ESTÁTICA

By Asuka_Kirishima

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La Orden rescató a Draco y Lucius Malfoy después de que Lord Voldemort se volvió en contra de ellos. Todos lo... More

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By Asuka_Kirishima


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Hermione hizo pasta, y el trío se sentó alrededor de la mesa comiendo en silencio mientras esperaban a Harry y Ron. Los hechizos de seguridad habían cambiado; Hermione se había encargado de ello, mientras que los fideos se estaban cocinando, así que no había ninguna posibilidad de que Wolf volviera en cualquier momento. Hermione se veía más tranquila y sólo un poco distante mientras enrollaba sus fideos, una pequeña mueca apareció en su cara. Los rastros de sus lágrimas eran ligeramente visibles a medida que se secaban en sus mejillas.

Draco pensó que se veía hermosa.

Él estaba luchando con un pedazo de espagueti, finalmente se rindió cuando se desmoronó bajo sus dedos en un lío de almidón. Necesitaba hablar con Hermione a solas. Lo necesitaba. Pensaba que las cosas se aclararían cuando le dijo que se preocupaba por ella... eso tendría que explicarlo, y ella podría ver que él era sincero sobre lo que fuera que tenían. Que él había cambiado. ¿Pero ahora? Él simplemente no esperaba su respuesta. A ella le importaba él también, y necesitaba saber cuánto. Sentía que podría asfixiarse si él lo descubría. ¿Cómo amigo o algo más? Podría cambiar todo. Amigo o más. Eran mundos aparte.

Dioses, el pecho le dolía de nuevo.

En retrospectiva, "importar" era una frustrante palabra ambigua. Estaba empezando a entender por qué su padre insistió en usar la otra palabra, una variación más intimidante de ese sentimiento.

Draco nunca se había sentido particularmente amado. Su madre lo había amado, lo sabía, su padre también, a su fría manera. Pero nunca había hecho buenos amigos en la escuela, y las mujeres con las que había estado involucrado con el paso de los años estaban cerca solo por razones meramente físicas. Un polvo rápido, una conocida con beneficios. Siempre otras sangre pura. Siempre sin ataduras, incluso en el clímax de la misma. Draco había construido fuertes barreras que sirvieron como un amortiguador para cualquier cosa que encontraba emocionalmente difícil, es decir, sus actividades como Mortífago, y el hecho de que él esencialmente no tenía relaciones reales. Él no había dejado que nada de eso le molestara porque había estado en búsqueda del poder. Había eclipsado los agujeros en su vida, llenándolos con la necesidad de gobernar sobre los demás. El poder era un motivador fuerte y obsesivo. Solo había echado miradas fugaces a lo que debía ser sentirse verdaderamente necesitado, apreciado y protegido. Lo había visto como una debilidad hasta ahora.

Pero, ¿podría Hermione sentir lo mismo por él? Él se sorprendió de que ella admitiera estar preocupada por él en absoluto, y tal vez eso debería ser suficiente. Aún así, la pequeña posibilidad de que a ella le podría gustar como algo más que un amigo... a pesar de su historia... a pesar de su pasado...

¿Podría ella creer que él había cambiado?

Miró su brazo y vio la Marca Tenebrosa asomarse desde debajo de su manga. Draco había estado tan orgulloso cuando finalmente consiguió la marca, mostrándolo como una especie de premio, como un maldito trofeo. Era la encarnación de todo lo que él pensaba que tenía derecho. Era su pase libre para ser un monstruo, y se deleitaba en ello, abrazando la oscuridad con su insignia grabada en su brazo. ¿Ahora? Le repugnaba. Lo separaba de Hermione. Arriesgó su respeto y su capacidad para darle una oportunidad a él. Podría arruinarlo todo, todos los cambios por los que había tenido que pasar, todas estas pequeñas epifanías dolorosas que se removían de sus escarpados bordes.

¿Por qué iba a tener una oportunidad en eso? Cuando ella estuviera rodeada por la puta Orden, las personas con valores y creencias a las que ella tenía alta estima... ¿Por qué ella le daría una oportunidad a él?

Golpeó el tenedor con rabia y todo el mundo en la mesa dio un salto. Draco se encogió, no era su intención hacer semejante escena. Hermione lo miró inquisitivamente, y Lucius levantó una ceja.

—Lo siento —murmuró—.No quise que sonara tan fuerte.

Hermione le sonrió tristemente. —Ha sido una noche estresante.

Ella se puso de pie para limpiar los platos, y con el rugido de la red flu, Harry y Ron salieron corriendo.

—Oímos las noticias —Ron jadeaba, con rabia—.Eso es jodidamente loco. Voy a matar a Wolf por mí mismo cuando lo atrapemos.

Harry lucía furioso, y Draco solo podía imaginar lo mucho que se culpaba a sí mismo en este momento por confiar en el hombre que casi había matado a Hermione.

—Encontramos a Bryce... o el cuerpo de Bryce, de todos modos —Ron continuó, frotándose los ojos con fuerza—.Suponemos que Wolf es responsable de eso también, pero todavía estamos tratando de averiguar por qué Bryce se convirtió en un objetivo.

—¿Podemos preguntarles sobre Wolf? ¿Obtener los detalles de lo que vieron? —dijo Harry tensamente, haciendo un gesto hacia el sofá. Lucius asintió y se dirigió allí. Harry y Ron intercambiaban murmullos enojados entre sí, sin duda tramando la dolorosa muerte de Wolf. Draco aprovechó la oportunidad para hablar con Hermione mientras estaban distraídos.

—Granger... ¿Podría hablar contigo después de esto? —Draco preguntó en voz baja mientras la ayudaba a terminar de limpiar la mesa.

—Por supuesto —dijo ella, tomando su brazo y dirigiéndolo hacia el sofá—.Pero por ahora, por favor habla con Harry y Ron para que se calmen. No me gusta verlos así.

Él asintió, y se dejó llevar por ella. Ella le estaba tocando el brazo. Se preocupaba por él.

—¿Ustedes me necesitan, o puedo quedar fuera de esta conversación? Solo quiero descansar un minuto. Me siento bastante cansada —dijo ella mientras Draco se sentaba en el sofá, lamentando que la mano de Hermione no estuviera en su brazo.

—Claro Herms —dijo Ron con una sonrisa—.Vendremos para despedirnos antes de irnos.

Ella asintió con la cabeza y salió de la habitación.

Draco la vio alejarse hasta que se dio cuenta de que Harry lo miraba con una expresión conocida en su rostro.

Draco frunció el ceño. Tal vez él realmente era transparente. Miró hacia atrás por el pasillo, y Hermione se había ido. Maldición.

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Hermione no había ido a acostarse, a pesar de lo que había dicho. Había ido a la biblioteca. Rodeada de sus libros, respirando el aire inmóvil, el olor a humedad del papel deteriorado y la tinta, empezó a relajarse. Era el momento de ordenar sus pensamientos, y había muchos de ellos.

En primer lugar, era el momento de reconocer que su cerebro se sentía más normal de lo que había estado desde antes que Harry y Ron la sacaran de ese salón infernal. No había caído en un sueño estático en mucho tiempo, y estaba mejorando en hablar a la gente de nuevo. Ella todavía odiaba los grupos grandes, y tenía problemas con el estrés, pero ya no causaba un apagado automático. Fue un gran cambio. Un gran paso.

En segundo lugar, Wolf se había convertido en un tipo malo. La noticia rompió el corazón de Hermione. Ella no lo había considerado como una seria amenaza, la prueba de que sus instintos de batalla­ estaban disminuyendo, a pesar de lo que Lucius había dicho. Ella debería haberse dado cuenta de las señales por sí misma. Gracias a los cielos por los Malfoy —ellos la habían salvado. Hermione todavía estaba confiando en Wolf como lo haría cualquier amigo, incluso cuando ella comenzó a sentir una sensación extraña proveniente de él. Es cierto, que estaba actuando bajo la influencia de otro, pero el Imperio era muy fuerte y él ya no era el mismo. Él no era el Wolf que conocía. Definitivamente no era el Wolf que había mostrado un lado más suave de sí mismo cuando ella estaba herida. Tenía que tratarlo como la amenaza que era, a pesar de que su buen amigo yacía bajo el daño del hechizo. No era seguro estar cerca de él, lo que significaba el fin de su trabajo, y su aislamiento indefinido en esta casa. Curiosamente, no le importaba exactamente esa parte.

En tercer lugar, y lo más importante, estaba la cuestión de aquel hermoso y malhumorado hombre en la otra habitación. Aquel con el que ella había pasado gran parte de su vida sintiéndose a la defensiva, luchando contra él, odiándolo. ¿Y ahora? Ahora ella estaba enamorada de él. Oh, sí, sabía que era verdad. Sería inútil negarlo en este punto. Por extraño que fuera, su malhumor y hostilidad casi la hizo confiar más en él... no era lo suficientemente amable para mentirle. Decía lo que quería decir, siempre. Y es por eso que su confesión de hace unos momentos significaba condenadamente mucho—Draco Malfoy no se expone emocionalmente a cualquiera. Ella sabía lo raro, lo increíble que era. No había manera de que ella no lo tomara en cuenta.

Pensó en su analogía del percolador de café de nuevo... pequeñas gotas de buen comportamiento, afecto, conversación y curiosidad habían creado un preparado de algo completamente intoxicante. Recordó cómo era él hace meses cuando fue rescatado. Un odioso y rencoroso asesino. Su enemigo. Un fanático. Un matón despiadado. Sorprendentemente familiar.

Ella había asumido que no cambiaría. Es lo que esperaba de él. Estaba preparada para eso.

Pero, extrañamente, cuando el odio fue despojado por completo, y la curiosidad comenzó, ellos terminaron siendo muy apropiados el uno para el otro. Ambos inteligentes, ambos apasionados, ambos completamente perdidos. Draco absorbió sus cuidados como una esponja, probablemente jamás había experimentado algo tan genuino como eso en su vida. Ella a su vez comenzó a amar cuidar de él, y las peculiares conversaciones que vinieron después. A pesar de nunca haberse visto a sí misma como alguien totalmente doméstica, descubrió que disfrutaba bastante cuidar de Draco, y de su padre también. Le dio un propósito. Le dio una excusa para conocerlos a ambos. Y Merlín, había algo más que lo que se podía ver a simple vista. Los dos eran tan complejos como las defensas de Hogwarts.

Entonces Draco en realidad salió y dijo que se preocupaba por ella. Nunca lo había visto tan nervioso. Probablemente él quería que signifique algo ambiguo, pero Hermione sabía lo que quería decir, porque ella también lo sintió.

Se dio cuenta de que estaba asustado. Draco era muchas cosas, pero no era extremadamente valiente. Enamorarse de alguien como ella, nacida muggle­s, no era un asunto sencillo para él. Joder, ella también tenía miedo, y realmente entendía cómo cuidar a otras personas además de a sí misma. Probablemente él se agitaba violentamente en la oscuridad, sólo capaz de hablar de ello cuando pensaba que ella estaba dormida. Gracias a Merlín su padre parecía haber cedido en su tontería de la sangre pura—lo cual sin duda no estaba ayudando a Draco llegar a un acuerdo con su nueva realidad.

Bueno, él quería hablar esta vez de verdad, y ella iba a hablar. Sería honesta... sus sentimientos por él habían ido más allá de la amistad. ¿Qué más podía decir? Era la verdad. Podrían decidir a dónde ir desde allí, donde sea. Tenía problemas para imaginarse cómo sería el futuro para ellos—esto era una guerra. Uno no tiene citas en una guerra. Uno no tiene relaciones normales y predecibles cuando las personas están muriendo a su alrededor. Sus cargas combinadas podrían ser suficiente para matar esto antes de que incluso se inicie. Por no hablar de Harry y Ron...

Hermione se encogió de hombros para sí misma. Su vida tenía muy pocas esperanzas en estos días... estaba muy ansiosa, un caos total en el mejor de los tiempos. Todo el mundo al que amaba era un objetivo, ella era un objetivo, cada día era una apuesta. Valía la pena intentar algo que le diera esperanza, no importa que tan poco convencional.

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Harry y Ron finalmente vinieron a decir adiós, prometiendo garantías de que encontrarían a Wolf y que lo detendrían de hacer daño a alguien más. Ella asintió con aire ausente. Sabía que tan pronto como Wolf oyera los rumores, estaría fuera del alcance de la Orden.

Hermione se acopió de valor y salió de la biblioteca, con la esperanza de encontrar a Draco. Lucius estaba leyendo una de sus revistas de astrología en el sofá, pero no había nadie más alrededor.

—Está en el patio trasero —dijo Lucius levantando la vista de la página.

Ella asintió con la cabeza dando las gracias y comenzó a caminar hacia las puertas de cristal.

—¿Hermione? —oyó la voz de Lucius.

—¿Sí? —contestó, mirando sobre su hombro.

—Sea amable con él. Es nuevo en esto. —Lucius estaba obviamente tratando duro para mantener su expresión en blanco, pero Hermione pudo detectar un poco de preocupación paternal en su comentario. Ella se sorprendió ligeramente de que él parecía saber lo que estaba pasando.

— Honestamente, no creo que se altere por lo que tengo que decir—dijo Hermione con suavidad.

Lucius sonrió entonces, una rara sonrisa desprevenida que le hacía parecer más joven. —Me alegra oír eso.

Giró el mango de la puerta y salió al aire nocturno.

—¿Malfoy? —dijo ella, al ver su pelo platinado al otro extremo del patio. Estaba mirando las estrellas.

—Granger —dijo a modo de saludo mientras caminaba hacia su lado, pero todavía no quitaba los ojos del cielo. Su voz era áspera.

Finalmente, se volvió hacia ella, poniendo sus manos sobre sus hombros. Temblaban ligeramente.

—Tengo algo que preguntarte, Granger, y tengo que admitir que estoy un poco... un poco... no estoy muy... —se detuvo con ansiedad.

—Adelante, solo soy yo —dijo ella, estudiando su rostro. ¿Siempre había sido tan guapo? Jesús, él le estaba haciendo sentir mariposas.

Dio una risa seca e hizo eco de su comentario, murmurando, —Sólo tú. Claro.

Se aclaró la garganta. —Escucha, Granger... cuando dijiste que te preocupabas por mí antes... ¿querías decir... como amigo?

—Sí —dijo ella, y vio que los hombros de Draco se desploman.

—Y como más que un amigo también —añadió, con timidez.

Pudo ver sus cejas levantarse y con la boca abierta por la sorpresa.

De pronto ella se sintió nerviosa. —Solo... solo pasó —tartamudeó, dando marcha atrás—.Yo sé que no soy tu tipo ideal...

—Oh mierda Granger, no termines esa frase ridícula —dijo, con una sonrisa en su rostro asombrado—.Contra todo pronóstico, tú eres mi ideal. Mira, yo sé que hay una guerra ahora mismo, y sé que no puedo hacer todas las cosas normales de citas que mereces, pero no quiero perder el tiempo fingiendo no sentir lo que siento por ti. Yo... yo no soy muy bueno en esto, pero... ¿me darías una oportunidad? Puedo ser bueno para ti, Granger. Puedo tratarte bien. ¿Me dejas intentarlo?

Hermione sintió sus labios temblar, para su vergüenza.

—Lo siento —dijo ella, ahogando un sollozo—.Es solo que ha pasado un tiempo desde que alguien... ya sabes... que había perdido la esperanza, especialmente después de todo lo que pasó, y pensé que tú siempre me odiarías...

—He sido un estúpido cabrón, Granger —dijo, sacudiendo la cabeza con tristeza—.Pero estoy tratando de cambiar. La persona que solía ser parece como una especie de pesadilla lejana ahora.

—Has cambiado, Malfoy —dijo ella, secándose los ojos y sonriendo—.Puedo verlo. Todo el mundo puede verlo.

Él le sonrió, y ella sintió como si su corazón en realidad podría estar brillando dentro de su pecho. Ella dejó escapar una risita nerviosa.

—¿ Honestamente, qué tan extraño es esto? —dijo ella.

—Completamente extraño —susurró. Entonces se inclinó con mucha suavidad, y la besó.

Fue un beso suave, como el de una pluma, sus labios se movían ligeramente contra el otro. Podía oler el sándalo y aceite de almendras, y su afición por el olor casi la hizo llorar de nuevo. Esto era Malfoy. Exquisita sofisticación y dulzura inesperada. Sus dedos viajaron hasta su suave cabello y se enterraron allí. Unos esbeltos y musculosos brazos se envolvieron alrededor de ella, apretándola contra su torso. Sus manos se habían juntado en la blusa de Hermione, retorciendo la tela mientras el beso se profundizaba. Ella sintió su lengua rozar contra la suya.

Granger olía a jazmín de nuevo. Era débil, pero tan malditamente intoxicante, Draco quería envolverse alrededor de ella. Nunca había besado tan tiernamente antes, pero tampoco nunca antes había besado a alguien con tanto sentimiento. Quería saborear cada pulsación de sus labios, cada movimiento. Las manos de Hermione recorrieron su pelo y él casi se sentía morir... todo lo que hacía se sentía increíble. ¿Esto era un beso? Merlín, ¿de qué se había estado perdiendo durante todo este tiempo?

Su lengua rozó la suya y él gimió. Dulce Merlín, ella era tan suave como la seda. El beso se profundizó y se convirtió en uno más desesperado, los suaves movimientos fueron reemplazados por los toques frenéticos y desesperados, ambos tratando de acercarse el uno al otro. Hermione dejó escapar un gemido y mordió su labio inferior, lo que provocó un gruñido de Draco mientras deslizaba sus dos manos sobre su trasero y la atrajo aún más. Hermione jadeó mientras él alejaba su boca de la de ella y comenzó a besarle el cuello, bajando a su clavícula con pequeños lametones y mordiscos de sus dientes. Los dos estaban jadeando cuando él levantó la cabeza y la miró fijamente a los ojos, sus mejillas estaban ruborizadas.

—No quiero apresurar nada contigo, Granger... quiero que te sientas cómoda con todo lo que hacemos —murmuró apoyando su frente contra la de ella—.No tenemos que hacer nada más en este momento si quieres tomar esto lentamente.

Ella asintió con la cabeza, tenía problemas para hablar. Tenía razón, por supuesto... era difícil de parar cuando todo lo que él hacía se sentía tan bien. Era un consuelo que particularmente él parecía lamentar haberse detenido.

—Sí —dijo ella final y forzadamente—.Tiene sentido. Ir lento es bueno.

Compartieron un beso más largo antes de que se separaran, las manos de Draco se deslizaron por sus brazos para capturar sus dedos. Los llevó a su boca y besó cada uno de ellos.

—Gracias por darme una oportunidad, Granger —susurró.

En lugar de responder, ella besó su mejilla con una sonrisa. Se sentía tan extraño poder estar así con él, pero su cuerpo temblaba de felicidad, y ella sabía que estaba bien. Tenían razón, de alguna manera. —¿Deberíamos regresar adentro?

Lucius seguía leyendo su revista cuando ellos ingresaron a través de las puertas de cristal.

—¿Está bonita la noche? —­preguntó él, inocentemente.

—Encantadora —dijo Hermione sonrojándose—.Me voy a la cama... ¿los veo en la mañana?

—Buenas noches Granger —dijo Draco con una suave sonrisa.

—Buenas noches Malfoy, Lucius —dijo ella, sin apartar los ojos de Draco mientras hablaba. Desapareció en su dormitorio y Draco fue a sentarse junto a su padre en el sofá.

—Merlín —Draco dijo a la sala en general.

Lucius sonrió mientras leía su revista.

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