Campo A Través

By NereaCamacho

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Leynna es una nina bien con una vida maquinada por su madre. Su ruina llega cuando empieza a tomar decisiones... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Epílogo

Capítulo 6

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By NereaCamacho

Camino con la vista al frente sin hacer demasiado caso a todo aquello que me rodea. Estoy de camino al coche cuando mi teléfono suena, es mi madre.

-Bomboncito- oigo la chirriante voz de mi madre -A tu padre le han llamado del bufé, tiene que estar en Hong Kong dentro de dos días, ¿te gustaría venirte?- me pregunta. Siempre las mismas preguntas.

-No sé si sea buena idea mamá, tengo mucho que estudiar y los exámenes están a la vuelta de la esquina- por favor, que cuele, por favor, por favor...

-Cielos, lo había olvidado, tienes razón- dice ella como si se le hubiese encendido una bombilla -En ese caso, te quedarás aquí, pero recuerda, nada de salidas sin avisos, y habla con Emilia en cuanto llegues, papá y yo no estaremos, simplemente te estábamos esperando para ver si querías venir- dicho esto me cuelga y pongo una sonrisa petulante en mi cara.

Voy a pasar como mínimo una semana sola, y eso me alegra, me alegra muchísimo. Vuelvo a casa y hablo con Emilia sobre lo que me ha dicho, mis padres van a estar algo más de tres semanas fuera pero la sargento de mi madre ya se ha encargado de dejarme absolutamente todo planificado.

El simple hecho de pensar que no voy a tener a mi madre rondando todo el día por aquí es maravilloso, puedo hacer absolutamente lo que quiera, y en efecto, es lo que hago. Me enfundo mis zapatillas de deporte y ropa cómoda, es hora de volver a los viejos hábitos. Cuando hacia cross, mi especialidad era el campo a través, y desde ese entonces no he vuelto a correr por montaña. Me gusta ir por la montaña, toparme con árboles, esquivar plantas y arbustos, subir, bajar, descender con cuidado pero con prisa... es una metáfora que me viene que ni pintada: muchos obstáculos en el camino, nunca en plano y con subidas y bajadas, pero cuando llegas al final, la vista es maravillosa. Vuelvo a casa exhausta y feliz. Siempre he considerado que estoy bastante en forma, pero el hecho de no ser constante está haciendo mella y cada vez noto más que el esfuerzo es mayor, sea como sea tengo que volver a poder ir a correr sin que la señoritinga me ponga pegas. Al día siguiente me levanto un poco antes, ato mi cabello en una coleta y desayuno pronto.

-Leo, hoy me iré yo en el Range Rover blanco- le digo una vez he acabado de desayunar.

-Pero, su madre me dijo que...- le corto.

-¿Ves a mi madre por aquí?- levanto una ceja y él niega lentamente. Le dedico un sonrisa petulante y él rueda los ojos mientras ríe -Si tu no dices nada, yo no diré nada- suelta una carcajada.

-Bueno... al fin y al cabo, es usted la jefa y yo soy un mandado- le sonrío muy abiertamente y agarro corriendo las llaves de ese precioso cuatro por cuatro que apenas he estrenado.

Es un coche precioso, todo mate, absolutamente blanco en todos sus rincones, incluso los neumáticos lo son, es una lástima que mi madre nunca me deje salir con él, ¿para qué me lo regaló entonces? Llego al instituto contenta, hacía muchísimos meses que no tocaba el coche y tenía muchas ganas de hacerlo.

-Vaya, vaya... ¿cómo que lo has sacado de paseo?- oigo la voz de Gala al bajar del coche, le doy un mini abrazo y sonrío.

-Mis padres se han ido de viaje- le digo mientras me encojo de hombros y ella admira a la maravilla que es mi coche. No me gusta presumir pero la verdad es que es una autentica pasada.

-¡Uh! Eso se merece una celebración- dice ella riendo y paso un brazo por el suyo. Caminamos juntas por el pasillo.

Justo paso por delante de Robert sin mirarle y veo como está hablando muy cerca con Joanne, ¿ya han sacado su perfecta relación a relucir? Me alegro.

-¿Qué coño?- sisea Gala mirándolos. En cuanto Joanne y él nos ven se separan instantáneamente.

Ruedo los ojos y tiro de Gala mientras ella no para de balbucear incoherencias y no deja de preguntarse que es lo que tenía que hablar Joanne con Robert tan de cerca. Noto los ojos de ambos clavados en mi y me pongo tensa, ¡todos me están mirando por su culpa! No me gusta ser la comidilla del instituto solo porque ellos quieran montar un circo.

-Oye, Leynna- oigo su voz y repiquetea en mis oídos. Cierro los ojos y suelto un largo suspiro. Deshago el brazo de Gala en el mío y me giro a mirarle con cuidado -¿Pensaste en lo que hablamos?- dice él.

¿Cómo puede tener la cara tan dura? Le acabo de ver prácticamente como se come la boca con Joanne delante mío, y no solo delante de mí, sino delante de todos. ¿Y ahora viene y me pregunta que si he pensado si le perdono o no? No puede salir nada bueno de aquí.

-Piérdete Robert, vamos Ley- Gala tira de mi brazo pero me suelto de su agarre. Ella me mira sin comprender y le digo con la mirada que me deje solo un segundo.

-Sí, lo he pensado- le digo intentando parecer sonar dulce pero con la mirada muy seria. Me dedica una mini sonrisa. Y espera pacientemente a que le conteste.

Absolutamente cada persona que pasa cerca ralentiza su paso para escuchar y ver que es lo que pasa con la "pareja de moda" y cual va a ser nuestro siguiente paso. Y sin pensármelo dos veces reúno toda la fuerza que mi cuerpo me permite y mi puño vuela con tanta fuerza hasta su ojo que incluso retrocede un par de pasos. La gente ahoga un jadeo y todos se quedan en silencio, ¿he hecho yo eso? Sin decir nada más, me giro, agarro a una Gala con la boca abierta del brazo y tiro de ella hacia clase. Según voy avanzando oigo risas alrededor y sé que es por el hecho de que le he pegado un puñetazo en el ojo a mi ex novio, y qué a gusto me he quedado.

Gala me habla pero yo no escucho mucho más. Simplemente me siento en clase y satisfecha, de verdad, que creo que necesitaba hacer esto. Mis nudillos me palpitan y me duelen un poco, tal vez he empleado más fuerza de la que debía, pero, siendo sinceros, se merecía mucho más que un puñetazo en el ojo. Mucho, muchísimo más.

-Tía- ríe Gala a mi lado -Eso ha sido épico- ríe ella. Le sonrío y poso la vista al frente.

Entra la profesora de literatura y echa un vistazo a toda la clase, y se ubica en su asiento. Empezamos a leer por el fragmento de El gran Gatsby y centro toda mi atención en la lectura. De repente el interfono de la clase se activa.

-Leynna Collingwood y Robert Macson acudan inmediatamente al despacho del director- ruedo los ojos y miro a la profesora.

Se oyen risitas, seguro como el infierno de que todos están al tanto del acontecimiento acaecido en los pasillos hace menos de media hora, salgo de clase con el permiso de la profesora de literatura y espero no tener que estar mucho rato aguantando el molesto trasero de Robert cerca de mí, ¿cómo puede ser tan chivato? Está comportándose como crío, aunque pensándolo bien... tal vez yo también lo haya hecho un poco. Pero no me importa, hace tanto tiempo que no me sentía tan a gusto que ni si quiera me ha importado el hecho de que me hayan llamado para ir al despacho del director. Una vez allí, me encuentro la escena de Robert que sujeta una bolsa de hielo contra su ojo y se apoya en una mano, no se puede ver más ridículo, me hace gracia pero evito reírme. Me mira fijamente y sus ojos caen como puñales sobre los mios. Me siento lo más alejada de él que puedo, me sigue mirando fijamente pero no dice nada. No sé cuanto rato ha pasado hasta que aparece mi hermano mayor por la puerta.

-¡Leynna! ¿Estás bien?- pregunta mi hermano con una expresión de susto en su cara. Estoy de maravilla, hermano, no entiendo porqué esa cara.

-Estoy bien- murmuro mientras él me examina.

Mira a Robert y luego me mira a mi, y así un montón de veces, y no entiendo del todo porqué.

-¿Qué ha pasado?- pregunta finalmente. Y cuando estoy a puntito de explicarle lo básico a mi hermano el director solicita que entremos a su despacho, los tres.

El despacho del director me recuerda mucho al de mi padre, salvo que este no huele a tabaco y a menta, y que el sillón parece mucho más incómodo que el de mi padre.

-¿Me podéis explicar exactamente qué ha pasado?- Miro a Robert de reojo y él a mi, pero ninguno decimos nada -¿Es que no vais a decir nada?- pregunta él; y seguimos sin decir nada y suelta un suspiro largo.

-Le he pegado un puñetazo en el ojo- suelto, sencilla y sincera.

-¿Cómo?- pregunta mi hermano con la cara desencajada.

-Eso es más que obvio Leynna- dice el director mirándome fijamente, siempre había pensado que era un hombre intimidante, pero no sé porqué, creo que le ha hecho un poco de gracia eso de que le haya pegado un puñetazo y le haya dejado la cara así -Si no llega a ser por Joanne no sabría nada, así que dejémonos de obviedades- ¿Joanne? Maldita chivata.

-Lo siento, no lo volveré a hacer- eso ha sonado demasiado monótono. Tengo que empezar a mentir mejor.

-Está claro que no lo volverás a hacer si no quieres ganarte una expulsión, no tolero esta clase de conductas en mi colegio, ¿de acuerdo?- nos mira a ambos.

-Pero si yo no he hecho nada- se queja Robert. Ruedo los ojos.

-Ya, claro, no creo que ella sea el tipo de chica que va pegando a la gente por ahí sin motivo alguno- toma, por listo, boca-chancla.

Robert se calla y el director le manda de nuevo a que le revisen el ojo y le echen algo porque se le está hinchando. Una vez que estamos mi hermano, él y yo, me pregunta de nuevo.

-Leynna, ¿me vas a decir que ha pasado?- no digo nada y le miro fijamente.

-Cosas nuestras, señor Willis, ya le he dicho que no volverá a ocurrir- él suelta un suspiro.

-Vas a venir cada día de esta semana a ayudar en la biblioteca, ¿de acuerdo?- asiento y acepto mi castigo -Y no creas que te has librado, hablaremos más tarde de esto, y ahora sino te importa, déjame a solas con tu hermano- me señala la puerta con la mano.

Asiento y desaparezco de la sala. Vuelvo a la clase y Gala no deja de preguntarme que qué ha pasado, pero el profesor está bastante pesado con que nos callemos, así que me limito a no decir absolutamente nada. Al salir me bombardea pero le digo que estoy cansada y que mañana se lo contaré todo.

En la salida, diviso a mi hermano, apoyado en el que es mi coche, me habrá esperado al ser última hora. Camino hacia él y en el camino una chica vestida de verde y con el pelo corto se cruza delante de mi. Se le caen varios papeles y al instante me agacho para ayudarla. Ella eleva la vista unos segundos y me mira agradecida mientras le entergo todos los papeles.

-Vaya gracias, estoy algo torpe hoy.

-No hay de qué- le digo entregándole el último papel.

-Oh, no, puedes quedártelo- me avisa mientras lo mete todo en una bolsa de lona que parece pesadísima, y con una facilidad enorme la levanta con una sola mano -Total, es propaganda para las oposiciones y hoy me han sobrado cientos de ellas- ella me hace un saludo con la mano y se marcha.

Me quedo patitiesa mirando cómo se dirije hacia una camioneta dónde dos más como ella le reciben entre bromas. El uniforme es militar y el folleto es de las fuerzas armadas.

Vuelvo a casa con mi hermano mientras le cuento por encima todo, él no me regaña ni me hecha la bronca, de hecho, me dice que se merece algo más que un puñetazo por haberle puesto los cuernos a la niña de sus ojos, que es como me llama. Estar con mi hermano me relaja, es como volver a la tierra de nuevo y bajar de la nube en la que se ha convertido mi vida.

Esa noche, cuando todos duermen salgo al jardín, observo bien la luna y me meto en la piscina, está muy fría y el ambiente no es idóneo para estar nadando, pero creo que debo hacerlo, tengo que empezar a coger fondo, es ahora o nunca.

Al llegar a mi habitación, me pego una ducha y me acuesto sin pensar demasiado en todo, me voy a dormir con todo en la cabeza pero sin ninguna idea clara. Reviso una y otra vez mi carta de solicitud para Emory y Yale y entonces, la aparto de mi vista, no estoy lista para pararme a pensar en esos cuatro años de estudios que no me agradan y rodeada de más gente como yo. Me repugna el hecho de estar sometida, no quiero formar parte de esa gente que velo que pasa y no levanta ni si quiera la cabeza a mirar. No quiero seguir siendo así.

Los días siguientes se suceden entre noches en vela, agujetas y colocación según los apellidos de libros antiguos en la biblioteca del colegio. Hoy es viernes y Gala me está "ayudando" para que acabe más rápido (y digo ayudando porque ella está sentada en una silla mientras mira como coloco el montón gigante de autores renacentistas que tengo frente a mí) , ya que hoy hay una fiesta. No he vuelto a ir a una fiesta desde que me enteré de que Robert me había engañado.

-¿Me contarás ya eso? Llevas dándome largas toda la semana- no me considero una persona especialmente abierta, y realmente no tengo ganas de decir con mi propia boca algo que ella ya se imagina. Sigo a lo mío y no le contesto -Oye Ley, hablé ayer con Joanne, no tienes porqué seguir haciéndote la tonta- me giro a mirarla, ¿ella se lo ha dicho? -¿Por qué sigues intentando protegerla después de lo que te ha hecho?- suelto un suspiro y sigo a lo mío.

-Gala, ¿acaso me ves afectada? Yo estoy perfectamente sin él, y si ambos quieren estar juntos, adelante.

-¿Por qué le pegaste?- me pregunta.

-¿A quién debía pegar sino? ¿A Joanne? Hubiese sido mucho peor, además de que, quién realmente lo hizo mal fue él, él era el que tenía novia, no ella, simplemente me dio rabia que tuviese la cara tan dura, me estresé y me salió solo, no pude reprimirme- me encojo de hombros hacia ella mientras me pongo de puntillas y coloco correctamente el libro.

Me giro a mirarla y la veo sonriendo hacia mi.

-Eso es lo que quería oír- me dice con una sonrisa satisfecha.

Es entonces, cuando se levanta y me ayuda.

-Nunca vuelvas a reprimirte por nada, tu no eres esto Ley- me dice señalándome de pies a cabeza -Tu eres eso que hiciste el lunes- sin nada más que añadir, me tiro a sus brazos y nos damos un abrazo. De esos que rompen costillas, de esos que me hacen falta, son los que me encantan.

...............

Y Leynna se reveló. Ya dije que lo del pasado capítulo era solo el principio 🙊 Aunque Rob se merecía ese golpe de realidad.

Gracias por leer, votar y comentar 💞

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