Si ella era el 13... Quién era el 15?.
Su camilla, sus muñecas y la cinta de su cuello tenían grabado el número 13.
La llamaban la niña del 1315, de dónde provenía el 15?.
Quién era el 15?.
Sus preguntas fueron respondidas cuando un pequeño niño entro a la habitación.
Tenía razón, su cuello y sus muñecas tenían el 15.
"Acomodamos de dos pequeños para que sea más fácil repartir los medicamentos".
Eso fue lo que dijeron los de Blanco.
El pequeño tenía una cicatriz cerca de su clavícula.
Catéter.
Sus ojos eran claros como la miel, piel pálida y amarillenta, sus labios tenían rastros de sangre y su cabello era claro como el color de sus ojos.
Su cinta era naranja.
Si juntaban sus muñecas tenían el perfecto "1315" que la puerta de su habitación tenía grabado.
Si juntaban sus cuellos sus cintas también lo hacian.
Ellos eran los niños del 1315.
Ambos tenían los cuerpos lastimados.
Ambos tenían la mirada apagada, tenían miedo, apenas eran inocentes niños, niños que desde pequeños saben lo que es la realidad del mundo.
Niños que tienen que luchar por vivir.
Niños que quieren vivir.
Una vez repartidas las quimioterapia ambos chiquillos se acostaban en una sola cama para unir sus manos y aguantar juntos el fuego que ardía en sus venas.
Ambos lloraban.
Ambos gritaban.
Ambos sentían emociones.
"Una vez que te acostumbras al dolor ya nada te duele".
Era lo que le decía el castaño a la pequeña todos los días antes de dormir.
Cada que ambos miraban sus ojos iluminados por la luna, por alguna razón ambos ojos brillaban como 4 perlas.
Sentían dolor en el estómago.
Pero era un dolor agradable.
Si ambos se tocaban podían confirmar que uno era el responsable del dolor del otro.
Si ambos juntaban sus manos podían sentir el sudor de ambos entre las palmas.
Si ambos miraban sus ojos podian verse reflejados en los ojos contrarios.
Si juntaban sus cuerpos podían escuchar como sus corazones se aceleraban.
No era dolor.
Era amor.