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By Ariana_Godoy

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[COMPLETADA] ¿Es posible enamorarse de alguien sin conocerlo? ¿Sin haberlo visto? ¿Es posible desarrollar sen... More

P R Ó L O G O
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D O S
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C I N C O
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21. V E I N T I U N O
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V E I N T I O C H O

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By Ariana_Godoy

—¡Panteras! ¡Panteras! ¡Panteras!

Los gritos a mi alrededor me aturden, hago una mueca, y sacudo mi oído. Esta demás decir que todos están emocionados por el juego de esta noche. Las luces blancas de la cancha de fútbol resplandecen en la semi-oscuridad de un cielo que aún conserva un poco de naranja oscuro del atardecer.

Los deportes nunca han sido lo mío, siempre fui la niña que se quedaba después de clases en el salón arte o leyendo un libro sobre técnicas de pintura en mi tiempo libre entre clases en la escuela. Y luego de que mamá enfermara, mi enfoque solo fue ese: su enfermedad y luego la mía.

Así que nunca me han llamado la atención los deportes, me atrevo a decir que no entiendo algunos de ellos como el del juego de esta noche: El fútbol.

Agradezco la existencia de Google y su capacidad de explicarte cosas en muy poco tiempo: Dos equipos, un balón, para ganar cada equipo tiene que meter el balón en el arco del equipo contrario. Simple.

Gracias Google.

A mi derecha, Perla se mete dos dedos en la boca y chifla tan fuerte que cubro mi oído, ¿Dónde aprendió a chiflar así?

A mi izquierda, Diego esta muy ocupado hablando con una chica que esta a su otro lado, envidio su confianza y su capacidad de hablar con cualquier persona con tanta tranquilidad.

No puedo negar lo extraña que me siento en este lugar. Es la primera vez que estoy en un lugar con tantas personas, es la primera vez que vengo a un juego de fútbol. Ni siquiera se porque vine, tal vez quería aventurarme fuera de mi zona segura, los lugares llenos de gente son algo que he evitado por tanto tiempo por mis miedos.

Sin embargo, aquí en las gradas, en medio de docenas de adolescentes y algunos padres que gritan, chiflan, y hablan, me siento incomoda.

Las porristas salen y entusiasman al publico con sus pompones en el aire y su apretado uniforme negro con lineas azules oscuro. Sonrío, ellas se ven tan alegres, tan bonitas con sus cabellos recogidos en una trenza y un ligero maquillaje.

Oigo a Perla suspirar y la miro, sus ojos están llenos de tristeza y anhelo hasta que salen de la cancha la cual se calma, y por fin mis oídos descansan. Nos sentamos y me giro hacia Perla.

—¿Estas bien?

Ella asiente, apretando sus labios ligeramente.

—Siempre quise ser porrista.

—Oh, ¿Y por qué estas aquí y no allá entonces?

—Ellas no están listas para aceptar mi tipo de belleza,— Perla me mira y me sonríe, —ser delgada aún es un requisito para entrar.

—¿Quién lo dice?

—Nadie lo dice pero cuando intenté entrar, me dieron cualquier excusa, que no era muy flexible, que no veían mi motivación,— ella sopla, poniendo un mechón de su cabello detrás de su oreja, —por lo menos, no me dijeron que no me aceptaban por gorda directamente.

—Eso es terrible, lo siento.

—No te preocupes, he aprendido que mi tipo belleza es demasiado para mucha gente todavía, pero ya se acostumbraran.

—¿Tu tipo de belleza?

—Así es, hay belleza en cada uno de nosotros, Klara. El problema no es que vengamos al mundo con diferentes caras o cuerpos, o lo que tengamos o carezcamos, el problemas es que nosotros mismos hemos creado pautas y reglas para lo que es considerado belleza y cuando alguien se sale de esas pautas, cuando alguien posee un tipo de belleza que se sale de las lineas, es echado a un lado y forzado a creer que carece de belleza cuando todos hemos venido a este mundo cargados con nuestro propio tipo de belleza, ¿O por qué crees que Dios se tomó la molestia de hacernos a todos diferentes? Todos fuéramos exactamente iguales si la belleza fuera valida de una sola forma.

—Me gusta tu forma de ver las cosas.— tomo su mano, —me das mucho animo.

Ella aprieta mi mano.

—Creo que somos almas gemelas, Klara.

—Espera, espera, espera,— Diego nos llama, y yo me enderezo en mi asiento para mirarlo y para que Perla también pueda verlo, —¿Almas gemelas? ¿No crees que vas un poco rápido, Perla? Recuerda que Klara me declaró su amor no correspondido hace dos días.

Perla voltea los ojos.

—No correspondido así que ella esta soltera, ¿no?

—Guao,— Diego menea su cabeza, —Piraña.

—¿Disculpa?

—Eres una piraña de corazones,— Diego pasa su mano por detrás de mi y me abraza de lado, —como la pobre Klara esta despechada por mi rechazo, tu vienes y te aprovechas como una piraña.

Yo me río un poco y Perla agarra el brazo de Diego y lo quita de mis hombros.

—Eso no tiene ningún sentido, Diego, ¿Piraña? ¿En serio?

—Diego.— la chica a su lado se queja, jalando la manga de la camisa de Diego.

—Volveré.— Diego nos susurra antes de girarse para hablar con la chica.

El juego comienza y con el mis ganas de cubrir mis oídos, y mis ojos al darme cuenta de que Kang es parte del equipo y que tendré que observarlo todo el transcurso del juego como un recordatorio andante de mi corazón roto.

Él se ve tan diferente en el campo de juego, no se como explicarlo, se ven tan seguro de si mismo, pero a la vez tan serio, tan cerrado. No se ve como el chico en el pasillo de auditorio, capaz de sonrojarse con facilidad, ni como el chico que sonríe en el pasillo cuando todos los saludan.

Su cabello negro empapado en sudor se pega a su cara y su frente, dejándome ver por primera vez lo perfilada que es su cara. Su uniforme es negro con rayas azules y tiene una pantera en el frente, le queda muy bien.

Intento no mirarlo, mis ojos navegando por los otros jugadores pero sin poder evitarlo, siempre vuelvo a observarlo a él y es doloroso. Kang es mi primer amor así que asumo que es normal sentirme de esta forma tan deprimente al saber que él solo quiso ayudarme lo cual me hace sentir terrible porque no es su culpa que yo me haya enamorado.

Escucho un suspiro, y le echo un vistazo a Diego, quien no tiene sus ojos sobre el campo de juego sino sobre el frente de las gradas. Sigo su mirada y para mi sorpresa, es la pelinegra que me atormentó el otro día. El brillo en los ojos negros de Diego me dice que ella es alguien especial para él, ¿o me estoy imaginando cosas?

—¿Diego?— él no me oye, —¿Diego?

Él sale de su hechizo y parpadea.

—¿Si?

—¿La conoces?— pregunto, ojeando a la chica.

—Es mi ex-novia.

—¿De verdad?— no puedo creer que Diego haya salido con ella. Después de como me trató, las palabras horribles que me dijo, aunque no le guardo rencor, no me parece la mejor chica del mundo.

Diego arruga sus cejas ante mi expresión.

—Si, ¿Por qué te sorprende?

Me encojo de hombros.

—Por nada,— Diego me observa como si no me creyera, —¿Por qué terminaron?

Él se lame los labios, apartando la mirada.

—No quiero hablar de eso.

—Claro, entiendo, veamos el juego.

La incomodidad de esa conversación se desvanece con el pasar del juego. Bajo la mirada, y me quedo viendo mis manos sobre mi regazo, lo delgado de mis dedos y la fragilidad de mis uñas. Mi cuerpo se ha recuperado mucho de la quimioterapia pero aún hay algunas partes que deben volver a la normalidad.

Cuando levanto la vista, ya casi es el descanso de medio tiempo, pero algo ha cambiado, al ver toda esta gente a mi alrededor, todos concentrados en algo de lo que no formo parte, mi corazón comienza a acelerarse, aprieto mis manos sobre mi regazo. Mis ojos evalúan el camino para bajar de las gradas hasta salir de las mismas, me tomará mucho tiempo.

Necesito salir de aquí.

No puedo respirar.

Voy a avergonzarme delante de toda la preparatoria.

—Voy...— me falta el aire, —al baño.— me pongo de pie y le paso por el frente a Diego para salir de ahí.

—¿Klara?

—Ya vuelvo.

Le paso por el frente a un montón de gente sentada y bajo las escaleras de las gradas, sosteniendo mi pecho como si mi vida dependiera de ello.

No puedo respirar.

Cada vez que intento tomar una respiración profunda, mi aliento queda atorado en mi garganta, y comienzo a desesperarme. Le doy la vuelta a las gradas y me recuesto en un pared oscura y oculta detrás de las mismas.

Puedo sentir mi corazón en mi garganta, lagrimas de miedo ruedan por mis mejillas porque no hay aire entrando en mis pulmones, me estoy ahogando.

Y estoy sola, voy a morirme aquí sola, nadie va a ayudarme.

Con dedos temblorosos, saco mi celular pero se me cae de las manos, la sensación de hormigueo extendiéndose por mi cara y mis extremidades, estoy hiperventilando.

Se que voy a desmayarme si esto sigue escalando así que trato de recordar lo que el Dr. B me ha dicho.

Cuando estas teniendo un ataque de pánico, tu cerebro tiene a tu cuerpo en la reacción de lucha o huida, bloqueando completamente la parte racional de tu cerebro que es la corteza prefrontal. Por eso no puedes pensar racionalmente, y crees firmemente que morirás sin ninguna base o razón verdadera. Lo primero que debes hacer es calmar tu cuerpo, tu mente, para que salga de ese estado de lucha y huida y puedas pensar con sentido de nuevo.

Calmar mi cuerpo.

Me deslizo por la pared hasta quedar sentada en el suelo, estiro mis piernas frente a mí, y pongo mis manos sobre mis muslos, cerca de mis rodillas. Cierro mis ojos, y levanto los dedos de una mano y cuando los bajo de nuevo contra mi muslo, levanto los dedos de la otra mano para dejarlos caer sobre el otro muslo y así sucesivamente, como si estuviera dándome palmadas en secuencia sobre ambos muslos, en un ritmo suave y tranquilo.

Me enfoco en esa secuencia, en la sensación de mis dedos cuando bajan sobre mis muslos una mano a la vez.

—Estoy calmada.— repito las frases que el Dr. B ha practicado conmigo, —Estoy a salvo, estoy...— trago, —protegida.

Cuando mi atención quiere volver a mi acelerado corazón o a mi dificultad para respirar con profundidad, lucho por enfocarme en las palmadas de mis dedos sobre mis muslos, siguiendo el ritmo.

—Estoy calmada, estoy a salvo, estoy protegida.

Repito las mismas palabras una y otra vez, manteniendo el movimiento de mis manos sobre mis muslos. Mi respiración comienza a regularse, al igual que mi corazón pero no me detengo. Continuo con lo mismo hasta que puedo respirar con normalidad.

Abro mis ojos, y me quedo ahí, asimilando lo que acaba de pasar. Una sonrisa se expande por mis labios, mi pecho apretándose en orgullo porque por primera vez, pasé un ataque de pánico sola, sin la ayuda o asistencia de nadie, usé las herramientas que me dio el Dr. B y funcionó, pude manejarlo.

Ahí sentada en medio de la oscuridad solitaria detrás de las gradas, sonrío abiertamente ante una gran victoria.

>>>>>>> Doble Actualización >>>>>>>>>>>> 

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