Un beso por medialunas © ✓

By gabywritesbooks

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Ella una dulce barista, él un amargo cliente. Ambos se odian. Ambos tienen pasados oscuros. Una apuesta y un... More

-Bienvenidxs-
-Personajes-
1. Trabaja
2. Sonríe
3. Calla
4. Invierno
5. Estaciones
6. Mírame
7. Gana
8. Belén
9. Besa
10. Idea
11. Secreto
12. Preocúpate
13. Verdad
14. Casa
15. Quédate
16. Ellas
17. Cultiva
18. Trato
19. Luz
20. Café
21. Robot
22. Problema
23. Lluvia
24. Terca
25. Intenciones
26. Intervención
27. Cobarde
28. Juego
29. Respeto
30. Daño
31. Preciado
32. Distintos
33. Estrellas
34. Búsqueda
35. Prudente
36. Despedida
37. Enfermedad
38. Indirecta
39. Corazón
40. Detalles
41. Corre
42. Cree
43. Escóndete
44. Venganza
45. Peligro
46. Arriesgado
47. Explicaciones
48. Escúchame
49. Confesión
50. Mentiras
51. Amor
52. Privilegio
53. Número
54. Primera cita
55. Libertad
56. Arte
57. París
58. Entrega
59: Indecente
60. Intimidad
61. Miedo
62. Alma
63. Enamorado
64. Familia
65. Emocionada
66. Proteger
67. Papá
68. Lucha
69. Necesidad
70. Ayúdame
71. Promesas
72. Ángeles
73. Reencuentro
74. Incógnitas
Epílogo
Agradecimientos + Nota

75. Principito

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By gabywritesbooks

Capítulo 4/4 del día.

ÚLTIMO CAPÍTULO. Dedicado a quienes creyeron en esta historia desde el día 1. Gracias.

—...que los cumpla Primavera, que los cumpla feliz —cantaron todos al unísono. Acto seguido, soplé las velas del pastel que me había regalado Diego.

Casi todos mis cumpleaños los había pasado sola, hasta que me mudé a la capital, donde comencé a entablar relaciones de amistad.

Pero éste cumpleaños era más que especial para mí porque me sentía plenamente en familia.

Diego había abierto una nueva cafetería de la cual se encargaba Catalina. Yo fui promovida, quedando como encargada del Café Porteño. El sueldo era considerablemente mejor y tenía un poco más de tiempo y energía para estudiar.

—Nosotros ya nos vamos —anunció Teresa cuando se hizo tarde—, Facu y yo tenemos a una cena con sus padres. Feliz cumpleaños, pequeña —se acercó a mi oído para susurrar algo que nadie más escucharía—. No llegaré esta noche así que cuando Belén se duerma, puedes usar mi habitación para que celebres con Aslan. Ya sabes, chaca chaca.

Solté una carcajada y le di un golpe en el hombro para que se dejara de tonterías. Sin duda ella no tenía remedio.

Poco después, Cata y Diego se acercaron para despedirse también. Ella fue a pedir el elevador mientras Diego se despedía de mí.

En caso de que se lo estén preguntando. Sí, Cata y Diego estaban saliendo ahora. Eran de esas parejas «casuales» que solo se visitaban de noche, pero estaban comenzando la etapa de ampliación de derechos y obligaciones.

—La semana que viene no estaré en la ciudad, Prim. Dos de mis mejores amigos del colegio se casarán. Así que te dejo encargada de absolutamente todo. Confío en ti. Nada de regalarles medialunas a los clientes —entornó los ojos.

— ¿Ya te enteraste? —me reí.

—Siempre lo supe. Sé que darle medialunas a tu noviecito te concedió un poco de felicidad. Pero no más.

—Lo sé. Lo siento, jefe.

Cuando se fueron, me quedé solo con Belén y Aslan en casa. Era hora de mi tradición de cada cumpleaños, así que le pedí a mi pequeña que me esperara en la habitación mientras buscaba El Principito para leerlo juntas.

Bueno, ahora con Aslan.

Cuando tuve el libro en mis manos, Aslan se acercó a mí con curiosidad y me lo pidió. Lo examinó con cuidado y me miró con el ceño fruncido.

— ¿Dónde conseguiste este libro?

Me pareció extraña su pregunta, pero no me molestó contestarle.

—Me lo regaló un niño en mi onceavo cumpleaños. Bueno, no me lo regaló exactamente. Intentó lanzarlo a la basura, y cuando quise devolvérselo me dijo que no lo quería, que yo me lo podía quedar. Así que lo hice, y desde entonces lo leo en cada año.

Aslan sonrió mordiéndose el labio inferior. Me miró con tanta adoración que tuve que contener la respiración para no derretirme.

—Quizás siempre estuvimos destinados a querernos —murmuró entregándome el libro.

— ¿Qué quieres decir?

—Ése es mi libro. Lo reconozco porque marqué su lomo con una A, y porque la primera página tiene una dedicatoria de mi hermana, Florencia. La vez que intenté deshacerme de él tenía trece años y recién había ocurrido el incidente con las amigas de mi hermana. Mi familia y yo viajamos a Rosario a visitar a mi abuelo que estaba muriendo, y lo único que recuerdo era que estaba tan triste por todo lo que ocurría en mi vida que no quería creer en fantasías de cuentos. Así que intenté botarlo.

Lo miré con incredulidad y procedí a revisar el libro yo misma. En efecto la A seguía marcada en el lomo aunque el tiempo la había ido borrando de a poco. En la primera página estaba esa dedicatoria que siempre consideré bonita, pero nunca supe quién era "F".

Aslan pronunció las mismas palabras que estaban escritas en la primera página:

— «Los principitos no viven solo en los cuentos. De todas maneras, asegúrate de que el cuento de tu vida sea uno que valga la pena leer. Te quiero siempre, F.»

Llevé el libro a mi pecho sin poder creerlo. Siempre fue él. Había sido él durante casi toda mi vida. Quizás conocerlo siempre fue parte de mi destino, y si existían los amores de por vida, sabía que él era el mío.

Sentí sus dedos acariciar mi mejilla y luego mi cuello, despertándome del pequeño trance en el que me había sumergido. Lo miré a sus intensos ojos oliva y miel mientras él esbozaba una tierna sonrisa.

—Este fue el único regalo de cumpleaños que recibí cuando era pequeña —confesé—. Me regalaste ilusiones cuando solo conocía desdichas. Me regalaste viajes cuando tuve que recluirme en cuatro paredes sin saber cómo escapar. Me regalaste alegrías cuando lo único que conocí fue tristeza. Sin saberlo, fuiste tú quien alumbró algunos de mis días durante una juventud lúgubre. Y años después, fuiste tú la persona que me rescató de mis complejos, fuiste la persona que me aceptó sin importar mis errores, fuiste la persona que me amó a pesar de no tener nada para ofrecer más que mis propios sentimientos. Fuiste tú quien me hizo libre de las maldades del mundo, y al mismo tiempo me volvió esclava del amor. No me alcanzarán los años para demostrarte cuánto te quiero, Aslan. Solo me queda pedirle al destino que si existen las otras vidas, pueda encontrarte de nuevo para seguir queriéndote.

—No tienes que demostrarme nada, solo permite que mis labios siempre tengan donde aterrizar, y que mis cariños siempre calienten tu corazón. No pienses en otras vidas y ámame en esta con la misma locura con la que te amo, Invierno.

Sus labios acariciaron los míos, erizando cada milímetro de mi piel y obligándome a doblegar todos mis sentidos solo por él. Por supuesto que lo amaba con locura. Lo amaba tanto que me dolía el pecho al no poder contener más estos descabellados sentimientos. Lo amaba tanto que sentía que todo en mí le pertenecía, confiando en que él jamás me dejaría caer.

Nos separamos siendo conscientes de que Belén estaba en otra de las habitaciones. Tomados de la mano fuimos hasta donde estaba ella, y nos sentamos cada uno de un lado para comenzar a leer El Principito.

Era de noche y no podríamos leer todo el libro. Así que escogí el capítulo del zorro, sintiendo que algo en esas líneas podría asemejarse a mí.

Pasé años sintiéndome sola, sin pertenecer a ningún lugar. No conocía el cariño de verdad y cuando comencé a trabajar en Buenos Aires, me adapté a una rutina que respondía al terror de ser encontrada por Jorge. De alguna manera yo era el zorro, pidiendo a gritos a alguien que me domesticara, que iluminara mi vida como un radiante sol.

Y de las formas más inesperadas, un principito pudo lograrlo.

¿Qué hay que hacer?, dijo el principito —leí en voz alta, sintiendo la mirada de Belén y Aslan sobre mí— Hay que ser muy paciente, respondió el zorro, te sentarás primero a una cierta distancia de mí, así, en la hierba. Yo te miraré con el rabillo del ojo y tú no dirás nada. El lenguaje es fuente de malentendidos. Pero, cada día, podrás sentarte un poco más cerca...

Recordé esa primera tarde cuando Aslan y yo nos conocimos. Definitivamente el lenguaje era una fuente de malentendidos. Incluso hoy día era imposible olvidar cuando me llamó «señorita de la sonrisa falsa». Vaya que era un tipo insoportable, y vaya que me hizo enojar.

Pero él tenía un punto, yo le había fingido una sonrisa esa vez para ganarme cincuenta pesos.

Aun así él regresó varias veces después de eso. Incluso aceptó darme un beso si yo le entregaba medialunas para poder ganarle una apuesta a Cata.

«No te vayas, Primavera» fue la primera vez que se preocupó por mí.

«Todos los días soy oscuridad. Cuando muestro luz me temo que no es propia, sino un reflejo de la de los demás» fue la primera vez que me contó algo personal.

«Eres un pequeño rayo de luz. A veces imperceptible pero capaz de encandilar cuando se lo propone» fue la primera vez que me halagó de verdad.

«Vaya, Invierno se está descongelando un poco» fue la primera vez que estuvimos fuera del Café. La lluvia caía a cántaros y aun tras haberlo golpeado, se quedó allí conmigo.

«Puedo permitir que me hiera a mí, pero jamás a ti» fue la primera vez que me habló de Cynthia y estuvo dispuesto a enfrentarla por mí.

«Yo creo en ti, Primavera» fue la primera vez que alguien, en toda mi vida, me decía esas palabras.

«¿Cuándo comprenderás que eres todo?» fue la primera vez que alguien me decía que yo valía algo.

«Me estoy volviendo loco por ti» fue la primera vez que aceptó sus sentimientos por mí y me besó.

«Quedarse cerca de ti es uno de los mejores privilegios que alguien podría recibir en su vida» fueron sus palabras cuando le conté sobre mi pasado.

«No necesitas ser hermosa para despertarlo todo en una persona, y aun así lo eres» fue la primera vez que alguien me decía que era bonita. Fue la primera vez que tuve una cita.

«No me enamoró tu cuerpo, me enamoró tu alma» fue la primera vez que alguien me amó de verdad.

Aslan se aclaró la garganta sacándome de mis pensamientos, sus ojos atravesando los míos con toda la calidez que era posible.

Esta vez fue él quien continuó con El Principito, recitándolo de memoria:

Al día siguiente, el principito volvió. El zorro le dijo: más te vale haber venido a la misma hora. Si tú vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, desde las tres empezaré a sentirme feliz. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro, ya me agitaré y me inquietaré: ¡descubriré el precio de la felicidad! Pero si vienes a cualquier hora, no sabré nunca a qué hora preparar el corazón... Los ritos son necesarios.

Sin darse cuenta, Aslan me había domesticado, me había enamorado. Me había enseñado que la vida tiene un sentido y que todos podemos ser el sol de los demás, así como dejarnos deslumbrar ante la luz de otros.

Nos quedamos los dos contemplándonos uno al otro, probablemente pensando lo mismo hasta que Belén nos trajo a la realidad.

—Aslan, ¿puedes quedarte esta noche con mami y conmigo?

Esa era una pregunta complicada.

Tanto Aslan como yo sabíamos las implicaciones que tendría decir que sí: Belén lo asumiría como esa figura paterna que no había tenido nunca —si es que no lo había hecho ya—. Permitirle dormir con nosotras significaba que ambos creíamos que este era el comienzo oficial de nuestra familia, pero ¿estaba él dispuesto a aceptarlo?

Para mí, que un hombre durmiera con nosotras significaba un compromiso a largo plazo. Que yo lo estuviese considerando en este momento formalizaba lo que yo quería con Aslan. Le ponía la etiqueta de «te quiero por un tiempo definido, que se traduce en un para siempre».

Él también lo estaba considerando.

Entonces me traicionó:

—Creo que depende de tu mamá. Ella es quien decide aquí.

—Mami dirá que sí, se pone cachonda cuando estás con nosotras.

Abrí los ojos como platos y Aslan soltó una carcajada ante las palabras de la niña.

—Pensé que le explicarías lo que significaba y que no debía volver a decirla —espeté frunciendo los labios.

—Te lo juro que lo hice. Soy inocente, de verdad —respondió él entre la risa y la súplica.

—Mami, ¿Aslan puede quedarse? Por favor, por favor, por favor.

—Podrá quedarse si me prometes que no dirás la palabra «cachonda» nunca más.

—Te lo prometo —juntó sus palmas e intentó manipularme con un pequeño puchero.

—Puede quedarse.

Tras una pequeña celebración de su parte, nos acostamos los tres en la cama. Belén, por supuesto, abrazó a Aslan y me dejó por fuera aunque fuese mi cumpleaños. Él lo notó y solo se rio ante el hecho.

—Aslan —llamó la niña mientras hundía la cara en su pecho—, ¿tú nos quieres?

Él me miró con una sonrisa, la cual le devolví.

Yo había intentado darle todo el cariño posible a Belén desde el primer momento que la tuve en mis brazos. Intenté hacerle ver que no necesitaba a un padre que la cuidase y que su madre valía por mil. Pero sabía que en el fondo ella necesitaba saber que la razón por la que no tenía un padre no era por falta de cariño.

—Por supuesto que las quiero, pequeño terremoto —le susurró él.

De un momento a otro la pequeña se quedó dormida, así que Aslan se tomó la libertad de hacerme cariños en el cabello obligando a que mis párpados comenzaran a traicionarme.

— ¿Cuál fue tu deseo de cumpleaños? —preguntó en un susurro mirándome con curiosidad.

—Esta vez no necesité pedir uno porque todo lo que había deseado alguna vez ya se hizo realidad.

Sonrió.

—Cierra los ojos, duerme y sueña. No te conformes y cada año pide nuevos deseos. Ahora cuentas con alguien que te ayudará a hacerlos realidad. Siempre.

— ¿Siempre?

—Siempre.

______

Nota de autor. Sé que había dicho que publicaría esto mañana, pero no pude. Quería darle el cierre hoy y derretir un poco sus corazones. 

Sí. Este es el final, se acabó. Espero que la hayan disfrutado desde el principio hasta la última palabra. Espero que Aslan las haya conquistado y que Primavera las haya llenado de esa valentía que todas necesitamos. GRACIAS a quienes se han quedado hasta acá. ❤

Mañana publicaré el Epílogo [siendo un poquito fiel a mis palabras jaja], porque hay una última victoria de Aslan y Prim que merecen leer. 

A ti, lector/a, recuerda siempre que mereces un amor bonito. Mereces que te amen por lo que eres y que luchen por ti. Mereces que te quieran. No busques una bonita historia de amor en los libros... ¡constrúyela! 

Nos vemos mañana en el epílogo. ❤

Les quiere. Gaby.

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