White tears [TERMINADA]

By chechus_03

132K 2.9K 209

Día tras día, noche tras noche, lo unico que importaba en la vida de Eithan era él mismo y nadie más. Saciar... More

White tears
Capitulo 2 ESPECIAL ABIMAEL
Capitulo 3
Capitulo 4 - ABIMAEL
Capitulo 5

Capitulo 1

16K 604 93
By chechus_03

  Eithan.

  Estábamos saliendo con los chicos de la preparatoria para poder ir a comer algo a un Burger King cerca. Íbamos riéndonos de alguna de las bromas que le habíamos hecho a algún que otro chico con los que nos metíamos siempre y tambien de otras cosas sin importancia.

  Cuando llegamos al local, yo me senté como siempre con mi mejor amigo Braxton, mientras que los otros dos iban a por lo que pedíamos siempre.

  Los gastos eran lo que menos me importaban. Cuando le pedía dinero a mi madre ella me lo daba sin protestar, y si no lo hacía, bueno, sino lo hacía salía lo que ella no quería ver, así que por una o por la otra siempre terminaba dándome el dinero que quería y pedía.

  Mi padre, por su parte, como siempre estaba en el trabajo, muy pocas veces veía su cara, y la verdad tampoco quería verla. ¿Para qué? Con mis amigos era mejor pasar el rato que con los aburridos de mis padres y mi hermana menor.

-Y dime Eithan, ¿Dónde iremos esta noche?- preguntó mi amigo mientras se ponía a jugar con una servilleta haciéndola trisas.

  Braxton al igual que los demás, estaban forrados en dinero, a excepción claro por mí, pero aquello no me impedía conseguir lo que quería, después de todo, se podía sacar provecho de ellos. Siempre podíamos entrar a discotecas sin problemas y sin pagar, si queríamos algún polvo de una noche lo conseguíamos y nos íbamos al hotel que le pertenecía al padre de Brax.

  Siempre lo tenía fácil a todo aunque no era como mis amigos; ricos. ¿Por qué? Bueno porque era fuerte. Cuando alguien no quería obedecerme solo lo obligaba. Lo golpeaba hasta el cansancio o lo asesinaba con la mirada. Esa última siempre funcionaba mejor que la primera. Aunque no sé muy bien porqué, con mi mirada tenía gran influencia sobre los otros.

-La verdad me da igual- contesté encogiéndome de hombros como siempre que hablábamos de algo que no me importara- Lo unico que quiero es una buena dosis de porros, droga y sexo, con eso me conformo.

- Siempre igual- dijo mi amigo tirándose hacia atrás sobre la silla y cruzando sus brazos sobre su pecho, estirando sus piernas a sus anchas.

  Los otros dos llegaron a los pocos minutos y nos dejaron las bandejas frente a nosotros mientras ellos tomaban las suyas y se ponían a comer.

-Yo creo que ese nuevo pub que abrió será bueno y mi padre es amigo del jefe, así que podríamos entrar gratis- comentó uno de los otros dos chicos.

  Un colorado algo pecoso, de ojos café, que solo estaba con nosotros para no recibir los golpes que le daba a otros. Se “divertía” con nosotros, según tenía entendido.

  El otro, castaño oscuro, de ojos avellana, un poco más alto que el colorado, tambien se había juntado con nosotros por la misma razón, y porque así tambien le era más fácil conseguir su adicción, la cual compartíamos.

  Brax por su parte, solo salía conmigo y era mi amigo, porque siempre había dicho que no tenía nada mejor que hacer y sus padres nunca lo cuidaban. Era castaño, de ojos café algo claros, y de cierta musculatura porque formaba parte del club de natación.

  Yo por mi parte era castaño claro, casi rubio, aunque la diferencia varía según como me dé la luz en el cabello, de ojos verde agua, y d estatura casi igual que Brax y ambos compartíamos más o menos la misma complexión física. Más altos y más musculosos que el colorado y el castaño, aunque tampoco en exceso.

-Me parece bien- comentó Brax y me miró para que diera mi punto.

  Yo solo asentí con la cabeza.

-Entonces está decidido. Iremos al nuevo pub.

  Todos asentimos con la cabeza y continuamos comiendo, charlando, riéndonos y bromeándonos entre nosotros, hasta que alguien captó mi atención.

  No sabía la razón, no sabía por qué, pero no podía quitar mi vista de él. De sus ojos color como el cielo despejado. Sus cabellos azabaches, algo ya largos que le llegaban casi al hombro y algo más delgado y bajo que yo.

  Una sensación en mi estómago se despertó y despegué mi mirada de él.

-Oye- me llamó Brax- Parece que has visto un fantasma- comentó y miró hacia atrás de él, ya que allí se encontraba el chico, pero cuando lo hice y yo miré para verlo nuevamente, ya no estaba más allí. Abrí los ojos de par en par sin poder creerme que en tan solo segundos hubiese desaparecido- ¿A quién has visto para que te pusieras pálido como un papel?

-A.. A… Nadie- terminé de decir y me llevé la pajita de mi bebida a los labios.

  Una sensación extraña se apoderó de mi cuerpo en aquel momento. Un vacío. Algo que no me gustaba la sensación, pero aun así, intenté no darle importancia.

  Cuando todos terminamos de comer, nos fuimos del local dejando toda la mesa un desastre luego de la guerra de bolitas de papel que hicimos. Una mujer nos gritó que debíamos de limpiar, pero no le hicimos caso y seguimos nuestro camino hasta llegar a un pequeño parque que se encontraba a unas cuadras de mi casa junto con Brax.

  Brax se puso a armar un porro mientras yo me columpiaba en una de las hamacas del lugar de juego de los pequeños que ya no se encontraban allí por lo tarde que era.

-Esto de tener entrenamientos hasta tarde me mata- comentó mi amigo mientras le daba la primera calada.

-Ni me lo digas- comenté sacándoselo de las manos y dándole una calada tambien.

-Tú no te esfuerzas mucho que digamos- comentó mi amigo encogiéndose de hombros.

-¡Hey!- me quejé- Que te he esperado hasta que has salido y sabes lo aburrido que se me hace- comenté con una sonrisa mientras le entregaba el porro para que tambien fumara.

-Fumando de seguro ¿no?- preguntó mirándome de reojo a lo que yo me reí.

 Me conocía muy bien y tambien debió de haber sabido por mis ojos colorados, los cuales no podía ver en ese momento.

-Bueno- comenzó Brax mientras tiraba la colilla del cuatro porro que nos fumábamos- Será mejor que vaya a mi casa a cambiarme antes de ir.

-Yo tambien- comenté levantándome de la hamaca- ¿Me pasas a buscar?

-Como siempre- me contestó y luego nos saludamos chocando nuestros puños.

  Cuando llegué a mi casa mi madre se encontraba en la cocina con mi hermana de catorce preparando la cena.

-Hola cariño- me dijo mi madre como cada vez que llegaba y me regalaba un sonrisa.

  Yo solo la miré con cara de pocos amigos y seguí mi camino hacia mi habitación.

-Es un grosero- comentó mi hermana creyendo que no la escucharía, o lo había hecho a propósito, no lo sé y tampoco me interesaba.

  Me tiré en mi cama boca arriba contemplando el techo detenidamente, aunque nada interesante encontraría allí, ya lo sabía. Pero, no tenía nada qué hacer, y las tareas no pensaba hacerlas, así que…

-¿Vas a cenar idiota?- preguntó mi hermana del otro lado de la puerta de mi habitación, despertándome.

  Me pregunté en qué momento me había dormido, y luego dirigí mi mirada hacia la puerta.

-No tengo hambre- le contesté y volví a recostarme en la cama.

  La verdad era que no tenía mucha hambre y no quería comer porque sabía que mi padre estaría allí cenando con mi molesta hermana y mi madre.

  Nadie me molestó para que fuera a cenar como siempre había sucedido hacía un año atrás cuando comencé a salir con Brax y los otros amigos de él que no iban a la preparatoria con nosotros porque eran más grandes.

  No me importaba aquello, y aunque sentía un gran vació en mi corazón por haberme enterado algo que mi madre siempre había querido ocultarme, no me sentía lo suficientemente compasivo como para poder perdonarla de la noche a la mañana. No iba a hacerlo nunca.

  Miré la hora atentamente y me dispuse a irme a bañar y cambiar para poder estar listo cuando Brax llegara y no tuviera que entrar y ser radiografiado por toda mi familia.

  Cuando terminé de bañarme y salir del mismo para poder dirigirme hacia mi habitación con solo unos boxers puestos, me encontré a mi madre subiendo las escaleras.

-Podrías ponerte algo de ropa en vez de salir así, ¿no cariño?- me preguntó con su típica sonrisa en los labios y yo solo rodé los ojos antes de sacarla de mi camino con un leve golpe en su hombro y encerrarme en la habitación.

  Me puse unos pantalones algo ajustados negros, una camisa blanca suelta, un chaleco azul marino sobre esta para poder abrigarme un poco, aunque para ser sinceros poco me abrigaría y unos converse negras.

  Salí de mi habitación y tomé mis llaves antes de salir sin siquiera saludar a nadie. Ellos tampoco se molestaron en saludarme, aunque creí haber oído a mi madre decir algo que no me importó.

  Cuando llegué al porche de la casa vi un coche color fuego acercándose con las luces altas haciéndome señas, así que supuse era mi amigo, además, para ser sinceros, ¿Quién más tendría ese tipo de coche deportivo en el barrio en el que vivía?

-Móntate de una vez hombre que no quiero llegar tarde. Los otros ya están allí- me dijo algo molesto, pero supuse que lo estaba con él mismo ya que él había sido el que se había retrasado y no yo.

  Cuando llegamos la cola era infecta, pero gracias a nuestro “amigo” logramos entrar sin hacer cola ni nada y cuando divisé la barra me encaminé hacia ella como si una canción de sirena se tratara. Necesitaba alcohol en mi sistema. Quería olvidar. Olvidar por un maldito día que mi madre me había mentido toda mi vida. Que me había ocultado algo que era tan importante para mí.

  Una castaña se acercó a mí a los pocos minutos en los que estuve bebiendo hasta más no poder. Me sonrió y yo le devolví la sonrisa comiéndomela con la mirada. El vestido azul que llevaba puesto marcaba por completo su cuerpo y gracias a que llegaba a tapar sus muslos, como tambien sus pechos.

  Bailamos pegados uno al lado del otro, rosando nuestros cuerpos descaradamente, besándonos salvajemente mientras las personas que nos rodeaban comenzaban a obligarnos a pegarnos más y más. Yo ya estaba excitado y ella lo notó cuando mi hombría pegó contra ella.

  La vi sonreír lujuriosamente y luego acercó sus labios a uno de mis oídos.

-Creo que va a ser mejor que nos vayamos- ronroneó en mi oído y yo solo asentí con la cabeza, tomándola de la mano y yéndonos de aquel lugar para poder calmar mi deseo y notablemente el de ella.

  El ruido de celular me despertó y a tientas intenté agarrarlo del suelo, hasta lograrlo.

-¿Hola?- pregunté con voz de dormido aun porque la verdad era esa, quería quedarme allí en la cama dos o tres horas más.

-Oye colega, no quiero arruinarte absolutamente nada, pero deberías de venir a clases. Tenemos un nuevo juguete que se ha trasladado y debes de conocerlo.

-No tengo ganas- le contesté sin siquiera moverme de la cama.

  No tenía ganas de conocer a nadie y tampoco de molestar a nadie. Claro está que no significaba que nunca lo haría.

  Una sonrisa se formó en mis labios al pensar en todo lo que le podría hacer el nuevo por el simple de ser eso; el nuevo. Había que darle una nueva bienvenida ¿no?

  Me quité el aparato de la oreja y miré la hora. Si me vestía y me iba rápido a mi casa a bañarme llegaría a la tercera hora antes de ir a almorzar.

-De acuerdo- dije bufando levemente- Ahora iré.

  Me levanté de la cama, recogiendo mi ropa y colocándomela mientras la chica seguía durmiendo en la cama y cuando ya estuve cambiado me largué sin siquiera despertarla, porque no quería que se creyera que tendría algún tipo de relación con ella. Nunca la había tenido con nadie y no comenzaría con esa mujer que parecía que le calentaba cualquier persona que se le cruzara por al lado.

  Tomé un taxi hasta mi casa. Me bañé lo más rápido posible y salí pitando hacia el instituto siendo recibido, una vez llegado a mi salón, por mis “amigos”.

-Sí que te has tardado hombre- comentó Brax mientras rodeaba mu cuello con uno de sus brazos- Creí que no llegarías hasta el almuerzo.

  Me encogí de hombros y dejé mi mochila sobre mi banco.

-Ayer te vimos saliendo con una que….- comentó mi amigo mordiéndose el labio inferior- Que estaba….caliente.

  Los cuatro nos reímos y luego escuché que la puerta del salón se abría, dejando a la vista a un chico un poco más bajo que yo, de cabellos azabache más cortos de lo cómo se lo había visto el día anterior. Esos ojos color cielo.

-¡Oh!- exclamé señalando como un verdadero idiota y el chico se acercó a nosotros con una sonrisa en los labios algo infantil.

-Hola- comentó y me miró con esos ojos que llamaban la atención de cualquiera- Me llamo Abimael- me dijo estirando su mano hacia mí, como si pretendiera que yo la tomaría.

  Yo lo miré levantando una de mis cejas.

-¿Y ustedes qué hicieron?- pregunté a mis amigos ignorando por completo al nuevo.

-Yo…

-¿No crees que es de mala educación dejar a una persona colgada luego de que intentó ser amable?- preguntó interrumpiendo a mi amigo.

  Todos lo miramos con cara de poco amigos y luego yo me cerqué al chico, enfrentándolo con la mirada, pero parecía que no era afectado por ella.

-Yo creo que peor es que interrumpas una conversación- le contesté aun algo enfadado.

  El chico me miró algo enfadado y luego sonrió.

-Veo que educación te falta.

  Y esa fue la gota que colmó el vaso. Quise encestarle un golpe en el rostro, pero cuando me moví para hacerlo, él me detuvo con una de sus manos. Quise golpearlo con la otra, pero él la esquivó.

  ¿Cómo podía ser eso posible?

  Todos se quedaron viendo atentos para ver cuál sería mi próximo movimiento. No me humillaría frente a todos. No lo haría.

  Me zafé de su agarre en mi muñeca e intenté golpearlo nuevamente, pero fallé nuevamente. Me esquivaba cada uno de mis golpes, pero él parecía que no quería golpearme ¿o humillarme?

-¿Por qué no golpeas?- le grité ya cansado de fallar y fallar. Parándome, siendo consciente que todas las miradas estaban sobre nosotros.

-¡TODOS A SUS ASIENTOS!- le escuché gritar a la profesora de esa hora, pero yo ya no estaba como para poder prestarle atención, entonces, mientras veía que mis compañeros se sentaban, yo tomé mi mochila y me fui de allí, pero cuando abrí la puerta para poder irme.

-¿Dónde cree que va señor Lenoire?- me preguntó la profesora.

-A un lugar más interesante que escuchar su aburrido monologo de todos los días que tenemos con usted- el contesté de mala forma y me fui a la terraza, donde encendí un cigarrillo.

-¿Sabes que fumar es perjudicial para la salud?- escuché preguntar a mis espaldas y me voltee, encontrándome así con esos ojos iguales al cielo.

-¿Ahora haces propagandas?

-¿Propagandas?- preguntó curioso y yo lo miré levantando una de mis cejas.

-¿No sabes lo que es una propaganda?- le pregunté algo sorprendido.

  ¿De dónde había salido este?

-Algo… así- contestó mientras se sentaba a mi lado en el banco donde estaba sentado.

-Nadie te ha dicho que puedes sentarte.

-Es un lugar público y una persona puede sentarse donde uno quiere. Si no te agrada levántate tu- me contestó algo arrogante y yo lo miré con cara de pocos amigos- ¿Crees en Dios?- preguntó de la nada mientras yo me “divertía” mirando el suelo.

  Levanté mi vista, viendo su rostro, el cual admiraba el cielo despejado que había.

-No- le contesté dándole la última calada a mi cigarrillo.

  Observé que su mirada entristeció.

-¿Y en los ángeles?

-¿A que vienen esas preguntas?- pregunté enfadado mientras pisaba la colilla de mi cigarrillo y lo miraba.

-Solo quiero saber cosas sobre ti- me contestó sinceramente y yo me le quedé mirando extrañado.

  No sabía qué decirle. ¿Qué le podía decir a un tipo que te dice eso?

-No serás uno de esos raritos a los que le gustan los hombres ¿no?- pregunté cuando esa idea pasó por mi cabeza.

-¿Disculpa?- preguntó como si no me hubiese entendido.

-Nada- le contesté algo enfadado y volví mi mirada hacia el suelo- Dios y los ángeles son toda una maldita mentira. El hombre quería creerse que había alguien que lo protegía, que lo cuidaba, pero no es así. Si existiera de verdad- lo miré a los ojos- No habría personas muriéndose de hambre, no habría pobreza, no habría problemas, no habría guerra.

-Los ángeles y Dios no le dicen a las personas qué hacer. Ellos tienen sus propias decisiones y si suceden las cosas como lo hacen, es porque ellos quieren que sea así. Los ángeles y Dios no pueden estar en todo. No pueden sanar a todos cuando hay un dolor imposible de sanar, el cual el mismo hombre lo hizo.

-En conclusión… una mierda- contesté sacando otro cigarrillo el cual lo puse en mis labios para poder sacar el encendedor.

-¿Cómo reaccionarías si alguien te dijera que esa persona es un ángel y vino a salvarte?- preguntó de pronto y yo lo miré mientras quitaba el cigarrillo de mis labios para poder reírme- ¿Qué es lo que te causa tanto?

-¿A salvarme? ¿Un ángel? ¿Qué te has fumado?- le pregunté mientras sentía que lágrimas comenzaban a juntarse en mis ojos por reírme tanto- De seguro debe de ser muy bueno. Los ángeles no existen… y si lo hicieran, tienen personas más interesantes a las cuales tratar que a mí. Yo no quiero ser salvado- encendí el cigarrillo y me lo puse a fumar.

  Lo vi agachar la mirada.

-No tienes mucha fe.

-No necesito fe.

-¿Y el mal que haces? ¿No te arrepientes cada vez que tratas mal a tu madre? ¿Cada vez que tratas mal a cualquier chico de este instituto? ¿Para qué? ¿Para humillarlo y sentirte importante? ¿Por diversión?

  Yo lo miré con cara de aburrimiento.

-Escúchame renacuajo, si quieres quedarte aquí lo haces pero callado que no tengo ganas de escuchar idioteces- le dije, pero una vez que dije eso y procesé las preguntas que hizo algo dentro de mí se quedó paralizado. ¿Cómo sabía todo eso? ¿Cómo sabía que trataba mal a mi madre? ¿Cómo sabía de los chicos del instituto? Bueno, lo del instituto lo podía entender, todos hablaban de mí y de cómo trataba a los que eran idiotas según yo, pero… ¿y lo de mi madre?

-Bueno. Entonces me voy- me dijo sin siquiera mirarme y cuando estaba a punto de decir algo, él simplemente desapareció por la puerta de ingreso.

  ¿Cómo había hecho para llegar tan rápido?

  Me encogí de hombros y cuando sonó el timbre decidí levantarme e ir a buscar a mis amigos, los cuales se debían de encontrar en la cafetería ya.

  Cuando llegué los encontré hablando en una de las tantas mesas que había y cuando llegué me senté frente a Brax.

-¿Qué cuentan?- pregunté y miré a uno de los otros dos chicos, el cual tenía una gran hinchazón en el ojo, la cual se le estaba convirtiendo en un moretón-¿Qué te ha pasado?- pregunté sorprendido.

-El nuevo nos dio una gran paliza- contestó y luego miré a los otros tres. Tambien estaban algo sucios y como si se hubiesen metido en una pelea, pero no se veían tan mal como el pelirrojo.

-¿El nuevo?- pregunté sorprendido.

-Créeme que no sabemos cómo lo hace, pero se mueve con una agilidad y pega tan fuerte que no creo que sea humano- comentó Brax llevándose una de sus manos a su labio partido.

-¿Dónde está?- pregunté conteniendo una furia inmensa que comenzaba a expandirse por todo mi cuerpo-¿Dónde está ese imbécil?- grité golpeando con mi puño la mesa, sorprendiendo tambien a los que estaban a mi alrededor.

-¿Me estabas buscando?- preguntó una voz muy conocida y miré hacia adelante.

  Pasando dos mesas él estaba allí, parado con una leve sonrisa en sus labios.

-¿Saben que es malo comenzar una pelea sin un buen argumento?- preguntó ladeando la cabeza hacia un lado- ¿Por qué lo hacen? ¿Les resulta divertido molestar a las otras personas? ¿Y sus sentimientos? ¿Y los suyos?... ¿No se sienten mal una vez que golpean y hieren al otro?

  Yo me levanté con toda la ira en mis ojos y me acerqué al renacuajo ese, tomándolo del cuello de la remera que llevaba puesta.

-ESCUCHAME PEDAZO DE MEIRDA, LLEGAS AQUÍ CREYENDOTE EL REY DE AQUÍ CUANDO NOSOTROS SOMOS LOS QUE TENEMOS BAJO CONTROL TODO. ¿QUIÉN MIERDA TE CREES?- le grité en la cara y luego le golpeé una de las mejillas, haciendo trastabillar y caer al suelo.

  Él intentó sujetarse con algo antes de caer y se agarró de una bandeja llena de comida, la cual le cayó encima. Todos comenzaron a reír y yo tambien lo hice, pero… algo en mi interior, un vacío, me hizo sentir mal por ello.

  Quería extender mi mano y ayudarlo al verle el rostro que parecía que se largaría a llorar, pero no… no podía hacerlo.

-Eso es para que aprendas quien manda aquí- le dije señalándolo con el dedo índice y él me miró a los ojos.

  Le di la espalda antes de arrepentirme lo que hice y volví a sentarme en la mesa con mis amigos, viendo como él se levantaba y se iba de la cafetería con la cabeza gacha y con la mirada de muchos sobre él, aun riéndose por lo que había hecho.

  Tenía que sentirme feliz por haberlo humillado, pero… ¿por qué una opresión en mi pecho me impedía gozar de aquello como siempre lo había hecho?

-Sí que lo has hecho bien amigo- comentó Brax golpeando levemente el hombro y con una sonrisa de satisfacción en los labios- Se lo tenía bien merecido, ahora no podrá contigo.

-Nosotros te apoyamos como siempre- comentó el pelirrojo guiñándome un ojo.

  Yo volví mi mirada hacia la puerta por donde el chico había desaparecido. Algo dentro de mí me pedía, me decía que me levantara y fuera a buscarlo… algo… que no podía entender.

-¿Dónde iremos esta noche?- preguntó Brax sacándome de mis pensamientos y de mis ridículas ganas de ir a buscar al renacuajo.

-A mí me gustaría ir al mismo lugar que ayer- comentó el que se encontraba al lado del pelirrojo.

-Yo no iré a ningún lado con este ojo así- comentó el pelirrojo señalando su ojo que poco a poco iba tornándose morado.

-Con un poco de maquillaje se arreglará- comentó Brax provocando que le colorado lo mirar con un ceja alzada.

-Yo no pienso ponerme eso.

-Que te lo pongas un día no significa que te lo pondrás siempre- comentó mi amigo encogiéndose de hombros- Pero si no quieres es asunto tuyo.

  Continuamos hablando hasta que la hora de ingresar a la siguiente clase llegó. Los cuatro nos levantamos y nos dirigimos hacia el salón donde nos tocaba, ya habiendo combinado donde iríamos esa noche.

  Todas las noches salíamos, a veces nos juntábamos en las casas de otros y otras veces, las cuales debo de decir eran la mayoría, íbamos a antros, pubs, o clubes nocturnos para pasárnosla mejor y para poder ligar algo, ya que en las fiestas que organizaban los amigos de mis amigos, era casi imposible porque no me gustaba hacerlo en un lugar que estaba plagado de gente donde uno no sabía si ingresarían a la habitación donde uno estaba teniendo sexo con alguna.

  Las horas se pasaron lento y el nuevo no apareció. Supuse que no le tocaba las materias de la tarde conmigo, y eso me hizo algo feliz, pero me provocó una sensación de vacío que no podría explicar. Estaba jodido.

  Cuando terminaron las ultimas clases, mi amigo se fue a su club de natación ya que las nacionales estaban cerca y debía de entrenar el doble de lo que lo hacía habitualmente. Lo saludé cuando llegamos a la piscina y me fui, pero antes combinamos para ver cómo hacíamos para llegar, a lo que siempre llegábamos a lo mismo. Él me pasaría a buscar por mi casa y nos iríamos.

  Estaba caminando hacia la salida cuando una cabellera oscura llamó mi atención. Me fui acercando lentamente y me escondí entre unos árboles mientras veía hablar al chico nuevo con un hombre algo más mayor con cabellos rubios y largos atados en una cola en la espalda. Vestía completamente de blanco  y parecía que brillaba.

-Sabes que no puedes estar aquí Abimael. Sabes que no podías venir- le dijo el hombre con un tono molesto que parecía que lo estaba regañando- ¿Qué crees que harán cuando se enteren de que no estás más allí?

-Nadie me extrañaría. Te lo aseguro Gabriel. Además, no soy tan importante.

-¿No eres tan importante? ¿Llegar aquí te ha afectado los recuerdos o algo? Sabes que eres muy necesitado allí si tenemos una guerra. Eres un serafín Abimael y sabes que estar aquí te afectará mucho más que a cualquier otro ángel. Eres mucho más puro que cualquier otro que haya conocido aquí y si sigues involucrándote con los humanos terminarás como muchos otros ángeles. Perdiendo la fe. Convirtiéndote poco a poco en humano hasta que no podrán entrar más allí- dijo señalando el cielo- ¿Quieres eso?

-Yo solo quiero ayudar a los humanos que fue para eso por lo que fuimos creados Gabriel. Quiero ayudar como lo hacen muchos ángeles y si tengo que arriesgar mi propia existencia para poder salvarlo, no lo dudaré ni un segundo.

-¿Todo esto es por un simple humano? ¿Para salvar a Eithan Lenoire? Sabes que su destino ya está escrito. Sabes lo que pasará con él y con los que lo rodean. No tiene futuro y lo sabes mejor que cualquiera. Lo he estado observando y no cambiará. No lo hará y ¿tu arriesgarás todo por él?

-Sé que podrá cambiar- le contestó seguro y el rubio se llevó una de sus manos a sus cabellos.

  Yo estaba allí escuchando y mirando, pero no haciéndolo en verdad. ¿Ángeles? ¿Destino? ¿Sin futuro? ¿Qué era todo ello? ¿Por qué hablaban de mí y de que no tenía futuro? ¿Por qué ángeles? ¿Qué se habían fumado esos dos?

  Vi como el rubio posó su vista en mí que sin darme cuenta había quedado expuesto.

-¡Eithan!- exclamó el pelinegro.

  Yo me paré decentemente y los miré a cada uno para luego comenzar a reírme.

-¿Qué es lo que te causa tanto?- preguntó el rubio molesto colocando sus brazos en jarra.

-No sé qué es lo que se habrán fumado ustedes dos, pero…- seguía riéndome, vi que Abimael quiso acercarse a mi lado y yo retrocedí- ¡No te vayas a acercar a mí!- le grité- No quiero a frikis cerca y tu… eres el peor- le dijo escupiendo cada palabra para luego acomodar mi mochila en mi hombro e irme hacia mi casa, donde tenía que hacer varias cosas antes de que Brax pasara a buscarme.

*********************

***********

***

Bueno XD como verán los caps de esta historia los intentaré hacer bastante largos a comparación de las otras novelas n.n jejee

Espero que hayan disfrutado de este cap n.n

Espero sus comentarios y votos n.n

Continue Reading

You'll Also Like

202K 18.8K 28
Danny Miller, periodista neoyorquino recibe por sorpresa la visita de su novio alemán, Cedric Vaughn, magnate petrolero. Cedric, máquina sexual y cue...
561K 29.9K 65
Pasen ustedes a leer 👀 .. .. .. "Está es una traducción no autorizada por su escritor. Está hecha de fans y para fans. Traducción sin ánimo de lu...
12.4K 1.7K 23
Zack PIizarra es un adolescente de 16 años como cualquier otro: Está en el equipo de fútbol, tiene un hermano gemelo, varios amigos y una novia. Pero...
31K 3K 32
Alan está perdido. Perdido en lo que son los recuerdos dolorosos de la vida que tuvo que soportar hasta que Emma lo salvó del infierno. Esa mujer le...