Tranquility

By OhaniPouerietLugo

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Diego Vega es un escritor de 42 años que trabaja en un periódico hasta en la ciudad donde trabaja se comete u... More

Nota del autor.
Dedicatoria.
Capítulo 1: Normalidad
Capítulo 2: Mortal
Capítulo 3: Pasión
Capítulo 5: Secreto
Capítulo 6: Apocalipsis

Capítulo 4: Las cartas

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By OhaniPouerietLugo

Al otro día, el 5 de abril, volví al Departamento de Policía y tanto Gustavo como Pedro estaban decepcionados porque no había surgido ninguna novedad acerca del caso de Micaela Iglesias.

—Hemos buscado hasta debajo de la nada —declaró Gustavo— parece al crimen perfecto.

Ese mismo día el Jefe del Departamento de Policía hizo público el caso durante una rueda de prensa pero no se mencionó el fragmento de mi novela. Los periodistas presentes se hicieron sentir con preguntas que nadie del cuerpo policíaco podía contestar. Una vez finalizada la rueda de prensa los programas de radio, los distintos periódicos y los noticieros de la televisión comenzaron a hablar del caso y empezaron a cuestionar la eficacia de la policía durante una investigación.

Por otro lado yo seguía con mi labor habitual y durante el apogeo del caso de Micaela Iglesias muchos de compañeros comenzaron a escribir sobre eso y como conocían mi relación con el caso empezaron a realizarme varias preguntas acerca de ello. Supe, por medio de Julián, que el Ministerio de Educación había suspendido las clases por un día e honor a Micaela Iglesias. La comunidad realizó varias manifestaciones y en una iglesia de la localidad se celebró una misa donde todos los feligreses oraron por el alma de la maestra asesinada.

El lamentable suceso conmovió mucho a Las Llanuras pero al cabo de un mes, el 2 de Mayo, el caso seguía abierto y nadie hablaba de ello. Los medios de comunicación ya no decían nada al respecto y habían dejado de pedir justicia. La joven maestra, con un futuro brillante y una vida por delante, fue dejada en el olvido junto con su trágica partida de este mundo. Desde el 2 de abril, día en que Gustavo me mostró el caso, yo tenía muchas interrogantes en mi mente y mucho por decir sobre ello pero nunca hallé el momento indicado. Aproveché que el tema no era mencionado en ninguna parte y publiqué un artículo bajo el seudónimo de José Oramas. Las fuerzas que rigen el universo hicieron que el mismo día que yo publiqué mi artículo un grupo de jóvenes salieran a protestar a favor de los ideales comunistas y a la vez fomentarlos. La protesta, que contó con un aproximado de 500 jóvenes de los cuales la mayoría eran estudiantes universitarios, terminó con el saldo de 114 heridos y 258 detenidos cuando los agentes de la policía intervinieron. Estoy seguro de que un máximo de 5 personas fueron las que leyeron mi artículo sobre el caso de Micaela Iglesias.

***

A las 11:38 de la mañana del 11 de Mayo Julián me informa que Rafael me mandó a decir que vaya a su oficina lo más rápido posible. No me resulta extraño que el director del periódico solicitara mi presencia porque además de seguir mis trabajos literarios de cerca también me pide un informe sobre las noticias publicadas durante el mes y como no me pidió el informe correspondiente al mes de Abril me puedo imaginar que es eso sobre que hablaremos. Cuando entro a su oficina él me está esperando de pie y no me recibe con la habitual cortesía y energía que suele hacerlo, en cambio, su expresión seria y si yo fuera una persona paranoica diría que su rostro está pálido. Tomo asiento sin dejar de verlo.

— ¿Qué sucede?

Rafael me mira con su rostro totalmente inexpresivo y la confusión se agiganta en mí ser.

—Ha llegado una carta para ti pero tiene un remitente extraño.

Me pasa el sobre que contiene la carta, lo tomo y leo lo escrito en el:

De: Micaela Iglesias

Para: Diego Vega

Sentía que mi corazón latía con rapidez y miré a Rafael pero éste tenía su mirada fija en una bandera de España que él tenía en su oficina. Abrí el sobre lo más rápido que pude y comencé a leer:

"Hola. Es más que lógico que Micaela Iglesias no fue quien escribió esta carta pero de alguna forma tuve que llamar la atención. Debo admitir que esperaba más del Departamento de Policía de Las Llanuras pero resultaron ser una bola de ineptos que no supieron averiguar nada sobre la muerte de Micaela. De saber que actuarían de una forma tan estúpida hubiera planificado el escenario perfecto para que el homicidio de Micaela pareciese un suicidio pero como no quiero que esto acabe tan pronto seguiré dándoles trabajo.

Esta no es la única carta que he escrito, hay más cartas regadas y pronto comenzarán a llegar. Espero que les sirva de algo. Hasta la próxima, Diego Vega."

Ver mi nombre en la carta me demostró que el asesino tenía algún tipo de obsesión conmigo. Salí sin despedirme de Rafael y bajé las escaleras en cuestión de segundos. Tomé un taxi y me dirigí al Departamento de Policía. Gustavo tenía que enterarse.

***

Le dije a la recepcionista que necesitaba ver con urgencia a Gustavo pero ella, que me conocía muy bien y sabía la relación profesional que yo sostenía con él, me dejó pasar sin poner ningún pretexto. Cuando estuve dentro del área de los agentes pude contemplar el caos que allí había. Los policías no paraban de recibir llamadas y tomar notar mientras que otros tomaban su placa y su arma de reglamento para ir al poner el orden en alguna parte. Sin que nadie me lo dijera supe que toda aquella atmósfera tenía que ver con las cartas que el asesino dijo que estaban regabas por toda la localidad. A varios agentes que pasaron por delante de mi les pregunté por Gustavo y Pedro pero nadie supo decir nada. Luego de 15 minutos observando todo ese ajetreo Gustavo apareció acompañado de Pedro.

—Es peor de lo que me imaginaba. —Me dijo Gustavo cuando pasó por mi lado camino a su escritorio.

Pedro tenía en su poder un montón de cartas y me explicó que el asesino dejó varias en distintas casa cercanas al lugar donde Micaela fue asesinada y que todas las personas que las recibieron tienen miedo de ser la siguiente víctima del criminal.

— ¡Te juro —gritó Gustavo— que si es un bromista le arrancaré la cabeza, lo haré pedazos!

Caminé hasta donde él se hallaba y le mostré la carta que recibí.

—No es un bromista. —Le dije sosteniendo la carta justo en frente de su rostro.

***

Justamente cuando acababa de leer la carta que recibí sonó el teléfono de su escritorio y Gustavo lo tomó. Duró varios segundos dicen "sí", "bien", "entiendo". Al colgar se puso de pie y nos dijo que lo siguiéramos. Los tres nos montamos en la patrulla y al lugar al que llegamos fue a la estación de radio "Red Unida". Conocía muy bien aquel lugar. Don Federico, quien es director de aquella estación radial y amigo cercano de Rafael, fue quien nos recibió y explicó que muchos radioescuchas del programa "Colores de la mañana" estuvieron llamando para informar que ellos habían recibido cartas bajo el remitente de Micaela Iglesias y con la fecha del 2 de Mayo.

—Lo común entre todos esos radioescuchas que llamaron, además de recibir las cartas, es que ellos mismo dijeron que viven cerca del lugar donde la maestra fue asesinada. —Dijo Don Federico.

Don Federico, un hombre de algunos cincuenta y cuatro años de edad y que tiene una cabellera blanca con el proceso de extinción ya iniciado, sostiene una amistad con Rafael desde hace muchos años y debido a ello varios de mis colegas han pasado por la estación de radio para realizar unos cuantos trabajos, incluso hasta yo. Luego de recibirnos nos condujo hasta una habitación espaciosa donde hay una mesa redonda.

—Esta es la carta que recibimos.

En efecto, la carta tiene el mismo remitente que todas las otras. Gustavo la tomó, abrió el sobre y empezó a leer en voz alta para que todos pudiéramos escuchar.

"Los seres humanos deben pagar por sus acciones antes de partir de este mundo e incluso la muerte es una forma de pago. El miedo, el dolor y sus derivados son una forma de pago muchas veces justa o injusta cuando la maldad ha alcanzado niveles más allá de los físicos. A mí me han hecho sufrir y sé de los que les hablo. Para que sepan que soy el asesino de Micaela les diré que mi próxima víctima será una persona indefensa y..."

Gustavo dejó de leer la carta aunque yo pude ver que faltaban unas cuantas palabras más. Percibí en su persona algo extraño.

***

En el Departamento de Policía el ambiente estaba más calmado y ya nadie estaba recibiendo llamadas. En cambio, todos los agentes que allí se encontraban estaban leyendo cada una de las cartas. Cuando terminaron de leerlas Gustavo se dirigió a la oficina del Jefe del Departamento para mostrarle la carta que habían recibido en "Red Unida". A las 1:17 de la tarde el Jefe del Departamento convocó una reunión.

—Caballeros —empezó a decir el hombre mientras yo escuchaba desde un lugar alejado para que no pudiera verme— en una estación de radio han recibido una carta y deducimos que es autentica.

— ¿Por qué lo es jefe? —Preguntó uno de los oficiales que sostenía una taza de café.

—Sí ¿Por qué? —Preguntó otro que sostenía una rosquilla.

El hombre sabía perfectamente que aquella pregunta en algún momento aparecería y explico que la autenticidad de la carta se basaba en lo siguiente; al final de la misma decía que la siguiente víctima también estaría acompañada de un fragmento de alguna de las obras de Diego Vega y que como ninguna persona fuera del Departamento de Policía, a excepción del propio asesino, sabía sobre el fragmento encontrado junto con el cuerpo de Micaela Iglesias se podía deducir que la carta la había escrito realmente el asesino. En aquel momento supe el porqué de la extraña reacción de Gustavo cuando dejó de leer la carta en frente de Don Federico. El Jefe del Departamento agregó que se iniciará un fuerte patrullaje cerca de todas las escuelas y colegios, parques de diversión y cualquier lugar frecuentado por un niño debido a la amenaza en la carta de "mi próxima víctima será una persona indefensa.

Cuando la reunión culminó me acerqué a Gustavo.

—Debiste habérmelo dicho.

— ¿Decirte qué?

—Lo que decía la carta al final. Tú leíste la carta que me enviaron el periódico, ese hombre podría hacerme daño en cualquier momento.

—A ti no pasará nada.

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