04. Película con Joey
Era una nublada mañana de aquel sábado en el que Savannah iría al café con Blake. Se levantó de su cama, y recogió su cabello en una cola de caballo con una moñera que cargaba en la muñeca. No quería admitir que no se encontraba tan entusiasmada con la invitación del rubio a comparación de como lo hubiese estado antes, aunque sabía que en cuestión de segundos aquello podía cambiar.
Bajó las escaleras de la casa adormilada, preocupada por lo que podía pasar en aquella salida. Su entrecejo estaba fruncido, y reflejos de cabellos marrones caían en su rostro como cascadas a aquella temprana hora de la mañana.
Se sentó en la barra de la cocina, y vio a su hermana acomodar su asiento justo al frente de ella. Se le hizo satisfactorio ver a Jessica levantada a esa hora, y pensó que era el momento perfecto para compartir un rato familiar.
―Buenos días ―susurró Jessica.
―¿Y eso que te levantaste tan temprano? ―preguntó Savannah.
―Necesitaba harina para el desayuno y fui al supermercado ―aclaró―. Me encontré a tu amigo, Joey.
La castaña sintió un remordimiento al escuchar aquel nombre. Se acomodó en su asiento, y recordó que luego de haberlo dejado plantado no le dio ni una mísera explicación, y mucho menos le había dirigido la palabra. Quería reavivir la casi inexistente amistad que les quedaba, pero también quería salir con Blake, por supuesto.
―No... se me olvidó hablar con Joey ―refunfuñó preocupada.
―Preguntó por ti, le dije que estabas dormida.
Savannah se dedicó a pensar por un momento en qué podía hacer para que el castaño la perdonara. Recordó su hermosa mirada de color esmeralda, que antes llegó a iluminar su día. No quería perderlo, y sabía que tenía que hacer algo que lo recuperara.
―¿Y si voy a su casa ahora mismo? ―Encarnó una ceja.
―Si tú quieres...
❪❪✦❫❫
Savannah lo pensó por milésima vez a pesar de ya estar al frente de la inmensa casa de Joey. Su remordimiento de haberlo dejado de lado no la dejaba en paz, tanto así que tenía un leve dolor de cabeza al no saber cómo reaccionaría el chico ante aquella visita sorpresa.
Tocó el timbre, preocupada. Su dedo tembló mientras lo presionaba, y en aquel entonces hubiese preferido que alguien más de la casa abriera, aunque siempre tuvo en claro que su padre era el Alcalde de Tenderhill y que eso implicaba que Joey era la única persona en casa.
Su mamá había fallecido y la simpática señora de limpieza que era como la segunda madre de Birlem sólo iba una vez a la semana, no había escapatoria.
Se arrepintió en sus adentros de haber ido a aquella casa, tenía cinco minutos esperando a que le abrieran y pareciese que no hubiese ni un alma adentro.
La puerta se abrió, y el rostro de Savannah se tornó pálido por el miedo a alguna mirada asesina del chico, pero estaba equivocada. Tenía su cabello mojado, y cargaba una gran sudadera negra. Joey no era rencoroso, y tampoco tenía pensado serlo con su linda amiga Savannah.
No iba a negar que aún tenía un nudo en la garganta y un mal trago después de que la chica hubiera acabado con su hermosa tradición infantil, pero tenía en claro la manera en la que Savannah se cegaba por los ojos de un simple chico.
Tragó saliva, e intentó hablar calmado:
―Savannah, qué sorpresa...
―¿Estás molesto? ―cuestionó nerviosa mientras que arrugaba la nariz.
Joey sonrió, y contempló a la castaña de aquella manera tan inocente; se estaba enamorando de cada detalle de esa hermosa chica que tenía en frente sin darse cuenta.
―No Sav, pasa.
Era graciosa la manera en la que él pensaba en confesarle su mínimo enamoramiento hacia ella la próxima vez que la viera, pero no pensaba que fuese tan pronto. La noche pasada se había dormido pensando en Savannah, y le pareció una locura que la haya visto tan pronto.
Le dio espacio para que pasara, y ambos se sentaron en el sofá crema más grande de la sala. A ambos les daban recuerdos de su infancia, y sabían que jamás lo cambiarían por nada.
―Joey lo siento muchísimo... me dejé llevar y fui con Blake ―Tomó aire―, cuando en realidad debí ir contigo ―Rascó su nuca, y observó la penetrante e interesada mirada de Joey hacia ella―. Los amigos son para siempre, los crushes no.
El castaño soltó una risa, sentado de piernas abiertas y con los codos apoyados en el inicio de sus rodillas.
―No te preocupes. Te conozco y ya supuse que irías con él.
Y a pesar de que lo hubiera dicho tan natural y espontáneo, le costó. Lo practicó mil y un veces en el espejo, porque tenía miedo de que sus celos se notaran, y sabía que sería peor. Cargaba su gran nudo en la garganta, y su mirada tan tranquila lo mostraba totalmente relajado cuando era lo contrario.
―Pero estuvo mal Joey, ni te avisé.
―Sav, dejemos el tema... ―pidió, un poco más tenso por la situación―. ¿Blake te puso una mano encima?
Los ojos de Joey se dilataron intensamente y desesperados por una respuesta honesta de parte de Savannah. La miró ansioso, mientras que la castaña permanecía incómoda.
Se mordió una uña, y le dio miedo responder. Se cuestionó tanto interés de Joey, pero sabía que si quería una amistad sincera con él no podía haber secretos entre ellos. Respiró hondo mientras cerraba sus ojos, y habló:
―Intentó acostarse conmigo... ―La mirada de Savannah se dirigió al suelo, y sus ojos se cristalizaron un poco. Estaba decepcionada y arrepentida de ese momento. No iba a negar que aquella corazonada hacia al rubio permanecía, pero se sintió sucia en ese entonces.
Joey bufó, y se tragó la idea de declararse en ese momento hacia Savannah. Sabía que Blake era un idiota, pero tampoco pensaba que era tan inútil como para querer acostarse con una de las chicas más inocentes de Tenderhill High.
Se le partió el corazón en dos pedazos al ver a la pequeña Sav cabizbaja y a punto de llorar, no quería que nada le pasara. Primero, porque es su mejor amigo. Segundo, le gusta secretamente y quiere protegerla.
Se acercó poco a poco a la chica, y rodeó los hombros de ella con su brazo. Savannah se reconfortó, y supo que esa sensación no la cambiaría por nada.
Sonrió, y apreció el apoyo de Joey.
―Gracias por estar conmigo...
―Eso es lo que hacen los amigos...
―¿Si te dijera que hoy voy a salir con Blake me matarías? ―preguntó la castaña con una risita nerviosa.
Joey se separó de Savannah, y la miró fijamente a los ojos, manteniendo un incómodo contacto visual. Apretó sus puños, intentando controlarse.
―No, es tu decisión...
―Está bien, ¿Y si vemos una película? ―sugirió, intentando quitar la incomodidad entre ellos.
Savannah no esperó respuesta, y encendió el televisor que tenían al frente con el control remoto del sofá. Estaba incómoda por las extrañas expresiones de Joey, necesitaba enfocarse en algo más.
Buscó una película en Netflix y le dio reproducir.
―Vamos a ver una de romance, Joseph Birlem.
―¡No!
―¡Vamos! Seguro te gustará.
A pesar de que la película no fuera su preferida, sabía que sí quería apreciar a Savannah. Apreció su perfil sonriente atento hacia la película, apreció aquella nariz que ella tanto detestaba pero que él amaba. Observó aquellas marquitas de granos que se había explotado y miró atento las pecas diminutas que sólo podías ver si la mirabas bien. Admiró su cabello lacio, y sus hermosas y largas pestañas que siempre tuvo desde pequeña. Se estaba enamorando de ella.
La película pasaba, y a pesar de que Savannah estaba atenta de ella también lo estaba de Joey. Sabía que la estaba observando, pero la castaña imaginaba que la estaba viendo con aquellos ojos de amigo fiel que siempre había sido; era tan ingenua que ni podía darse cuenta de cómo podía cambiarlo todo una simple mirada.
―¡Se besaron! ¡Ah! ―soltó un gritito ahogado.
Joey se limitó a reír ―. Pues, bien por ellos.
Se recostó un poco más en el sofá, y se pegó al lado de Savannah. La chica lo notó como un gesto común, y por eso no le dio importancia, aunque no iba a negar que si hubiera sido Blake, las cosas para ella estuvieran dando giros en su cabeza.
Joey pasó una mano por detrás de Savannah, y sonrió como un niño pequeño al saber que estaba jugando con las puntas de su cabello.
«Ójala yo pudiera besarte» pensó tocando y enredando las puntas del cabello de aquella hermosa chica.
La película terminó, y Savannah se levantó del sofá.
―Tengo que apurarme, en un rato salgo con Blake.
Joey se levantó, y se colocó al frente de su "mejor amiga". No iba a negar que estaba preocupado por aquella inocente chica, no quería que nada malo le pasara, y tenía miedo de su nueva junta con nada más y nada menos que Blake Gray. La miró directamente a los ojos, intentando expresarse de la manera más sincera.
―Sav, cuídate.
―Lo sé, Joey ―respondió confundida.
Las manos de Savannah sintieron por primera vez las de Joey, y aunque para ella aquello fue nulo, el castaño sintió una sensación extraña en su pecho, y una sonrisa iluminó su rostro.
Sus manos estaban juntas, no entrelazadas, pero un simple roce ya causaba algo grande en Joey.
―Me envías un mensaje cuando llegues, y si pasa algo me avisas. Tú sabes, después de lo que me contaste me asusta que sólo quiera acostarse contigo y salgas mal... y que... ―Savannah lo interrumpió.
―Shh... ―Colocó su dedo índice en los suaves labios de Joey, y rió―. Sé lo que hago, tranquilo.
―Es que, soy tu mejor amigo, intento protegerte ―Rió.
Y para Joseph ese hubiera sido el momento indicado para darle un beso en la frente.
Separó su mano con la de Savannah, y la apreció por un último momento.
Se fueron hacia la puerta, y se despidió de él con unas cuantas preguntas en su cabeza.
―Adiós Joey.
n/a: hola! muchísimas gracias por su apoyo en la historia se les quiere mucho muchote.
espero les guste este capítulo. voten, comenten, y no sean lectores fantasmas.
-liladreams