Museo de nuestra historia

Autorstwa colorsandink

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Este parece ser el peor verano de Aitana. Sola en su pueblo, cuidando de sus primos y para colmo, ahora tiene... Więcej

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 10

Capítulo 9

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Autorstwa colorsandink

Aitana parpadeó repetidas veces. ¿Su ex? ¿Cómo que su ex? ¿Qué hacía su ex ahí?

Mientras Nerea se acercaba a él, Aitana empezó a ponerse nerviosa. Lo había estado pasando genial con Nerea, y esa interrupción era algo totalmente innecesario. No pudo evitar alterarse.

Nerea y Luis, por su parte, parecía que se estaban poniendo al día:

-¿Qué tal?—preguntó él, distante.

—Bien, bien —sonrió ella, de la misma manera—. ¿Y tú?

Luis asintió, indicando que el también estaba bien.

Nerea se giró y le hizo un gesto a Aitana, para que se acercase. Quería presentarlos. La del flequillo dudó un rato, pero finalmente empezó a caminar hacia ellos.

—Hola— saludó con una sonrisa tímida, mirando hacia otro lado.

—Hola— sonrió Luis, mientras le daba dos besos.

—Bueno, bueno— dijo Nerea, que notaba la tensión— Esta es Aitana... es una amiga. Este es Luis, es mi ex. Nos llevamos bien, no te preocupes.

La rubia guiñó un ojo a Aitana.

—Bueno, se intenta —rió Luis— ¿Y tú qué tal? ¿Eres del pueblo?

-Sí, sí... —empezó a decir Aitana, con un tono de voz que hizo que los otros dos notaran las pocas ganas de entrar a esa conversación.

Se quedaron los tres esperando, nadie sabía a qué, si a que Aitana continuase hablando o a que alguno de los exs dijera algo más.

—¿Sabes qué? —preguntó finalmente Luis a Nerea, desviando la atención de Aitana y rompiendo el silencio que se había creado, lo cual hizo que ambas chicas se calmasen.

Nerea arqueó las cejas, esperando a ver qué cosa tenía que contarle.

—Conocí a unas chicas que te siguen en Instagram

Nerea parpadeó dos veces.

—Vaya, ¡qué cosas tan emocionantes te pasan!—los ojos de Nerea se abrieron mucho, fingiendo una cara de sorpresa digna de serie de dibujos animados.

Luis se rió ante su expresión, y Aitana esbozó una sonrisa.

—No, no. O sea, que les gusta las covers que subes a las historias.

—¿En serio?—el entusiasmo de Nerea se reflejó tanto en su voz como en su sonrisa de niña pequeña.

—Te lo juro. Y han venido al pueblo, una es de aquí de hecho. Dicen que les encantaría conocerte.

—¡Qué guay!

Ambos se abrazaron mientras sonreían, haciendo que Aitana se fuera alejando más de ellos, pasito a pasito. Se sentía realmente desplazada. Esto no escapó de los ojos de Nerea, que enseguida notó un pinchazo de culpa.

—Escucha Luis —comenzó a disculparse— Verás, ¿te importa que hablemos otro día? Es que... he venido aquí con ella y, bueno, no quiero tampoco dejarla sola.

La carita que puso Nerea tras decir esto podría confundirse totalmente con la que pone un niño pequeño que está pidiendo a su padre permiso para ir al parque. Luis sonrío, entendiendo por completo la situación.

—Anda, ve —le guiñó un ojo— Mañana mismo te mando el Instagram de estas chicas y hablas con ellas.

Se despidieron con otro abrazo, mucho más rápido que el anterior, y una sonrisa mientras agitaban la mano para decirse adiós.

En cuanto Luis giró la esquina, Nerea aceleró el paso hasta llegar al banco en el que se había sentado Aitana hacía unos segundos.

—Tía, tia— le dijo— Lo siento mucho, esto ha sido súper de improvisto.

-Es igual, es igual —mintió Aitana— No me molesta.

A pesar de haberse visto pocas veces desde hacía apenas unos días, Nerea conocía a la chica mejor de lo que nadie, ni ella misma, hubiera pensado. Y notó que la sonrisa que había en su cara no reflejaba cómo se sentía realmente, lo que hizo que se sintiera peor, y cogió su mano para acariciarla.

—Aitana...

—Es igual, de verdad.

—No, jope. No quería que te sintieras desplazada, me siento fatal.

—No me he sentido desplazada —volvió a mentir.

—¿Segura?

Aitana tomó aire. Fue a decir algo, pero las palabras acabaron convirtiéndose en un suspiro, generando un silencio en aquella noche en la que el máximo ruido que se oía eran algunos pájaros cantando y coches que de vez en cuando pasaban por la carretera que tenían detrás.

Nerea interpretó el suspiro como la respuesta que ella esperaba: no. Aitana no estaba segura, es más, sin ninguna duda se había sentido desplazada, y eso hacía que el pinchazo de culpa que sentía Nerea comenzase a crecer.

Ninguna de las dos quería irse, ambas estaban muy cómodas, mejor que nunca, sentadas en aquel banco sin soltarse la mano. No se miraban directamente, pero cada una notaba cuando la otra le miraba. Y así permanecieron un tiempo, Nerea preocupándose de que Aitana pudiera haberse sentido desplazada, y Aitana preocupada de que Nerea pensase que aquello era su culpa.

—Escucha —fue Aitana quien primero dijo algo, rompiendo el silencio.

—Dime —Nerea se giró para mirarla.

—Igual debería irme ya a casa

Al notar que Aitana soltaba su mano, Nerea se preocupó. ¿Estaba enfadada? ¿Estaría así por lo de antes?

—Oye —la interrumpió— Si estas molesta deberías decírmelo, ya te he dicho que lo siento.

—No, de verdad. De verdad que no estoy molesta, sólo os habéis encontrado y ya, tampoco soy una cría.

—Pues te noto fría.

—Que no, de verdad —se quejó Aitana al mismo tiempo que se levantaba.

Aitana miró a Nerea, y vio cómo en su cara se reflejaba una expresión de preocupación.

—Está bien, de verdad —sonrió— Pero tengo que irme.

Nerea no tardó más de un segundo en agarrarla el brazo, lo último que quería era que Aitana se fuera de allí, pero la del flequillo tenía otros planes. Necesitaba volver a casa y descansar. Además, sus primos no se iban a cuidar solos. Eso era lo que ella intentaba decirse a sí misma, las razones que quería asumir como los motivos por los cuales quería irse de allí. Porque no había otros, ¿no? Se soltó de la mano de su mano y, a paso acelerado, se fue alejando cada vez más, con lo que Nerea pasó a ser la única persona en aquella calle. Esta no dijo nada, se limitó a ver como su cita se marchaba y, poco después de perderla de vista, apoyó su cabeza en el banco, disponiéndose a pensar en todo aquello. El problema es que tenía demasiados pensamientos juntos en la cabeza, no podía guardárselos para ella misma. Supo que necesitaba hablarlo con alguien. Lo supo en aquel preciso momento, al notar el vació que había dejado en su pecho el ver a Aitana marchar delante de sus ojos.

Mientras tanto Aitana corría hacia su casa, dándole vueltas a la conversación de Nerea con su ex. ¿Por qué se sentía tan mal? Sabía de sobra que su intención no había sido dejarla de lado. Es más, fue ella misma quien se alejó de ellos. Podían haber tenido una conversación los tres, pero se limitó a sentarse en un banco y observarles de la manera más distante que podía. Cada vez andaba más rápido, y en su cabeza sólo se cruzaban dos pensamientos: Nerea y el hecho de que la había dejado prácticamente tirada al irse de allí. Ni siquiera se despidió propiamente. Su corazón se aceleraba ¿Por qué había hecho eso? ¿Por qué no dejaba de darle vueltas al mismo asunto? ¿Por qué llevaba unos días en los que Nerea no salía de su cabeza? ¿Por qué?

Se tiró en la puerta de su casa, apoyando la espalda contra la pared, miró al cielo y se intentó calmar.

Inspira.

Espira.

Inspira.

Era muy de noche.

Espira.

Poco tiempo pasó hasta que Aitana sacó el móvil de su bolsillo y miró el reloj: las 3am. Wow. Sus primos estarían dormidos, ni se había molestado en pensar en ellos. Aunque lo había intentado. Había intentado fingir que había algo en su cabeza que no fuera Nerea, pero le resultaba imposible. Empezaba a darse cuenta de que lo que la rubia había generado en ella era más que un simple interés.

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