Suspiros Robados (Libro 1) [D...

By AnnRodd

1.6M 134K 48.5K

Todos tenemos una prueba que cumplir. El primer paso es descubrirla. Serena creyó que había perdido todo, per... More

Nota de autor - ¡Información importante!
Prefacio
1. Lo que fue de mi
2. El instinto es más fuerte
3. La friki en el camino
4. ¡Sí, señora!
5. Mentalizarse
6. Sangre y pánico
7. En su sitio
8. Casualidad
9. Las conjeturas
10. Infamias
11. Trampa
13. Dejando los miedos atrás
14. Guerra
15. Todo fue historia
16. La terapia no es tan mala
17. Restos del pasado
18. Cosas que marcan
19. Nombres que anotar
20. Halloween
21. Las diez
22. Desaparición
23. Las verdades de Nora
24. La fiesta
25. Miedos e ilusiones
26. Luna Mora
27. Círculo de sangre
28. La verdad
29. La familia es el pilar
30. Verdades absolutas
31. El encuentro
32. Planes
33. Amarres
34. Invocación
35. La casa de la bruja
36. El robo
37. La última noche
38. La muerte
39. Juntos
Segunda parte: SUEÑOS ENTERRADOS
¡Suspiros robados en físico!

12. Millones de dudas

26.6K 3K 1K
By AnnRodd

Millones de dudas


Me quedé en la cama toda la mañana, con una molestia en el pecho que crecía poco a poco, evidencia de que Nora me había drenado con esa bendita moneda más de lo que yo había pensado.

Luca me estuvo enviando mensajes durante gran parte de esas horas, preguntándome si realmente podía ir a verme a casa. Como estaba preocupada por mi propia existencia, más que por lo que pudiese decir mi mamá, le dije que sí y le pasé mi dirección.

Entonces, me quedó esperar, ansiosa, necesitada y asustada, a la hora de la salida del colegio y a que él llegara. No le dije nada a mamá y cuando se oyó el timbre y fue a abrir la puerta, aproveché para alisarme el pijama y mirarme en un espejo pequeño de mano que tenía en mi cuarto. Estaba despeinada y contra eso no podía hacer nada.

Mamá apareció en el cuarto un poco después, preguntándome por un compañero llamado Luca, al que ella no conocía.

—Te trajo la tarea, ¿es amigo tuyo?

Me aplasté un poco más el pelo, mientras suponía que ella había dejado a Luca en el comedor.

—Sí, es mi amigo. Qué amable de su parte.

Mamá no dijo nada. Era evidente en su rostro que estaba bastante perpleja porque nunca me había conocido a un amigo varón tan cercano como para recibir visitas. Pero, por suerte, salió del cuarto y dejó pasar a Luca, con mucha más amabilidad y simpatía que hacia segundos. Dejó a propósito la puerta de mi cuarto abierta y se fue a terminar el almuerzo.

—¡Serena! —exclamó Luca, acercándose rápidamente a mi—. ¿Cómo estás?

—Como la mierda —murmuré. Él se sentó en mi cama, con cuidado de no aplastarme las piernas y me puso las manos en la cara.

—Estás muy pálida —susurró, tan bajo que mamá no podría haberlo oído ni estando con nosotros en la habitación—. No mejoraste, ¿no?

—Para nada —contesté, cuando él me soltó y se sacó la mochila. Sacó los apuntes de su clase solo para seguir con la pantomima, por las dudas de que mi mamá nos espiara—. Algo tenía esa moneda que no me ha dejado recuperarme.

Luca miró por encima de su hombro.

—Bueno, te doy algo ahora y si esta noche puedes salir, te espero en mi casa. No tengo permiso para salir hoy porque en teoría me voy de fiesta mañana —comentó—. De todas formas, podemos arreglar para mañana también.

Me senté en la cama y asentí. Como escuchaba muy bien a mamá cortando papas en la cocina, me apresuré y me incliné hacia él. Junté mis labios con los suyos y Luca entreabrió la boca para que pudiéramos besarnos mejor, bien intenso, aún en lo corto que fuese. El subidón de energía me llegó de pronto y me alivió bastante la molestia en el pecho y mis malestares generales, pero tuve que darle otros más, con mordidas incluidas, después de controlar a mamá, para quedarme más tranquila con mi estado.

—Te veo en la noche —dijo Luca, dándome la mano—. Cuídate, ¿sí? E intenta no hacerte la cabeza con Nora, ella no vale la pena y es una idiota —agregó, mientras se levantaba—. Me alegra que te sientas mejor, pero en serio, en serio, olvida a Nora estos días.

Le sonreí y lo despedí con la mano cuando él salía y le agradecía a mi madre por haberlo dejado pasar. Nuestro encuentro me alivió bastante y mientras mamá le abría la puerta de la casa, aproveché para levantarme e ir a baño. Quise asegurarme de que mis labios no se veían hinchados ni nada.

Cuando salí del baño, ahí sí que mamá me atacó a preguntas.

—¿Y este chico quién es? No está en tu clase, ¿o sí? ¿Y ya te sentís mejor? ¿Es porque vino él, no? —a medida que formulaba las preguntas, iba sonriendo cada vez más—. ¿Es tu novio?

—¡Mamá! —chillé, empujándola para volver a mi cuarto, a la cama. Tampoco había que abusar—. Somos amigos.

—¿Y por qué yo no lo conocía?

—Porque somos amigos desde hace poco.

—¿Y ya te trae la tarea? —Me persiguió—. ¿Y por qué no te la trae Edén?

—No sé, mamáaa —me quejé, apresurándome a taparme con el acolchado.

—Estás ruborizada —dijo ella, empezando a reírse. Me destapé, agarré una almohada y se la revoleé. Sí, me sentía mejor.

Mamá esquivó el almohadón y salió de mi habitación riéndose como loca. Muerta de vergüenza, volví a esconderme debajo del acolchado y recé para que no se lo mencionara a papá nunca en la vida, o eso sí que iba a ponerse fiero.

Salí de casa después de la una de la mañana. No estaba 100% bien. Podía decir que estaba un 60% con energía recargada, lo suficiente para funcionar, pero no lo suficiente como para aguantar todo el fin de semana sin robar vida. Durante la tarde, mientras más horas pasaba lejos de los besos de Luca, volvía a desinflarme como un globo. Algo en esa moneda no solo me había vaciado casi por completo, si no que había afectado mi capacidad para recuperarme.

Luca me esperaba en su cuarto con la ventana abierta, a pesar del frío que todavía persistía a comienzos de la primavera. Salté y me metí dentro, sobresaltándolo a pesar de que sabía que iba a llegar en cualquier momento.

Cuando puse ambos pies sobre la alfombra, suspiré. Me sentía débil otra vez.

—Hey —dijo Luca, levantándose de la cama, cuando me vio tambalearme—. Esto me está asustando.

—A mi igual —dije, reprimiendo un jadeo—. Generalmente, cuando estoy sin energía, mi instinto es muy fuerte y logro moverme rápido y bien igual. A menos, claro, que esté a punto de morir otra vez. Nunca me había sentido así de cansada y mal, la verdad; es como si estuviera enferma...

Él alzó ambas manos.

—Vamos a dejarlo en claro, porque nunca te vi así. Como dices, exceptuando los momentos en los que te clavaron un cuchillo delante de mí —dijo, alzando las cejas—, cuando tienes hambre de energía, no te sientes de esta manera, entonces. No estás... ¿débil?

Negué y pasé de él para sentarme en su cama.

—Es distinto —aclaré—. Me siento ansiosa, nerviosa, irritada, sí. Incluso creo que a veces también me siento cansada, pero... cuando estoy así, incluso aunque ya esté sangrando y mi herida esté muy abierta, sigo siendo fuerte y ágil. Es como si mi instinto fuese todavía más... ¿animal? —hice una mueca cuando él se giró y bajó las manos, golpeándose el pantalón al hacerlo—. Como si todas mis últimas energías se abocaran en cazar a la presa y por eso me sigo moviendo con rapidez y destreza. Pero no creo que eso se aplique ahorita mismo —agregué, mirándome los brazos. Hasta las manos sentía pesadas y las piernas se me habían resentido con el salto al primer piso de la casa.

—¿Un maleficio? —Luca se acercó a mi con una expresión lúgubre—. Magia negra, un hechizo, ¿qué más podría ser?

Se sentó a mi lado y yo apreté los labios al mirarlo de lleno.

—Suena a película de horror.

—¿Tu te robas la energía de la gente y acusas a Nora de hacer cosas de peli de terror?

Agité la cabeza para negar y acepté que tenía razón. Después de todo, yo había vuelto de la muerte y mantenía mi cuerpo con métodos quizás cuestionables para muchos. Para Nora, seguramente, así era.

—¿Crees que realmente ella piensa que lastimo a la gente y por eso quiere acabar conmigo? —seguí, cuando él chistó por mi silencio.

—Para mi es evidente. Si no, ¿por qué sería tan reventada de molestarte tanto? Por eso, me quedé pensando si valdría la pena intentar razonar con ella.

Negué con violencia esta vez y Luca me ignoró. Se puso de pie de nuevo y se me plantó delante. Sus manos cayeron sobre mis hombros con un movimiento que él pretendía hacer ver fuerte. Para mí, eso no era nada.

—No voy a ir a hablar con ella. Ni a aceptar más moneditas locas.

—Sere, imagina que ella es una cazadora de cosas como tú.

—¡Ya lo imagino! —tercí—. ¿Y cosas? No soy una cosa.

Luca puso los ojos en blanco y me sacudió apenas.

—Sigue con la idea. Imagina que ella es una cazadora de vampiros energéticos como tú. En todas las películas los cazadores solo se preocupan por la media de la especie que cazan, ¿no? Creen que todos son iguales y que no hay excepciones. Si ella lo hace es porque considera que eres peligrosa, ya lo hablamos. Si Nora pudiera, tal vez, entender que no eres un peligro para nadie...

—Te olvidas —lo corté, agarrándole las manos y absorbiendo de la energía de su piel sin poder evitarlo, solo un poquito— que en esas películas a los cazadores tampoco les importa que haya uno distinto. Así de mal le fue a Frankenstein —razoné, justo dándome cuenta de que me estaba comparando con un montón de monstruos y me dio la rabieta—. ¡Y que no soy un monstruo! Tuve una corta vida que terminó de la peor manera posible y esta es mi segunda oportunidad. No soy un monstruo; no soy Drácula.

Luca sonrió, un poco apenado, y noté la tristeza en su mirada. Me pellizcó suavemente una mejilla, con cariño, y asintió.

—No, obvio no. Eres más linda que él.

Se inclinó para darme un beso suave y tierno y casi me derrito. Él tenía la capacidad de hacerme encoger de dulzura y luego encenderme como un maldito horno. Y generalmente funcionaba así porque no tardábamos mucho en estar uno encima del otro, tan pegados que no había espacio entre nosotros. Por momentos, hasta la ropa me parecía demasiada distancia entre su piel y la mía; pero, sabiamente, no me atrevía a ir a más, por mucho que lo deseara.

Cuando él mordía mis labios y suspiraba en mi boca, volvía a repensar todo lo que significaba ser normal y tener deseos normales. Tener miedo también era parte de eso, claro que sí y lo tenía claro. Pero de nuevo, tener miedo de lastimarlo sí que no era normal.

—Soy como Edward Cullen —me quejé, en un punto en el que Luca frenó para respirar.

—¿Eh? —me contestó, totalmente descolocado. Estaba tan concentrado en sus sensaciones que me fue evidente que yo era la única que se debatía. Otra vez, él ni pensaba en eso.

—Nada.

—No sé de qué estás hablando —dijo, corriéndome un mechón de pelo de la frente. Apoyó el codo en la cama, junto a mí, y la cara en su mano. Luego, espero a que siguiera hablando. Otra capacidad divina y hermosa de Luca, además de volverme loca, era la de escuchar. Sabía cuando parar la oreja.

—Nada —insistí, pero vi que realmente no iba a dejarlo pasar—. Es que por momentos me identifico con el vampiro de Crepúsculo.

Intentó no reírse, porque mi cara era pura frustración real, pero supe que estaba tratando de entenderme a pesar de la extraña comparación. Bueno, extraña para él. Yo había mirado Crepúsculo un montón de veces.

—Sigo sin entender, ¿por lo de Nora?

—No, por nosotros —me reí, entonces, eliminando un poco la frustración cuando él se mostró totalmente confundido—. Yo vendría a ser Edward y tu Bella. Él tenía conflictos internos porque tenía miedo de matarla.

—¿Tienes miedo de matarme? —rezongó—. ¿En serio? ¿Y me lo dices mientras estoy encima de ti besándote? ¿En mi cuarto?

Si no hubiese sido por su expresión de diversión total, hubiese pensado que estaba enojado conmigo. Puse los ojos en blanco y le di un pequeño empujón, solo para notara que la poca seriedad con la que me estaba tomando me molestaba.

—Hablo en serio.

—Ya, a ver, ¿por qué quieres matarme?

—¡No quiero matarte, bobo! —chisté. Le agarré la cara con ambas manos y atraje su boca a la mía. Le di un profundo beso que nos robó el aliento a ambos y cuando lo solté, su mente estaba en la estratosfera otra vez—. A esto me refiero —puntualicé—. Tengo miedo de hacerte daño

Casi balbuceando, Luca negó.

—No me estás haciendo daño —logró decir, inclinándose más hacia mí y buscando más de mis labios—. Me encanta —añadió, con un suspiro ronco.

—No que te des cuenta —seguí yo, que tenía toda mi consciencia—. Pero si cada vez que nos besamos así siempre tengo ganas de más y más y más, yo tengo miedo de que, si hacemos más y más y de repente todo se va de tema, te termine dañando.

Pareció despertar de su letargo bruscamente, como si mi frase le hubiese dado un golpazo en la cara.

¿Más? —dijo, arqueando una ceja.

Me ruboricé tanto que quise esconderme entre sus almohadas. Me quedé allí, encogida debajo de él con ganas de huir, hasta que se acomodó arriba de mi para parecer todavía más alto.

—Ya sabes a qué me refiero.

—Te refieres a SEXO, con mayúscula. Sí, se te nota en la cara —bromeó, cuando me puse todavía más roja.

—Ay, ya —me erguí de golpe y lo empujé a un lado—. Obvio no —agregué, como una idiota.

«Obvio sí, Serena, te faltó decirlo con todas las letras como lo hizo él», pensé, estirándome el cabello, la ropa y sobre todo la dignidad y el orgullo. La vergüenza que tenía era otro asunto. Intenté salir de la cama, pero Luca me atrapó en un abrazo.

—Hey, todavía no terminamos. ¿Te vas a ir porque te da vergüenza?

—No tengo vergüenza —dije, quedándome inmóvil.

—No pasa nada —me prometió, sin soltarme—. No hay nada de malo con decirlo, ¿o sí?

—Claro que no.

—Entonces no huyas —Me soltó finalmente y suspiré, no huí y él se acomodó a mi lado, sacando las piernas por el borde de la cama—. ¿Cuál hay con hablar de sexo? —dijo entonces, codeándome.

Me quedé callada más tiempo del que hubiese deseado. Intenté encontrar las palabras exactas y abrí la boca varias veces. Sabía que debía aprovechar la oportunidad que Luca me daba para sincerarme antes de meter la pata otra y morirme de vergüenza de nuevo, pero nada salió de mí.

Me codeó otra vez y apreté los labios, cada vez más cohibida. Al parecer, no iba a superarlo fácilmente, aún cuando él sabía que yo era virgen ya.

—Serena, ¿estás respirando? —me dijo, medio minuto después.

Solté todo el aire que tenía en los pulmones y asentí. Después, empecé a negar; tenía que resignarme.

—No estaba respirando, no —admití, pero más que nada fue para decir algo en medio de ese silencio.

—Está bien. No tenemos que decir nada si te pone incómoda. Yo no quiero molestarte. Después de todo, estás en mi cuarto y siempre nos ponemos un poco intensos. —Luca se encogió de hombros y se quedó mirando a la pared frente a nosotros—. Si mi sincericidio de la vez anterior no te asustó, no tienes porqué asustarte ahora.

Me desinflé como un globo cuando, otra vez, fue comprensivo. Casi que me desparramo hasta el piso. Exhalé con brusquedad y dirigí mi frustración a él.

—No es justo que siempre seas tan correcto.

—¿Correcto qué? —contestó, girándose hacia mí.

—Eres demasiado bueno y hasta educado para tener solo diecisiete años. ¿De dónde mierda sacas esa madurez? —Esta vez, arqueó las cejas y no dijo nada. Se quedó callado y no me quedó otra que decir algo más para llenar los vacíos entre nosotros. Por un segundo, se me ocurrió que podría haber algo que no me estaba diciendo, pero aparté esa idea para concentrarme en mis propios problemas de consciencia—. Me haces quedar como una pervertida insaciable que solamente estaba pensando en sexo.

Se rio por lo bajo, pero esta vez sí respondió.

—¿Cómo que insaciable? Si nos estábamos besando nada más —contestó, con un tono lleno de diversión.

—¡Ya ves! —dije, apuntándolo con un dedo—. A eso me refiero. A que solamente yo lo estaba pensando.

Me observó de reojo antes de empezar a reírse y negó con la cabeza antes de darme una palmada en la pierna.

—Serena, ¿no dejamos eso en claro el otro día? ¿Que yo quiero cogerte todo el tiempo? Que haya tenido control esta vez ha sido un milagro y no sé a qué se debe —dijo, alzando las manos y estirando los hombros hacia atrás, como desentendiéndose de sus propias reacciones.

—Digamos que se me había olvidado —confesé. Después de todo lo que había pasado con Nora y todas las veces que él y yo habíamos hablado con seriedad después de eso, no había tenido mucho tiempo de pensar en la idea de que el chico que me gustaba tenía ganas de ser mi primera vez—. Pero bien, ya que. Eso es lo que me da miedo. Me da miedo lastimarte.

—¿Es que no debería ser al revés? —dijo, realmente confundido—. Soy yo el que debería tener miedo de lastimarte llegado al caso.

—Me refiero a la cantidad de energía que podría quitarte mientras... este... lo hacemos —añadí, jugando con el dobladillo de mi camiseta—. Ya sabes que los besos producen más porque eres tú él que estás generando hormonas y cosas así. Eso lo leí en internet. Así que, teniendo sexo, eso debería ser millones de veces más intenso y debería tener una cantidad de energía superior, algo así como una bomba nuclear, pero alienígena —aclaré, haciendo con los dedos la típica expresión que hacía Giorgio Tsoukalos de Alienígenas Ancestrales en History Channel. Luca empezó a reírse antes de que pudiera terminar, pero yo seguí con mi explicación ni bien pude—. Entonces me pregunto si yo tendré auto control o me querré vaciar todo lo que me des. ¿Y si te mato?

—¿Por qué piensas cosas tan horribles? —me dijo todavía riéndose. Se llevo una mano al pecho y yo me estiré para darle un golpe en la nuca. Si siempre le ponía humor a las cosas serias nunca iba a poder verlas tan mal como las veía cuando no las exponía.

—Retiro lo que dije sobre que eras maduro para tu edad. Me acabo de dar cuenta de que te ríes de todo lo que dijo con seriedad —farfullé, cruzándome de brazos.

—Me río porque me resulta graciosa tu cara y tus gestos —me dijo, deteniendo las carcajadas. Tomó aire, trago saliva y se forzó a recuperarse para volver con su imagen de chico responsable y comprensivo que ya no sabía si creerme o no, porque estaba enojada—. Y porque creo que estás demasiado estresada y tienes razón, son cosas serias y no es tu culpa. Tenemos que hacer algo para que podamos dejar todas esas preocupaciones de lado. Empezando por hacer que te olvides de la loca de Nora.

Me di cuenta de que había notado mi molestia y que se la había tomado tan a pecho como toda la ayuda que me había dado desde que supo mi verdad, pero aún no se me pasaba la bronca a pesar de sus intentos de ser lindo de nuevo.

—Oye, si te lo digo es porque es algo que me preocupa de verdad —puntualicé—. Para ti es algo que yo pienso exageradamente, pero para mí es una posibilidad real.

Me agarró la mano y me obligó a desanudar mis brazos. Me la apretó cariñosamente y asintió.

—Tienes razón. Pero si haces referencias a los aliens, ¿cómo no voy a reírme? —Me besó la mano y luego me palmeó la pierna una vez más—. Lo siento, en serio. Es lógico que te sientas así de insegura. Prometo no volver a hacer, pero en serio no hagas ese gesto con las manos mientras hablas.

Puse los ojos en blanco y recuperé mi mano para no derretirme con su táctica para recuperar corazones, porque le salía igual de bien que todo lo demás (besar, escuchar, ser un completo divino).

—Está bien, no voy a volver a citar alienígenas de aquí en adelante, así como tu prometes no reírte de mis cavilaciones y terrores.

Se llevó la mano derecha a la frente e hizo el saludo militar de siempre.

—Tengo diecisiete años, sí. No soy maduro, ni correcto —aclaró, antes de bajar la mano—,pero puedes contar conmigo en que sí aprendo —añadió, guiñándome un ojo—. ¡Sí,señorita!    

¡Otro capítulo! Gracias por leer :) 

Vamos con las preguntas de siempre. Luca y Serena tienen una relación muy particular. ¿Crees que deberían ser mas sinceros al respecto? ¿Serena debería decirle que está enamorada de él o esperar a saber si él siente lo mismo? ¿Qué opinas?

Continue Reading

You'll Also Like

114K 21K 41
El Comité, junto a todos los brujos y brujas que lo integran, presenta las siguientes reglas que los refugiados deben cumplir para una pacífica convi...
2.5K 122 25
★🎂 ℋ𝑎𝑝𝑝𝑦 ℬ𝑖𝑟𝑡ℎ𝑑𝑎𝑦 🎂★ ☕︎ ᵗᵘ ᵉʳᵃˢ ᵘⁿᵃ ᶜʰⁱᶜᵃ ˡⁱⁿᵈᵃ ⁿᵒʳᵐᵃˡ ᵇᵘᵉⁿᵃ ᵃˢᵗᵃ ᵠᵘᵉ ᵘⁿ ᵈⁱᵃ ᵗᵘˢ ᵖᵃᵈʳᵉˢ ᵗᵉ ⁱˢⁱᵉʳᵒⁿ ᶜᵒⁿᵒˢᵉʳ ᵃ ᵃˡᵍᵘⁿᵒˢ ᵃᵐⁱᵍᵒˢ ᵉⁿ ᵉˢᵒ ᵃᵐⁱᵍᵒˢ...
1.1M 129K 8
¿Y si nada terminó con la pregunta? «¿Damián?, ¿quién es Damián?» Eso es lo último que Padme Gray recuerda, junto al hecho de que despertó de nuevo...
11.5K 2.2K 25
El día que lo vi por primera vez, estaba viendo al piso con los audífonos puestos, no prestaba atención a mi alrededor. Desde que ese chico y yo int...