estar fuera por al menos un mes y no creo que le importe. Además, acabo de limpiar su habitación y cambié la ropa de cama porque mis hermanos van a venir de visita la próxima semana.

Haru solo lo observaba en silencio, como si le hubiera ofrecido un vaso de agua en el desierto, pero Makoto no interpretó su silencio en esa forma, añadiendo después en un tono apenado: —Eh... espero que no haya sonado demasiado raro ya que acabamos de conocernos, pero parece que necesitas una cama con bastante urgencia.

Sí, probablemente no era la decisión más sensata ir al apartamento de un perfecto extraño en medio de la noche, pero Haru estaba demasiado cansado para desconfiar de esa sonrisa. —Eso estaría bien.

—¿De verdad? Entonces ven conmigo, Nanase-kun.

—Haru —corrigió.

—¿Eh?

—Puedes llamarme Haru.

Haru pensaba que solo un ángel podía sonreír tan adorablemente a las dos de la mañana mientras evidentemente intentaba contener otro bostezo. —Entonces tú puedes llamarme Makoto.

—De acuerdo. Gracias, Makoto.

............

La tenue luz de los focos de la calle y la luna le daban a los ojos azules de Haru un brillo especial, como dos gotas de agua bailando en la amable y somnolienta cara de su vecino. La primera impresión no fue muy buena, pero todo miedo inicial se disipó cuando vio esos ojos. Le recordaban mucho a la forma en que un gatito abandonado le suplicó una vez que no lo dejara fuera bajo la lluvia.

Haru lo siguió sin protestas. Seguramente invitar a alguien que acabas de conocer a quedarse en tu casa no era la cosa más segura por hacer, pero el chico parecía que necesitaba aprovechar de unas cuantas horas –o tal vez días– de sueño.

—Esta es la habitación —dijo frente a la puerta del cuarto– No te preocupes por nada, solo ve a dormir ya.

—Muchas gracias. —Su voz sonaba como si se estuviera forzando a ser educado, pero estaba demasiado cansado para tener éxito.

—Está bien. Puedes cocinarme el desayuno en la mañana como paga —se rió moviendo las manos frente a él— Es broma. Duerme bien, Haru.

Dejó a su compañero de apartamento temporal para que pudiera dormir y se dirigió a su propia habitación, quitándose el suéter ligero y el pants que usó sobre la camiseta y boxer que usaba para dormir, y se trepó a su cama en la que estuvo hasta tres horas antes. Aún habiéndose ido a la cama más temprano anticipando su viaje, se sentía demasiado cansado para seguir moviéndose y casi en el momento que su cabeza tocó la almohada, se quedó dormido.

Se le había olvidado configurar su alarma ya que usualmente esperaba que su ruidoso compañero de habitación comenzara a moverse por el apartamento para levantarse él mismo cada día. Pero lo que lo despertó ese día fue el aroma de la comida. El delicioso olor hizo que su estómago gruñera tan fuerte que estaba seguro que se escuchó en la otra habitación.

Aún medio dormido, caminó siguiendo su olfato hacia el aroma tan tentador solo para descubrir que era su propia cocina, lo que era raro ya que su refrigerador y alacena estaban casi vacíos. En realidad ese era su estado normal, puesto que casi nunca cocinaban allí. Para aumentar su sorpresa aún más, el responsable de hacer que la cocina y todo el apartamento olieran tan bien no era otro sino su vecino de enfrente. Aquellos ojos azules se giraron hacia él completamente inexpresivos, haciéndo que recordara el incidente de horas antes. Mientras encontraba la mejor manera de saludar a Haru, él simplemente le dijo. —Buenos días.

—Eh... buenos días, Haru. ¿Q-qué estás haciendo?

—Dijiste que querías el desayuno. Estoy pagando mi deuda.

Makoto estaba de verdad sorprendido de que se lo tomara en serio. —¿Qué! Yo... ¡Sólo era una broma!

—Quería agradecerte —le dió un vistazo y casi fue como si suplicara que aceptara su oferta.

Makoto suspiró. No estaba seguro por qué tenía debilidad por los ojos de Haru. Le parecían tan hermosos. —Bueno, supongo que está bien si te sientes mejor de esa forma, pero no tenía comida por aquí, ¿de dónde sacaste esto? Creo que ni siquiera tenía aceite.

—De mi apartamento. Tu cocina está completamente vacía, necesitas ir al supermercado.

No pudo evitar reírse ante la apreciación de su invitado. Era vergonzoso, pero tenía que admitir su debilidad. —No puedo cocinar ni un poco. Bueno, puedo hervir huevos y papas, pero supongo que comer solo eso sería malo.

—¿Dónde comes? —su voz parecía tener algo de curiosidad, pero era un poco difícil descifrar con ese tono tan monótono con el que Haru hablaba.

—Uhm... usualmente en la universidad. Mi compañero trabaja en un restaurante, así que trae algunas sobras o su novia viene y cocina para nosotros.

Haru permaneció silencioso.

—En cambio tú tienes bastante habilidad con esto —dijo acercándose a ver qué era lo que preparaba y añadió riendo— Supongo que no tienes problemas para comer en casa. ¿Cuándo aprendiste?

—Estaba en secundaria. En el internado donde vivía nos dividían en grupos y por turnos debíamos preparar el almuerzo para todos los chicos.

—¿Internado? —murmuró sin pensarlo. No tenía la intención de inmiscuirse, pero la pregunta rebasó su prudencia, aunque Haru no se inmutó ni cuando respondió.

—Mis padres murieron cuando era pequeño. Viví allí hasta que llegué al bachillerato, y desde entonces he vivido por mi cuenta.

—¡Ah! Lo siento, no era mi intención... —se hizo un silencio un poco incómodo, por lo que añadió– Debe ser un poco solitario.

—No realmente —concluyó completamente inafectado. La comida estaba lista y Haru le indicó que fuera a lavarse antes de comer. —Pondré la comida en la mesa mientras haces eso. No tardes.

—¡Ah! Si, gracias.

Makoto se apresuró al lavabo, apenas notando su cabello alborotado por la almohada y su horrible vestuario. Haru estaba correctamente vestido y con un delantal para proteger sus ropas, cuán vergonzoso de su parte el presentarse con la camiseta más vieja que poseía y su ropa interior.

Lavo sus manos, cara y dientes y corrió a su habitación a ponerse algo más presentable. Cuando salió, Haru estaba poniendo el último platillo en la mesa. Al menos sí poseía los platos para servir la comida, no podría soportar más vergüenza.

—Esto se ve tan delicioso como huele. ¡Gracias por la comida! —dijo esperando que Haru hiciera lo mismo y ambos comenzaron a comer—. ¡Y sabe delicioso también! Eres como un chef profesional, Haru.

Haru desvió la mirada, le pareció que con cierto bochorno, pero antes de que pudiera decir algo su teléfono comenzó a vibrar. —Lo siento, tengo que contestar...

Dos segundos después de que Haru presionara el botón para contestar, una fuerte y clara voz se escuchó desde el auricular. —¡TRAE MI COMIDA DE VUELTA, HIJO DE PERRA!

—Pensé que no ibas a necesitarla. Anoche no parabas de gritar "¡Oh dios mío, estoy tan lleno!"

Makoto no pudo evitar ahogar una risa, en parte porque Haru lograba provocar a su amigo aún con ese tono monótono en su voz y su rostro inexpresivo.

Gh... ¡VOY A ARRANCARTE LA CABEZA, HARU! ¡DEVUÉLVEME MI COMIDA!

—Te llevaré las sobras si hay alguna. Ve al combini si quieres desayunar, o envía a tu novio si no puedes caminar.

—¡JURO QUE VOY A MATARTE, HARUKA!

—Lo siento, tengo que irme. La comida se enfría.

Makoto todavía estaba tratando de no reír, pero tan pronto como Haru dejó el teléfono a un lado tuvo que romper en carcajadas. Haru desvió su mirada, sonrojándose un poco. —Lamento eso.

—Está bien, está bien —se limpió una lágrima del ojo—, pero quizá no deberíamos comernos la comida de tu amigo.

—Me la debe, y además... —Sus ojos se fijaron en él casi como intentara hipnotizarlo solo con la mirada—. Te estoy sobornado.

—¿Eh? ¿Sobornando?

—Su novio se va a quedar toda la semana. —De nuevo sus ojos parecían los de un cachorrito abandonado. —Por favor, déjame quedarme aquí.

Makoto sintió ternura. No imaginaba lo difícil que era para Haru en esa situación y no parecía alguien peligroso. Si prestarle una habitación era todo lo que requería, no le costaba nada.

Haru interpretó su silencio de una forma diferente, ya que se forzó a seguir hablando. —Puedo prepararte los tres tiempos de comida como pago e incluso me encargaré de la limpieza de la cocina y la habitación. No seré una molestia.

—Ah... no tienes por qué hacer eso. En verdad no sería problema para mi el prestarte la habitación y no necesitas darme nada a cambio.

Los ojos de Haru resplandecieron con esperanza.

—P-pero quiero hacerlo.

Definitivamente tenía debilidad por esos ojos azules que parecían hablar más que su dueño. Le sonrió y asintió. —Está bien, en realidad creo que yo salgo ganando con este trato. La comida está realmente deliciosa, pero tienes que dejarme comprar los víveres que necesites.

Haru desvió la mirada y guardó silencio. ¿Diría algo que lo molestó?

—Dejaré que compres lo necesario para el desayuno y ese lo prepararé aquí, pero sería de mucha ayuda si pudieras ir a almorzar y cenar en mi apartamento.

Asintió de nuevo sin relajar su sonrisa. —Como tú digas. Supongo que debe ser más cómodo estar en tu propia cocina, así que no me molesta. Oh, pero supongo que solo será la cena. Mañana comienzo un voluntariado en el centro comunitario.

—Puedo prepararte un bento —dijo tímidamente y le pareció ver que sus mejillas se sonrojaban un poco. Por alguna razón, sintió también calor en su rostro.

—S-si no es molestia... te lo agradecería mucho.

Haru asintió. Era difícil decir, pero por un momento le pareció notar que su boca se curvaba ligeramente hacia arriba, pero desapareció tan pronto como llevó un bocado de comida a su boca.

.............

No tuvo la necesidad de pasar por su apartamento después de desayunar, había preparado todo lo que iba a usar ese día cuando fue a cambiarse —y a robar la comida de Rin—. Cuando terminaron de lavar los platos, se despidió de Makoto y se dirigió a la cita que tenía esa mañana.

Se le había presentado una oportunidad excepcional, aunque era una parte de su carrera que no le apasionaba. En realidad, era muy apasionado en evitarla, pero tenía que hacerlo para pagar sus cuentas.

Haru era uno de los más prometedores nadadores del nuevo equipo de natación nacional. Una nueva generación de atletas que vivía para el deporte y por el deporte. Con su carrera en despegue y con el atractivo físico que poseía —según le repitieron varios agentes e incluso Rin cuando le contó sobre la oferta— era el candidato ideal para formar parte de una campaña para una nueva línea de bebidas deportivas. Tras mucha negociación entre los managers de su club y la gente de la embotelladora, llegó el día en que al fin firmaría el contrato y anunciarían su participación en la campaña.

Se haría por medio de una conferencia de prensa muy breve. Le prometieron que no tendría que decir nada, solo estar allí y beber algo. No era algo difícil, pero estar entre tantas personas y ser el centro de la atención no le atraía en lo más mínimo.

Al llegar al punto de reunión, Haru se anunció en la recepción y una joven en traje ejecutivo fue la encargada de recibirlo. Era bastante más baja que él, de complexión menuda y grandes ojos negros.

—Buenos días, Nanase-san, soy Hitomi Aoi y seré su asistente este día —saludó la chica—, venga conmigo por favor, tenemos que ver a los estilistas antes de que inicie la conferencia de prensa.

Haru se dejó conducir. Escuchar que mencionaban a los estilistas no le daba muchas esperanzas. Odiaba a la gente tocándolo de cualquier forma, apenas toleraba ir a que le cortaran el cabello y por eso solía mantener su flequillo más largo de lo que era apropiado. Ese era su estilo al final de cuentas.

Hitomi lo llevó a un cuarto que era justo lo que había imaginado con el fatídico anuncio. Un enorme espejo y luces a todo su alrededor. Varias personas lo esperaban listos con capa, cepillos y pinceles en mano como si Haru fuera un lienzo en blanco esperando convertirse en obra de arte. Estaba consciente de que, al aceptar ese trato, se había comprometido a pasar por eso cada vez que tomaran fotos o filmaran un promocional, pero no se comprometió a que el proceso le agradara así que no se molestó en disimular su aversión.

—Por aquí, Nanase-kun —le dijo un hombre algo mayor que lo hizo sentarse en la silla de tortura y lo cubrió con la capa que mantendría sus ropas limpias. Al menos eso le permitirían conservar de su personalidad, no le ponía mucha atención a la ropa más que en que fuera cómoda y con algo de instrucción de Rin había logrado tener algo de estilo para escoger su vestuario.

«No vas a ser el atleta excéntrico del grupo... qué digo, si ya lo eres pero al menos no seas tan evidente y aprende a vestir como la gente normal». Eso había dicho Rin cuando se mudaron juntos e iniciaron en el equipo. No le parecía estar vestido de una forma extraña, pero Rin era demasiado exigente en cuanto al guardarropa.

Cerró los ojos y se dejó hacer, tratando de ignorar cada capa de crema, polvo y quién-sabe-qué-más que era aplicada en su rostro y cabello. Abrió los ojos y observó la imagen en el espejo, pero no encontró ninguna diferencia excepto por la sensación incómoda en su piel.

—Ahora vamos a la oficina, allá nos esperan los directivos y su manager para darle detalles de la conferencia —explicó Hitomi.

Él asistió y caminó un paso detrás de ella hacia la oficina. De las personas reunidas allí apenas reconocía a un par de ellos. Asano Ryu, su manager y Akamatsu Keita, el jefe del departamento de mercadeo de HS Drinks. Los demás tipos eran completamente desconocidos.

—Ah, Nanase-kun, qué bueno que ya estás aquí —saludó Asano. —Vamos a repasar un poco qué es lo que va a pasar durante la conferencia de prensa.

—Pero primero déjame que te presente a los que nos acompañarán —intervino Akamatsu, presentando primero a un hombre en sus treintas con aire de ser el que mandaba—. Kuramoto Shinji, el director creativo de la campaña. Él es el responsable de todo este concepto. —Luego se acercó al más joven de los dos, que no debía llegar aún a treinta y lo reflejaba tanto en su rostro como en su forma de vestir. –Sasagawa Kyoichi, quien será el director de fotografía y de filmación para las piezas de la campaña.

Hizo una reverencia y presentó sus respetos a ambos hombres que le contestaron de la misma forma. Kuramoto era un hombre de mediana edad, pero no vestía formalmente como Asano o Akamatsu. Su estilo era un poco más relajado, pero transmitía una fuerte presencia profesional. En cambio Sasagawa era bastante joven, en sus veinte probablemente, y su estilo era completamente despreocupado y juvenil, pero en su mirada podía notar ya que lo estaba examinando con planes para sus próximas sesiones.

Por último, Akamatsu se acercó a la única mujer del grupo de desconocidos, aunque ella no le era del todo extraña ya que había leído un poco sobre ella mientras ojeaba las páginas de deportes del diario y otras revistas deportivas. —Ella es Mori Takako, una excelente velocista que será nuestra portavoz femenina. Poco a poco iremos introduciendo a nuevos atletas, conforme la marca vaya adquiriendo fuerza. Por lo pronto, ustedes dos serán los primeros rostros de la campaña.

—Mucho gusto, Nanase-kun —saludó Mori— Es un placer conocerte al fin, todo el mundo deportivo está muy pendiente de tu desempeño.

—Mucho gusto —contestó secamente. No le gustaba que lo halagaran, no sentía que fueran sinceros y realmente no entendía por qué todo mundo estaba tan al tanto de lo que hacía. No era el mejor nadador, incluso Rin tenía más espíritu competitivo que él y con frecuencia superaba sus récords, aunque Haru no tenía problemas en recuperarlos un tiempo después.

—Bien, presten atención. —Akamatsu fue el encargado de repasar las partes de la conferencia. Primero él haría una breve presentación sobre la nueva línea de productos y luego presentaría a Kuramoto y Sasagawa. Ellos introducirían el concepto de la campaña y sería Kuramoto quien presentara a Haru y Mori. Ellos sólo tendrían que agradecer al público y quizá responder un par de preguntas sobre temas personales que sus mánagers no pudieran responder por ellos.

Como fue planeado, ellos fueron los últimos en salir ante la gran cantidad de periodistas que estaban presentes. Eran muchos, al menos unos ochenta personajes entre reporteros y fotógrafos, nunca creyó que un evento como anunciar a los portavoces de una marca pudiera atraer tanta atención. Los reporteros hacían sus preguntas y los dirigentes contestaban a cada una de ellas. Los fotógrafos no paraban de hacer capturas desde todos los ángulos posibles.

—Nanase-kun, Mori-san ¿afectará esto en sus entrenamientos?

—Claro que no —intervino Sasagawa— Aprovecharemos unos cuantos días que Nanase y Mori tienen de receso en sus entrenamientos.

—Estamos totalmente enfocados en el próximo torneo que se acerca —tomó la palabra Asano—, así que Nanase-kun no interrumpirá su entrenamiento por más tiempo del estrictamente necesario ni se extralimitará con el trabajo que realice en el estudio.

—Lo mismo con Mori-san —dijo su mánager— Primero será el próximo campeonato y luego realizará las sesiones que necesite.

—No es la primera vez que un atleta presta su imagen para una campaña publicitaria, no deben preocuparse por su rendimiento. Estarán en óptimas condiciones para poner a Japón en alto.

Luego de unas cuantas preguntas más, la conferencia se dio por terminada y Haru pudo alejarse de la multitud solo para encontrarse nuevamente con Hitomi. —Buen trabajo, Nanase-san. Lo acompañaré a la sala de maquillaje para que le limpien la cara. Imagino que debe sentirse incómodo ya que es la primera vez que tiene que usarlo.

Eso le recordaba que no sería la última vez. Realmente odiaba esa sensación sobre su piel, pero todo era por el bien de continuar nadando sin tener que compartir su tiempo en la piscina con un trabajo de medio tiempo para pagar a su mánager, entrenador y el uso de las instalaciones del club. Esperaba no arrepentirse de su elección.

Había aceptado representar ese producto porque iba más acorde a sus capacidades y sus gustos.Rin ya era la imagen de una serie de productos para el cabello, su brillante cabello rojo llamaba la atención dentro y fuera de competencias, además de otras razones que con frecuencia provocaban un rezongo por parte de Sousuke, aunque al parecer estaba conforme con el resultado de los productos porque lo había notado jugando inconscientemente con el cabello de Rin en diversas ocasiones y sólo se daba cuenta cuando de alguna forma le provocaba cosquillas a su novio.

Los observaba y menos entendía cual era el alboroto con todo eso de las almas gemelas. Parecían felices la mayor parte del tiempo, pero luego Sousuke se iba y aunque él ganaba poder dormir en paz, las cosas para Rin no eran sencillas. Simplemente no entendía.

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