La hija de Zeus y Hera [1.2]

Bởi DannyBaladon

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La princesa del olimpo comienza a explorar los sentimientos del amor, nuevas amistades y realidades la hacen... Xem Thêm

Prólogo🌩| Heredera
Capítulo 1| Corona
Capítulo 2| Entrenamiento
Capítulo 3| Una princesa...
Capítulo 4| Cabeza de uva
Capítulo 5| Niño bonito
Capítulo 6| Friendzone
Capítulo 7| ¿Amigos?
Capítulo 8| La cabaña de Morfeo
Capítulo 9| Cita de dos
Capítulo 10| Las Oρατή
Capítulo 11| California
Capítulo 12| Romeo y Julieta
Capítulo 13| ¿Papá lo sabe?
Capítulo 14| Ancestros
Capítulo 15| Un ángel
Capítulo 16| Una pesadilla
Capítulo 17| Negación
Capítulo 18| ¿Quién es Damián?
Capítulo 19| Depresión
Capítulo 20| Cargas eléctricas
Capítulo 21| Reina del drama
Capítulo 22| Ataques
Capítulo 23 | Aceptación
Capítulo 24| Aún duele
Capítulo 25| Enamórala
Capítulo 26| Tártaro
Capítulo 27| Por mi causa
Capítulo 29| Sonríe rayito
Capítulo 30| Ronda de Shots
Capítulo 31| Emma's coffe
Capítulo 32| Pay de limón
Capítulo 33| ¡Voy a superarte!
Capítulo 34| La casa de los sustos
Capítulo 35| Rubia oxigenada
Capítulo 36| Estoy bien
Capítulo 37| Intentamos
Capítulo 38| Aléjate
Capítulo 39| Resaca
Capítulo 40| Pasado
Capítulo 41| ¿Dónde está ella?
Capítulo 42| A salvo
Capítulo 43| Siempre Juntos
Capítulo 44| Perfecta Esposa
Capítulo 45| No en mi boda
Epílogo| Familia Passion
Agradecimientos
Capítulo Especial | El Corazón de Anteros
Capítulo Especial | Nuestra pequeña
Serie "Hijos de Dioses"
Saga "Criaturas Bestiales"
Preguntas de Lectores
Respuestas para lectores

Capítulo 28| Ser mala es bueno

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Bởi DannyBaladon

A I L E E N
⚡️⚡️⚡️

Solo quería ser feliz, toda mi vida he sido el blanco de las venganzas en contra de mis padres y ahora que soy una adulta que quiere tomar las riendas de su vida, llega alguien y me arrebata lo que en mi cabeza era el sueño perfecto. Las personas que creía que eran mis amigos me traicionaron, tengo enemigas que solo me quieren ver muerta por algo que no tengo nada que ver y mi novio murió por mi causa. Ahora comprendo porque mi padre es tan gruñón y firme con sus mandatos y porque mi abuelo es un paranoico con que lo vayan a traicionar, al final del día están solos y eso los destruye. Intente ser diferente para que todos puedan ser felices, pero resultó ser que a nadie le importo ver por mis sentimientos, si sufría o me moría por dentro. Todos veían por ellos y nadie más, tan solo mis primos más cercanos me cuidaron cuando necesité que me ayudaran a mantenerme en pie. Cuando los cimientos de mi ser estaban amenazando con caerse, mis primos estuvieron allí dándome ánimos, cuidándome y soportando mi tristeza. Ellos me vieron en mi punto más bajo y aun así decidieron estar conmigo, sentarse en ese agujero hasta que me decidiera a sacar la cabeza y ver más allá. Me gustaría decir lo mismo de muchos de mis amigos, pero parecía que eso sería imposible, nadie piensa en los sentimientos de los demás.

En mi oficina no paraba de pensar en las palabras de mi abuelo, Artemis hizo todo esto, pero no terminaba de entender ¿por qué querría hacer todo esto? Sin perder tiempo le pedí a una de las ninfas que le dijera a Artemis que viniera inmediatamente a mi oficina y pedí que me hicieran un té para calmar mis nervios. Ada apareció quince minutos después con una bandeja con un té de tilo y galletitas de vainilla con chispas de chocolate, mis favoritas.

—Muchas gracias Ada, ¿le diste mi mensaje a Artemis? —consultó agregando azúcar a mi infusión de hierbas.

—Si princesa, dijo que vendría enseguida, está terminando sus tareas. Con su permiso —respondió la ninfa saliendo de mi oficina, hoy no tenía paciencia o ánimos para hablar con nadie. Lo que me acababa de enterar pone en jaque todo lo "bueno" que hizo Artemis por mí. Tomando un par de sorbos del té traté de mantener la mente fría, enojada, lo único que conseguiría es estropearlo todo. Tengo que analizar la situación y mantener la compostura.

—Me llamabas Aileen —por la puerta ingresó finalmente Artemis, me giré con un rostro serio, no podía fingir que estaba feliz, cuando lo único quería era golpear a Artemis.

—Siéntate. Recientemente, se me ha informado que ocurrió una visita sin autorización al tártaro, sitio al cual se le tiene prohibido el ingreso a todo aquel ajeno a la corona. ¿Quieres contarme qué hacías allí? —consultó tomando un sorbo de mi té, sin perder la calma, tal y como mi madre siempre me había enseñado que debo comportarme. De reojo noté como el castaño se ponía cada vez más nervioso, ya se dio cuenta que lo estoy por atrapar o que ya lo pillé.

—Ah... lo siento Aileen fui por curiosidad —se apresura a contestar, mi mirada gélida lo hizo estremecerse, note en sus ojos que tenía miedo y que sabía que conocía su mentira.

—Curiosidad —comentó girando la pequeña cucharita en mi té —¿La curiosidad de saber cómo matar a un semidiós?, ¿o la de como liberar un monstruo? —indagó sin rodeos, el rostro del chico pasó a blanco y sus ojos se abrieron como platos. Tardó en contestarme y su excusa fue algo pobre a mi entender.

—Yo... yo lo hice por ti, todo por amor a ti Aileen. Mereces todo el amor del mundo y con Damián no ibas a obtenerlo, tenía que deshacerme de él —estalló aquella bomba pesada, la mirada desorbitada de Artemis heló mi sangre, vi como sus pupilas cambian su color ámbar a uno violeta y volvieron a su color habitual. Apreté mi puño sobre la mesa para no soltar un rayo y sacarlo rápido de mi presencia.

—¿Por amor a mí?, ¡mataste a mi novio por amor a mí! —gruñó golpeando la mesa con mi puño cerrado, la taza de té tembló y un enorme estruendo se escuchó afuera del Olimpo, un rayo cayó.

—Y lo siento... pero es algo que volvería a hacer por ti, desde hace mucho tiempo no puedo sacarte de mi cabeza princesa, te amo —añadió el castaño, sus ojos seguían viéndose desorientados, casi idos, se acercó mucho al escritorio apoyando ambas manos sobre este y se inclinó para tenerme más de cerca. —Te deseo Aileen —murmuró.

—¿Qué? —preguntó ya cansada de estar escuchando a un demente, me tire en mi silla hacia atrás masajeando mis sienes en un intentando de no estallar en furia.

—Aileen que me gustas desde que te conocí y quiero todo a tu lado —aseguró estirando sus brazos para tomar mi rostro en sus manos, pero me aleje, lo único que sentía en estos momentos por Artemis es odio.

—No me toques, serás llevado de nuevo al campamento y alguien más vendrá en tu lugar. No te quiero aquí, entre tú y yo no habrá nunca nada. ¡Guardias! —exclamó con todas mis fuerzas, dos soldados aparecen en la puerta custodiando al descendiente de la sabiduría que no dejaba de gritar que me amaba.

No pude soportarlo más, me fui corriendo de mi oficina siendo atormentada por los recuerdos de Damián, una vez más las consecuencias de los actos de mi padre son pagados conmigo. Mi cuerpo está temblando, mis manos destilan cargas eléctricas que imploran ser liberados. Tengo tantas ganas de llorar, pero no puedo verme débil en un momento así, caminando por los pasillos de los talleres me contuve de no romperme delante de los semidioses. En cuanto no sentí sus miradas sobre mí, comencé a correr, siendo envuelta por un rayo que me trasladó a un sitio diferente y caí de rodillas frente a la tumba de Damián. Un grito de frustración, tristeza y rabia se escapó de mi garganta, el cielo acompaña mis sentimientos comenzando a tronar y la lluvia comienza a descender. Apoyando mis palmas sobre la lápida me derrumbé una vez más, pieza a pieza me fui rompiendo.

—Hace tanto tiempo que no venía a verte Damián. Acabo de enterarme quién fue el responsable de tu muerte y me siento confundida. Al final tenías razón, Artemis no es un buen chico después de todo. Lamento no haberte escuchado antes mi amor, pero... tú sabes que siempre le veo la bondad en todo... —sollozo con un nudo en la garganta, la lluvia me estaba empapando y los rayos y truenos no dejaban de caer en las cercanías.

—Aileen —una voz firme me habló, deteniendo mis sollozos. Una mano cayó con fuerza sobre mi hombro apretando su agarre al punto de llegar a casi lastimarme. Mire por encima de mi hombro, me costó un poco por mis pestañas empapadas y la lluvia que continuaba cayendo con fuerza, Alysa era la dueña de esa mano. Se veía desaliñada, empapada por la lluvia, con los ojos rojos e hinchados por haber llorado, pero en sus ojos encontré tristeza y furia. Ella me odia por lo que le pasó a Damián. Estaba tan desconectada del mundo en ese momento que no pude hacer nada cuando vi su puño impactar en mi rostro. Mi pómulo palpitaba con un fuerte dolor, el impacto del golpe me hizo caer dándome la cabeza contra la lápida. —Vamos princesita, levántate. Me quitaste todo lo que era mío, primero matas a mi hermano y ahora me quitas a mi novio. No sabes cuánto te odio —tomándome del brazo me hizo levantarme del suelo.

—Alysa déjame explicarte... —Mis palabras son interrumpidas porque otro golpe en mi pecho me quita el aire de los pulmones y me deja un poco atontada.

—En el campamento enseñan muy bien autodefensa personal, ¿no lo crees? —se burla la menor propinándome otro golpe en el abdomen pero esta vez con su rodilla. Mis piernas tiemblan y caigo de nuevo al suelo, me duele el abdomen y la cara.

—¡¿Alysa que haces?! —El grito de Artemis detiene el siguiente golpe de la descendiente de Afrodita.

—Todo esto es su culpa —gruñó la menor pateando mi abdomen —La odio.

Todo se volvió un caos, peleando con Alysa y su exnovio que intentaba detenerla para que no me lastimara. Hasta que ella usó su poder para golpearme, pero Artemis recibió el golpe por mí. Escuché la voz de mi padre animándome a pelear y juntando mis últimas fuerzas. Logre desmayar a Alysa que al parecer se volvió loca cuando vio que Artemis intentó besarme.

—Rayos Artemis, no tenías por qué meterte ese golpe era para mí —comentó acercándome al descendiente de Artemisa y golpeo con mi rayo a Alysa.

—Aileen perdóname... quiero solucionarlo, yo sé que Demian está vivo... —tras decir esas palabras Artemis se desmayó. No se puede morir, necesito saber si lo que dice es verdad. Miré a Alysa y le pedí a mis primos que la llevaran a la enfermería junto a Artemis. Todo mi mundo es un caos.

Juntando mis manos en el pecho inerte de Artemis comencé a hacer un masaje a su corazón en un intento de que comience a latir y con las lágrimas cayendo por mis mejillas tiro una descarga en el pecho del joven. Artemis volvió a respirar y las ninfas se lo llevaron a la enfermería donde sería atendido por los hijos de Apolo.

—Rubia —murmuró una suave voz. Al girarme pude ver a una pelirroja sosteniendo una manzana dorada en la mano. Desde que ella vino a pedirnos disculpas hemos hablado mucho, forjando una verdadera amistad y sanando las heridas del pasado —Supe lo que pasó y no sabes cuánto lo siento. Quería causar el caos entre Alysa, Artemis y tú, jamás imaginé que él fuera capaz de hacerle eso a Damián. Subestime el poder de la poción de amor, lo lamento tanto, entiendo que me odies y no quieras hablar conmigo de esto —comentó la pelirroja apenada, se acercó a mí dándome un fuerte abrazo que no me negué a recibir y continué llorando en sus brazos. Sé que su intención no era de que Damián muriera y que la sed de venganza la cegó e hizo muchas cosas de las cuales se arrepiente, por lo que no puedo guardarle rencor a ella. Ni siquiera puedo ya odiar a Artemis, fue un títere.

—No podemos regresar el tiempo atrás, pero si podemos arreglar las cosas con Artemis y Alysa, ellos no tienen que pagar los platos rotos por culpa de mi padre —alegó secando mis lágrimas, me sentía pésima, además de que mis energías se drenaron por completo con la pelea.

—No puedo creer que seas tan buena Aileen, con la paliza que te dio Alysa, ni intentes ocultar que te duele todo porque yo entrene con la cabeza de uva y tiene un buen gancho derecho —aseguró la pelirroja liberándome de su abrazo para que la mire a los ojos.

—Tú me dejaste en coma Alida y aun así te perdone porque soy creyente en las segundas oportunidades. Mis padres cometieron muchos errores en el pasado, los cuales jamás se arrepentirán, sus egos nunca se los permitirían, pero yo sí puedo demostrar ser diferente a ellos. No cambiaré el mundo, pero si puedo hacer una diferencia Alida y quiero ayudar a Alysa por Damián, el siempre me habló muy bien de ella —respondí entre espasmos de sollozos, Alida pasó su brazo por encima de mis hombros y me atrajo a su costado.

—Aun así en ocasiones ser mala es bueno y tu mi querida amiga debes implementar un poco del carácter que sé que guardas muy en tu interior. Toda tu vida te has reprimido porque tu madre así te lo decía, pero ella no está aquí ahora Aileen, conócete a la verdadera tú —me aconsejo.

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