Los calcetines de Carrie (l.h...

Від juliatequila

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Ella lucía explosiva, su encuentro había sido fugaz y espontáneo; unas cervezas, una identificación olvidada... Більше

u n o
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v e i n t i u n o
v e i n t i d ó s
v e i n t i t r é s
v e i n t i c u a t r o
v e i n t i c i n c o: Hola, Luke.
Agradecimientos y planes futuros.

d i e c i s é i s

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Від juliatequila

—Qué bueno que están bien, muchachos. Bibbie y las demás estábamos muy angustiadas, así que...

—Los seguimos —interrumpió Bárbara a Willow May. Entornando los ojos y encogiéndose de hombros—, nada del otro mundo, después de su numerito todos huyeron de casa de Jason...

—Tu novio —la cortó de sopetón Michael. Calum estaba incómodo y se le notaba a leguas, no había querido salir de la camioneta cuando Bibbie, Willow y dos de las chicas que venían acompañándolas se asomaron por la ventanilla de Betty para verificar que no habíamos quedado deformes por los golpes.

Bibbie pareció pensárselo, las mejillas se le enrojecieron y miró con el ceño fruncido y las mejillas infladas a Michael. El rubio flequillo le cubría las cejas. Soltó el aire contenido en un agudo bufido.

—No es mi novio —cortó diciendo—, pero aún así, lo siento, Ashton.

—No tienes que disculparte, Bibbie, no fue tu culpa.

—No puedo evitar sentir que así fue.

—Estamos bien —informé con las manos dentro de los bolsillos del pantalón. Mi camiseta estaba estirada del lado derecho del cuello y el cabello lo tenía hecho un desorden, liso de unas partes, parado y tieso de otras y los rizos desordenados al frente.

Bibbie miró en dirección a Calum con los ojos inquietos y la boca apretada formando una línea recta, sabía que ella quería preguntarle directamente cómo estaba y Willow no había perdido el tiempo, se le adelantó y ahora estaba hablando animadamente con él, con la espalda recta apoyada sobre la puerta anaranjada de la camioneta y las rodillas flexionadas. Llevaba sandalias y una blusa rosada de tirantes que dejaba ver sus sobresalientes clavículas. El cabello le caía desordenado a los lados y completamente liso por atrás. Algo muy contrastante a Bibbie, que parecía impecable de pies a cabeza, con ese centenar de pulseras brillantes, las pestañas largas y los pantalones entallados. Willow era desastroza a un lado de Bibbie. Y creo que eso era lo que más desconcertada la tenía, ¿cómo era que Calum hablaba tan tranquilamente con Willow May cuando ella estaba ahí?, justo frente a ellos viendo como intercambiaban sonrisas y palabrería, cuando años atrás Calum se hubiese derretido instantáneamente al cruzar palabra alguna con Bibbie. Ella lo había perdido completa y totalmente. Lo más triste es que creo que lo sabía, pero como cualquiera, se aferraba a la idea más positiva. Esa que no dolía tanto.

La tensión se palpaba con la yema de los dedos y yo estaba en medio de todo. Las miradas asesinas de Bibbie me atravesaban primero a mí, para después llegar hasta donde su amiga.

Tenía el tiempo suficiente conociendo a Bárbara como para saber que ella se quedaría así, indiferente y sin hacer mucho caso, porque Bibbie era así. Te hacía creer que te afectaba más a ti que a ella lo que fuera que pasara.

Y durante todos los años que llevaba de conocerla, nunca, jamás, en la vida, creí que se acercaría a Calum tan agresivamente como lo hizo. La bofetada que le dio se escuchó hasta el otro lado de la calle, Willow la miró horrorizada y se apartó de ahí, pasando por un lado de mí y llegando hasta donde Michael y Ashton estaban igual de sorprendidos -y asustados- que todos nosotros ahí.

Calum la miró con los ojos abiertos como platos y desde donde yo estaba veía la espalda de Bibbie, los hombros subir y bajar con fuerza, las manos empuñadas y las piernas temblorosas. Él bajó de la camioneta, maldiciendo y con la mejilla roja, los dedos de Bárbara se habían estampado sobre la piel de su cara.

—¿Estás loca? —espetó en su cara—, ¡qué demonios te pasa, Bárbara!

—Eres un idiota —murmuró y Calum pareció no haberla entendido.

—Ya vas a empezar, a hablar entre dientes esperando que te lea los pensamientos.

—¡Dije que eres un idiota! —Y entonces Bibbie explotó—, ¿crees que no me doy cuenta cómo te insinuas a mis amigas? ¡a mis amigas, Calum!

—No veo que ellas tengan problema con eso.

Calum intentaba sonar altanero, el pecho inflado y la barbilla hacia arriba. Intentaba mantener la calma. No reventar como siempre cuando peleaba con Bibbie en el pasado. Pero era inútil, porque tarde o temprano cedería.

Porque Bibbie nunca iba a hacerlo.

—¡Y eso lo hace aún peor! —hablaba entre gritos—, a ellas parece no importarles, a ti parece no importarte. Y estoy cansada de que todos piensen que a mí no me importa... porque no es así.

—¿Y ahora qué? ¿qué vas a decirme? ¿qué piensas inventar ahora, Bárbara?

Bárbara, Calum solo la llamaba así cuando estaba enojado o cuando estaba realmente feliz, eran los dos extremos.

—¿Por qué nunca me hablaste después de eso? ¿por qué me borraste de tu vida sin más? —Y entonces supe que había empezado a llorar, porque la voz se le quebró—, te dejaste llevar por todo lo que te dijeron, cuando bien pudiste...

—¿Dejarme llevar por lo que tú me decías? ¿dejarte meterte en mi cabeza y manipularme como siempre lo hiciste? —habló Calum, escupiendo las palabras que nunca pudo decirle a Bibbie. Que se guardó durante ese tiempo. Evitándola.

Ambos se habían evitado. Construyeron sus muros y se olvidaron de lo que alguna vez fueron.

—Cuando bien pudiste dejarme explicar —completó su frase—, fue muy difícil para mí, Calum. Te necesitaba y tú solo huíste de todo lo que pasaba.

Entonces, Calum, que tenía el entrecejo tan fruncido como para unir ambas cejas, la mandíbula apretada y el pecho subiéndole y bajando rápido. Habló, habló y nadie pudo callarlo después de que abrió la boca.

—¿Quién fue el que tuvo que decirle a todos que había sido un malentendido? ¿quién arrancó todos esos carteles de las paredes y y se encargó de hacerle saber a ese chico del periódico escolar que su encabezado de "¿Bibbie es bi?" era pura basura? ¿quién crees que fue el que desapareció cada uno de esos periódicos?—Calum se ahogaba con las palabras, las frases salían de su boca una después de la otra sin piedad—, ¿de quién se burlaron lo que restó del año porque le pusiste los cuernos con Dorothy Kendrick? —sonaba herido, y vaya que lo estaba—, ese fui yo, Bibbie, no actúes como si no me hubiera afectado.

Y yo, en espera de que Bárbara entendiera y quizá considerara de alguna forma a Calum, de que su enojo pasara y se disculpara o simplemente se fuera, bajé la guardia. Cuando el brazo de Bárbara se alzó de nuevo, una segunda bofetada venía.

Calum le sostuvo el brazo, con fuerza, y ella se retorció.

La pelea más fuerte que alguna vez tuvieron definitivamente era esta. Calum contra Bibbie. Bibbie contra Calum. Ambos tenían los guantes puestos y el orgullo alto. Ninguno quería perder el round.

—No tienes ni idea por lo que pasé. —Con el brazo aún atrapado en la mano de Calum, Bárbara bajó los hombros, relajó la espalda y con las piernas aún temblorosas siguió hablando— Todos me odiaron. Y discúlpame si eché abajo tu autoestima, lo siento si lastimé tu ego. Perdón, Calum, por arruinarte, pero no seas egoísta y me eches en cara lo que sufriste, porque no tienes idea, ¿a quién crees que llamaron fenómeno y su padre dejó de hablarle por meses? Así es Calum, a mí. A mí me abuchearon en cada campeonato al que iba, a mí me gritaron idioteces en la calle. A mí, Calum. Todo por besar a una chica, estaba muy confundida y asustada... lo peor de todo fue que esperé que lo entendieras.

Preguntas y más, dudas y sollozos. Calum y Bibbie se estaban haciendo pedazos justo ahí, en la esquina de la calle Sidney.

El abrazo que Calum le dio a Bibbie nos dejó aún más confundidos. La estrujó fuerte entre sus brazos, con la barbilla apoyada sobre la coronilla de su cabeza y los ojos cerrados, los apretaba con fuerza.

O la estaba abrazando o intentaba asfixiarla para que dejara de hablar.

De reojo vi a Ashton y a Michael, a Willow May y a las otras dos chicas, todos viendo la escena sin saber qué hacer. Éramos un desfile de rostros atarantados y ofuscados.

Bibbie dejó de forcejear pasados unos segundos, relajó los músculos de la espalda y pasó los brazos por debajo de los de Calum, apretándolo fuerte contra ella. Cuando él deshizo el abrazo, ella se apartó lentamente, con las mejillas coloradas de vergüenza y la respiración regulada.

Eso era lo que Bibbie necesitaba. Lo que necesitó durante todo ese tiempo.

Y Calum también.

Pero algo me decía que de todas formas, era demasiado tarde.

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