Canción: Hello - Adele
-Camila deja de llorar, no es bueno para el bebé - la voz de Laurent no me tranquiliza, lo único que logra es que recuerde cuan horrible es la sensación de estar sin él a mi lado.
- Déjame sola - digo mientras voy a mi habitación. Una habitación que se hace tan estrecha, tan grande, tan vacía, tan solitaria.
En mi vida las cosas no han sido sencillas, de hecho nunca lo fueron, cuando papá murió, Stella y yo prometimos cuidar de mi madre, cuando Stella murió, la única que podía ayudarla era yo y así lo hacía, recuerdo como si fuera ayer mismo cuando roge al cielo por un puesto como mucama en el hotel "Levis", como también recuerdo la primera vez que vi a Bruno, entonces ¿porque el amor te eleva tan alto, hasta un punto en el cual no puedes ni siquiera ser consciente de lo que pasa a tu alrededor, en lo que todo se hace perfecto y después, después te deja caer de un solo golpe y te estrellas con la realidad, con la dura y cruda realidad que siempre estuvo presente?
No dejo de pensar en que tal vez esta sea mi felicidad, que mi felicidad es tener a mi hijo, el quedarme al menos con él, ¿criar a un bebé sola? Mi hijo merece conocer a su padre, conocer el maravilloso hombre que es. De niña mi madre siempre me leía cuentos en los que el príncipe rescataba a la princesa, la llevaba a vivir a su castillo y vivan felices por siempre y yo siempre me quejaba diciéndole que esas eran simples fantasías, que tales cosas nunca sucedían, y ahora soy consciente de que lo que más quisiera es un final feliz para los tres, pero las posibilidades son tan nulas, como para hacerse esa idea.
- Camila cara, sal un momento, tengo algo que mostrarte - la voz de Elisabetta se escucha al otro lado de la puerta, así que limpio mis mejillas y me levanto de la cama para abrirle la puerta.
- Por supuesto señora.
- ¿Porque lloras? Mi hijo solo se ha ido a cerrar algunas cosas en sus empresas, volverá,ya verás.
A veces quisiera ser como Elisabetta, no saber nada del mundo de Bruno, no haber conocido su realidad, tener el concepto de que es un hombre de negocios, tal vez así estaría más tranquila, estaría dejando de lado la angustia que me provoca el haberlo visto irse dispuesto a todo, más aún dejando a Simone aquí.
- Es por el embarazo - me limito a decir, ella asiente y me da una sonrisa, mientras me conduce a un extremo de la mansión, para ser exacta una pequeña habitación.
- La mande a decorar para mi nieto, como aun no sabes si es niño o niña, la he pintado en blanco. ¿Verdad que es muy adorabile (adorable)?
La habitación es hermosa, en tonos blancos y pasteles, hay una enorme cuna a un lado con varios conejos de felpa y osos de peluche.
- Es hermosa.
- Cuando Bruno nació, fue el mejor día de mi vida, me enamore de ese pequeño bambino, era hermoso con esos ojos azules, cuando creció, bueno..era perseguido por las niñas, después vino la adolescencia, Flavio y yo pasamos por un mal momento con las empresas, y el único que pudo sacarlas adelante fue mi hijo, cuando menos piensas, crecen, se casan y duran años.. en hacerte abuela.
- Tiene razón.
- Camila, un hijo es lo mejor que puede pasarte en la vida, es el reflejo de la persona que amas en una versión pequeña. Sé que amas a mi hijo por todo el cariño que te ha ofrecido, puede parecer un hombre serio y duro, pero en el fondo es un ser maravilloso.
- Bruno me ha dado más que eso, él fue el único que estuvo cuando no tenía a nadie, y me ayudo cuando claramente no tenía por qué hacerlo.
Ni siquiera sé porque me ama, siempre le ocasione problemas desde que llegue, siempre lo metía en riesgo por mi culpa, y la mayoría de discusiones era por ir en contra de lo que me pedía, cuando solo quería verme a salvo. Esta vez haré lo que me pidió, no iré en contra más de sus reglas, me quedare aquí esperando que regrese.
- Quiero agradecerte por hacerlo feliz, jamás lo había visto, tan.. lleno de vita - la mujer que tengo en frente suena honesta, como siempre lo ha sido, abierta a mi, así que lo único que hago es darle un abrazo.
- Gracias por sus palabras señora.
Una vez término de hablar con Elisabetta me siento en una de las bancas del jardín, justo al lado de Laurent.
- Camila se que es difícil, pero él lo hace por los dos.
- Lo sé, pero no puedes hacerte la idea de estar sin él, Laurent quiero ser feliz, al menos por una maldita vez en la vida, quiero estar con mi familia, porque siempre es así, ¿que acaso no merecemos estar unidos?
- El te protege de todo eso, hizo lo más conveniente, ¿que podrías hacer estando embarazada? Las cosas en la mansión estaban fuera de control, lo mejor fue que te trajera aquí.
- No lo pedí a cambio de que se arriesgara.
- Sabes que eso no funciona con él. Lo que no se es ¿porque pidió la ayuda de Mishenka? ¿acaso no era que no lo soportaba?
- Eso fue algo también sorprendente para mí.
- Es que él es diferente a los demás, él es intimidante y frio con sus cosas, o lo que sea que haga, no sé cómo pudo pedirle el favor.
- Hablar de las personas a sus espaldas es de mala educación - la voz del ruso resuena a nuestras espaldas.
- Escuchar las conversaciones ajenas también lo es - mi amiga no se queda atrás y le responde groseramente.
- Bueno.. Lombardi me pidió el favor de cuidarlas, porque Bonatti esta algo ocupado, y me dio su confianza, porque digamos... que soy un matón y sádico de primera.
- No digas esas palabras delante de Camila
- Ay por favor.. un ángel no soy. Y Camila sabe muy bien a lo que cada uno de nosotros se dedica, eso no es novedad.
- Ustedes dos parecen pareja - me rio de la situación.
- Pareja ¡ja! - bufa Laurent.
- No lo somos por que la señorita Davis es algo difícil, pero estoy disponible las veinti cuatro horas del tiempo, cariño.
- Gracias, pero me quedo mejor como estoy.
- Si te casaras conmigo, tu vestido de novia seria diseñado con la tela más fina y con diamantes incrustados en el, verdaderos diamantes.
- Y yo desde luego que ni me casaría contigo, ni me colocaría una cosa como esa.
- Eso lo sé, porque ningún diamante se compararía con los maravillosos ojos que adornan tu bello rostro.
Laurent se queda callada y noto como sus mejillas empiezan a tornarse rojas.
- Idiota.
- Te sonrojaste, adoro ese efecto, nos vemos después - dice alejándose de donde nos encontramos.
- Es un maldito insoportable - gruñe cuando lo ve cruzar la puerta para entrar de nuevo a la mansión.
- Te gusta - digo mientras le doy un suave golpe en su brazo con mi codo.
- Claro que no, es un maldito presumido. ¿Acaso va con diamantes a todos lados? ¿le regala circones a cuanta mujer encuentra?, apuesto a que a que nunca ha amado a una mujer. Nunca ha sacrificado nada por nadie.
Quisiera decirle a Laurent la verdad se su vida, sé que si lo supiera cambiaria al menos su actitud de chica arrogante y espanta hombres, pero yo no soy la indicada para hacerlo, así que me limito a callar.
- Tal vez te equivoques en ese sentido, todos tenemos sentimientos y posiblemente Mishenka haya atravesado por cosas dolorosas.
- ¿Qué sabes tú que no me quieres contar?
- Pues si estas tan interesada averígualo con él, y creo que voy a entrar de nuevo a la mansión hace algo de frio.
Las semanas pasan, y junto a ellas ningún mensaje de Bruno, ni siquiera una llamada, esta incomunicado, he acosado a Simone, preguntándole si tiene alguna razón de él y siempre me responde lo mismo, no tiene absolutamente idea de lo que haya sucedido y menos tiene comunicación con él.
Y así pasan los días, en el constante venir y devenir de mi existencia, en mis rutinas de no salir tanto de la habitación por recomendaciones del médico, y las discusiones que a veces tiene Laurent con Mishenka, que parecen más de niños, en la eterna soledad que siento cada noche cuando me acuesto en esa cama que cada vez luce más estrecha.
- ¿Quieres plantar girasoles cara?
- Eso suena buena idea Elisabetta - digo dejando a un lado mi libro de bebés y acercándome hasta donde esta.
- Hasta las semillas son lindas, ten - dice entregándome un sobre. - Estos los plante con Bruno, bueno creo que él tiene mejor experiencia que yo y eso que soy una anciana.
- Podemos intentarlo ya que no esta.
- No lo digas con nostalgia, así no tendrá que comprarte girasoles para dártelos, los vendrá a buscar él mismo hasta acá. Y dirá algo como "son los girasoles más hermosos porque los planto mi esposa"
- Usted conoce hasta lo que él va a decir.
- Es mi hijo, y se que daría hasta la vita por ti.
- Hola señoritas - esa voz tan particular es de Giorgio.
- ¡Giorgio! - Elisabetta se levanta del suelo y brinca hasta donde esta él.
- Elisabetta cara, no me aplastes, debo conservar mi ropa de hombre seductor.
- Te gusta enamorar mujeres ¿eh?
- Ellas se enamoran solas.
- Un día llegara una que te haga sufrír ya verás.
- Si eso sucede, me casaré con ella, pero no existe tal chica.
- Ya llego el narcisista - la voz de Mishenka aparece uniéndose a la conversación. - ¿Tu labor es aparecerte en todos lados? eres peor que el acné.
- ¡Mishi! tu tan amargado como siempre - dice dándole un golpe en el hombre mientras este lo quita de un solo tirón.
- Quita tus sucias manos de encima mío.
- Que genio el que manejas, no es bueno para la salud, provoca úlcera.
- Giorgio, creí que estabas ocupado - me dirijo a él, porque era eso lo que Mishenka había mencionado el por qué no podía estar en Sicilia.
- He venido para otra cosa.
- Es algo acerca de..- la intriga me mata por dentro, es el único que puede saber algo de Bruno.
- Tengo noticias de tu esposo.
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