Anchor ➳ James Sirius Potter

By __jmnsmile

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❝ Algunas veces tienes que ser tu propio héroe.❞ James Sirius Potter Fanfic ... More

『ᴀɴᴄʜᴏʀ』
『ᴀɴᴄʜᴏʀ』
ᴘʀᴏʟᴏɢᴜᴇ
─ act i
i
ii
iii
iv
v
vi
vii
viii
ix
x
xi
xii
xiii
xiv
xv
xvi
xvii
xviii
xix
─ act ii
ᴘʀᴏʟᴏɢᴜᴇ²
ii. i
ii. ii
ii. iii
ii. iv
ii. vi
ii. vii
ii. viii
ii. ix
ii. x
ii. xi
ii. xii
ii. xiii
ii. xiv
ii. xv
ii. xvi
ii. xvii
ii. xviii
ii. xix
ii. xx
ii. xxi
『thanks』

ii. v

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By __jmnsmile

  ❝If nobody has killed you 
yet, Weasley, I will do it.


El bullicio en el gran comedor era típico de ver cuando Gryffindor y Slytherin se iban a enfrentar en un partido de Quidditch. Isabelle ya había presenciado uno de aquellos encuentros, pero en aquella vez Slytherin había ganado el partido, causando el descontento de todos los leones y sobre todo entre los jugadores, por supuesto que el resto de partidos habían sido favorables para la casa escarlata, pero eso no quitaba la molestia ante la pérdida.

Esta vez el equipo de los leones había practicado sin descansar para ganar la copa de Quidditch, pero las serpientes también habían estado igual de ocupados con las practicas, eso lo sabía de antemano, pues su hermano pertenecía al equipo y podía verlo agotado a causa de las constantes prácticas que tenía.

La pelirroja se sentó sin una pizca de emoción en la mesa del gran comedor, el sueño de James cayendo de la escoba se había repetido varias veces en las semanas, la voz de aquella mujer también resonaba constantemente en su cabeza y eso sumándole las ocupaciones con los estudios y las noticias de más muertes en el periódico no la dejaban tranquila, soltó un suspiro al ver como todos salían corriendo hacia el campo de Quidditch. Amber había advertido a McGonagall sobre aquel extraño sueño, no especificando quien sería el afectado, pero sí que debían tener cuidado y tener vigilado los alrededores.

— ¿Vienes? —preguntó Lucy, la pelirroja la miró y asintió con la cabeza, no quería ir al juego, pero debía asegurarse que todo estuviera bien, así que junto a una Lucy emocionada por el partido caminaron fuera del gran comedor junto a la multitud de estudiantes alborotados por los sucesos que pasarían en minutos.

En otras circunstancias ella habría corrido emocionada también hacia uno de estos partidos. En Salem también tenían sus equipos de Quidditch, aun que al ser dos casas las que participaban estos partidos tenían ese toque más competitivo. Su familia era muy fanática desde siempre a este juego por lo que ella terminó teniendo también un fanatismo a ese deporte, al que, por supuesto no jugaría porque jamás aprendió a controlar bien la escoba, y era un caso perdido que lo intentara.

— Tu madre odiaba el Quidditch cuando llegó a Hogwarts — la pelirroja dejó de escuchar a su amiga y volteo un poco la mirada hacia Fred—, nos trató como barbaros por jugar algo tan salvaje, aun cuando en Salem también lo hacen.

La chica rio un poco recibiendo la mirada curiosa de Lucy, negó con la cabeza y siguieron caminando hasta que a lo lejos la silueta de aquella mujer se volvió a presentar, las miradas de ambas se conectaron y ella sonrió mientras le saludaba, de un momento a otro volvió a desaparecer, se dio la vuelta y vio a Fred con el ceño fruncido. En uno de los tantos sueños había descubierto que ella también podía ver a Fred, incluso podía tocarlo y lo que era aún peor, podía hacerle daño, por supuesto que el daño que sintiera Fred, ella lo sentiría y viceversa, por lo que cuando en uno de sus sueños ella ataco al pelirrojo, Isabelle despertó con una enorme marca roja en su cuello.

— ¿Podrías adelantarte?

— ¿A dónde vas? —preguntó.

— Debo hacer algo. —respondió y caminó hacia los vestidores de los equipos, Roxanne le había explicado que este se divida en dos partes; uno para las mujeres y otro para los varones, así podría mantener la privacidad de las jugadoras y evitar que algún pervertido que este en el equipo las molestara. Por lo que Isabelle se maldijo mentalmente antes de entrar al vestidor de varones y recibir los comentarios de los que estaban dentro, su objetivo era un azabache que al parecer se había desaparecido entre tantas personas.

— ¿Buscas a James? —preguntó Marcus Levi, ella asintió y el chico señalo al fondo del lugar donde definitivamente estaba el chico, Isabelle sonrió y caminó hacia el azabache.

— ¿Qué haces aquí? —preguntó alarmado al ver a la chica frente a él, sobre todo porque estaba prohibido que alguna mujer entrara ahí.

— ¿Es necesario que juegues?

— Soy el capitán y buscador, es mi deber. —respondió y ella suspiró— Prometí cuidarme, ¿recuerdas?

— No deberías, es un juego de barbaros.

— ¡Oye! —se quejaron James y Fred quien estaba sentado recordando todos los momentos antes de un partido, incluyendo los raros discursos de Oliver Wood.

— Lo siento, pero, es que, esto es muy rudo y puedes hacerte daño y...

— ¿Estas preocupada por mí? —la pelirroja rodó los ojos al escuchar aquel típico tono molesto de voz que James poseía cuando quería hacerse el chico todas me aman, cerro su puño y golpeo el brazo del azabache— Voy a estar bien rojita.

— Odio ese apodo.

— Lo sé. —sonrió.

— ¡James debemos salir!

— No juegues... —suplicó la chica.

— Voy a estar bien, es más, terminado el partido prometo llevarte a un picnic improvisado en el lago negro.

— ¿Picnic?

— ¡James!

— Debo irme, rojita. —respondió dando un rápido beso en la frente de la chica y salió corriendo hacia el resto del equipo dejando a Isabelle con la palabra en la boca, soltó un suspiro y se sentó en una de las sillas, más específico, frente a su pelirrojo compañero.

— Debes confiar en las habilidades de James.

— Ella puede hacerte daño aun cuando nadie puede verte, ha estado jugando con mi cabeza hace semanas, ¿quién dice que no puede meterse a la cabeza de James? —guardó silencio cuando escucho todos los vitoreo sabiendo que el partido había dado inicio, miró sus muñecas y observó la marca que habían aparecido luego de volver a soñar con aquella mujer.

— Sabes lo que debes hacer, cariño. —ambos pelirrojos alzaron la mirada y observaron como aquella persona se daba vueltas por todo el vestidor tocando cada prenda que había sido dejada ahí, Fred por impulso se levantó poniéndose frente a Isabelle, provocando la risa de la morocha— Puedo matarte en un segundo y desaparecer lo poco que queda de ti en este mundo, pero te necesito vivo a ti también, por desgracia.

— No deberías estar aquí.

— Puedo estar donde quiera. —respondió y se sentó observando a ambos chicos— Isabelle mi causa es noble, quiero salvar al mundo mágico de gente impura que solo quiere mezclarse entre los puros, sé que piensas que nuestra idea es igual a la de Voldemort, muy patética su idea cuando él era uno de ellos. Esto beneficia a todos, pero solo se podrá cumplir si me ayudas.

— No tiene nada noble si quieres traer a un psicópata de hace siglos.

— Isabelle, Isabelle, Isabelle. —se levantó y levanto su mano— El gran maestro siempre busco la salvación del mundo mágico, si aquello hubiese sido posible jamás hubiésemos corrido el peligro que era tener a Grindelwald o Voldemort sueltos, por nombrar a los más conocidos. Si los supuesto héroes en aquella época no hubiesen irrumpido, nadie hubiese muerto, nadie sufriría como sufren ahora, incluso Fred jamás hubiese muerto y sería feliz junto a tu madre y el que decía ser el amor de su vida, tu padre, no hubiese irrumpido entre ellos.

— ¿Qué?

— Oh, no lo sabias. —ella rio y observó al pelirrojo al lado de la chica— Al parecer si cumpliste con llevarte tus sentimientos a la tumba, lastima.

— Mientes.

— ¿Mentir? ¿Yo? —la mujer caminó hacia la pelirroja y coloco ambas manos en su cabeza. Isabelle abrió los ojos y se encontró frente a una fuente, observó a ambos lados y vio a su madre reír junto a Fred, los ojos de ella estaban cerrados a causa de las risas, el pelirrojo por su parte había dejado de reír para ver con una sonrisa hacia la mujer frente a él como si fuera la única persona en el planeta.

Isabelle sonrió cuando vio a su madre dejar un beso en la mejilla de Fred, pero aquella sonrisa se borró cuando la vio salir corriendo hacia el interior del castillo cuando su padre había llamado a su nombre dejando al pelirrojo ahí, este miró por donde ella se había ido y soltó un suspiro mientras se levantaba del lugar pateando una pequeña roca.

La imagen cambio rápidamente, el pasillo del castillo ahora lucia algo oscuro y destruido, varios escombros se encontraban alrededor dándole un aspecto tétrico. Isabelle se abrió paso entre ellos aun sin saber a dónde dirigirse, pero entonces a lo lejos escucho las voces de dos personas, frunció el ceño y siguió el ruido hasta dar con la cabellera castaña de su padre y la pelirroja de Fred, ambos parecían tener una pelea y por desgracia era el pelirrojo quien iba perdiendo pues su varita había sido expulsada dejándolo indefenso ante Joseph. Isabelle corrió hacia ellos sintiendo su corazón romperse aún más, al llegar se colocó detrás de Fred.

— Si nadie te ha matado todavía, Weasley, lo haré yo.

— ¿Crees que dejare a Adeleine con un hombre como tú?

— Si tan solo hubieses abierto la boca eso no hubiese pasado, voy a hacerla feliz. —el hombre saco su varita y la alzó amenazando al pelirrojo, de lejos se escuchó el nombre del chico—Te prometo que la voy a hacer feliz, mientras tu desaparezcas.

— ¡Fred!

— ¡Bombarda!

Antes de que el pelirrojo pudiera hacer algo la pared había caído sobre él, una cabellera pelirroja y otra castaña se acercaron corriendo hacia donde había ocurrido la explosión.

— ¿Creíste que tu padre era el ser más puro del planeta? —escuchó la voz de la mujer cuando por fin había regresado a la realidad. Isabelle miró a Fred, esperando que negara todo lo que vio, pero él solo desvió la mirada, dándole a entender que todo lo que vio había sido cierto, siguió observando al pelirrojo hasta que noto como sus ojos estaban llenos de lágrimas mientras que ella ya se encontraba con sus mejillas empapadas de lágrimas— Tu padre siempre planeo que esto sucediera, nada fue una simple casualidad, puedes vengar todo lo que hizo si...

— No lo hare... —susurró— No voy a ser un monstruo como él, ni como tú.

— Bien, si así lo quieres. —el sonido de un chasquido de dedos inundo el lugar y los gritos fuera del vestidor llamando a James alertaron a Isabelle, quien miró hacia fuera de los vestidores y corrió para toparse con la escena que más temía; James en el suelo junto a su escoba destrozada. 

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