ESTÁTICA

By Asuka_Kirishima

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La Orden rescató a Draco y Lucius Malfoy después de que Lord Voldemort se volvió en contra de ellos. Todos lo... More

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By Asuka_Kirishima

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Hermione se puso de pie en el parque al otro lado de la calle del número 12 de Grimmauld Place, preparándose para aparecerse. Antes de que su mente se derrumbara, ella solía tener un hábito de prepararse a sí misma para la batalla centrando sus pensamientos y recolectando su coraje. Era una forma de recordarse a sí misma por lo que estaba luchando. Habían pasado años desde que había marchado a luchar, pero pensó que no podía ser difícil conseguir concentrarse, sobre todo porque se sentía como una absoluta ruina emocional. Las súplicas de Draco hacia ella para no dejarlo, estaban haciendo eco una y otra vez en su corazón como un pinball y ella sintió como si su pecho fuera a derrumbarse por la presión.

Se envolvió en la capa y respiró hondo. La sensación de la capa era tan familiar para ella... tenía el mismo efecto de un viejo suéter o de su manta favorita. Su cuerpo se relajó. Casi podía sentir a Harry y Ron a su lado, apiñándose debajo para mantenerse a cubierto en su camino a una misión u otra, o simplemente para romper alguna regla en la escuela. Eso le trajo una sonrisa a sus labios. Merlín, esos muchachos significaban mucho para ella, aunque ella estuviera furiosa con ellos.

Luego, ella quería recordar por lo que estaba luchando. No era difícil. Harry y Ron. Draco y Lucius. La Orden. La libertad de su mundo.

Anthony, alejado de su vida antes de tiempo.

Sus padres.

Todos los muggles o niños nacidos de muggles que no deberían tener que preocuparse de verse perjudicados por supremacistas sangre pura.

Ella sintió que sus ojos se llenaban de nuevo y sacudió las lágrimas. Ahora no era el momento de llorar. Había gente que necesitaba su ayuda, y ella tenía que calmarse. Sin caer en la estática. Sin dudarlo. Ella tenía un trabajo que hacer, y tenía que mantenerse con vida mientras lo estuviera haciendo.

Está bien Hermione, prepárate. Esto es. Esperar lo peor.

Y entonces ella se fue, dejando sólo sus huellas cubiertas de rocío en el solitario parque. El sol de la mañana continuó ascendiendo en el cielo, ajeno a la batalla que tenía lugar no demasiado lejos de allí.

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Se había dicho que debía esperar lo peor, y ella lo consiguió.

Hermione se apareció tan lejos como pudo de la mansión mientras que aún permanecía en la propiedad. Había estado allí en misiones anteriores, y conocía los mejores lugares para llegar mientras se mantenía oculta. A pesar de su cautela, ella tropezó al momento de aterrizar cuando su pie tropezó con algo en el suelo.

Levantándose de la suciedad, tiró nerviosamente el manto devuelta sobre ella, miró de nuevo a donde había caído.

Ojoloco Moody estaba allí. O por lo menos, su cuerpo lo estaba. Su garganta había sido cortada tan profundamente que se preguntó si su atacante lo había esperado para decapitarlo. La bilis subió por su garganta y la retuvo. Ella había visto lesiones más espantosas, pero había pasado un tiempo. El ojo bueno de Ojoloco estaba cerrado mientras el mágico colgaba en su cuenca, mirando a la nada.

—Oh, Moody —dijo con tristeza haciendo retroceder otra ronda de lágrimas—.Te extrañaremos, viejo amigo.

No sería bueno quedarse aquí. No podía ayudar a Ojoloco,­ él se había ido, y probablemente ya estaría discutiendo con la gente del otro lado del velo. Ella tenía que seguir adelante.

Afortunadamente, Ojoloco parecía ser la única persona en su punto de aparición. Ella entrecerró los ojos estudiando el terreno. Estaban muy lejos, pero difícilmente podía escucharlos. Unas figuras estaban luchando. Algunas de negro, algunas de rojo, algunas moviéndose demasiado rápido para discernir... algunas humanas y otras eran una bestia. Una batalla en un hermoso día soleado. Caos total en los pintorescos jardines de los Malfoy. Qué extraña yuxtaposición. Aún así, era exactamente como ella se imaginaba que sería. La guerra era una yuxtaposición también,­ poner una cara llena de valentía cuando tu corazón está gritando. La gente malvada disfrazada de buena, y viceversa. Belleza y destrucción. Amor y muerte.

Amor. Oh Dios, tenía que sobrevivir a esto.

Hubo una explosión cerca de la mansión y Hermione saltó a la acción. Ella tenía que estar más cerca... lo suficientemente cerca para ayudar. No había venido hasta aquí para sentarse en los arbustos con su amigo muerto. No dejó a Draco quedarse al margen. Con el manto envuelto apretadamente alrededor de ella, partió a la carrera.

No le tomó mucho tiempo para llegar a la lucha, y palmeó la pequeña bolsa médica que colgaba a su costado. Ya había manchas de sangre en la hierba, formando charcos en ciertos lugares donde la gente había caído. Hermione sabía que probablemente acabaría usando hasta el último suministro que había traído, había llenado su pequeña bolsa hasta casi estallar, incluso con el encanto de extensión.

Neville fue la primera persona que encontró, sangrando en el suelo y luego de haber sido abandonado allí por un mortífago que asumió que iba a morir en breve. Había asumido bien, Neville apenas estaba consciente. Hermione recordó todas las veces que Anthony la entrenó y le agradeció en voz baja. Ella había ayudado a personas en el estado de Neville antes, y estaba segura de que podría hacerlo de nuevo. Todavía estaban a las afueras de la batalla, y no había nadie a su alrededor.

—Neville —susurró Hermione, volteándose para taparlos y levantando la capa ligeramente para mostrar su cara.

—Hermione —graznó Neville, sus ojos estaban muy abiertos al reconocerla.

—Voy a ayudarte. Sólo mantén la calma.

Ella se puso a trabajar, y se dio cuenta casi inmediatamente de que había olvidado este tipo de curación. Había estado en auto función durante tanto tiempo que se había olvidado de que ella era en realidad una muy buena Sanadora. Sabía cómo improvisar, adaptarse a diferentes situaciones... cuando su mente estaba trabajando, ella podía manejar el desafío. Hacer llamadas de juicio. Trabajar con pasión. Sus manos se movían rápidamente, sellando y vertiendo y limpiando la sangre hasta que Neville tenía un poco de color en las mejillas.

—Neville, ya te curé, pero debes descansar por al menos diez minutos, mientras que las pociones hagan su trabajo —susurró— ¿Puedes ocultarte?

Él movió sus pies y las manos de forma práctica y asintió. —Sí. Voy a ocultarme entre los arbustos por un rato. Gracias, Herms.

Ella sonrió y le apretó el brazo antes de salir corriendo, mirando por encima del hombro para confirmar que él estuviera ocultándose. Vio la cabeza de Neville desaparecer entre la maleza y dio un suspiro de alivio. Ella siguió corriendo, llegando finalmente al mismo campo de batalla. Era anarquismo violento, y luchó por no cruzarse en el camino de nadie en su búsqueda de los heridos.

En línea recta, el profesor Slughorn estaba arrastrándose lejos del cuerpo de un gran mortífago. Obviamente, él había ganado la pelea, pero estaba malherido, sangrando de un gran tajo en el estómago. Hermione sabía qué tan rápidamente las heridas en el estómago podían irse de las manos, y corrió. Tuvo que llamar su atención sin asustarlo,­ ella era invisible, después de todo.

—¡Profesor! —dijo entre dientes y él saltó de miedo—.Es Hermione Granger. Usted no puede verme, pero puedo sanar su herida.

—¡Oh Hermione, gracias a Merlín! —­gritó, y ella miró rápidamente a su alrededor para asegurarse de que nadie lo haya oído. Afortunadamente los sonidos de la batalla estaban ahogando a cabo su discusión silenciosa.

—Acuéstese detrás de esta roca, sólo me tomará un minuto —dijo ella, colocándose a su lado mientras él se arrastraba hacia la roca, la sangre goteaba mientras se movía. Se acostó según las instrucciones, su respiración era inestable y trabajosa.

Ella murmuró algunos hechizos y aplicó un ungüento a la zona lo más rápido que pudo. Cada segundo que permanecían allí los hacía vulnerables,­ estaban casi en el epicentro de la batalla. La gente estaba luchando a pocos metros de distancia de ellos, hasta ahora demasiado distraídos para notar los dedos del profesor que sobresalían de detrás de la roca. El humo de la explosión había ayudado opacando la visión en el campo.

—Eso debería hacerlo —dijo—. Permanezca escondido aquí hasta que se sienta lo suficientemente bien como para moverse.

—Gracias, querida —dijo, mirando a la derecha más allá de ella. Él todavía no podía averiguar dónde estaba. No tenía sentido en corregirlo; otros necesitaban ayuda.

Ella salió corriendo, esquivando hechizos y cuerpos mientras buscaba más de su propia gente.

Hermione curó a Luna un brazo roto y el hombro dislocado después del aturdir a un mortífago que tenía la intención de exterminar a su amiga.

Selló una lesión en la cabeza a un miembro de la Orden que no conocía, pero que dejó fuera de combate a tres mortífagos mientras estaba herido, por lo que ella supo de qué lado él estaba luchando.

El tiempo pasó, y el sol del mediodía ardió sobre ellos mientras la lucha continuaba. Hermione no se detuvo. Desde curar pequeñas lesiones a hacer todo lo posible con los grandes, trabajó a un ritmo frenético. Este no era el momento de tomarlo con calma. Sus suministros se fueron convirtiendo en insuficientes, pero no había ningún punto en preocuparse por eso ahora. Ella continuaría hasta que se acabaran, y más allá de eso, si pudiera.

Después de seguir el sonido de los gemidos de dolor de alguien, se encontró con Tonks azotada casi irreconocible y rompió su regla de no llorar, sollozando en silencio mientras la curaba detrás de un gran roble. Tonks murmuró delirantemente su agradecimiento mientras Hermione cosió su espalda, juntando grandes trozos de piel de nuevo mientras trabajaba. Le suministró una fuerte poción dolor por su boca antes de dejarla, sabiendo que ninguna cantidad de súplica mantendría a Tonks lejos de volver a pelear.

—¿Cómo te va, Mione? —susurró Tonks a través del dolor mientras Hermione se preparaba para ir—.Los muchachos van a enloquecer cuando se enteren de que estés aquí.

—Lo estoy haciendo bien, Tonks —dijo Hermione con una sonrisa triste—.Los chicos van a tener otras cosas de que preocuparse una vez que ponga mis manos sobre ellos.

Mientras hacía su camino a través de la batalla, ella alcanzó a ver una cabellera roja asomarse desde detrás de un arbusto. Su estómago se volteó y corrió más rápido. Ella reconocería el cabello de un Weasley en cualquier lugar. Jesús, ella no sabía lo que haría si la persona a la que estaba tratando de llegar ya estaba muerta. Todos los miembros de esa familia eran importantes para ella. Cada uno de ellos era amado. Ella dobló al llegar a la roca.

Era Molly Weasley, jadeando mientras un líquido negro goteaba de su boca. Hermione dejó escapar un pequeño grito y revolvió en busca de una de sus pociones raras. Lo había visto antes,­ el hechizo asfixiaba lentamente a la víctima mientras llenaba sus pulmones. Hermione sabía cómo revertirlo, pero si ella no se movía rápidamente, absolutamente nada ayudaría.

—Molly, es Hermione. Soy invisible. Necesito que abras la boca tan ampliamente como sea posible... voy a tratar de ayudarle.

Molly hizo un sonido de gorgoteo, pero abrió la boca al mismo tiempo que el líquido continuaba goteando de sus labios.

Hermione destapó un pequeño frasco de poción de color blanco brillante y lo vertió en la boca de Molly, rogando a los dioses que ella hubiera tenido la previsión de agarrar la botella mientras estuvo recogiendo sus suministros médicos. Sacó su varita y murmuró un hechizo para acelerar el viaje de la poción hacia los pulmones de Molly. Sólo rezaba que no fuera demasiado tarde. Todavía podía recordar la cara de la última persona que ella y Anthony trataron con esta condición,­ al final, el joven no lo había logrado. No lo habían alcanzado lo suficiente rápido. Ella había llorado hasta quedarse dormida durante días, recordando lo que era verlo sin aliento hasta que se derrumbó. Ese recuerdo fue la razón por la que había agarrado el pequeño vial. Por si acaso.

Varios segundos de agonía después, Molly abrió la boca en busca de aire. Fue un impresionante sonido limpio, y Hermione casi sollozaba de la felicidad. Ella se mostró reacia a admitirlo, pero por un momento, pensó que su cerebro iba a apagarse. Ver morir a Molly la habría llevado a uno de sus ataques. No importa, que ella estuviera nerviosa, aún estaba lúcida. Aún podía ayudar. Todavía sana.

—Molly, tengo que ayudar a los demás. Por favor, quédate oculta por un tiempo... tus pulmones tardarán algo de tiempo para funcionar normalmente otra vez.

—Hermione —susurró Molly con lágrimas corriendo por sus mejillas—¿Cómo podría agradecerte, niña? Pensé que no había esperanza para mí.

—Shhh —dijo Hermione, dándole un beso en la mejilla a la mujer a través de la capa—.Dame las gracias manteniéndote a salvo hasta que te sientas lo suficientemente fuerte como para salir de aquí.

Hermione partió la carrera, decidida a ayudar a tantas personas como le fuera posible. Todavía no tenía idea de donde estaban Harry y Ron, pero probablemente estaban muy lejos de esta batalla, en busca de Voldemort en el centro de la mansión. La lucha continuaría tanto tiempo como les tomara a ellos acabar con él. No podía soportar la alternativa, sería una sentencia de muerte para todos los que amaba.

Hubo un crujido fuerte delante y Hermione miró en estado de shock. Un gigante caminaba torpemente a través de su camino. Sus enormes pies estaban cubiertos de sangre, y para su horror, se dio cuenta de que no era la suya.

Mientras ella se apresuraba a salir de su camino, se tropezó en el suelo rocoso y cayó con un golpe contra una gran piedra plana. En su prisa por levantarse, no vio que su capa se había enganchado en el borde dentado. Ella se puso de pie, con las piernas temblando por la caída.

Y entonces ella se expuso. En el mismo segundo que se dio cuenta de su error, oyó un grito triunfal desde atrás seguido por las temidas palabras—¡Sectumsempra!

La sensación de su piel dividiéndose fue emparejada con la de una aparición conjunta mientras se la llevaban lejos de la batalla hacia lo desconocido.

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El silencio opresivo de la casa se rompió con el sonido de un pequeño "POP". Los ojos de Draco se dirigieron hacia el origen del sonido al mismo momento que los de su padre.

Allí, en la mesa de café entre ellos, estaban sus varitas.

Draco dejó escapar un grito de tortura que se disolvió en sollozos.

Las manos de Lucius temblaron y él juró por lo bajo.

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He tenido peores.

Fue el primer pensamiento que vino a su mente, y en muchos sentidos, era cierto. El retorcido beneficio de haber sufrido un ataque de nervios como resultado de una tortura psicológica hacía que todo lo demás pareciera leve. Las comparaciones no tenían sentido. Incluso el ser golpeada por una maldición que hacía profundos cortes por su cuerpo, entrecruzando su camino a través de su torso y la espalda, empapando a través de su ropa. Ella tomaría las heridas en lugar de los ojos muertos de esos niños. Tomaría un Sectumsempra un millón de veces.

Podía controlar el dolor físico.

Por desgracia, también sabía que su cuerpo sólo podía perder tanta sangre antes de que ella se rindiera. Ese era el problema con esta situación. Bueno, eso y el hecho de que ella ya no estaba en el campo de batalla. Ella estaba en un estudio, ricamente decorado con tapices y adornos de madera oscura. Olía como a cedro. Ella parpadeó un par de veces y vio que estaba en pleno proceso de sangrado en una hermosa alfombra persa.

Nunca serán capaces de deshacerse de estas manchas, pensó aturdida cuando su cerebro se aclaró un poco más.

—¿Preguntándote dónde te encuentras, sangre sucia? —se burló una voz femenina.

Por una fracción de segundo, Hermione sintió una punzada de nostalgia por Draco. Esa palabra terrible siempre le recordaría a él, como una conexión lamentable como lo era. Lo echaba de menos. Ella esperaba que él estaba a salvo.

Pero entonces el reconocimiento se estableció, y Hermione se dio cuenta de quien estaba en el estudio con ella.

Esa voz pertenecía a Bellatrix.

—Sí, de hecho —ella respondió, su voz gruesa y áspera. Sabía lo que esto significaba. Voy a morir aquí.

Ella le había mentido a Draco. A su amor. Le había dicho que iba a volver. La sola idea le daba ganas de gritar. Ella lo había prometido.

—Estás en la mansión, en el antiguo estudio de Lucius —dijo Bellatrix, dando un paso a la vista. Ella tenía el mismo aspecto. Enfermizo. Pálido. Completamente mal de la cabeza—.Pero eso no es de lo que vamos a hablar en este momento.

Bellatrix comenzó a dar vueltas, lentamente alrededor del cuerpo sangrante de Hermione mientras ella yacía extendida sobre la alfombra.

—Tengo algunas preguntas para ti, pequeña. Tenemos una pequeña cuenta pendiente. Me metiste en problemas. Trabajé durante meses y meses para encontrar un objetivo adecuado para lanzarle un Imperio, y tú lo arruinaste todo.

Hermione frunció el ceño. Nada tenía sentido.

—Mi querido Wolf, quien tenía acceso a todo lo que quería, era el blanco perfecto —Bellatrix continuó con una voz falsamente calmada. Hermione podía oír la locura debajo. Brillaba a través como un faro en la oscuridad—. Había planeado todo. Él era un amigo cercano de la Orden. Incluso había estado dentro de su sede y, lo más importante, tenía acceso diario a su pequeña princesa dañada: tú. Harry Potter haría cualquier cosa por ti, ¿no?

Ella continuó dando vueltas y Hermione sintió que su conciencia empezaba a parpadear. No había mucho más tiempo hasta que se desmayara. Tal vez era mejor así... mejor morir cuando estás esencialmente dormida. Echaba de menos a Draco tanto ahora. Echaba de menos a Lucius también. Era extraña la forma en que se habían convertido en una parte tan integral de su vida.

—Mis instrucciones fueron muy simples —dijo Bellatrix. No sonaba como si siguiera hablando con Hermione. Sonaba como si estuviera hablando consigo misma—.Secuestrarte, quebrarte, traerte a mí. Muy sencillo, ¿no crees? Yo ciertamente lo imaginaba.

Ella continuó, sin esperar una respuesta.

—Soy muy buena con el Imperio, ya sabes —ella se rió jactándose—.He tenido mucha práctica. Oh, las cosas que he hecho hacer a la gente. ¿Pero, Wolf?

Bellatrix se volvió hacia Hermione, mirándola fijamente. Ella ya no sonreía.

—Le hiciste algo, ¿no? —escupió—.El imbécil no seguía mis órdenes. Le tomó años para finalmente secuestrarte, lo cual para ese momento debería haber estado muerto, por cierto. Él te drogó para que no sintieras dolor... una ofuscada contradicción, si es que alguna vez hubiera escuchado una. Luego consiguió a alguien para hacer el trabajo sucio, a pesar de mis órdenes explícitas, ¿y entonces? Él te devuelve. Oh, por supuesto, me dio algunos datos interesantes, como el hecho de que estabas escondiendo a Lucius y Draco en tu asquerosa casa muggle. Como si me importara lo que le sucediera a esos idiotas inútiles. La Orden fue estúpida por haberlos salvado. Ellos seguirán siendo leales a la causa del Señor Oscuro, incluso si el Señor Oscuro les echa. Nunca podrían encontrar una pista. ¿Cómo fue cuidar a dos hombres que te desprecian, pequeña sangre sucia?

No tienes ni idea, pensó Hermione.

Ella acercó su cara justo en frente de Hermione, mostrando sus dientes podridos y los ojos hundidos en toda su gloria. Hermione sintió su falta de definición en la visión.

—El Señor Oscuro no estaba contento conmigo, ya sabes —susurró—.Se suponía que debía entregarte a él. Se suponía que debías ser el cebo, atraer a tu pequeño querido amigo Harry Potter para salvarte. El Señor Oscuro confiaba en mí para hacer esto, y yo fallé. Lo admito. Pero... no fue mi culpa. Fue la tuya. Le hiciste algo a Wolf. Después de que te devolvió, lo encerré durante semanas. Lo dejé al borde de la muerte. Le di nuevas órdenes: encontrarte, humillarte y matarte. Era su castigo por apegarse demasiado a tu pequeña y horrible cara. Pero arruinaste eso también, ¿verdad? No he sido capaz de comunicarme correctamente con Wolf desde entonces. Siempre te metes en el camino.

Oh, pobre Wolf, pensó Hermione. No tenía ni idea de lo duro que había luchado contra la maldición. Se sentía terriblemente culpable por el destino de su amigo.

Bellatrix se enderezó, con la cabeza bien alta, mirando hacia abajo a Hermione. Casi parecía majestuosa. Entonces ella arruinó la fachada escupiendo sobre el cuerpo sangrante de Hermione.

—Te metiste en mis planes, sangre sucia. Hiciste que el Señor Oscuro se enoje demasiado conmigo. Pero ahora que estás aquí, eso va a cambiar. Te llevaré a él, y le explicarás.

Hermione tomó un poco de consuelo al saber que ella no estaría con vida el tiempo suficiente para charlar con Voldemort. Su sistema estaba desacelerando. Estaba prácticamente ahogándose en su propia sangre. Incluso podía sentir la estática cernirse alrededor de las esquinas de su mente, en busca de un buen momento para invadir. Era tentador dejar que se haga cargo. Ella no sentiría nada mientras se deslizaba hacia el más allá. Tal vez incluso bloquearía la voz de Draco, todavía rogándole que no se fuera. Bajo el dolor de sus heridas, podía sentir su corazón roto.

—Y mientras le estás explicando, tal vez puedas también decirle lo que tu preciosa Orden hizo con el cuerpo de Narcissa. Oh, ingenioso truco, te lo diré, pero mi Señor tenía planes para ella. Ha estado muy enojado últimamente. Muy enojado de verdad. No vamos a mantenerlo en espera, ¿de acuerdo?

La mención de la madre de Draco llamó la atención de Hermione, y ella alejó la estática. ¿Qué quiso decir Bellatrix? La Orden no se había llevado el cuerpo de Narcissa. No había manera de que ella se hubiera perdido de una información como esa. El hecho de que encontraran a Draco y Lucius, en absoluto, fue una completa coincidencia.

Ahora que estaba un poco más alerta y luchando contra la oscuridad invasora, Hermione podía ver algo curioso desde su posición en el suelo. Sólo un pequeño aleteo desde debajo de la mesa en la esquina. Y luego otro movimiento por el mostrador. ¿Quién más estaba en esta habitación con ellos?

Oyó a Bellatrix tarareando felizmente al mismo tiempo que fijaba su pelo en el viejo espejo en la pared.

Hermione miró de nuevo a donde vio el movimiento, y pudo distinguir pequeños pies rechonchos sobresaliendo de detrás del banco.

¿Los elfos domésticos? ¿Pero qué demonios?

Su mirada se desvió de nuevo a Bellatrix, que estaba terminando de arreglarse. La mujer se volvió hacia Hermione, luciendo muy contenta y loca a la vez. Tenía los ojos ligera y ampliamente abiertos al mismo tiempo que ella estalló en una sonrisa.

—Soy yo a quien quiere, ya sabes. Siempre fui yo. Él simplemente no lo ha descubierto todavía. Háblale a él, hazle ver que la estupidez de Wolf no fue mi culpa, y luego estará encantado de que vuelva.

Hermione quería reírse de lo absurdo de la afirmación, pero justo en ese momento, el frenesí del movimiento se convirtió en una carrera de cuerpos, y el grito de sorpresa de Bellatrix se hizo eco a través de la habitación. Tres elfos domésticos corrieron desde las sombras, dos aturdieron a Bellatrix mientras que el tercero dio alcance a Hermione.

—Nosotros la llevaremos a un lugar seguro, señorita —dijo una vocecita chillona mientras Hermione finalmente sucumbió a la inconsciencia—.Nosotros le llevaremos a la Casa Invisible. Cuidaremos muy bien de usted. La señorita no tiene que preocuparse más.

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