¿Sueños Quebrados? (Terminada...

By Becoleman

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¿Se quebrará todo aquello que se construyó? ¿Sobrevivirán a las tormentas? ¿Habrá algún arcoíris al final de... More

Estúpidas Sorpresas
Hormonal...
¿Adiós A La Felicidad?
Cambios Repentinos
Pedazos
¿Cómo Se Puede...?
¿Alivio?
Psicólogo
¿Lo Estoy?
Amigos
¿Avance O Retroceso?
Fisuras
Tú Y Yo.
Progreso.
¿Retomando?
¿¡Qué Haces Aquí!?
¡Carajo!
Progreso A... ¿Progreso?
Caminando Por Lo Alto.
Trueque.
El Comienzo Del Fin
Hazañas.
Invertidos
Choques.
¿Te Parece Un Rescate?
Una Nueva Oportunidad
Epílogo.

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By Becoleman

Me encontraba sentada al lado de mi esposo, en camino a la cita con el ginecólogo.

Ayer, la reunión terminó un poco tarde, y me quedé dormida en uno de los sofás de la oficina sin darme cuenta. Chris decidió cargarme en brazos hacia el auto, no queriendo que me "fatigara".

Iba mirando la ventana en total silencio, sintiendo las caricias suaves que dejaba mi esposo en mi mano. Una que otra vez sonreía como estúpida al sentir que dejaba besos en el dorso de ella.

- Vas muy callada, ¿te encuentras bien? - Decidí mirar a mi esposo y sonreí lo mejor que pude.

- Lo estoy, amor. Sólo estoy algo nerviosa. - Él sonrió, acercándose a mí.

- Pues estaré a tu lado para ayudarte a superar lo que venga. - Sonreí, acomodando mi cabeza en su hombro, suspirando con felicidad.

Luego de un recorrido, bastante, largo, llegamos a la clínica donde me harían el chequeo. Bajamos del auto, y sentí la mano de Christopher apoyándose en mi cintura, dándome un leve apretón, queriendo darme ánimo y fuerza. Sonreí más para mí, observando el lugar desde mi posición, no queriendo quedarme pegada al suelo por permanecer tan quieta.

- Vamos, pequeña, estarás bien. - Vi por la periferia de mi ojo que, Chris, observaba su reloj. - La cita es en cinco minutos.

Asentí en silencio, sintiendo sus labios sobre mi cabello, llevándome con él hacia adentro.

Al entrar, mis ojos se abrieron con algo de ansiedad al ver varias mujeres solas en aquel lugar, acariciando sus, ya, abultados vientres o, algunos, pequeños bultos todavía. Muchas de ellas fijaban sus ojos en mi esposo, mostrando algo de sorpresa ante su presencia.

Chris nos ubicó en uno de los asientos más lejanos del lugar, tomando mi mano entre la suya, dejando leves caricias sobre el dorso, haciéndome sonreír.

Ambos sonreímos al ver una joven acercarse a nosotros, ubicándose a mi lado izquierdo con una pequeña sonrisa, acariciando su vientre.

- ¿Primera vez? - Sonreí con algo de vergüenza.

- ¿Tan obvia? - Ella ríe, negando en silencio.

- Supongo que, no todos los días, vemos a una linda pareja aquí. - Sus ojos viajan al rostro de mi esposo y niega con un suspiro. - Ojalá todos fueran así.

La observo algo extrañada, acomodándome en el asiento, queriendo saber más sobre aquello.

- ¿Por qué lo dices? - Ella sonríe con algo de tristeza, asintiendo en silencio.

- La mayoría, de las que estamos aquí, hemos venido solas desde el inicio. - Levanto mis cejas con algo de sorpresa ante aquello. - Quizás, hoy en día, se interesen más en hacerlos que en criarlos.

Ella ríe con suavidad mientras, yo, sonrío con algo de incomodidad y cierta tristeza.

- ¿Señores Coleman? - Giro mi rostro con suavidad, viendo a una enfermera en la puerta, esperando por una respuesta.

- Vamos, pequeña. - Asiento en silencio, dándole una sonrisa de despedida a la chica que estaba a mi lado, quien responde por igual.

Nos levantamos de nuestros lugares, acercándonos a la enfermera, quien nos hace ir tras una puerta de madera, caminar por aquel pasillo blanco y solitario, llegando al consultorio de quien atenderá mi embarazo. Según tengo entendido, es alguien que, mis padres, conocen.

- La doctora Cummings los está esperando. - La enfermera nos dio una leve sonrisa y se alejó de nosotros.

- Tranquila; todo estará bien. - Inhalé todo el aire que pude, queriendo hallar calma dentro de mí. Ni siquiera sé porqué estoy tan nerviosa.

Al menos agradezco que es mujer.

Christopher se acerca a la puerta, dejando su mano en el pomo, abriéndola con cuidado. Una señora de unos cincuenta años, levantó su vista de algunos papeles, sonriendo con calidez al vernos, levantándose de su asiento.

- Christopher e Isabelle, ¿no es así? - Christopher me toma de la mano, haciéndome entrar al consultorio, estrechando manos con la doctora.

- Así es. Es un gusto conocerla, doctora Cummings. - Ella sonríe y niega en silencio, mirándome con una sonrisa.

- Díganme Sienna, por favor. Y el placer es todo mío. - Decido acercarme, estrechando su mano entre la mía, sonriendo lo mejor que puedo. - Así que, vienes a tu segunda consulta, ¿verdad? Quieren saber el sexo del bebé.

Asentí en silencio, sintiéndome aturdida o estúpida. Christopher rió con suavidad, acercándose a besar mi cabeza, acariciando mis brazos con suavidad.

- Mi esposa está algo, ¿cómo decirlo? ¿Nerviosa? - Mi cuerpo se tensa ante sus palabras, queriendo golpearme por ser tan estúpida.

- Bueno, pienso que es normal. Además, la primera vez que Isabelle se hizo la ecografía, no fue conmigo. - Negué en silencio al ver que me miraba con expectación. - ¿Tu esposo te acompañó esa vez?

Suspiré, negando en silencio, decidida a hablar y quitar la estupidez de mi cuerpo de una vez.

- No pudo. - Miré de reojo a Christopher, viendo el arrepentimiento en su rostro y sonreí con suavidad. - De hecho, él no estaba en la ciudad cuando me hice ese primer chequeo.

La doctora hizo una leve "o" con sus labios, asintiendo con comprensión.

- Entonces puedo entender los nervios ahora. - Quise sonreír pero salió más una mueca que la hizo reír con suavidad. - Tranquila, Isabelle. Ésto no será nada del otro mundo; es sólo un chequeo. - Asentí. - Necesito que te alistes.

Ella se acercó a mí, separándome de Chris, llevándome hacia una camilla blanca, sonriendo con entendimiento al ver mi rostro.

- Sólo tienes que subir tu blusa y desabrochar tu pantalón. - Asentí en silencio, haciendo caso a su pedido.

Desabroché mi pantalón y subí a la camilla, levantando la blusa de su lugar, dándole vía libre a la doctora. Con el pantalón, lo bajé lo suficiente como para que pudiera hacer lo necesario.

Ella se ubica a mi lado, encendiendo la máquina, mirándome con ternura. Chris se hace a mi lado izquierdo, tomando mi mano entre las suyas.

- Bueno, siendo honesta, no esperé ser testigo del embarazo de la adoración personal de los McClaire. - Reí con suavidad, entendiendo su punto.

- Todos creíamos que sería Stephen el primero. - Ella ríe con suavidad, entendiendo mi punto.

- Para todo existe una primera vez, ¿no? - Asentí al entender su silencio y ella me miró con una sonrisa. - Bien, daremos inicio a ésto. - Toma entre sus manos una especie de crema y habla. - Sentirás un frío, un poco, fuerte en el vientre pero es normal. Vamos a sacarlos de las dudas.

Sonreí y asentí, sosteniendo mi respiración al sentir aquella cosa sobre mi vientre. La doctora Cummings colocó el aparato mientras la habitación era llenada por unos latidos pequeños, rápidos pero muy hermosos que me hicieron sonreír con emoción. Las lágrimas se acumulaban en mis ojos, haciéndome sentir hormonal nuevamente. Después de unos segundos, o minutos, la doctora habló.

- Bien, parece que todo está bien. - La miré a ella y luego a la máquina. - Aquí está la cabeza. - Señaló un punto en la pantalla y una risa conmocionada escapó de mis labios. - Y aquí... - Hizo una breve pausa, sonriendo con ternura. - Serán los padres de una hermosa nena.

Dirigí mi vista a mi esposo, quien estaba ido en la imagen de la pantalla, sonriendo con emoción. Al sentir que lo miraba, fijó sus ojos en mí, acercándose a mi frente, dejando un beso en ella.

- Tendré a una mini tú en casa. - Reí con suavidad al escuchar su comentario.

- Hasta el momento, su desarrollo va muy bien. - Ambos miramos a la doctora con una sonrisa. - El último chequeo sería en el tercer trimestre; sólo para asegurarnos de que venga completamente bien y sana. - Asentimos en silencio y la vimos apagar la máquina, limpiando mi vientre con cuidado. - Eso es todo.

Sonreí y me levanté de la camilla, siendo ayudada por mi esposo, devolviendo la blusa a su lugar, acomodando el pantalón en su lugar, abotonándolo con rapidez y cuidado.

- ¿Has estado tomando las medicinas? - Miré a la doctora en silencio y asentí, acercándome a su escritorio.

- Todos los días. - Ella asiente, anotando algo en un papel.

- Bien, continúa como vas. Ambas están bien. - Me acerqué a ella, estirando mi mano para estrecharla con la suya.

- Gracias, doctora Cummings. - Ella niega con una sonrisa.

- Es todo un placer, Isabelle. Y ya les dije que me digan Sienna. - Estrecha manos con mi esposo y ambos asentimos. - Te estaré llamando para darte la nueva cita. - Asentí.

- Gracias. - Ambas sonreímos y salimos, con Christopher, del consultorio, sintiéndonos felices.

- Bueno, tendré que preparar la habitación para nuestra pequeña princesa. - Sentí los brazos de Chris rodearme mientras su mano izquierda se deslizaba hacia mi vientre. - Me siento extasiado.

Reí con suavidad, acariciando su mano con ternura, comprendiendo a qué se refiere. Al salir a la sala de espera, busqué con mis ojos a la chica que me había saludado, encontrándola con sus ojos cerrados, apoyando su cabeza en la pared. Sonreí levemente.

Al salir del lugar, el celular de Chris comenzó a sonar en sus bolsillos y se separó de mí, queriendo alcanzar el aparato. Me giré a verlo con curiosidad, viendo su rostro de molestia e inconformidad.

- ¿Qué sucede? - Suspira con suavidad, bloqueando la pantalla.

- La nueva socia. No entiendo para qué me llama. - Se acercó a mí, inclinándose a mi altura, apoyando su frente en la mía. - Me estresa tener que lidiar con esa gente.

Acaricié su rostro con cuidado, queriendo darle paz, incluso si no me agradaba la idea de que, aquella mujer, lo estuviera llamando.

- Tranquilo, amor. - Como pude, alcancé sus labios, dejando un pequeño beso en ellos. - Tampoco me agrada de a mucho pero, habla con Arthur y pídele que se comunique con ellos.

Él asintió entre un suspiro largo y pesado, besando mi frente al separarse de mí. Nos hizo subir al auto y emprendimos el viaje a la empresa.

En el camino, Chris, decidió llamar a Arthur y pegarle un buen regaño ante la imprudencia de la nueva socia. Decía que le parecía impropio que tuvieran que llamarlo a él, cuando Arthur estaba para esas cosas.

Al llegar a la empresa, Christopher bajó del auto, ayudándome a bajar a mí, llevándome con él hacia el ascensor. Ambos saludamos a cada empleado que veíamos, sonriendo con amabilidad y cariño; sigo creyendo que, ésta gente, se vuelve como tu familia.

Al llegar a nuestro piso, Chris bajó del ascensor, tomando mi mano, llevándome con él a su oficina. Miré el reloj de mi muñeca y marcaba, casi, las once de la mañana; hay trabajo qué hacer.

- Buenos días, jefe. Señora Coleman. - Sonreí ante el saludo de Venice, sintiéndome curiosa ante su levantamiento repentino. - Señor. - Chris se detuvo, mirándola en silencio. - La señora Laville se encuentra en su oficina.

Vi cómo mi esposo tensaba su cuerpo y Venice intentaba disculparse con él.

- Intenté detenerla, señor, pero me dijo que, usted, no se molestaría por su presencia. Que habían muchas cosas de las cuales hablar. No me dejó decir nada cuando me hizo a un lado, entrando a su oficina. - Venice me miró con terror y negué en silencio, intentando darle calma. - Lo siento, señor.

- No es tu culpa, Venice. - Podía ver los músculos del cuello de mi esposo bastante tensos. - Apenas Arthur llegue, avísame. Haré lo posible por deshacerme de ella.

Sentí que era arrastrada hacia la oficina de Christopher mientras, mis ojos, miraban con confusión a Venice y ella me hacía señas y muecas para que entendiera quién era. Escuché cuando Chris abrió la puerta de su oficina, haciéndome entrar primero, dejándome helada al ver a la mujer.

Se encontraba sentada en uno de los sofás que había en la oficina, con sus piernas cruzadas, no dejando nada a la imaginación. Al vernos, se levantó con rapidez de su lugar, sonriendo con emoción al ver a mi esposo y, algo, de rencor hacia mí.

- Señora Laville, ¿qué la trae por aquí? - Chris me tomó de la cintura, llevándome con él hacia su escritorio mientras mi cerebro hacía la conexión.

- Buenos días, Christopher. - Fruncí mi ceño al escuchar aquello. Miré a Christopher en silencio, un poco sorprendida.

- Creí que había quedado claro cómo esperaba que fueran nuestros tratos. - La miré con disimulo, viendo su sonrisa de bruja malvada.

¿Está mal que piense eso? ¿Estaré demasiado hormonal?

- Bueno, creí que podrías hacer una excepción. - Chris se acomodó en su silla, acomodándome a mí en su regazo. Me sentía incómoda.

- Lamento decepcionarla pero no hay excepciones, señora Laville. Soy así con todos; menos mi esposa y familia. - Dirigí mi vista al rostro de Christopher, viendo que la observaba con cierto fastidio y enojo.

- Bueno, quizá exista alguna oportunidad. - No resistí aquello y me levanté con rapidez del regazo de mi esposo, haciendo que me mirara con confusión.

- Lo siento pero no lo soporto. - Él sabía de qué hablaba pero no diría nada en voz alta. Y si ella sabe, me da igual. - Estaré con Venice, amor. - Me acerqué a besar sus labios, sintiendo sus manos en mi cintura, reteniendo mi salida. - Déjame salir.

Susurré en sus labios, viendo la negativa que me daba con su cabeza, haciéndome sonreír.

- No te vayas. - Reí con suavidad, besando sus labios. - No salgas.

- Creo que necesitas hablar en privado con ella porque, tan segura de que me llamo Isabelle, terminaré golpeando su rostro con una silla si sigo escuchando sus intentos por pasarse de lista; y sabes que sería capaz. - Él rió con suavidad. - No queremos perder a nuestros socios. Te amo.

Besé sus labios y me separé de mi esposo, sonriendo levemente hacia ella, abriendo la puerta de la oficina, encontrándome con Arthur que llegaba al escritorio de Venice.

- Hola, Arthur. Puedes pasar. - Él me miró con una sonrisa y asintió, entrando a la oficina, cerrando la puerta a su paso. Me acerqué a Venice. - ¿Soy yo o ella es un poco extraña?

Venice rió con suavidad, tecleando algo en su computador.

- Lo es, señora. No me agrada mucho. Y con el nombre que tiene, menos. - La miré con confusión.

- ¿Cómo se llama? - Venice me miró con sorpresa, como si estuviera loca y no me hubiera enterado del chisme.

- ¿No estuvo en la reunión ayer? - Asentí con una mueca.

- Me quedé dormida a mitad de la reunión. - Ella rió con suavidad, entendiendo mi punto. - Culpa a mis hormonas.

- Su nombre es Kimberly Laville. Esposa de Joshua Laville, uno de los hombres más poderosos de la ciudad. - Fruncí mi ceño con curiosidad.

- ¿Es traficante? - Venice negó con una sonrisa.

- No lo es, gracias al cielo. Aunque ha logrado levantar un buen imperio con su trabajo de arquitecto. Es uno de los mejores. - Asentí en silencio, en total acuerdo; Chris me había comentado algo.

- Por eso quiso unirse a la empresa. Podría traer ideas frescas y nuevas para la construcción de los nuevos hoteles. - Venice asintió.

- Aunque, el jefe, no está en total acuerdo con la adición de la señora Laville. Creo que no le agrada. - Asentí en silencio mirando hacia la oficina, pensando en eso. - ¿Por qué se salió? - Miré a Venice y suspiré.

- No soportaba a esa mujer y sus intentos fallidos por ganarse la confianza de Christopher. - Negué en silencio, suspirando. - Iba a terminar golpeando su rostro con una silla si seguía allí. - Venice rió con algo de fuerza, haciéndome sonreír.

- Bueno, si quiere distraerse, puedo ayudarle. - Sonreí ante su propuesta y asentí, ubicándome a su lado.

Ambas estuvimos adelantando trabajo atrasado, hablando con socios de otras partes, ajustando reuniones para las semanas y demás; estuvimos bastante ocupadas.

Después de unas dos horas de estar ahí, escuchamos que abrían la puerta de la oficina de Christopher, así que, levanté mi mirada unos segundos después, encontrándome a la señora Laville de frente. Había salido con una especie de ceño fruncido pero, apenas conectó conmigo, transformó su rostro en uno sonriente.

- Adiós, Venicia. Elizabeth. - La miré con una de mis cejas levantadas.

- Es Venice. - Miré a Venice, viendo a la mujer acercarse a nosotras.

- Oh, sí, lo siento. Es mi culpa; no logro aprenderme los nombres con facilidad. - Reí con escepticismo. - ¿Algo que te cause gracia, Elizabeth?

La miré como si me estuviera jugando una mala broma y negué en silencio al ver que me miraba "expectante"; aunque, quizá, deba decir desafiante.

- En lo absoluto, señora Victoria. - Ella levantó una de sus cejas mientras, Venice, reía con suavidad. - Oh, disculpe, ¿ese no es su nombre?

- Kimberly. - Asentí en silencio, queriendo decir algo, cuando, alguien más, me interrumpe.

- Pequeña, ¿puedes venir un momento? - Miro hacia la oficina de mi esposo y asiento hacia él, mirando a Venice.

- Hablamos más tarde, Venice. Te avisaré cualquier cosa. - Me levanté del asiento, mirando a la mujer frente a mí. - Feliz tarde, señora Laville.

Vi que me dio una sonrisa bastante falsa pero no le tomé importancia ya que le había dado la espalda, viendo a mi esposo con una sonrisa tierna.

Al estar cerca, me tomó de la cintura, escondiendo su rostro entre mi cuello y cabello; fruncí mi ceño, acariciando su cabello con suavidad.

- Tranquilo, amor, todo está bien. - Un leve suspiro escapó de sus labios, dándome a entender su frustración.

- Esas son las palabras que siempre espero escuchar de ti. - Sonreí, dejando un beso entre el lóbulo de su oreja y su mandíbula. - Te amo, Isabelle.

- También te amo, Christopher...
_____________________________________

Hola, mis queridos lectores. Segundo capítulo de ésta continuación. ¿Qué tal? ¿Aburrido? XD. No desesperen, pronto vendrá la acción.

Déjenme saber qué piensan.
Voten y comenten.
Los amo hasta el infinito.

Adri... :D

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