Una Estrella Más

By EveVenegas2830

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✧˚ · . 𝐼𝓃𝒻𝒾𝓃𝒾𝓉𝒶𝓈 𝑜 𝓃𝑜, 𝓉𝓊 𝓎 𝓎𝑜 𝓈𝑜𝓁𝑜 𝓈𝑜𝓂𝑜𝓈 𝓊𝓃 𝓅𝒶𝓇 𝓂𝒶𝓈 𝑒𝓃 𝑒𝓈�... More

Prólogo
I. Big Bang
II. Hidrógeno
III. Helio*
IV. Luz y Calor
V. Plasma*
VI. Enana Blanca
VII. Nebulosa Planetaria
VIII. Eclipse
IX. Lluvia de Estrellas
X. Gigante Gaseoso
XI. Paradoja
XII. Luna Roja*
XIII. Estrella Fugaz*
XIV. Radiación
XV. Año Luz
XVI. Púlsar
XVII. Neptuno
XVIII. Estrella de Neutrones
XIX. Energía Oscura*
XX. Galaxia
XXI. Constelación
XXII. Vía Láctea
XXIII. Cometa*
XXIV. Quasar
XXV. Cero Absoluto
XXVI. Agujero de Gusano
XXVII. Fotón*
XXVIII. Alpha Centauri
XXIX. Universo Observable
XXX. Supercúmulo Galáctico
XXXI. Singularidad
XXXII. Infrarrojo
XXXIII. Supernova
XXXIV. Entropía
XXXV. Espacio-Tiempo
XXXVI. Noche Despejada*
XXXVII. Nube de Oort
XXXVIII. Polvo Cósmico*
XXIX. Colisión
XL. Saturno
XLI. Voyager I*
XLII. Guía del Autoestopista Galáctico
XLIII. Kepler*
XLIV. Cinturón de Kuiper
XLV. Exoplaneta*
XLVI. Oscuridad
XLVII. Gravedad
XLVIII. Fusión Nuclear*
XLIX. Pársec
L. Supergigante Azul
LI. Orión
LII. Betelgeuse
LIII. Canis Major
LIV. Horizonte Cosmológico
LV. Superlumínico
LVI. Amanecer
LVII. Vacío
LVIII. Ultravioleta
LIX. Star Trail
LX. Ocaso
LXI. Tiempo
LXII. Luz Zodiacal
LXIII. Agujero Negro
LXIV. Sagitario A
Infinito Alfa
Infinito Beta
Infinito Gamma
Infinito Omega
Gracias ❤

Epílogo: Una Estrella Más

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By EveVenegas2830

—¿Qué les dijeron en el hospital?— preguntó la morena.

Wendy estaba sentada bajo el frondoso árbol en el que habíamos pasado las últimas semanas, casi en el tope de la colina, nuestra colina. Traía un bonito vestido corto azul, y el pelo atado en un moño desordenado.

Me senté junto a ella, tratando de esconder el sobre que traía en las manos, detrás de mí.

—Scarlett estará bien. Ya casi está completamente curada.— respondí.

—Me preocupaba. Ha pasado más de un mes allí.— dijo, con un dejo de tristeza. —Nunca tuve la oportunidad de hablar con ella y conocerla. Perderla... no sé... hubiera sido horrible...— sonrió débilmente. —Por algo te enamoraste de ella, ¿no?

—Sí... Pero eso fue hace mucho tiempo.

Wendy nunca fue alguien que sonriera sin parar, pero desde la muerte de Jasmine, era muy difícil que sonriera. Aunque nadie la forzaba a hacerlo. Pero yo trataba de llenarla de cariño cuando parecía que se iba a venir abajo.

Aquel día, al alba, la morena intentó correr tras Albert cuando asesinó a la que había sido el sustituto de su madre durante la mayoría de su vida, pero él se acorraló solo contra la pared. Creíamos que se trataba de un acto desesperado por protegerse, pero al ver lo que hizo, supe que era algo que probablemente quería hacer desde hacía muchos años.

Se apuntó a la barbilla, y le susurró a Wendy, cuando ella estuvo lo suficientemente cerca: "Lo siento, mi niña hermosa. Perdóname."

Y abandonó todo, yendo al mismo destino que Jasmine, que la Reina Victoria, y su hermano gemelo, el padre de Wendy.

Nadie recuerda exactamente cómo salimos de ahí, como es que Wendy no se desmayó, ni como Scarlett sobrevivió. Todo pasó rápido, borroso y ajeno. En lo personal, sólo recuerdo el llanto silencioso e incesante de Wendy, la palidez de Scarlett, su expresión inmutable, que no reaccionaba a lo que acababa de suceder. Y la sensación de náuseas, terror, shock.

De algún modo llegamos a un hospital. No dudé en llamar a Natalia, que al saber todo lo que había pasado, la acogió de nuevo en su hogar. Había prometido que no diría nada, hasta que todo se aclarara y estuvieran seguros todos, al menos relativamente seguros. Ella era la única que sabía todo.

Algún día les contaría la historia a Alex, José Luis, Andrea, Jorge y Bruno. Sonreí al pensar que en una semana, me recibirían como si nada hubiera pasado, para empezar nuestro quinto semestre.

También me alegraba pensar que, después de todo, las cosas no habían terminado mal para Scarlett. Zacarías le había pedido que le diera una oportunidad para amarla, y en una ocasión en la que ella y yo hablamos del tema, me había dicho que tenía claro que no se sentía lista para volver a pensar en una relación, ni con Zacarías ni con nadie. Necesitaba tiempo para ella misma, para superar que había presenciado la muerte de su propia madre y todo lo que había sucedido durante toda su vida. Zacarías parecía sentirse un poco frustrado, pero respetó su decisión. Él la visitaba todos los días; a veces lo veía con una enorme caja de chocolates cuando yo me atrevía a asomarme en su habitación. Yo ya no lo odiaba. No quedaba ni un ápice de ese rencor. Esa noche realmente había cambiado mi perspectiva sobre la vida. Mi rencor hacia él ahora parecía tan estúpido, que me avergonzaba recordarlo. No es que ahora fuéramos mejores amigos, pero las miradas cargadas de veneno y las sensaciones desagradables se habían esfumado.

Y por supuesto. Scarlett tenía ahora una enorme herencia, con la que no le haría falta nada.

Pero eso significaba que debía tomar lugar como la Reina. Estaba en sus manos arreglar todo. Ya me había contado algunas ideas que tenía para deshacer poco a poco el desastre de su madre. Probablemente le llevaría el resto de su vida, y una dura lucha contra lo corruptivo que es el poder.

Mis padres estaban en casa, descansando. Habían pedido una bien merecida pausa de su trabajo. Junto con Beatrice, a quién le habíamos ofrecido asilo hasta que encontraran una casa segura para ella y su hija. Beatrice había dicho que preferiría quedarse en el país. No tenía mucho que perder en Europa y seguramente allá no obtendría una bienvenida precisamente calurosa.

Ella y mi madre se habían hecho amigas en un parpadeo.

Así que Wendy y yo estábamos juntos la mayoría del tiempo. Casi siempre viendo series, conversando y comiendo comida chatarra. O sentados en el pequeño jardín de geranios de mi madre, en silencio.

O, como ahora, que estábamos sentados en nuestra colina, en el parque cerca de mi casa, mirando el atardecer.

Me acerqué a ella, sonriendo. Le entregué el sobre. Lo tomó, expectante.

Desde ese día, cuando necesitaba estar sola, se dedicaba a escribir. Decía que le ayudaba a no pensar mucho en Jasmine. Escribía durante horas, a veces noches enteras. Y lo hacía con tanta pasión, que terminó su novela, con la que nos habíamos conocido, en poco más de cuatro semanas.

Mi madre había quedado tan impresionada con su talento, que había llamado a un lejano tío mío, quien trabajaba en una editorial en un puesto relativamente importante, y le había pedido que si por favor podría hacer algo por la chica. Mi mamá se lo había mencionado, pero nunca pareció ser algo serio.

—¿Qué es esto?— preguntó.

—Feliz cumpleaños.— le respondí, mientras le guiñaba un ojo.

Al abrir el sobre, sacó una de las largas hojas tamaño oficio, con letra formal y mucho texto. Pasó unos segundos leyendo las primeras líneas.

—No es cierto... ¡Tony!— y la primera sonrisa amplia que no había visto en mucho tiempo apareció. —Es... ¡es un contrato! ¡Tu mamá de verdad lo hizo! ¡Van a publicar la novela!

—Tú lo hiciste. Fue tu gran habilidad lo que hizo esto.

Me miró con los ojos iluminados y entonces me pareció el momento adecuado para darle la segunda noticia.

—Oye... y... te tengo otra cosa...— inicié, nervioso. Su mirada se tornó expectante. —Bueno... en realidad, no creo que sea algo que no sepas...

Soltó una risilla, y me hizo un gesto para que continuara.

—Probablemente ya sepas que estoy... enamorado de ti.

Su expresión me lo confirmó. Sus ojos se enternecieron, sus manos se colocaron en mis mejillas, y se acercó tanto a mí que no pude evitar juntar sus labios con los míos. Aquel beso fue tan bello como el atardecer que nos acompañaba, y tan largo que me dio tiempo de explorar cada una de las emociones que me provocó, grabarlas en mi mente, como uno de los más hermosos momentos de mi vida, un recuerdo que persistirá durante décadas.

No hubo necesidad de más palabras para decirme que ella sentía lo mismo.

Luego nos tiramos en el pasto, uno junto al otro. Las estrellas habían comenzado a salir, y eran extrañamente visibles, a pesar de la contaminación de la ciudad.

—¿Te acuerdas de esa colaboración que habíamos mencionado cuando escribimos la obra de teatro?— dijo ella de repente, después de unos minutos de silencio.

Sonreí ante el recuerdo. Se sentía tan lejano, que parecía que había sucedido en otra vida.

Asentí.

—Deberíamos hacerla. Y tengo unas cuantas ideas.

—¿Como cuáles?

—No sé, podríamos escribir algo como nuestra historia.

Me reí. —¿Nuestra historia?

—Pues... tú sabes... todo lo que hizo que termináramos conociéndonos. No estaría mal.

Medité unos segundos la idea. —Me gusta. Quizá podríamos hasta publicarla, ¿sabes? Como la que tú escribiste. Y tal vez se haga famosa y pasemos a la historia.— exageré para hacerla sonreír.

Ambos nos reímos. Oír su risa me reconfortaba como nada en el universo.

—No me importaría si no se hiciera famosa. Sólo con escribirla estaría más que satisfecha. Al fin, sólo sería como una estrella más.

Esperé unos segundos, quedándome con el sabor de esas últimas tres palabras. Ella siguió hablando.

—Sabes, esto nunca se lo he dicho a nadie, pero siempre me he identificado con las estrellas. Como su vida es tan fascinante, como lo que hacen mantiene vivo al universo, pero nunca son especiales, porque hay trillones más como ellas.

—Infinitas, quizá.— añadí.

—Infinitas o no, tú y yo sólo somos como un par más en este universo. Y probablemente nunca seremos especiales, pero al menos... al menos sabemos que somos especiales para algunas personas, y para mí, eso es más que suficiente. Es como yo veo mis historias. ¿A quién no le gustaría que un trabajo suyo fuera el próximo Principito, o el próximo Quijote? Es muy probable que nunca sea así, pero con que para una persona sea especial, todo ha valido la pena.

Amplié mi sonrisa. Me gustaba cuando se ponía a hablar así. Era nuestro tipo de conversación favorita.

Pensé en ello. Yo había tenido esas ideas también toda mi vida. Seguramente yo nunca fuera el mejor profesionista, ni el mejor estudiante, ni la mejor persona, pero al final, había gente que me consideraba especial. El mejor, quizá.

Un pensamiento aleatorio vino a dar en mi mente.

—Ese sería un buen título para nuestra obra.— dije.

—¿Cuál?

Miré al sol, que estaba lo suficientemente oculto para no cegarme.

Para nosotros era tan significativo y especial, pero más allá de Plutón, no era más que otro puntito luminoso en la infinita negrura.

—Una Estrella Más.

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