No me conoces, pero soy tu me...

By CataKaoe

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Sinopsis
. . .
1. Día Cero
2. ¿Qué está pasando?
3. Ley del hielo
4. Disculpas
5. Investigación
6. Evidencia
7. Trampa
8. Búsqueda
9. Entrando en calor
10. A prueba
11. La excusa perfecta
12. Encuentros cercanos
13. Retirada
14. ¿Más que amigos?
16. Tomando la iniciativa (primera parte)
16. Tomando la iniciativa (segunda parte)
17. Persona non grata
18. Leña al fuego
19. Efectos secundarios
20. Desolación
21. Elefante en la habitación
22. Reacción Química
23. Trinidad (primera parte)
23. Trinidad (segunda parte)
24. Reacción Física
25. Día Cero
26. Levántate (y anda)
27. Punto ciego (primera parte)
27. Punto ciego (segunda parte)
28. Verdad o consecuencias
29. Número desconocido (primera parte)
29. Número desconocido (segunda parte)
30. Café con leche
31. Beneficio de la duda
32. A escondidas (primera parte)
32. A escondidas (segunda parte)
33. Deseos ocultos
34. Despertando sospechas
35. Miradas indiscretas (primera parte)
35. Miradas indiscretas (segunda parte)
36. Pensamiento recurrente (primera parte)
36. Pensamiento recurrente (segunda parte)
37. Opuestos equivalentes
38. Gran hermano
39. Fashion Emergency
40. El Tri
41. Ruleta rusa
42. Déjate llevar
43. Lo que me hiciste hacer (primera parte)
43. Lo que me hiciste hacer (segunda parte)
44. Pieza oscura
45. Ahora o nunca
46. No te vayas
47. ¿Dónde estás? (primera parte)
47. ¿Dónde estás? (segunda parte)
48. Revelaciones
49. Lo que nunca te dije
50. Todo lo que siempre quise oír
51. Cuenta regresiva
. . .
52. Reset (primera parte)
52. Reset (segunda parte)
Epílogo
Fanarts I
Fanarts II
Fanarts III
Fanarts IV
Fanarts V
* ¡NMC SE PUBLICARÁ EN FÍSICO! *
Fanarts VI y Recomendaciones
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15. Apariencias

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By CataKaoe

Historia publicada en papel por Penguin Random House.
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Luego de un fin de semana relativamente tranquilo, otra vez llegaba el lunes y no sabía cómo sentirme al respecto. Ya llevaba una cuadra y media avanzada de los quince minutos que me separaban del colegio, por la ruta que ahora realizaba sin compañía. En todo caso, mejor eso a irme junto a mi hermana que siempre salía atrasada y contagiando estrés. Irme con ella solo podía terminar en pelea y deseos de cometer fratricidio.

Ya acercándome al primer semáforo y detenidos en la luz roja, fue que divisé a la inconfundible pareja. El intenso sol de la mañana se colaba a través de los árboles, resaltando a contraluz el pelo rojizo miel de Solae, que ahora llevaba siempre suelto y le caía hasta más abajo de los hombros. Y a su lado, acompañándola como siempre a todas partes, su alta y rubia sombra, Anton. ¡Qué inesperado que fuera él ahora quien la acompañaba al colegio como si fuera su escolta personal! Me surgía la sincera duda de si al menos la dejaba ir sola al baño.

Los tenía delante mío, a tan solo a unos cuantos metros de distancia, pero los observaba en silencio, sin querer revelar mi presencia. Solae se reía aferrada al brazo de Anton y celebraba cualquier cosa que saliera de su boca, mientras que él le respondía con el mismo interés que ella. A su alrededor parecía existir una especie de campo de fuerza que no daba cabida a ninguna interrupción externa.

Me pregunté si cuando éramos mejores amigos y Solae caminaba abrazada a mí, la gente nos confundía con una pareja, como lo hacía yo ahora al verlos desde atrás. ¿Había estado ella tan contenta conmigo como se le veía ahora con Anton? Es que Solae siempre había sido una chica positiva y animada, pero ahora irradiaba un aura diferente. No solo se veía feliz, Solae se veía correspondida. Y si no los conociera mejor, hasta podría jurar que ambos parecían estar enamorados.

Creo que nunca me pregunté si Solae era feliz conmigo cuando éramos amigos. A pesar de que siempre me imponía sus gustos y terminábamos haciendo lo que ella decidiera y aunque jamás lo admitiría ante ella, al final siempre terminaba disfrutándolo. Como si Solae supiera de antemano lo que me iba a gustar. Por mi parte, jamás me preocupé por saber qué era lo que ella quería. Nunca me esforcé por ver más allá de su máscara que siempre había aparentado estar bien, ni tampoco me preocupé de comprender sus sentimientos o siquiera saber si estaba contenta conmigo como amigo. Siempre la di por sentada; a ella y a su amistad incondicional.

Una sensación de vacío se apoderó de mí, haciéndome quedarme ahí, detenido con mis pensamientos y un creciente sentimiento de culpa que me impedía acercarme más.

De pronto, Anton soltó a Solae y se giró para sacar algo de su mochila y aunque su mirada nunca se detuvo en mí, tuve la sensación de que se dio cuenta de mi presencia. La luz cambió a verde y mientras cruzaban, repentinamente acercó a Solae hacia él, abrazándola posesivamente por sobre su hombro. Acto seguido le dijo algo a al oído y ella se rió con timidez.

Ya no me cabía duda de que Anton me había visto y que solo lo hacía para irritarme. Por un instante casi había olvidado de lo que él era capaz. Aquella aparente felicidad de Solae a su lado debía ser solo efecto de su manipulación, y si no impedía que Anton siguiera haciendo lo que quisiera con ella, terminaría arrepintiéndome.

Con seguridad renovada y pisando fuerte, aceleré y los sobrepasé simulando no haberlos visto.

—¡Hola Alex! —me llamó Solae, apenas estuve delante de ellos.

—Ah, ¡Hola! —respondí volteando hacia ellos y dando mi mejor interpretación dramática de no haberlos visto.

—¿También vives por acá cerca? —me preguntó y asentí sin entusiasmo. —¡Qué increíble que no nos hubiésemos topado nunca antes! —acotó divertida, mirando luego a Anton. Aún no me acostumbraba a estas situaciones en las que Solae me restregaba en la cara que no recordaba nada sobre mí.

—¿Y ustedes siempre se van juntos al colegio? Cualquiera pensaría que son novios. —solté para evaluar su reacción, mientras seguía caminando junto a ellos.

—¿En serio crees que solo por acompañar a Solae al colegio, necesariamente soy su novio? —me preguntó Anton y me arrepentí inmediatamente de haberlo mencionado. Sobre todo porque era yo quien siempre la acompañaba antes. Preferí no responder.

—Pero no te pongas así. —se rió Anton abrazándome ahora a mí también—. Igual es cierto que parecemos novios. ¿Verdad Sol?—. Solae lo miró sorprendida y aunque se había puesto roja, intentó disimular su impresión.

—Es verdad que todos nos lo dicen... —agregó ella, en voz baja.

—¿Pero lo son? —pregunté antes de darme cuenta. Últimamente mi lengua iba mucho más rápido que mi capacidad de pensar mis palabras.

Anton se inclinó hacia mí.

—¿Por qué de pronto te importa tanto nuestra relación?

—Es cierto. —añadió Solae—. En todos estos años, jamás te vi interesado en acercarte a nosotros o siquiera hacer algún amigo. ¿Por qué el cambio?

«¿Que por qué?» me preguntaba ella. «Porque antes no estaba solo. Nunca necesité buscar amigos porque te tenía a ti. Estaba contigo y contigo me bastaba y me súper-sobraba, ya que tu amistad valía como la de diez personas a la vez. Solae, tú eras mi mejor amiga, pero este idiota hizo que lo olvidaras todo.» Eso le hubiese respondido si hubiera podido. Ya lo había intentado antes, pero para que me creyera no bastaban las palabras y tampoco podía decírselo frente a Anton; y él no se despegaba de su lado. Además, si me ponía en evidencia frente a él; si demostraba abiertamente ponerme en su contra, no solo lo negaría todo, sino que también podría borrar ese recuerdo de Solae, o mucho peor: hacer que me olvidara por completo. De tan solo imaginar aquel escenario, me daban escalofríos.

Llegamos al último semáforo que cruzaba la avenida principal, y nos detuvimos. El cronómetro indicaba que aún quedaba cerca de un minuto para poder cruzar. Sentí que sus miradas estaban clavadas en mí. Aún esperaban mi respuesta y yo sabía que este era el momento de dar el siguiente paso si quería mantenerme cerca de ellos.

Tomé aire y me coloqué frente a ambos. Tenía que sonar convincente y lo que iba a decirles no me resultaría nada fácil.

—Chicos. —comencé, mirándolos por turnos—. Después de pasar estos días junto a ustedes, y aunque siempre había preferido estar solo... —No lograba mirarlos a los ojos, por lo que desvié mi mirada hacia el suelo— Hasta ahora no me había dado cuenta lo que era estudiar y compartir con amigos, entonces... yo...

—¿Te nos estás declarando, Alex? —preguntó Anton, riéndose de mí.

—¡Solo estaba diciendo que me gustaría ser su amigo! —concluí por fin, humeando de vergüenza, luego de vomitar semejante arcoiris. ¿De dónde había salido tanta cursilería?

—¡Awww, Alex! ¡No te conocía ese lado tan tierno! —exclamó Solae con sus ojos brillantes, como los de quien ve a un cachorrito desamparado que busca cariño.

Yo tampoco me conocía ese lado. Me preguntaba si en verdad lo tenía.

—¿Lo podemos adoptar? —preguntó Solae, pidiéndole permiso a Anton. (¡Agh! ¡Solae sí que me estaba comparando con un animalito!)

—Debo admitir que a mí también me pareces adorable, Alex. —dijo ahora él, apretando mis mejillas y acercando su rostro con una sonrisa condescendiente—. No veo por qué no.

No me podía mover del coraje y mi cara hervía al rojo vivo, no sabía si de rabia, vergüenza o impresión.

—No seas egoísta, Anton, que ahora también es mío. —reclamó Solae, y aprovechando el impulso, se colgó a mi cuello, abrazándome con energía. Esta vez no se cortó por la presencia de Anton.

Hice el amago de retroceder, pero no me quedaban fuerzas para resistirme. Esos dos sí que sabían cómo bajar mis defensas y descolocarme (y tampoco conocían el límite del espacio personal). Fue el pitido del semáforo en verde el que hizo que Solae me soltara y que ambos me invitaran a seguir avanzando, ubicándome entre ellos.

Así fue, como, amarrado por una correa invisible y con mi rabo entre las piernas, fui oficialmente domesticado por ellos. No sabía hasta dónde había caído mi dignidad con mi obsesión de descubrir los planes de Anton y salvar a Solae, pero al menos ya estaba oficialmente infiltrado dentro de su empalagosa relación.

Tenía la sensación de que ahora que me habían convertido en su juguete-mascota, me sería más fácil conseguir tiempo a solas con Solae; y que si insistía lo suficiente en algún recuerdo débil o ambiguo podría lograr algo. Solo tenía que descubrir qué otras situaciones podría usar para bajar la guardia de Solae, contarle toda la verdad y liberarla por fin de este extraño hechizo de la que estaba siendo víctima.



Notas de la autora:

Parece que Alex va haciendo progresos. 
¿Qué tanto conseguirá acercarse a Solae?
¿Será este el inicio de una nueva hermosa amistad o...?

🌟

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¡Muchas gracias JoropeShionToruhizuVeroRodriguezP y ZeomyTales 
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Una canción que me recuerda el inicio de este capítulo:
"Happier de Ed Sheeran".
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