Valentina: quieres nadar conmigo?
José Miguel sólo asintió y como pudo se quitó su sombreo, camisa, pantalón, zapatos y todo aquello que cubría su cuerpo, mientras Valentina hizo un clavado en el agua.
José Miguel la alcanzó, la tomo bajo el agua por la cintura y la subió sobre sus caderas para besarla, estaba hambriento de deseo por ella, habían pasado algunos días desde que sus cuerpos habían intercambiado besos y caricias, ambos sentían un desespero por llegar al clímax, sus besos eran tan arrebatados que parecían haber pasado siglos desde que sus labios habían estado en contacto.
Gabi y Horacio fueron a una de las habitaciones para expresar su amor, la casa estaba sola así que podían amarse libremente; mientras los 3 niños y sus 3 abuelos comían en el pueblo y daban una vuelta, Valentina les había pedido que regresaran a las 2 de la tarde y apenas pasaban de las 12 del mediodía.
Valentina: que te pasa? Estas bien?
José Miguel: solo recordaba los momentos que hemos pasado en este lugar, todos han sido tan hermosos.
Valentina: si, recuerdo que la primera vez me robaron mi ropa y tú no parabas de reírte.
José Miguel: bueno, tienes que admitirlo fue muy gracioso, además te preste mi camisa para que no llegaras medio vestida a la hacienda, te veías tan linda.
Valentina: si, fue gracioso, hasta que supe que mi prima estaba detrás de eso.
Jose Miguel: ya ni la menciones, ya ves los problemas que Gabi y Horacio han tenido por traer su recuerdo.
Valentina: si , sólo pensemos en nosotros, no sabes cómo te he extrañado, aunque compartíamos la misma cama el no poder abrazarte me hacía sentirte lejos.
José Miguel: Yo siento lo mismo bonita, extraño respirar el olor de tu piel, el sabor de tus labios, la suavidad de tu cuerpo.
Valentina: estas noches han sido una pesadilla, me muero por sentirte dentro de mí y escuchar sólo el latido de nuestros corazones.
José Miguel: quiero amarte hasta el cansancio, olvidémonos de los relojes, los problemas, olvidemos todo lo que pueda empañar nuestra felicidad, sólo pensemos en nuestro amor.
Valentina: quiero eternizar lo que más pueda este momento, te amo.
Unieron sus labios en un profundo y apasionado beso, sus cuerpos seguían entrelazados, sólo podía escucharse el latido de sus corazones y sus aceleradas respiraciones.
José Miguel llevó a Valentina un poco hacia la orilla y se posó sobre ella para entrar en su interior de la manera más tierna, sus ojos no se apartaban de los suyos, sus manos recorrían centímetro a centímetro cada parte de sus cuerpos, sus labios ardían en pasión por devorarse entre si.
José Miguel tomó a Valentina por las nalgas, ella se apoyó sobre su cuello sin aún salir de su interior y soltar sus labios, hubo algo de movimiento para aumentar su mutua satisfacción , entre jadeos y sudor juntos llegaron a la cúspide del placer.
Don Ernesto, Isabel y Leonor llegaron con los niños a la hacienda.
Cecilia Benita: donde están mis papás?
Leonor: a lo mejor salieron a dar una vuelta.
Isabella: puedo llamar a mi papito? Lo extraño mucho.
Isabel: claro Isabella, vamos al estudio para que hables a gusto.
Leonor llamó al teléfono de José Miguel pero no obtuvo respuesta, así que llamó al de Valentina pero lo escucho timbrar allí mismo.
Leonor: Dios Mio! En donde podrán estar estos muchachos?
Don Ernesto: No se angustie, a lo mejor no tardar en volver.
Leonor: pero quedamos en verlos a la hora de la comida y mira ya pasan de las 3.
Isabel y la pequeña Isabel no tenían suerte llamando a Horacio y a Gabi.
Isabel: pasa algo?
Leonor: Valentina y José Miguel no aparecen.
Isabella: mis papitos tampoco.
José Federico: y si se los robaron?
Cecilia Benita: no digas eso, mis papitos están bien vas a ver.
Don Ernesto: sólo nos queda esperar.
Valentina y José Miguel seguían en el ojo de agua abrazados admirando la naturaleza.
Valentina: creo que es la primera vez que hacemos el amor aquí.
José Miguel: es cierto, cuando éramos novios solíamos venir a nadar y con los niños igual, fue maravilloso no te parece?
Valentina: por supuesto, aunque me preocupa que algún empleado pueda vernos.
José Miguel: con lo de los tractores nuevos su trabajo está concentrado en el área de las siembras nada tendrían que hacer aquí.
Valentina: eso sí pero ya sabes cómo son a veces.
José Miguel: no te preocupes yo me encargare de que no se les ocurra acercarse por estos predios, sólo espero que esto vuelva a repetirse.
Valentina: eso ni dudarlo, llevamos mucho tiempo aquí, seguro los niños ya están en la hacienda.
José Miguel: deben estarse preguntando donde estamos.
Horacio y Gabi salieron entre risas de una de las habitaciones sin contar con que su hija y el resto de la familia estaban esperándolos.
Isabella: mami? Papi?
La pequeña corrió hacia ellos emocionada de verlos reír juntos.
Don Ernesto le hizo señas a Horacio de que cerrara su pantalón, él al igual que Leonor e Isabel se habían percatado de lo que había pasado durante su ausencia.
Isabella: entonces ya no están enojados?
Gabriela: no mi amor.
Isabella: vamos a volver a vivir juntos?
Horacio: por supuesto, asi que ve a hacer tu maleta porque se van conmigo.
Isabella brincó de gusto y cuando iba a la habitación que compartía con su mamá ella la detuvo.
Gabriela: espera.
Horacio: pero mi amor déjala que haga su maleta.
Gabriela: lo haremos cuando dejemos la habitación ordenada.
Horacio entendió lo que Gabi había querido decir, ellos habían dejado un desastre en ese lugar durante su reconciliación.
Valentina Y José Miguel corrían apurados para llegar a la hacienda, estaban seguros de que sus hijos ya los esperaban.
Gabriela: que les parece si vamos a hacer un pastel?
Gabriela, Horacio y los 3 niños se fueron a la cocina con la intensión de sólo distraerse.
Valentina y José Miguel llegaron a la hacienda...
Valentina: No puedo creer que sea tan tarde.
José Miguel : y yo tampoco, creo que debemos darnos un baño primero.
Isabel: opino lo mismo.
Valentina: Tía, no sabía que ya estabas aquí.
Isabel: los estábamos esperando.
Leonor: no les parece que tardaron bastante? Sus hijos no han parado de preguntar por ustedes, su ropa, su cabello Dios Mio donde estaban?
José Miguel: por favor no nos regañen, se nos pasó el tiempo, pero miren Valentina y yo nos reconciliamos.
Don Ernesto: eso es una grandiosa noticia, de verdad que nos alegra, pero es mejor que bañan a darse un baño y cambiarse de ropa si no quieren que los niños los interroguen otra vez.
Leonor: eso es cierto, vayan y no se tarden.
Isabel: me alegra verlos así.
Leonor: a mí también, voy a la cocina a ver si necesitan ayuda.
Valentina y José Miguel entraron a su habitación y se sumergieron juntos en la bañera con el objetivo de quitarse todo aquello que se les había quedado en su cabello por estar dentro del ojo de agua, pero para su suerte olvidaron poner el seguro en su habitación.
Cuando los niños supieron que sus papás estaban de regreso subieron a la habitación.