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Cuando Draco se despertó de golpe ante el sonido de los gritos de pánico de Hermione, se maldijo un millón de veces por haberse olvidado de los terrores nocturnos. Se había quedado dormido en un sueño tan feliz que los sueños tortuosos de Hermione se habían deslizado por completo de su mente. Un besuqueo rápido y ya estaba fallando al cuidar de ella. Lleno de odio a sí mismo, se puso de pie inmediatamente y corrió a su dormitorio.
Llega antes de que ella se lastime. Llega antes de que ella hiera a alguien más.
Abrió la puerta y la encontró hacinada en la esquina como la última vez, con los ojos abiertos y sin duda teniendo visiones de los niños asesinados. La sangre corría por sus brazos desde donde sus uñas habían desgarrado la piel, y las lágrimas goteaban por sus mejillas.
Ella gritó y sollozó, tratando de empujarse aún más contra la esquina. Draco dio un par de pasos cuidadosos hacia ella, con las manos extendidas en lo que esperaba fuera un gesto conciliador.
—Granger, soy yo...
—¡Son sólo niños! —aulló—. ¡Son unos monstruos!
—Lo sé —dijo sintiéndose impotente. Él había sido un monstruo. Alguna vez tuvo el orgullo de llamarse a sí mismo uno. ¡Qué absurdo!—. Lo sé, Granger. Lo siento. Estás bien ahora.
—Solo niños —gritaba un poco más tranquila—. Muggle o no, siguen siendo hijos de alguien. Alguien les ama. Alguien los necesita.
Draco sintió un espasmo extraño en su pecho, estaba seguro de que era su corazón roto. Oh Dios, no era de extrañar que su cerebro estuviera cegado. Ni siquiera podía imaginar por lo que ella había pasado. No importaba lo bien que ella había empezado el día, la verdad se deslizó por la noche. Ella estaba siendo acechada por esto. Probablemente siempre lo sería.
Había llegado a la cama, y se subió lentamente. Quería llegar a ella antes de que saliera corriendo. No podía dejar que ella cogiera un arma de nuevo. Ella siguió sollozando en sus manos, la sangre de sus brazos manchaban su camiseta.
—Soy yo, Granger. Soy Draco. Yo te cuidaré, ¿de acuerdo?
Él puso su mano en su tobillo y ella se estremeció, de repente se tranquilizó. No era un tranquilo silencio. Él sabía lo que venía y apretó los dientes.
Ella saltó de la esquina en un intento por escapar, luchando para salir de la cama. Él la bloqueó con su cuerpo, agarrando sus brazos mientras ella lo arañaba. Ella lo mordió, le tiró patadas, gritó y lloró, pero él la sujetó, volteando sobre su espalda y sujetándola por debajo de él.
—Granger... Granger... por favor... —gruñó, sorprendido por lo mucho que ella estaba luchando. Ella le dio un codazo en la mejilla y él hizo una mueca de dolor, pero no la soltó.
—Monstruos... —ahogó.
—Lo sé, amor. Lo siento mucho.
Su forcejeo comenzó a debilitarse, y, finalmente, ella estaba llorando debajo de él, sus sollozos se ahogaban bajo su hombro. No tenía idea de si ella era aún consciente de que él estaba allí.
Cuando estuvo seguro de que ella se había calmado lo suficiente, él maniobró su cuerpo alrededor de ella así ambos estaban uno al lado del otro, sus torsos se rozaban y sus brazos envueltos apretadamente alrededor de ella. Su pequeño cuerpo temblaba contra el suyo, y se preguntó brevemente cómo Weasley y Potter habían hecho. ¿Cómo se las habían arreglado cuando esto sucedía cada noche? Cuando tenían que revivirla después de un intento de suicidio en el cual ella no era consciente de sus decisiones. ¿Cómo habían podido ver a esta chica auto destruirse? Él nunca lo admitiría ante ellos, pero allí tendido en la cama de Hermione, sosteniéndola en sus brazos, él respetaba a regañadientes a esos dos. Draco pensó que se vendría abajo si tenía que verla destrozarse cada vez que se fuera a dormir. No era de extrañar que habían elegido la adicción a verla autolesionarse.
Fue entonces que Draco tomó la decisión de que Hermione no debía dormir sola. Si ella lo permitía, él se quedaría con ella, aunque fuera en el suelo. La próxima vez, él la detendría antes. La calmaría. La protegería de sí misma.
La puerta se abrió y Draco vio a su padre echando un vistazo.
—¿Ella está bien? —dijo Lucius, con la voz ronca por el sueño, con los ojos apenas abiertos sobre la imagen de su hijo abrazando a la chica que aún sollozaba.
—Se rasguñó los brazos otra vez, pero creo que va a estar bien —dijo Draco, no renunciando a su control sobre ella—.Me voy a quedar aquí esta noche —añadió con firmeza.
—No esperaría menos —dijo Lucius con voz cansada—.Buenas Noches.
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Cuando Draco despertó, Hermione todavía estaba en sus brazos, pero sus ojos estaban abiertos y ella lo estaba mirando a la cara. Claramente lo estaba viendo dormir. Se preguntó cuánto tiempo había estado así.
—Tu mejilla está lastimada —dijo con tristeza.
—Está bien —murmuró—.No duele.
—Lo siento de todos modos —dijo ella, luciendo culpable.
Él la besó suavemente en la frente. Le gustaba que fuera capaz de hacer eso ahora, sin tener que pensarlo.
—Gracias por cuidar de mí —susurró. Su corazón se aceleró extrañamente.
Ella sanó sus brazos mientras preparaba el desayuno.
—¿Se siente bien, Hermione? —dijo Lucius, tratando de sonar calmado pero fallando en el intento. En lugar de eso sonaba preocupado. Todos estaban sentados alrededor de la mesa mientras ella cosía algunos de los cortes más grandes a lo largo de su antebrazo. Fue una cosa desagradable de ver.
—Gracias a su hijo, estoy muy bien —dijo ella, con calma—.Estos rasguños son nada comparados con los que me había hecho antes. —Ella sonrió cálidamente a Draco y él se movió incómodo.
—Hice lo que tenía que hacer, Granger —dijo. Sabía que no era un héroe. Él solía identificarse con la gente que le hizo esto a ella. No quería el agradecimiento de nadie.
—No, hiciste lo que decidiste hacer —dijo en un tono serio—.Hay una diferencia.
Ella se levantó y agarró un tubo de crema de la alacena cercana. Exprimió un poco sobre sus dedos, se acercó a él y colocó la mezcla fría en su mejilla.
Draco no pudo evitarlo. Dejó que sus ojos se cerraran y disfrutó de la sensación. La mano libre de Hermione se apoyó suavemente en su hombro. Sus dedos se movieron a través de la herida tan suavemente, que apenas los sintió. Pero el sentimiento que provocó el toque, la enorme cantidad de cuidado que ella le dio, hizo que le doliera el pecho de una manera agradable. Toda su atención estaba en él, y lo aceptó con gratitud. Se había acostumbrado tanto a esto cuando ella lo curaba de la maldición, él se sorprendió al notar que había extrañado el contacto.
—Eso debería ayudar —dijo ella, poniendo la tapa en el tubo.
—Gracias, Granger —dijo Draco, sus mejillas se sonrojaron.
Ella le apretó el hombro con una sonrisa.
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Esa noche, Draco merodeaba frente a la puerta de Hermione, tratando de decidir cómo abordar el tema con ella. No quería dar la impresión equivocada—que quería dormir en su habitación para protegerla de los terrores nocturnos, no por ninguna otra razón. Prácticamente.
La oyó arrastrar los pies al interior de su habitación y se aclaró la garganta.
—¿Granger?
La puerta se abrió, revelando a Hermione en una camiseta y pantalones cortos de algodón.
—¿Mm? —dijo ella, cepillando su cabello.
—Yo, eh, estuve pensando, y tal vez sería mejor si yo durmiera en tu habitación en caso de que tengas otro terror nocturno. En el piso, por supuesto... no quiero que te preocupes por mis, eh, intenciones, pero yo solo pensaba...
—Malfoy —dijo ella, interrumpiéndolo con una sonrisa divertida—.Por supuesto que puedes quedarte. Pero para ser honesta, yo estaría más cómoda si dividimos la cama. No para hacer nada, ya que realmente es demasiado pronto...
—Sí, demasiado pronto —interrumpió nerviosamente.
—Sí, demasiado pronto para eso, ya que estamos tomando las cosas con calma, pero aún así preferiría que no durmieras en el suelo —terminó.
—Oh. Bueno, si estás de acuerdo...
Ella lo tiró de su mano hacia adentro.
Se quedaron dormidos aferrados en los brazos del otro. Draco se preguntó si la vida con ella siempre sería así—un poco de conversación, algunos besos, y luego quedarse abrazados hasta caer dormidos. Él pensó que sonaba como la mejor cosa que jamás había oído hablar. Siempre había evitado estas cosas e iba directamente hacia el sexo, pero se dio cuenta con un sobresalto que había estado haciendo engañando a sí mismo. Esto era celestial. No lo que pudo haber hecho con cualquiera de las brujas sangre pura con las que había estado involucrado—ellas eran tan adorables como el Lago Negro. Quería hacer estas cosas ahora debido a Hermione. Todo era ella.
Cuando ella comenzó a temblar y llorar horas después, señalando el comienzo de la pesadilla, le frotó la espalda y le habló en voz baja, aferrándola fuertemente para que no se saliera de control. Después de veinte minutos de mecerla y diciéndole que las cosas estarían bien, ella se calmó y cayó en un sueño tranquilo, secó sus lágrimas con su camisa de noche.
Él decidió que prefería esto a que ella tomara una poción para el sueño en cualquier momento.
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Su padre le dio una mirada de complicidad a la mañana siguiente cuando salía de la habitación de Hermione para ir a por un cambio de ropa.
—Por favor, padre, fue por los terrores nocturnos —Draco se burló.
—Ajá —dijo Lucius, arqueando una ceja y siguiendo su camino hacia la cocina.
Prácticamente, Draco pensó para sí, sonriendo al recuerdo de despertar con Hermione entre sus brazos. Estaba empezando a amar la idea de cuidar de ella.
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Harry y Ron vinieron a visitar más tarde ese día, luciendo enojados y desgastados.
—Debió huir ni bien se enteró de que lo estábamos buscando —dijo Ron mientras todos bebían té—.El laboratorio ha sido abandonado, y no hay rastro de él.
Hermione asintió con la cabeza, manteniendo su rostro neutral. Draco sospechaba que ella sabía que Wolf sería imposible de encontrar, pero estaba siendo demasiado educada para decir algo.
—En mejores noticias, la Orden ha estado ganando recientemente, gracias a ti, Lucius —dijo Harry, asintiendo con la cabeza hacia el hombre. Lucius estaba algo sorprendido.
—Me alegro de haber podido ayudar —dijo evasivamente.
—Yo también —dijo Harry—.Nunca hubiéramos imaginado algunas de las claves y los lugares que nos diste. Estamos muy agradecidos. Estamos cerca de un gran logro, creo.
Hermione miró a Lucius con una dulce sonrisa. —Eres un buen samaritano —bromeó sabiendo de que debía haber sido difícil brindar tal información valiosa a una organización con la cual no estaba particularmente encariñado. Por otra parte, ayudaría a combatir una organización que realmente detestaba, por lo que tal vez la elección no había sido tan difícil.
Lucius rodó los ojos en broma, y los dos sonrieron.
Draco quería reír ante la expresión en los rostros de Harry y Ron al ver a Hermione bromeando con su padre de todas las personas. Él se puso serio rápidamente cuando se dio cuenta de que los amigos de Hermione tendrían que saber sobre... el progreso en la relación de él y Hermione si las cosas seguían yendo tan bien como estaban. No esperaba esa reacción, pero al menos Harry estaba un poco más preparado que Ron. Ron probablemente trataría de matarlo.
—¿Cómo están tus terrores nocturnos, Herms? —preguntó Ron casualmente, y Draco se atragantó con su té.
—No han sido tan malos —dijo ella, sin perder el ritmo—.Malfoy se asegura de detenerme antes de hacer algún daño—agregó, vagamente—.Estoy segura de que yo hubiera hecho algo dañino si no fuera por él.
Ron lucía sorprendido, pero Harry asumió esa molesta mirada de saber algo más.
—Bueno, eso es bueno, supongo... —dijo Ron, frunciendo el ceño—.Gracias, Malfoy.
Draco gruñó en respuesta. Él no quería decir nada, así que realmente, era más seguro no hablar en absoluto. Ignoró por completo la penetrante mirada de Harry y tomó un sorbo de su té.
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Habían caído en el hábito de hablar antes de caer dormidos, en algún lugar entre los besos y el sueño real. Draco había sido fiel a su palabra acerca de sus "intenciones", asegurándose de hacer de lado lo físico antes de que las cosas se pusieran demasiado calientes. La idea de apresurar a Hermione en algo más le hacía temblar. Él quería que ella estuviera completamente cómoda con él, y él no quería joder nada acelerando demasiado las cosas. Era la única vez en su vida que podía recordar priorizar las necesidades de su amante.
Eso, y ella había admitido que no había tenido nada íntimo con nadie desde Anthony. Lo último que quería hacer era provocar algún tipo de recaída al hacerle recordar los pocos meses más tortuosos de su vida. Podía esperar. Podía esperar tanto como ella quería.
—Está bien Granger, dime algo acerca de tu tiempo en Hogwarts que nadie más lo sabe —dijo Draco. Estaban recuperando el tiempo perdido al cuestionarse entre ellos acerca de todo lo que se les ocurría. Hasta ahora ella había descubierto el miedo de Draco a ahogarse, su amor por la lengua francesa, y su confesión de que su única forma de aliviar el estrés había sido el sexo o volar. Él había descubierto que su placer culpable eran los caramelos duros, algo que nunca se le permitió cuando era una niña, que su miedo a volar era tan intenso que la hacía tener náuseas, y que ella había perdido su virginidad con Viktor Krum.
—Mmm...¿Que nadie más lo sepa? Eso es difícil... Harry y Ron sabían casi todo lo que hacía en esos días —dijo ella, frunciendo el ceño y tratando de pensar en algo bueno—¡Oh, ya sé! Una vez encontré a Madame Pince y Filch hacer cosas cuestionables en uno de los armarios del depósito de la biblioteca.
—¿Qué? —hizo una mueca—.Eso es... agh. Gracias por la imagen mental, Granger.
—Exactamente por lo que no les dije a Harry y Ron —ella asintió con una sonrisa irónica—.Nadie quiere imaginar eso. Además creo que todos estábamos en malos términos en ese momento, por lo que no tenía sentido empezar una conversación con un chisme.
—Bueno, es obvio que no eres una Slytherin —sonrió—.Esa es nuestra razón principal para hablar unos con otros.
—¿Tú crees? —ella se rio entre dientes.
—¿Por qué no estaban en buenos términos? Pensé que ustedes tres estaban separados por un hechizo repelente en aquellos días —trató de ocultar su voz burlona y sólo lo logró parcialmente.
—Ah, no siempre —dijo seriamente—.Hemos tenido nuestros desacuerdos. Creo que ése fue por Ron y Lavender, pero a lo mejor me equivoco... todo parece tan lejano ahora.
—¿No estaban tú y Weasley en una especie de... relación en algún punto? —preguntó lo más delicadamente que pudo. Él no quería que ella supiera lo curioso que estaba acerca de este tema en particular.
—Bueno, salimos muy brevemente después de la escuela —dijo encogiéndose de hombros—Pero fue un error colosal. Románticamente no estábamos hechos el uno para el otro. Él me daba por sentado y me pasaba todo el tiempo molesta con él. Estamos mucho mejor como amigos.
Draco exhaló. Él había estado preocupado de que ella todavía sentía algún antiguo afecto por Weasley, pero al parecer no. Mucho mejor. Odiaba a ése cretino.
—Tu turno —dijo, bostezando en su brazo.
—¿Algo de Hogwarts que nadie más sabe? Uhm. Bueno, una vez tuve castigo con la profesora Trelawney y ella predijo que ella y yo estábamos destinados el uno al otro.
Hermione soltó una carcajada y luego procedió a reír completamente en su pecho. Draco sonrió. Sabía lo que pensaba sobre Adivinación, pero pensó que especialmente se divertiría con la extraña revelación que había ignorado obstinadamente durante años. Ni siquiera se lo había dicho a nadie cuando sucedió; habría dado a sus compañeros de Slytherin una pequeña provocación para las burlas despiadadas.
—Yo estaba aterrorizado por supuesto... sólo ante la pequeña fracción de la posibilidad de que ella tuviese razón —continuó mientras Hermione se rio más fuerte.
—Oh Dios Malfoy, eso es lo más divertido que he escuchado en mucho tiempo —se quedó sin aliento, tratando de calmarse—.¿Así que me estás diciendo que no debería apegarme demasiado a ti ya que el destino los unirá a ti y Trelawney al final?
Draco frunció el ceño. —Definitivamente no estoy diciendo eso —dijo acariciándole el pelo—Puedes permanecer apegada a mí tanto como quieras —Tenía la intención de molestar, pero tan pronto como las palabras salieron de su boca, se dio cuenta de que era verdad.
Ella le dio una sonrisa tímida y él trató de no leer demasiado en ello.
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—¿Por qué nos salvaste a mí y a mi padre? Después de lo que hice... con la ventana. Cuando te lastimé.
Ella se mordió el labio inferior y lo pensó.
—Supongo que sentí que necesitaban una oportunidad. Sentí como que había algo más que su fachada de enojo, y yo sabía que nunca sería capaz de averiguar si yo los rechazaba. Además, podrías haber muerto. Yo no podría vivir con eso. He pasado por peores cosas que ser arrojada contra una ventana, de todos modos.
Draco pasó el dedo por su mejilla.
—Gracias por darme una oportunidad, Granger.
Ella le sonrió.
—Bueno, ciertamente no me decepcionaste, Malfoy.
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Algunas noches los temas eran más serios que otros.
—Háblame de Anthony —dijo—.Si estás bien con ello.
Pensó por un tiempo. —No sé por dónde empezar —dijo finalmente—.Nos conocimos porque él estaba ayudando a la Orden, él curaba a nuestra gente después de las misiones. Le pedí que me enseñara lo que hacía para poder así ayudar, y supongo que aprendí rápidamente. Terminó pasando todo su tiempo enseñándome cuando no estaba trabajando, y cuando su trabajo se vio amenazado por la influencia de Quien-tú-sabes en el Ministerio y San Mungo, él solo trabajó a tiempo completo con la Orden y me convertí en la segunda sanadora. Empezamos a salir en gran medida porque ya nos veíamos constantemente y descubrimos que éramos muy compatibles.
—¿Lo extrañas? —preguntó Draco.
—Lo hago —ella asintió—.Pero es raro. Sólo habíamos estado saliendo por cerca de cinco meses cuando fue asesinado, y gran parte de ese momento yo estaba en un mal estado mental, así que todavía tiendo a extrañarlo de la misma forma que extrañaría a un amigo... yo simplemente lo conocía mejor en ese sentido que como amante. Él era muy bueno para mí, y tal vez en otras circunstancias hubiéramos tenido la oportunidad, pero no fue un buen momento para estar empezando algo romántico con alguien. Estaba tan sorprendida cuando me enteré de que me había dejado la casa... No creo que tuviera muchas personas cercanas.
—¿Tú lo... amabas? No tienes que responder a eso si no quieres.
Ella sonrió. —Me preocupaba mucho por él. Era muy importante para mí y estoy feliz que formara parte de mi vida. Pero no, yo no estaba enamorada de él. Tal vez eso hubiera llegado después, pero no estoy segura. Incluso entonces, era muy precavida con mis emociones. Es difícil bajar la guardia e invitar a las personas cuando podrías perderlos en cualquier momento. Es como un método de auto preservación, mantenerte emocionalmente distante.
—Sí, sé todo sobre eso, como estoy seguro de que podrías haberlo adivinado. —Había empezado a trazar sus dedos de la forma que era tan aficionado. Se preguntó si ella se mantenía emocionalmente distante de él. No se sentía así, pero él tampoco no quería asumir nada.
—¿Has estado enamorado? —preguntó de repente.
La boca de Draco se le secó. —No, todavía no —dijo en voz baja. Parecía satisfecho con su respuesta, y ambos empezaron a dormitar.
Sin importar si le había dado una respuesta honesta, trató de no pensar en ello.
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Draco sabía que la pregunta llegaría en cualquier momento, pero eso no facilitó cuando ella en realidad le preguntó.
—¿Por qué los mortífagos están bien con matar muggles? Quiero decir, aunque no son mágicos, siguen siendo personas. No entiendo su mentalidad. El asesinato es un asesinato.
Él se encogió, pero sabía que tenía que responder, ya que ella siempre respondía a sus preguntas abiertamente.
—Yo... ugh, eso es una pregunta difícil, Granger. Bien, cuando estás en ese grupo, casi todo tu tiempo es dedicado a lavarte el cerebro, esencialmente te dicen que los muggles, y los nacidos de muggles, en realidad, no son humanos, que no tienen valor... insectos. Animales. Una amenaza para la llamada pureza del mundo mágico. Con el tiempo, terminas aceptándolo. O lo empiezas a hacer, porque se te exige lastimar a estas personas, y es más fácil hacerlo cuando piensas que están por debajo de ti. Yo había estado oyendo esas cosas toda mi vida, así que no fue difícil de creer.
—¿Por qué eres diferente ahora? —ella preguntó—.Todavía eras así cuando fueron rescatados, lo recuerdo. Me odiabas.
Él la miró con una expresión seria, y luego suspiró. —No sé... pasar el tiempo contigo, viendo que no eres ninguna de esas cosas que me enseñaron... supongo que finalmente entendí. Ha sido un raro proceso... Y a veces peleo contra ello simplemente porque es tan diferente de lo que solía creer... pero es mejor así. Es mejor dejarlo ir. Y ver a mi padre hacer el cambio también, quiero decir, Merlín... él me enseñó todo lo que sé acerca de odiar. Es increíble que haya llegado tan lejos.
Hizo una pausa, procesando las palabras en su mente.
—Es muy duro odiarte, Granger. Incluso en mi peor momento, siempre tuve curiosidad acerca de ti, y un poco celoso, supongo. Haz desafiado todo lo que me habían enseñado.
Ella estudió su rostro.
—Me alegro de que hayas cambiado tu opinión sobre mí, Malfoy —dijo ella.
La besó, preocupado de que podría decir mucho más si la conversación seguía. El odio era la cosa más lejana de lo que sentía por la bruja en sus brazos.