No me conoces, pero soy tu me...

由 CataKaoe

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Sinopsis
. . .
1. Día Cero
2. ¿Qué está pasando?
4. Disculpas
5. Investigación
6. Evidencia
7. Trampa
8. Búsqueda
9. Entrando en calor
10. A prueba
11. La excusa perfecta
12. Encuentros cercanos
13. Retirada
14. ¿Más que amigos?
15. Apariencias
16. Tomando la iniciativa (primera parte)
16. Tomando la iniciativa (segunda parte)
17. Persona non grata
18. Leña al fuego
19. Efectos secundarios
20. Desolación
21. Elefante en la habitación
22. Reacción Química
23. Trinidad (primera parte)
23. Trinidad (segunda parte)
24. Reacción Física
25. Día Cero
26. Levántate (y anda)
27. Punto ciego (primera parte)
27. Punto ciego (segunda parte)
28. Verdad o consecuencias
29. Número desconocido (primera parte)
29. Número desconocido (segunda parte)
30. Café con leche
31. Beneficio de la duda
32. A escondidas (primera parte)
32. A escondidas (segunda parte)
33. Deseos ocultos
34. Despertando sospechas
35. Miradas indiscretas (primera parte)
35. Miradas indiscretas (segunda parte)
36. Pensamiento recurrente (primera parte)
36. Pensamiento recurrente (segunda parte)
37. Opuestos equivalentes
38. Gran hermano
39. Fashion Emergency
40. El Tri
41. Ruleta rusa
42. Déjate llevar
43. Lo que me hiciste hacer (primera parte)
43. Lo que me hiciste hacer (segunda parte)
44. Pieza oscura
45. Ahora o nunca
46. No te vayas
47. ¿Dónde estás? (primera parte)
47. ¿Dónde estás? (segunda parte)
48. Revelaciones
49. Lo que nunca te dije
50. Todo lo que siempre quise oír
51. Cuenta regresiva
. . .
52. Reset (primera parte)
52. Reset (segunda parte)
Epílogo
Fanarts I
Fanarts II
Fanarts III
Fanarts IV
Fanarts V
* ¡NMC SE PUBLICARÁ EN FÍSICO! *
Fanarts VI y Recomendaciones
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3. Ley del hielo

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由 CataKaoe

Historia publicada en papel por Penguin Random House Grupo Editorial. Puedes encontrarla en las mejores librerías de Chile


Por fin sonó el timbre del primer recreo y todos comenzaron a separarse en los grupos de siempre, con la diferencia que esta vez alrededor de Solae había más gente que de costumbre. Anton se había integrado a ellos sin ningún problema y Solae seguía sin hablarme ni dignarse a mirarme siquiera.

Entre todos los comentarios y felicitaciones varias, al parecer programando cómo celebrar a Solae después de clases, Anton sacó de su mochila una gran caja de regalo, de esas que parecen utilería bajo el árbol de navidad de centro comercial de lo perfecta que era, y se la extendió.

—¡Feliz cumpleaños, Sol! —le dijo entregándole el paquete, acompañándolo con la misma sonrisa estúpida que parecía ser la única expresión que sabía hacer. ¿Sol?  ¡Ella odiaba ese sobrenombre! ¿Quién se creía este idiota, para llamarla así?

Solae al ver la caja se emocionó.

—¡Gracias Anton! ¡Casi creí que lo habías olvidado! —respondió abrazándolo con energía.

—¡Eso nunca! —agregó Anton. Y luego risas y fotos junto al regalo; y selfies de ellos y del grupo, y ahí yo, otra vez sin saber cómo reaccionar. Miraba la escena y a los que eran parte de ella con escepticismo, esperando alguna explicación. Que por favor alguien me admitiera que era broma.

Pensé en acercarme a reclamar mi lugar, pero por donde lo viera, sentía que el esfuerzo no merecía la pena. Si Solae estaba tan enojada conmigo que me había quitado la palabra de la manera más infantil posible, allá ella. Y si el tal Anton era parte de la broma, no iba a seguirles la corriente, ni darles en el gusto.

Bajé al patio y me paseé, forzándome a disfrutar de mi nuevo estado civil de tranquila soledad. A pesar de que siempre había preferido estar solo, no lograba recordar la última vez que había bajado al recreo sin la compañía de Solae. Fue mi estómago el que, en un sonoro reclamo, me recordó que no traía nada para comer y que esta vez Solae no estaba conmigo para compartir conmigo su colación.

Me compré en el quiosco lo que me alcanzó con las monedas que traía y me senté en un banco del patio a leer un libro. No estaba tan mal despegarme de Solae, aunque fuese por una pelea, pero ser yo quien tenía la culpa, era algo que no me terminaba de dejar tranquilo.

Y hablando de tranquilidad...

—¡Soli ¿Y si vamos todos a tomarnos un milkshake en el café cerca de tu casa? —Trinidad, la mejor amiga de Solae, proponía ideas, pero todo su séquito de amigos, donde destacaba Anton en altura, tenían sus propias opiniones respecto de cómo celebrarla. Aunque no estaban tan cerca de mí, con su volumen de voz era imposible no escucharlo todo. Y todos parecían estar de acuerdo con ignorar que yo era su mejor amigo.

—¿Y si haces una fiesta este finde? —preguntó Mica, como si se le acabara de ocurrir la idea más original. A Solae no le gustaba celebrarse con fiestas, era más de festejar tranquila viendo una película, comiendo una mini torta y cosas ricas, y era lo que solíamos hacer juntos cada año.

—Nada de fiestas. ¿Verdad Sol? Yo creo que ustedes tendrán que celebrarla otro día, porque hoy ya tenemos planeado ir al cine. —les respondió Anton abrazándola por la cintura, dejándolos a todos callados y a mí estupefacto. ¿Esta actuación era parte de su plan para molestarme? Porque si era así, lo estaba logrando.

Ya no podía seguir ignorando el descarado espectáculo que estaban montando a mis expensas, en donde yo podía verlos y escucharlos con claridad. Me levanté del banco y me dirigí a Solae.

—¿Qué quieres conseguir con todo esto? —Le pregunté molesto, dirigiéndome a ella.

Todos me miraron de tal forma que ya me estaba arrepintiendo de haberlos interrumpido.

—¿Alex? —me preguntó Solae con cara de estar perdida, como si recién se diera cuenta que yo estaba ahí.

—Si todo esto es porque no te saludé por tu cumpleaños... —continué, mirando la reacción de todos y luego la de ella, pero todos me miraban como a un bicho raro al que no sabían si pisar o perdonar la vida por lástima.—...pues, quise saludarte ayer, pero...

No sabía qué me estaba pasando. De pronto me sentí extremadamente tonto e inseguro, a diferencia de cómo era siempre frente a ella. Iba a continuar con mi punto, pero para mi alivio, Solae me interrumpió.

—¡Ay Alex, no te preocupes! Gracias por acordarte. Es muy tierno de tu parte.

A continuación me dedicó un abrazo rápido, que se tradujo más bien en un par de palmadas en la espalda, para luego seguir hablando con nuestros amigos, como si nada.

Debo admitir que esperaba que en su agradecimiento hubiese un tono de voz cargado de ironía y resentimiento por mi olvido. Algún grito de odio, o alguna reacción que tuviera por objetivo castigarme también habría estado bien. Pero quedé sorprendido al ver que no parecía enojada en lo absoluto. Aunque quizás, lo que más me desarticuló, fue su abrazo tan impersonal y que me tratara como si fuera cualquier otro compañero de clase.

Si no estaba enojada conmigo, ¿Qué significaba esa repentina indiferencia hacia mí? ¿Era esto también parte de su plan de venganza?

El grupo se alejó de mí, continuando con su cuchicheo animado, mientras yo me preguntaba de qué me estaba quejando. Después de todo ¿No era acaso esto lo que había estado deseando todo este tiempo?


*    *    *


El resto del día transcurrió con normalidad, si es que se le podía llamar normal a que Solae no me hablara y a tener un completo desconocido haciéndose pasar por compañero de nuestra clase sin que a nadie más le sorprendiera. Incluso los otros profesores de las clases siguientes lo saludaban y lo trataban como si lo conocieran de toda la vida.

Yo aún sospechaba que todo esto, en el fondo, se trataba de una broma de Solae para llamar mi atención y castigarme. Mi amiga solía ser muy creativa, sobre todo si de bromas y venganzas se trataba, pero esta vez yo estaba casi maravillado de su impecable actuación y la de todos sus cómplices (que en realidad era toda la clase). Incluso me habían hecho plantearme, por un instante, la remota posibilidad de que Anton en verdad hubiese sido siempre nuestro compañero y que yo fuese quien estaba perdiendo parcialmente la memoria, me estuviese volviendo loco o me hubiese trasladado a alguna especie de realidad alternativa. Pero por sanidad mental, prefería descartar esas opciones. Al menos por ahora.

Terminaron las clases y todos nos apresuramos a salir. Ya afuera de la sala, vi a Solae esta vez conversando a solas con Anton en el pasillo. ¿Desde cuándo se conocían y en qué momento se pusieron todos de acuerdo para planear todo este engaño?

Si me detenía a pensarlo, nada tenía mucho sentido. Solae apenas había tenido tiempo para prepararlo todo, a menos que me conociera tan bien como para prever que me olvidaría de su cumpleaños y así elaborar una venganza solo por si acaso. Sí, sonaba demasiado absurdo y rebuscado, pero Solae a veces era así, impredeciblemente absurda. ¿Pero para qué tomarse tantas molestias? Definitivamente tenía que haber algo más.

Disimuladamente me apoyé en el balcón del pasillo y pretendí navegar en mi teléfono, procurando estar lo suficientemente cerca de ambos como para poder captar algo de su conversación sin que sospecharan. Si es que ellos estaban atentos a lo que yo hacía, debo decir que no se les notaba.

—No, a Tam le dan lo mismo esas cosas. Tú sabes cómo es ella. —le decía Solae a Anton, de lo que deduje que también conocía a Tam, la hermana menor de Solae.

—Bueno, si a ella tampoco le importa, yo no tengo problema con pasar hoy después del cine y mañana en la tarde. Así lo preparamos bien.

¿De qué están hablando? ¿Qué cosa van a preparar bien? Acaso seguirían con esto por otros dos o tres días más? Me acerqué unos pocos pasos más, para lograr escucharlos mejor.

—Claro que no. Además solo vamos a estudiar. A mi hermana no le tendría porque preocupar lo que haga o deje de hacer. —le respondió Solae, acomodándose un mechón de pelo rebelde que se escapaba de su cabello, que siempre llevaba recogido en una cola de caballo.

Al parecer estaban hablando del examen del viernes. El mismo para el que Solae me había pedido ayuda el otro día. ¿Es que ahora ellos iban a estudiar juntos? ¿Es que acaso Anton iba a seguir en nuestra clase durante todo el resto de la semana?

—¿Todo bien, Alex?

La repentina interrupción de Joto me sobresaltó tanto que casi dejo caer mi teléfono por el balcón del tercer piso. Aunque Joto y yo no éramos los mejores amigos, podría decir que era la segunda persona con la que solía interactuar más de la clase, después de Solae.

—¿Qué te hace pensar que no? —le pregunté enojado por perder el hilo de la conversación entre Solae y el rubio.

—Pues como sigues acá, pensé que te pasaba algo. Por lo general siempre te retiras apenas terminan las clases y evitas hablar con nadie.

Lo que Joto me decía reflejaba muy bien lo que me hubiese gustado hacer apenas terminaban las clases, pero Solae nunca permitía que aquello ocurriera. Eran muy pocas veces las que recordaba haberme ido solo a mi casa sin contar con su no solicitada compañía.

—No sé por qué dices eso, Joto, si yo siempre me he ido con Solae.

José Tomás entrecerró los ojos mirando hacia ningún punto en particular, como si intentara evocar algún recuerdo que corroborara lo que le decía.

—¿Con Solae? Pero si ella siempre se va con Anton. De hecho es raro siquiera verte conversar con ella.

¿Pero qué mierda estaba diciendo Joto? ¿Es que acaso quería confundirme aún más?

Me giré hacia Solae, pero vi que ya bajaba las escaleras junto a Anton rumbo a la salida del colegio.

—No sabía que te interesaba tanto Solae. —me dijo José Tomás, luego de ver mi decepción al verlos irse.

No tenía ganas de discutir con Joto, que parecía empecinado en tomarme el pelo. Nunca me imaginé que él también participaría tan abiertamente en una broma de ella. Ignorando su comentario, bajé las escaleras para salir yo también. Anton y Solae ya iban camino hacia el paradero de buses, por lo que deduje que lo del cine iba en serio.

Aceptando las nuevas circunstancias, me devolví caminando a mi casa, solo y esforzándome por disfrutar esta inesperada libertad que tanto había deseado.


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