¿Quién llamaría a las cuatro de la madrugada?
Apartó las sábanas y descolgó el teléfono.
Su corazón dio un salto al escucharse a sí mismo gritando al otro lado de la llamada.
Despertó de golpe y su mirada se topó con el reloj. Las manecillas que brillaban en la oscuridad marcaban las 3:58 a.m.
Se incorporó para darle al interruptor de luz, pero ya había una mano sobre él.