Esclavos de la pasión: Parte...

Galing kay DriaChiba

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A pesar de la muerte de Sabio, los problemas para los Chiba están lejos de terminar, mucho menos ahora que lo... Higit pa

...Argumento...
...Prólogo...
...Capítulo 1. Tregua...
...Capítulo 2. Revelaciones...
...Capítulo 3. Abandono...
...Capítulo 4. Confesiones...
...Capítulo 6. Parte de ti...
...Capítulo 7. El Clan Tsukino...
...Capítulo 8. Declaraciones...
...Capítulo 9. Vinculo...
...Capítulo 10. Esplendor...
...Epílogo...

...Capítulo 5. Conociéndonos...

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Galing kay DriaChiba

Volviiii!!!

Se que no tengo perdón por dejar inconclusa la historia casi un año, es solo que el tiempo no me daba, ademas de que la inspiración me abandonaba de a ratos o simplemente mi cabeza estaba llena de otras ideas, las cuales no pienso comenzar a escribir hasta que esta este terminada.

Espero de todo corazón que esta actualización les guste. Y prometo intentar no tardarme tanto con el siguiente cap, ya esta algo avanzado pero aun le falta bastante, así que me daré prisa.

Nos leemos pronto y espero que estén muy bien.

Los personajes que aparecen aquí son obra de la gran Naoko Takeuchi, la historia es creación de mi loca imaginación.

Prohibido copiar, transcribir, alterar, almacenar o publicar esta historia en cualquier plataforma o grupo, sin mi autorización previa y por escrito.

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...Capítulo 5. Conociéndonos ...

.

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Cuando Serenity y Endymion salieron de la habitación, la rubia se detuvo al mirar la escena frente a ella.

Artemis Chiba parecía lívido de furia, su semblante era uno que ella jamás le había mirado en las pocas ocasiones que había tenido la oportunidad de observarle.

―¡Acaso has perdido la razón! ―gruñó con rabia el líder de los Chiba, abalanzándose contra el chico frente a él que parecía el receptor de su ira, sus ojos parecían mortales lunas negras en su apuesto rostro, y su boca estaba distorsionada en una mueca extraña enseñando amenazadoramente los colmillos.

Serenity no tuvo duda alguna de que aquel macho era uno de los hermanos Chiba, el parecido con Endymion era tremendamente obvio. El soberbio macho miraba a su líder sin inmutarse, recibiendo su ira pero sin el menor atisbo de arrepentimiento.

―Artemis deja de decirme lo que tengo que hacer ―vociferó el macho finalmente, sus ojos obscuros parecían una verdadera amenaza y sus palabras carentes de energía, hicieron que a Serenity se le erizara el bello de la piel.

―¿Qué está pasando aquí? ―preguntó Endymion haciéndose notar, con una serenidad que la sorprendió, logrando que la atención se dirigiera a él y el ambiente se relajara solo un poco.

―Tu hermano está llevando al límite mi cordura ―gruñó Artemis mirando a Endymion, a lo que el joven macho rodo los ojos claramente exasperado.

Fue justo en aquel momento cuando todos los ojos se centraron en Serenity. La ira volvió a ensombrecer el rostro de su líder antes de que hablara.

―¿Qué hace aquí una Tsukino? ―preguntó con la voz baja y letal.

Pero antes de que nadie contestara nada, la voz del joven macho se escuchó vibrante, un claro contraste con el tono que había usado con anterioridad. Serenity fue claramente consiente de como de pronto una ira indescriptible se adueñaba del muchacho con violenta rapidez haciéndola estremecerse.

―La hermana de Andrew Tsukino ―dijo con tal repulsión que era más que evidente que la odiaba, y en aquel instante Serenity supo quién era él, Darien Chiba, el macho que Lita había dejado para fugarse con su hermano Andrew.

La mano de Endymion se posó protectoramente en su cintura, al tiempo que la empujaba ligeramente hacia atrás, como si de alguna manera quisiera protegerla con su cuerpo de su propio hermano.

―¡Maldita sea! ―ladró Artemis con violencia.

―Vine aquí por mi cuenta―dijo Serenity con timidez. No queriendo causar más conflicto entre ellos. Aunque estaba convencida de que algo que ella no comprendía estaba pasando.

Artemis dirigió su mirada a Darien y un segundo después a Endymion, su ira no había disminuido ni un poco a pesar de sus palabras, parecía debatirse en cuál de los dos machos debía su atención en primer lugar.

―¿Qué significa esto Endymion? ―preguntó con dureza, decidiéndose finalmente.

―Serenity y yo hemos decidido reanudar nuestro compromiso ―explicó Endymion encogiéndose de hombros, como si todo lo que estaba pasando careciera de importancia, pero Serenity podía sentir que no era así, estaba alerta, listo para lo que pudiera pasar.

―Eso ya no es posible ―dijo Artemis relajándose visiblemente, meneo la cabeza suavemente exasperado ―, Haruka y yo hemos negociado un nuevo convenio ―Tú no estás incluido ―

Serenity palideció ante aquella información, Haruka no le había informado nada al respecto. Sus ojos se dirigieron rápidamente a Endymion, quien había endurecido su mirada y estaba rígido.

―No, no. Eso no es posible ―chilló Serenity sin siquiera pensarlo ―, no lo permitas Endymion, por favor ―suplicó al pelinegro, consciente de que estaba actuando nuevamente de una manera irracional. Pero después de todo lo que había descubierto con el pelinegro, lo que despertaba en ella, y lo que ella misma lograba despertar en él, simplemente no podía siquiera considerar la idea de que lo alejaran de ella.

El rostro del peliplata se llenó de confusión mientras los miraba a uno y luego a otro. De pronto una extraña impresión cruzo su rostro antes de acercarse a ella con violencia, la olfateo con fuerza antes de darse vuelta hacia Endymion.

―¿Qué has hecho? ―preguntó con incrédula rabia.

―Nada ―dijo Endymion a la defensiva, frunció el ceño aunque había conocimiento en su mirada, Serenity no comprendía el motivo.

―La huelo en ti ―rugió dando un paso más hacia él. De pronto, con violencia lo tomo del cuello haciendo que Endymion chocara su espalda contra la pared trasera―. ¡Bebiste de su sangre! ―le acusó sin ningún reparo, sus ojos obscuros taladrando a Endymion sin consideración.

―No fue así ―dijo Serenity sobresaltada acercándose a ellos, desconcertada por el giro que había dado la situación.

El recuerdo de la sensación que la inundo cuando Endymion había besado su labio la sobresalto, en aquel momento bien podría haber probado su sangre, había sentido el rose punzante en el labio pero no se había percatado si su labio había sangrado.

―Endymion ―gruñó Artemis con dureza, arrastrando cada silaba de manera imposible.

―Ella es mía ―dijo Endymion sin alejar su mirada de la penetrante de su líder, parecía bastante seguro de sí mismo y Serenity mordió su labio sobresaltada ante aquella aseveración, pero sabía que era verdad, ella le pertenecía sin ninguna duda ―, nadie más va a tenerla. Así que no he roto ninguna regla ―declaró.

―¡Pero qué demonios! ―dijo Artemis seguido de una maldición y finalmente soltó al pelinegro ―. ¡¿A qué demonios están jugando ustedes dos?! ―gruñó con violencia.

―Esto no es ningún juego, Artemis ―declaró Endymion con seguridad, alejándose ligeramente de la pared y posándose al lado de la rubia.

―Tu y yo tenemos que hablar ―enunció con autoridad señalando a Endymion con un movimiento de la cabeza ―. Zafiro, lleva a Serenity al comedor, se hospitalario con nuestra invitada ―pidió antes de dar media vuelta. A penas si habían avanzado un par de pasos cuando Artemis bacilo un instante antes de girar ―. ¡Cuida de ella! ―agregó mirando significativamente a Zafiro.

Este último se acercó a ella y con una tímida reverencia la invito a seguirlo, ella obedeció reticente, su mirada vago hacia Endymion quien la miro y asintió ligeramente con la cabeza antes de dar media vuelta y seguir la estela de su líder.

Serenity mordió su labio mientras trataba de tranquilizarse, Artemis parecía realmente molesto, su expresión había sido sombría, y habría jurado que estaba inquieto quizá un poco más que molesto.

A regañadientes siguió al hermano menor de Endymion. Su acompañante y ella, pronto terminaron en un pequeño salón, acogedor y también muy luminoso. Ella se sentó en uno de los pequeños y cómodos sofás y se quedó quieta, sobresaltada al darse cuenta de que podía sentir con una extraña familiaridad movimientos, y la furia que salía de Endymion.

No pudo evitar preguntarse qué era lo que estaba pasando, no solo entre Endymion y su líder, sino también entre ellos, jamás habría imaginado poder sentirse tan conectada a nadie. Pero claramente no hubo respuesta alguna, simplemente se propuso intentar entender cada una de las reacciones que podía percibir en él.

Había pasado un largo rato, pero ella había estado tan sumergida en sus pensamientos y en Endymion que casi había olvidado que no estaba sola, hasta que fue consiente de la mirada intensa que la observaba.

Serenity se enderezo, encontrándose con los bellos ojos azules del menor de los Chiba, sintió como enrojecía ligeramente al darse cuenta de que él la observaba con bastante interés, pero cuando sus ojos se encontraron lo miro enrojecer de la misma forma que ella y entonces desvió su atención.

―Lo siento ―dijo después de un instante, su voz era fuerte a pesar de que parecía apenado ―, es solo que he escuchado muchísimo sobre ti y no estoy convencido de que lo que me dijo Artemis sea verdad ―

―¿Qué es lo que ha dicho tu líder sobre mí? ―preguntó llevada por la curiosidad aunque sentía sus mejillas arder por la vergüenza. Era muy probable que el macho se negara a confesar algo que avergonzaría a su líder y a ella misma.

―Dijo que le temías a Endymion ―expuso con un fuerte suspiro mientras se giraba lentamente, dándole la espalda. Serenity lo observo realmente por primera vez, era delgado pero podían adivinarse sus músculos debajo de la fina camisa, su cabello era más claro que el de Endymion, dejando peños destellos azulados a su paso ―. Que eras demasiado joven para entenderle y que... ―agregó antes de quedarse callado y se giró lentamente hasta que sus miradas se encontraron ―, no serias feliz a su lado ―

Serenity se puso de pie instintivamente, algo extraño dentro de ella se removió ante las palabras del macho, ella sabía indudablemente que Endymion era su felicidad, en aquel preciso instante lo tuvo mucho más que claro, y aquellas palabras sonaban a calumnia.

Sintió como poco a poco sensación extraña se adueñaba de ella, algo muy parecido a la furia porque ella no podía aceptar que alguien pensara que no podría ser feliz al lado de Endymion cuando era justamente lo contrario.

―¿Esta en lo cierto? ―preguntó el pelinegro con el ceño fruncido mirándola con atención nuevamente.

―Por supuesto que no ―dijo Serenity con tal arrebato en sus palabras que se sorprendió ella mismo al darse cuenta de cuanto confiaba ya en Endymion a pesar del poco tiempo que llevaba de conocerle.

―Eso pensé ―dijo el muchacho con una pequeña sonrisa en los labios, relajándose de una manera visible, algo que tomo por sorpresa a Serenity. Aquella sonrisa dejo ver al guapo chico que era, mucho menos intimidante que sus hermanos, y aunque el parecido estaba ahí el los ojos y su rostro él muy diferente, no parecía haber rastro del temperamento y la seguridad que había mirado en Endymion y Darien ―. Comenzaba a temer el tener que comprometerme tan pronto con una hembra a la que ni siquiera conozco ―agregó haciendo que Serenity se sobresaltara sorprendida.

¿Que significaban sus palabras?, ella no tenía idea de lo que el joven estaba intentando decirle.

―No me malentiendas ―agregó él rápidamente ―. Eres muy hermosa, pero me preocupaba el hecho de que ni siquiera te había conocido ―

Justo en ese instante algo hizo clip en su cabeza y Serenity comprendió lo que el macho quería decirle, iban a ofrecerla a él como su prometida.

―Endymion y yo hemos hablado ―agregó con rapidez, consciente de que no debía explicación al macho pero apesadumbrada con la idea de que las cosas dieran un giro completamente diferente a lo que había pensado hacia solo unos minutos ―. Y queremos estar juntos ―declaró con un susurro.

―Es lo mismo que pensé ―dijo con un suspiro, parecía bastante aliviado ―. No me malentiendas nuevamente ―agregó con rapidez ―, es solo que amo a mi clan pero es difícil pensar el unirme a una persona por el simple hecho del compromiso que siento para con los míos.

Aquello confesión sorprendió profundamente a Serenity, pero justo en ese instante la puerta de la habitación se abrió con dureza y Endymion entro con paso majestuoso, con aquella seguridad que siempre le embargaba.

―Sal de aquí Zafiro ―ordenó sin siquiera mirarlo, a lo que su hermano asintió y después salió apresuradamente de la habitación ―. Artemis y yo te llevaremos de vuelta a tu recinto, Artemis está preocupado por la reacción de Haruka ―informó en cuanto la puerta se cerró.

Serenity simplemente asintió, aunque por dentro mil preguntas pugnaban por salir. ¿Qué era lo que ambos machos habían hablado? ¿Había conseguido Endymion lo que ambos habían deseado solo unos minutos atrás?

Había una intensidad alarmante cuando la miro a los ojos, ella pudo sentir aquella extraña necesidad adueñarse de ella, y él pareció percibirlo porque se acercó a ella con rapidez, tomándola de la cintura para acercarla a su cuerpo de manera posesiva, pero antes de que pudiera reclamar sus labios como ella deseaba, la puerta se abrió nuevamente y esta vez fue Artemis quien entro.

Su mirada era una mezcla de diversión y regocijo y Serenity tuvo la certeza de que los había interrumpido con toda intención.

La noche había avanzado a un ritmo vertiginoso, faltaban solo un par de horas para el amanecer cuando llegaron finalmente al santuario de los Tsukino. Serenity se sentía extrañamente reconfortada al estar cerca de Endymion, aunque él fuera sentado en el asiento del copiloto y ella en la parte de atrás, mientras Artemis se encargaba del volante.

Ella fue la primera en poner un pie dentro de la fortaleza y para su total sorpresa se topó de lleno con el rostro furioso de Haruka.

―¿Con que autoridad te atreviste a largarte del santuario? ―preguntó colérico al tiempo que la sujetaba con violencia de los brazos, estrujándola ligeramente en el proceso.

Serenity se quedó quieta completamente sorprendida, sabiendo perfectamente que Haruka tenía toda la razón para estar molesto con ella, pero a pesar de eso no había esperado una reacción tan violenta de su parte.

―Haruka... ― susurró la rubia suavemente, pero antes de que pudiera decir nada más un extraño gruñido inundo sus sentidos al tiempo que era alejada violentamente del lado de Haruka.

―No te atrevas a volver a tocarla de esa manera ―la voz amenazante de Endymion la aturdió por completo, pues jamás nadie la había defendido, aunque lo cierto era que tampoco jamás había necesitado ser defendida de nadie.

―¿Qué demonios haces aquí nuevamente? ―fue la pregunta amenazante de Haruka, su rostro se había vuelto una mezcla de confusión y furia mientras su mirada vagaba entre Endymion y Serenity.

―Quisiera que pudiéramos conversar un instante ―se escuchó la voz de Artemis, atrayendo la atención de Haruka, quien frunció el ceño y soltó un pequeño suspiro antes de girar para encarar al líder de los Chiba.

―¿Qué demonios está pasando? ―preguntó a Artemis con el ceño fruncido y la voz ligeramente ronca. Haruka era demasiado controlador, y Serenity estaba segura de que lo que estaba pasando no le agradaba nada. Siempre se había hecho cargo del clan, incluso desde que su padre vivía, y aquello le había dado una autoridad superior, todos le respetaban y le consideraban.

―De eso mismo quisiera hablarte en privado ―dijo Artemis.

―Vamos ―ordenó Haruka después de meditarlo unos segundos, moviendo la cabeza para instar a Artemis a seguirlo.

Serenity se quedó de pie, insegura en su proceder mientras los dos líderes desaparecían de su vista.

―Tranquilízate ―dijo suavemente Endymion, acercándose a ella lentamente, tomo una de sus manos y la estrujo con dulzura, haciendo que ella se sonrojara duramente ―. Todo estará bien, ya lo veras ―agregó.

―Tú crees que Haruka... ―se interrumpió sin estar muy segura de cuál era la pregunta a la que necesitaba respuesta.

―Todo estará bien ―repitió Endymion haciendo que Serenity sintiera una extraña sensación de fortaleza. Por extraño que pareciera podía creer en sus palabras sin ningún inconveniente.

―Si ―afirmó ella con una seguridad que nacía de todo lo que él le estaba transmitiendo.

―Es hora de que descanses, muy pronto amanecerá ―dijo de pronto Endymion, jalando suavemente su mano para instarla a caminar.

Ambos subieron lentamente las escaleras, Endymion parecía recordar perfectamente donde estaba su habitación por que la guió sin dudar ni un instante. Cuando llegaron a la puerta de su habitación abrió sin ningún tapujo, con absoluta seguridad, y ambos se metieron dentro.

Serenity se sintió enrojecer cuando comprendió que estaban solos en su habitación. Pero apenas si habían pasado algunos segundos cuando él hablo nuevamente.

―Es momento de que me retire ―informó con suavidad, acercándola escandalosamente a su cuerpo ―. Esperare abajo la resolución de nuestros líderes ―agregó con una sonrisa de lado en los labios.

―Creo que debería esperar contigo ―dijo ella casi sin aliento, demasiado perdida en la sensación que el cuerpo de Endymion junto al de ella le estaba provocando.

―No, te seguro que lo mejor es que me marche ―dijo él con severidad, haciendo que Serenity frunciera el ceño ―, te seguro que de momento lo mejor es que estemos lejos, pero será solo temporal ―aseguró. Y tras aquella declaración Endymion salió de la habitación.

Serenity camino lentamente hasta su cama, tratando de estabilizar su corazón, de pronto todo era completamente perfecto, lo que sentía por Endymion la intimidaba más de lo que jamás confesaría, pero estaba convencida de no querer estar sin él.

Ambos querían estar juntos, nada podría ser más perfecto.

De pronto se sentía parte de èl, había encontrado su lugar en el mundo.

Pensó en Haruka, en que aun su hermano tenía la última palabra, pero sabía que fuera cual fuera la resolución de su hermano y líder ella lucharía, no le importaba si por una vez tendría que desafiar a su hermano.

Quería a Endymion y haría todo lo que estuviera en sus manos para estar a su lado.

.

―¿El solsticio de otoño? ―las palabras incrédulas de Endymion inundaron la habitación.

No podía creer que Artemis hubiera aguardado tanto para finalmente salir con aquella información, se quedó quieto sopesando la información con inteligencia, el verano estaba a la mitad, faltaban por lo menos dos meses para que el otoño hiciera su aparición.

Aquello era ridículo.

―¿Es acaso una especie de venganza? ―preguntó sintiendo como una cólera comenzaba a inundar su ser lenta y profundamente. Aquello le molestaba profundamente, había sido muy controlado toda su vida, claro que tenía un carácter explosivo pero había aprendido a dominarlo bastante bien, pero las últimas semanas parecía haber desaparecido su control, todo lo relacionado con Serenity lo llevaba al límite.

―No, pero debes comprender Endymion ―dijo con resolución Artemis.

―¿Que quieren hacerme pagar por mi rudo comportamiento? ―pregunto con rudeza y la voz empañada por sarcasmo.

Esperar dos meses para tener a Serenyty le parecía una eternidad, una condena demasiado larga.

―Haruka teme que su hermana cambie de opinión y lo cierto es que estoy de acuerdo con él. Creo que es conveniente que se conozcan mejor antes de cualquier cosa ―explicó con un fuerte suspiro ―. Un juramento de sangre no es cualquier cosa ―

―Un juramento de sangre que pensábamos hacer solo por el hecho de unir a nuestros clanes ―rodo los ojos ―, no comprendo que ahora pongan una condición tan estúpida.

Artemis sonrió enigmáticamente.

―Así están las cosas por el momento ―dijo encogiéndose de hombros.

―Pero ambos lo deseamos ―agregó con la voz suave, tratando de no parecer un chiquillo frustrado, aunque dudaba mucho que lo hubiera conseguido.

Pronto comprendió que era inútil, Artemis y Haruka estaban de acuerdo en aquel plan y por mucho que el deseara hacerlos cambiar de opinión, dudaba demasiado que sus acciones pasadas contribuyeran a salirse con la suya. Aun recordaba que el llevar acabo aquel compromiso había sido una especie de castigo por obligar a Artemis a tomar el liderato, probablemente este era uno peor ahora que sabía el interés que sentía por la rubia.

Sin decir una sola palabra salió de la habitación, no quería cometer alguna idiotez que sumara más días a aquella tortura que Artemis estaba dispuesto a imponerle.

Sabía que al final la recompensa seria generosa, Serenity sería el mejor premio que él jamás pudiera desear, aunque estaba completamente convencido de que sería una tortura sin la menor duda esperar todas las noches por venir hasta finalmente poder tenerla.

Las cosas habían dado un giro completamente inesperado, jamás lo habría imaginado, pero se encontraba ansioso de llevar a acabo aquel enlace y por supuesto que su motivación ya no tenía nada que ver con el hecho de proteger a su clan.

Si, sabía que aquel enlace beneficiaba de la mejor manera al clan Chiba, porque los Tsukino y los Chiba unidos serian muchos más en número que el clan Black, y por donde lo mirara aquello era lo mejor que le podía pasar a su clan.

Pero ya no era así, su motivación principal radicaba simplemente en la hembra, era ella quien lo motivaba, quien lo tenía prisionero y completamente ansioso de tenerle.

Serenity era la hembra más bella que él había conocido en toda su existencia, y no solo su bello rostro, hablaba de toda ella, de toda su persona, irradiaba una luz propia, todo ella lo tentaba, lo dejaba desconcertado y deseoso de más. No estaba seguro que era ese más, era simplemente la necesidad de poseerla en todos los sentidos, de sentirla suya.

De alguna manera comenzaba a comprender un poco el sentir de su hermano Mamoru, aquella sensación de pertenencia, aquella necesidad que parecía embargar siempre que miraba a su hermano, comenzaba a sentirla.

Había temido aquella sensación, había deseado salir corriendo antes de experimentar algo parecido, pero por el contrario a todo lo que había creído, ahora lo deseaba, deseaba correr hacia aquella sensación y tenerla, saciarse de ella, de Serenity.

Dos noches con sus días habían pasado ya cuando Endymion decidió que no podía esperar más. Había solicitado visitar a Serenity y las visitas habían sido negadas por Haruka. El pelinegro estaba desarrollando un odio desmedido hacia el líder de los Tsukino.

Se suponía que aquel tiempo serviría para que se conocieran mejor, al menos había sido lo que había argumentado Artemis, ahora se preguntaba cómo demonios iba a conocerla mejor si se le negaba su compañía.

Faltaba apenas unas horas para que el sol saliera y Endymion seguía dando vueltas en el pequeño salón de la televisión, sin mirar realmente nada, solo tratando de encontrar una solución a su frustración.

La necesidad que sentía era innegable y lo cierto era que también incomprensible. Pero necesitaba mirarla, saber que estaba bien y que no había cambiado de opinión.

Maldijo a Artemis, por acceder a aquella tontería, y a Haruka por negársela.

De pronto una idea aún más irracional inundo su mente, y si era ella quien se negaba a mirarle. Un pequeño gruñido de frustración salió de sus labios.

A sus espaldas una suave risa se escuchó, y Endymion giro justo a tiempo para mirar a su hermano Mamoru y a su compañera atravesar la puerta de entrada, ella reía suavecito mientras su hermano la seguía como su perro fiel, igual que siempre.

―Usagi dímelo ―pidió con suavidad a lo que ella respondió con una risita nuevamente.

―Tendrás que adivinarlo ―dijo con una sonrisa en los labios y salió corriendo hacia las escaleras.

Una extraña sensación inundo su pecho al mirarlos, necesitaba mirar a Serenity, ver una sonrisa en sus labios para saber que era feliz.

Con un fuerte suspiro la resolución lo envolvió, camino con paso disidido y salió de la mansión, convencido de su proceder.

Pero su resolución se vio rápidamente mermada cuando al llegar ni siquiera se le había permitido entrar en la mansión Tsukino, el propio Andrew Tsukino le había asegurado que Haruka no se encontraba y cuando le había pedido ver a Serenity, este le había dicho que él no podía autorizar su entrada en el recinto, no sin Haruka.

Con un gruñido Endymion miro hacia abajo, rogando para no haberse equivocado de habitación, no era que supiera en que habitación estaba a punto de colarse desde afuera, pero la sangre de Serenity lo estaba guiando mucho mejor que cualquier otra cosa.

Los vellos de su espalda se erizaron cuando comprendió que el sol estaba a muy poco de salir y con un brinco se coló dentro del balcón de aquella habitación, no parecía que alguien hubiera estado ahí en mucho tiempo pero podía sentir a Serenity del otro lado de la ventana doble. Con decisión se acercó y jalo con fuerza intentando abrir, para su mala fortuna la contra ventana estaba cerrada, con un gruñido de fastidio decidió probar a su suerte golpeando suavemente el cristal.

El sol comenzaba a asomarse cuando finalmente pudo ver a una confundida Serenity espiar a través de las gruesas cortinas, la confusión se adueño de ella pero rápidamente abrió la ventana, permitiéndole entrar con premura.

―Creí que me dejarías morir a expensas del sol ―dijo Endymion con una sonrisa de lado al tiempo que se acercaba a ella con una necesidad embriagadora.

―Endymion ―susurró ella complacida al tiempo que se estrechaba contra él.

El silencio se prolongó entre ellos mientras se fundían en aquel abrazo, ambos sujetándose con fuerza, necesitados el uno del otro luego de aquella larga separación.

―¿Por qué tardaste tanto en venir? ―preguntó finalmente Serenity con suavidad, aún con el rostro enterrado en el pecho de Endymion.

―Tu maldito hermano me ha negado el visitarte ―gruñó Endymion sin poder evitarlo, aunque la frustración pasaba rápidamente cuando la tenía por fin entre sus brazos.

―Algo me dijo que ese era el motivo por el que no habías venido a visitarme en todos estos días ―dijo ella con un suspiro ―. No puedes juzgarlo Endymion, está preocupado por mí, cree que mi elección es solo en beneficio del clan, no comprende mi sentir ―explicó con suavidad.

Aquello clamo la furia de Endymion, su temperamento exploto ante la idea de que Haruka tuviera razón.

―¿Y es eso verdad? ―exigió con dureza, sujetándola por los brazos para mirarla a los ojos ―. ¿Eso es lo que te motiva? ―

―Endymion ―exclamó ella con suavidad, mirándolo a los ojos mientras sus mejillas se coloreaban ligeramente ―, yo fui honesta...

Endymion se maldijo mentalmente, él sabía perfectamente su sentir, era algo que podía casi paladear cuando la tenía cerca, no tenía por qué dudar de aquella manera. Sin permitir que dijera una palabra más, la estrecho con fuerza, adueñándose de sus labios.

Ella jadeo ligeramente antes de corresponder el beso con dulzura, con aquella inocencia que no dejaba de sorprenderlo y también de fascinarle.

El beso se tornó casi rudo, impulsado por la pura necesidad que sentía por ella, Endymion no pudo controlarlo a tiempo, la empujo contra la cama abalanzándose sobre ella presa de la necesidad que le embargaba.

Inflamado de deseo, desesperado por su necesidad de poseerla en todos los sentidos que se podía poseer a una hembra y aunque sabía que su actuar era poco racional en aquel momento no le importaba, se apodero de su boca con ansias, deseoso de apoderarse de toda ella también.

El pelinegro dejo los labios de la rubia para prodigarle pequeños besos por la mejillas, intentando respirar en el proceso, mientras sus manos hacían otro recorrido, lento por los brazos desnudos de la rubia. De pronto Serenity soltó un fuerte suspiro de placer, aquello fue lo que lo trajo de vuelta a la realidad, de pronto consiente del rumbo a donde se dirigía su actuar. Con violencia se alejó de ella, con tal ímpetu que cayó a un costado de la cama con violencia.

Su mano derecha hundiéndose en la madera de debajo de la cama en un intento desesperado por aminorar la caída.

Serenity sintió la pérdida del calor de Endymion tan pronto como él se alejó de ella, pero fue incapaz de incorporarse de inmediato, demasiado perdida como estaba en sus emociones. Respiro un par de veces antes de poder finalmente incorporarse lentamente.

Instintivamente se asomó a un costado de la cama, mirando finalmente a Endymion quien estaba recostado en el suelo, de pronto un pequeño crujido se escuchó y la rubia frunció el ceño sin comprender.

―¿Estas bien? ―preguntó

―Sí, pero creo que he dañado tu piso ―dijo con suavidad mientras se incorporaba.

Serenity dudo que aquello pudiera ser posible a pesar de eso se agacho a su lado mirando a lo que él se refería, un bloque del piso de madera se había partido por la mitad, dejando un hueco en el suelo.

―Qué extraño ―susurró ella con el ceño fruncido, aquello no tenía sentido porque habría un agujero en el suelo de su habitación.

―Parece... ―las palabras de Endymion murieron en sus labios mientras se incorporaba un poco, agachándose ligeramente para ver de cerca el daño que había causado ―, creo que era una tabla floja ―explicó ―. ¿He descubierto tu escondite privado? ―preguntó con una sonrisa en los labios.

Serenity negó con la cabeza, jamás había visto aquella trampilla en el suelo debajo de la cama y lo cierto era que aquella habitación no había sido suya desde siempre.

Endymion empezó a hurgar con curiosidad y aunque Serenity sintió un pequeño escalofrió al mirarlo quitar la tabla rota, no lo impidió. Una pequeña tela ennegrecida podía observarse ahora que la tabla había desaparecido.

Serenity miro a Endymion tomar la tela con delicadeza y dejarla sobre el piso justo frente a sus rodillas, y con extremada lentitud aparto lentamente la tela, que cubría un delicado libro, la cubierta de un color dorado resplandeció cuando quedo libre.

―¿Tienes idea de a quién pertenece? ―preguntó con curiosidad.

―No ―dijo ella en un susurró aunque se hacía una idea bastante clara, su madre había sido la dueña original de aquella habitación.

Endymion lo tomo del suelo alejándolo de la tela que lo había cubierto por tanto tiempo y comenzó a hojear sus páginas con descuido, dejando que la habitación se inundara con el olor suave de las hojas.

Pero antes de que el leyera nada, Serenity lo arrebato de sus manos, no muy segura de querer conocer ella misma lo que aquel libro pudiera contener.

―Es mejor que se quede ahí ―dijo ella envolviéndolo nuevamente en la tela y arrojándolo dentro del hueco en el suelo.

―¿Sabes lo que contiene? ―preguntó el incrédulo.

―No, jamás lo había visto, pero es probable que haya pertenecido a mi madre ―explicó.

―Muy bien, estás en tu derecho de negarme mirarlo ―dijo él levantándose con lentitud para después ofrecerle una mano para ayudarla a incorporarse también.

Fui justo en aquel instante cuando Serenity comprendió que Endymion se había colado en su habitación y que no podría salir hasta que la noche reclamara nuevamente, así que estarían solos ambos en su habitación por las siguientes horas.

Sintió como sus mejillas se enrojecían violentamente y deseo que Endymion no pudiera notarlo, aunque estaba convencida de que al menos lo sentía, y podía mirarla a pesar de la tenue luz que envolvía su habitación.

―No voy a turbar tus horas de sueño ―dijo él como si leyera sus pensamientos y quisiera infundirle tranquilidad ―. Necesitaba mirarte y ahora que lo he hecho puedo esperar en tu salita a que la noche llegue nuevamente para marcharme.

Serenity sabía que aquello debería ser lo mejor, lo que el decoro marcaba, pero ella realmente no quería desaprovechar la oportunidad de estar a su lado, si las cosas seguían como habían estado los últimos días no sabía cuándo lo miraría nuevamente.

―Podrías dormir a mi lado este día ―dijo casi sin pensarlo y enrojeció aún más cuando comprendió la insinuación en sus palabras ―. Me refiero a que...

―Se perfectamente a lo que te refieres Serenity ―dijo él con una sonrisa de lado ―, jamás me atrevería a mancillar a mi bella e inmaculada prometida ―agregó con firmeza.

Aquella era la primera vez que la llamaba de aquella manera y un fuerte suspiro salió de sus labios, complacida sentir que pertenecía a alguien, precisamente a Endymion, la hacía estremecerse de placer, sin importar que aún no se hubiera llevado acabo el juramento de sangre, ya sentía eran parte el uno del otro.

Endymion no dijo nada más, se acercó a la cama y alejo las mantas para permitirle meterse dentro de ella.

―Es hora de dormir ―dijo con suavidad, con una mirada significativa, invitándola a acostarse en el lecho.

Serenity había estado lista para acostarse antes de que el llegara, Luna incluso se había acercado a ella para cepillar su cabello y ayudarla a ponerse un suave camisón.

Con una tímida sonrisa se metió dentro de las sabanas, dejando que Endymion se recostara a su lado, sin importarle arruinar la ropa que vestía.

―Ven a mi Serenity ―susurró él con suavidad al tiempo que la envolvía entre sus brazos ―, te he echado tanto de manos pequeña mía ―agregó con un suave suspiro.

―Y yo a ti Endymion ―confesó en la obscuridad ―. Sé que es impropio necesitarte de esta manera después de lo poco que nos conocemos pero siento que eres parte de mi ―    

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