Anchor ➳ James Sirius Potter

By __jmnsmile

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❝ Algunas veces tienes que ser tu propio héroe.❞ James Sirius Potter Fanfic ... More

『ᴀɴᴄʜᴏʀ』
『ᴀɴᴄʜᴏʀ』
ᴘʀᴏʟᴏɢᴜᴇ
─ act i
i
ii
iii
iv
v
vi
vii
viii
ix
x
xi
xii
xiii
xiv
xv
xvi
xvii
xviii
xix
─ act ii
ᴘʀᴏʟᴏɢᴜᴇ²
ii. i
ii. ii
ii. iii
ii. iv
ii. v
ii. vi
ii. viii
ii. ix
ii. x
ii. xi
ii. xii
ii. xiii
ii. xiv
ii. xv
ii. xvi
ii. xvii
ii. xviii
ii. xix
ii. xx
ii. xxi
『thanks』

ii. vii

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By __jmnsmile

It's necessary to kill the 
container.


El invierno estaba aproximándose y nadie sabía nada de los estudiantes desaparecidos; entre ellos, Stefan Bennett y James Potter. El ministerio asegura que se estaban usando a varias personas para que ayudaran en la búsqueda de los estudiantes desaparecidos, sus fotos salían en los periódicos y se podía encontrar carteles de se busca, pero absolutamente nadie había podido dar con el paradero exacto de ninguno. Isabelle por su parte se sentía culpable de la desaparición, aquella mujer había advertido más de una vez a la pelirroja sobre las consecuencias de hacerse el héroe, y aun que pudo ser el héroe salvando no solo a su hermano, no lo hizo y dejo que sucedería tal cosa, para su mala suerte, desde el incidente de aquella noche, ella había dejado de escuchar y tener sueños en los que la mujer aparecía.

Por otro lado, el ministro había acordado aumentar la seguridad pues los estudiantes podrían llegar a estar más seguros en el castillo que en sus hogares donde podían ser víctimas de cualquier ataque perpetrado por los rebeldes, como la comunidad mágica los había apodado. Por lo que al terminar las clases cada estudiante debía reportarse con su prefecto para corroborar que todos llegaran a las salas comunes.

Pero era aún más difícil contener a los estudiantes si era un sábado, las salidas habían sido canceladas para evitar que ocurriera algo y ahora se podía ver el castillo y sus patios llenos de estudiantes sin nada que hacer y es por eso que la pelirroja se sentía aún más abrumada ante tal suceso, con un suspiro miró a los estudiantes regados sin saber qué hacer, ella era uno de esos así que caminó hacia uno de los asientos y volvió a suspirar, ahora por sentir el calor de la chimenea, quien la viera podría notar con facilidad que no ha descansado bien en un gran tiempo, sus ojeras eran muy notorias, incluso parecía más delgada de lo que ya era.

Alec era siempre era quien le enviaba cartas informando de lo que sucedía, sobre cómo estaba su madre y que era lo que el ministerio estaba haciendo, lo cual para ambos hermanos no era lo suficiente pero su madre insistía diciendo que hacían lo que podían, al menos el único consuelo que le quedaba era que, dada la deuda que sentía Harry Potter hacia la familia Bennett por salvarle este se había encarado personalmente de la búsqueda de Stefan y por supuesto de James.

Isabelle cerró los ojos por un momento y se concentró lo que más podía en intentar usar algo de su poder, por varias semanas había intentado usarlo, pero al parecer, el poder del que tanto le elogiaban la comunidad de brujas en Salem había desaparecido, volvió a abrir los ojos y vio la cabellera de Fred a su lado.

— ¿Qué es lo que sabes? —susurró, Fred observó a la chica y luego sus ojos volvieron a las llamas en la chimenea, luego de unos segundos se levantó y caminó hacia las escaleras, lo que era una señal para que ella lo siguiera. Maldijo en sus adentros y por primera vez deseo ser como uno de esos muggles, que la única preocupación en su vida sea conseguir un novio y entrar a la universidad, pero aquí estaba ella cargando con el peso del mundo mágico en sus hombros.

Abrió la puerta de la habitación y vio a Iris golpear el baúl con su pie, la pelirroja alzó una ceja, pero omitió decir algo.

— ¿Problemas?

— Le dije a mi madre que era hora de comprar otro baúl, pero piensa que es un desperdicio de dinero, sobre todo cuando soy la única bruja en la familia y nadie más lo va a ocupar. —la castaña dio otro golpe— ¡Por fin! Iba a morir si no podía sacar estos chocolates.

— A Henry le van a gustar. —la castaña rio y salió corriendo de la habitación junto a una caja. Isabelle sabía de sobra que a Henry le encantarían los chocolates, a él le encantaba todo lo que viniera de Iris, incluso si esos eran problemas. Isabelle se levantó de la cama y colocó el seguro en la puerta, camino hacia el pequeño tocador que habían colocado y se miró al espejo.

— Desde cuando eres un fantasma silencioso. —inquirió Isabelle hacia Fred, coloco uno de sus cabellos detrás de su oreja e hizo una mueca, desde que había ocurrido todo este incidente había dejado de preocuparse en su apariencia y odiaba darle la razón a una de sus queridas amigas en Salem, pero había perdido su encanto— ¿Crees que debería hacer una cita con una de esas estilistas muggles? Iris estaría encantada de...

— Antes de que el invierno termine.

— ¿Qué?

— Lo que dijo la mujer en el sueño donde me ataco: antes de que el invierno termine todo también va a terminar.

— Eso no tiene sentido, ella necesitaba... —la pelirroja guardó silencio, miró a Fred y rodó los ojos— Falta cerca de una semana para que el invierno comience, si algo fuera a pasar lo sentiría y no siento nada, no he sentido nada desde...

— Que James desapareció.

— No entiendo a dónde quieres llegar Fred, pero tú mismo escuchaste a esa mujer, necesita un ancla, me necesita y... ¿dónde está Fred?

— Creí que tardarías más en descubrir la ausencia de tu querido compañero. —musitó el pelirrojo con una sonrisa antes de que su imagen se transformara en la de esa mujer.

— ¿Qué le hiciste maldita? —una risa inundo la habitación y entonces esta se llenó de fuego, Isabelle movió su mano y detuvo el fuego antes de que pudiera consumir toda la habitación.

— Parece que la princesita ya sabe hacer magia, empezaba a creer que eras una inútil.

— Entrégame a...

— ¿A quién? —alzó una ceja— ¿Quién de los tres es más importante? ¿Salvaras a tu pequeño hermano, a tu compañero y protector o al niño bonito? —Isabelle guardó silencio y la mujer volvió a sonreír, con lentitud se acercó para tomar un mechón de cabello de Isabelle— Tic tac, el tiempo se te acaba.

— ¡Isabelle abre la puerta! —la nombrada se dio la vuelta al escuchar los golpes en la puerta, aquella distracción fue suficiente para que la mujer desapareciera, caminó molesta a la puerta y la abrió encontrándose con Iris— Si no ibas a dejarme entrar me hubieras avisado.

— Lo siento, ¿pasa algo?

— Deberías ver esto.

Isabelle frunció el ceño y tomó el periódico, la plana principal tenía en letras enormes algo que la había dejado con el cuerpo helado, con manos temblorosas desdoblo el papel y siguió leyendo hasta encontrar el final de la página donde una fotografía de James se encontraba, miró a Iris y arrugó el periódico para seguido de eso salir de la habitación con clara molestia, al llegar a la sala común vio a todos con el periódico en sus manos, todos susurraban sobre la noticia, algunos sorprendidos por lo que decía y otros acusándolo de todo lo que sucedía. Acusando a un inocente o al menos Isabelle esperaba que lo fuera.

La pelirroja caminó por los pasillos del colegio escuchando cada comentario que lanzaban hacia James y su familia, pero incluso ella sabía que no podía poner las manos en el fuego, las puso con su padre y terminó siendo incluso peor de lo que imaginaba. Confiaba en James, pero ahora mismo con todo lo que sucedía, no sabía en quien o en que confiar. Tomó un suspiro antes de subir los últimos dos escalones y entró al despacho de la actual maestra suplente, Amber Lewis. Ella había viajado hasta América por unos asuntos confidenciales, pero Isabelle sabía que había algo más allá de la confidencialidad que la MACUSA podría brindar, abrió la puerta de un golpe y lanzo el periódico contra la mesa de la mujer.

— ¿Qué fue lo que hiciste en américa?

— Unos buenos días sería muy amable de tu parte. —habló Amber mientras tomaba el periódico que había sido lanzado bufando con molestia en el proceso— Los británicos tienen sus modales, pero no saben guardar un secreto. —murmuró la mujer de cabellos corto— La mujer con la que has estado soñando es más vieja de lo que aparenta.

— No me digas. —dijo con sarcasmo. Amber rodó los ojos— Fred desapareció, no lo veo, ni tampoco lo puedo sentir, James ahora es un asesino, mi mejor amiga y mi hermano está desaparecidos junto a miles de personas y tu estas aquí intentando guardar algo que de seguro tiene que ver conmigo. No pueden tratarme como una muñeca que se va a romper, ni tampoco protegerme de algo que ni siquiera sé que es.

— Al parecer el sombrero no se equivocó con tu casa.

— ¡Al diablo con la maldita casa de Gryffindor! —gritó y la puerta se cerró con fuerza— Responde.

— Ferenc Baráth fue un brujo muy poderoso que tuvo como maestro a un hombre que dejó una enseñanza muy tonta, ese maestro fue atacado para evitar que cometiera algún crimen y lo llevaron a un sueño eterno pero se olvidaron de su mejor alumno, Ferenc siguió su ideología y atrajo a varios brujos quienes comenzaron alabar al gran maestro, en aquella época a la comunidad mágica en Hungría y Rumania les convencía la idea de una raza más pura, donde solo los seleccionados y más fuertes lograran tener magia. Ferenc hizo más grande esta idea de la pureza con la idea de extinguir a todos aquellos que resultaran ser impuros.

— ¿Qué tengo que ver yo en esto?

— A diferencia de Voldemort que asesinaba a rienda suelta o Grindelwald que quería matar a todos los muggles, este maestro era mucho más selectivo, sabía que había hijos de muggles quienes podían adquirir un gran poder, una prueba de ellos fue Briar Aubriot, uno de los subordinados de Ferenc, este le comento sobre la mensajera de la muerte, Ferenc viajo hasta Francia con la idea de encontrarse con una banshee, pero terminó encontrando algo mejor.

— Un ancla.

— La primera ancla o al menos la primera en tener registro.

— Sigo sin entender la función de Briar.

— Solo han existidos tres anclas con registro, una de ellas jamás se confirmó, aun así, le dieron el título de la primera ancla y fue ella donde comenzó todo. Creían que la sangre de un ancla tenía la inmortalidad, sin contar de los maravillosos poderes que conllevaban, Ferenc fue consciente de eso y se acercó a Briar con el fin traer de vuelta a la persona que él necesitaba para usar su sangre y poder realizar su cometido.

— Un genocidio. —Amber asintió.

— Celine cree que la mujer que ha estado atormentando en tus sueños es su hermana, mismos ideales psicópatas, también cree que James puede estar siendo usando como contenedor.

— ¿Contenedor?

— La magia que enseñan no es la única que existe, Isabelle. —la mujer de cabello corto caminó hacia una estantería y le entrego un libro algo viejo a la chica— Existían grupos que decidían preservar los cuerpos de sus familiares para acudir a una bruja y que se los devolviera, muchas de esas personas no lograban preservar el cuerpo y necesitaban buscar a alguien que fuera capaz de contener el alma de esa persona, aquella actividad se dejó de practicar luego de la caza de brujas.

— ¿Aquella mujer era una de las brujas que hacía eso?

— La única capaz de ir en contra de su propia naturaleza.

— Hay una manera de liberar al contenedor, ¿cierto?

— La hay, al menos la única efectiva y que se ha sabido... —guardó silencio y soltó un suspiro— Se necesita asesinar al contenedor.   

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