Era las seis de la mañana y Davo había despertado. En realidad su nombre era David Heredia, pero sus amigos algún día le empezaron a decir Davo, para así evitar repetir su nombre y agregarlo con estilo.
Él no era originario de la ciudad, se mudó ahí hace 3 años por razones de economía y su madre le decía que de niña "...las cosas eran geniales aquí. Caminabas por las calles, ya sea en vehículo o caminando y de todos modos, sin conocerte, la gente te saludaba...", pero para Davo, eso lo asustaba en su mente; sin embargo, no empezó nada mal en el Pueblo Marinete ya que se socializo al instante y conoció a muchos amigos; al igual que muchos enemigos que lo querían colgado. Pero lejos de eso, su tranquilidad lo rodeaba a todos partes en sus días de vacaciones: fue a un concurso de fotografía; se fue de viaje con sus hermanos y su madre; sin embargo al regresar escucho que alguien, un chico de su edad, desapareció días anteriores.
Sin dejar rastro de su paradero, la oficina de policías lo buscaban entre la maleza y el campo de maíz que se hallaba por las vías del tren, el lugar que fue visto por ultima vez. De ahí, no ha oído más del chico; Davo no sabe con exactitud quien era o si al menos lo conocía.
Al rato siguiente, ya vestido bajo a desayunar un plato de cereal.
Su madre lo recibió pero al ver que no traía el uniforme de la escuela se percató.
-Oye niño travieso – exclamo antes de elaborarle la pregunta - ¿A dónde vas?
-Hoy es jueves madre. Hoy llevamos a la escuela ropa casual – le aclaro Davo al ver la expresión de su madre – Relájate que mis días de travesuras se quedaron en el pasado, te dije que este ciclo iba ser el inicio de un nuevo yo: más estudioso – comento mientras se sentaba almorzar en la mesa de la cocina con sus hermanos enfrente de él – ¿No te he comentado que ayer la maestra me dio un punto extra por haber hecho el reporte sobre la biología de los sapos?
-No claro que no – dijo su madre mientras lavaba el sartén lleno de rastros de huevos hervidos – Pero es un gusto y un alivio; no sabes cuánto me harás feliz el día que me entregues ese certificado de preparatoria.
Davo vio el rostro de su madre: veía su rostro con ojos cristalinos y listos para llorar o para correr una sola lágrima. Él se paró y la abrazo; después de él sus hermanos, Jorge y Edu también hicieron lo mismo. Sus hermanos tenían 5 y 7 años, así que esto colocaba a Davo como el hermano mayor.
En el momento dramático de abrazo grupal, algo rompió el momento.
-¿Podrías decirme que horas son hijo? – Davo saco su móvil y vio que faltaba diez minutos para indicar las siete emputo.
-Ya me voy madre, voy a llegar tarde.
-¿Llevas almuerzo para el recreo? – grito su madre desde la puerta de la cocina por el cual Davo, salió disparado con su mochila ya en la mano y con un rastro de leche entre los labios.
-No – dijo mientras se colocaba bien la mochila entre los brazos – Pero llevo un poco de dinero.
Pasó el muro de alambres y se fue directo a la escuela.
Davo no era bueno manejando bicicletas pero si sabía que sí iba a llegar tarde, tenía que dejar sus cosas listas para la mañana siguiente con su cámara y sus demás útiles importantes. Sin embargo no era necesario correr hasta el colegio ya que quedaba a sietes cuadras de su casa, algo que para él es muy poco pero para los habitantes de Pueblo Marinete (y mucho más para los que vivían cerca del centro) era eso un trayecto largo para los pueblerinos que vivía en los fraccionamientos de afuera.
Después de un tiempo, Davo llego al colegio con un poco de sudor y se retiró la camiseta de cuadros verdes y se lo coloco en el brazo. Pensó en la preparatoria y como acabaría; apenas llevaba una semana, la cual terminaría como las cincuenta y un semanas que pasarían de aquí en adelante, pero el propósito de su reflexión era en como terminaría psicológicamente, ¿podrá olvida que su padre murió hace unos meses?
-¿Tu eres el niño de las fotos escolares? – una mano le agarro desprevenido desde su hombro, provocando así que girara exaltado mirando a una niña de su edad, rubia con lentes de sol
-Ah... son fotos para el muro de la escuela, pero si, si tomo fotos – se retiró la mochila de la espalda y saco su cámara con un aspecto más profesional - ¿Quieres tomarte uno?
-No es para mí, solo es de mi amiga el favor – Davo alzo la mirada y vio a la preciosa Susana: una chica nueva en la ciudad, con rasgos morenos y un lindo cabello rizado; aunque sus ojos verdes eran otra cosa; unos que toda mujer celosa reprocharía al ver a su novio mirándola.
-Hola – le dijo con una sonrisa suave y tímida; se notaba esos nervios que muy seguro rodeaban por su estómago.
Davo contesto con la misma palabra y durante un segundo de silencio se sentía cómodo junto a ella; la aclamada chica que se hizo famosa tanto en redes sociales como entre la gente que rodeaba a todos con un supuesto rumor de que Susana Vallejo era una la típica princesita, con una familia de mucho dinero, huyendo de un terrible pasado que son simplemente... rumores.
-No debimos venir contigo lo lamento – las palabras brotaron de la boca de Susana – no queríamos molestarte. – Se voltio a su amiga mientras le decía que era una mala idea.
-Puedo tomarte la foto sin ningún problema – explico creando que las dos chicas se sorprendieran. Davo no quería perder su oportunidad de conocerla a fondo – No tengo otra cosa más que hacer, además es solo una simple foto.
- Oh ¿enserio? Bueno en ese caso quieres que te vea...
-Mañana después de clases, en el parque – interrumpió, al filo de que su rostro natural cayera y una sonrisa rojiza saliera a la luz.
-Okey, por supuesto – dijo Susana mientras se acomodaba el cabello atrás; después puso sus brazos cruzados en su pecho escondiendo algo.
-Aunque lo necesitas físico o...
-Digital. Instagram, si no es de tanta molestia.
-Okey.
-Si
Al acabar esas dos palabras, la amiga se encontraba en la línea de fuego admirando a dos caras sonrojas al instante sin saber que decir, jugando con sus ojos sin saberlo; después de todo es el punto de perspectiva el que ayuda descubrir quien está enamorado de quien.
Otra mano llego por la espalda de Davo, pero esta aterrizo como un puño con el propósito de romper el momento incómodo. Aquel precursor era simplemente el amigo de Davo, Damián. Esto hizo que Davo perdiera de vista a su nueva amiga. El adolorido de la espalda, se tallo quejándose y frunciendo su rostro a su amigo, maldiciéndolo de su momento incomodo entre dientes; regreso sus pupilas a los de su amada, pero quedaron desorbitados al ver que su princesa adinerada se fue.
-Sabes que eres un infeliz – dijo Davo riéndose junto Damián – Sé que te gusto pero no es para tanto.
-Que chistoso – exclamo Damián, no antes de hacer su risa sarcástica de siempre – Míralo así: te hice un favor alejándote de esa chica ¿Si sabias que ella tiene novio? Y no solo es cualquiera, hablamos de Ricardo, de quinto semestre.
-¿Hablas de Ricardo? – Dijo riéndose Davo - ¿Ricardo "corazones rotos"? ¿El mismo musculoso patán que termino con Cecilia? ¿Es novio de Susana?
-¿De quién hablan ustedes dos? – una voz se metió en la plática mientras Davo y Damián caminaban hacia la puerta de la escuela, pasando los grupitos y el campus de césped. La voz era de Fernando o como lo conocen:
-De nada que te importe Nenuco – exclamo Davo con intensión de burlarse de Fernando.
- Platicamos de que Davo está celoso por la relación entre Ricardo "corazones rotos" y Susana.
-¿Susana Ramírez o Susana Vallejo? – llego un chico con el cabello rubio alzado entre la abertura de su gorra de los Yanquis y su siempre favorito, paleta de Bubbaloo azul entre sus labios. Ese era Jaime, un amigo allegado de Davo, con participación en la banda de guerra y una enorme pasión por el béisbol; sí uno le preguntaba alguna jugada o datos importantes ( o no) de un jugador, él se los sabia de atrás hacia adelante.
-Susana Vallejo – contesto Damián antes de que Davo lo detuviera.
-Solo quiere que le tome una simple foto – explico Davo, demostrando su cámara colgada del cuello.
-Aja.
-Guarda eso – dijo Nenuco – Vas a traer homosexuales con tu cámara
-¿Cómo tu madre que atrae a hombre alcohólicos e infieles que van por Malvaros en la noche y jamás vuelven? – dijo Davo
A continuación, los chicos se empiezan a burlar de Fernando mientras entraban por la puerta, aunque Davo vio una multitud preocupada alrededor de un anuncio pegado en la puerta. Se retiró de la plática y se deslizo entre los chicos todos viendo el letrero con letras rojas: Desaparecido.
La escuela podía ver el rostro de Javier Torres; el niño presuntamente muerto.