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Draco salió de su habitación a las 9 pm, preguntándose por qué no había sido llamado para la cena. Esperaba encontrar a Hermione en la cocina, a su padre leyendo en la mesa. Había una rutina en esta casa ahora que raramente lo sorprendía.
En su lugar, encontró con su padre en el sofá, tratando de leer pero lucía disgustado. Hermione no estaba por ningún lado.
—¿Padre? —dijo perplejo.
Lucius levantó la mirada, su rostro cansado y demacrado.
—Se ha ido a la cama. El señor Potter ya vino con su poción.
Draco no entendía. Ella nunca los había dejado sin comida... A menos que ella estuviera completamente incapacitada.
—¿Se sentía enferma? —preguntó, la preocupación golpeaba su estómago—. ¿Tuvo otro episodio?
—No se sentía como para tener compañía —respondió su padre vagamente, no mirando a los ojos de Draco.
Algo hizo clic en la cabeza de Draco. Esa extraña expresión en el rostro de su padre era de culpa, y eso solo podía significar una cosa.
—¿Qué le dijiste? —dijo de repente enojado—. La hiciste enojar, ¿no? ¿Fue por lo de hace un rato? ¿Acaso hiciste una drástica e incorrecta suposición sobre mi comportamiento hacia ella?
—Creo que estoy en lo cierto sobre mi suposición acerca de tu comportamiento, hijo —Lucius estalló—. Estas desarrollando sentimientos por ella, justo como lo temía. Simplemente le recordé que ustedes dos no pueden tener una relación. Seguramente la chica sabía.
—¡Pero no tenemos ninguna relación! —Draco gritó, casi suplicando —¡Sólo estamos volviéndonos amigos! ¿Qué derecho tienes de ahuyentarla? ¡Tal vez me gusta tener una amiga!
—Quieres más que una amistad con ella y lo sabes —gruñó Lucius—. Pero no puedes. No puedes tenerla, ¿me oyes? No voy a permitir que te enamores de alguien con un estatus menor que el tuyo. Lamento que ella lo haya tomado mal, pero todo lo que hice fue decirle que no podemos tener sangre débil envenenando nuestra línea familiar...
—No me digas que utilizaste ese término con ella —Draco hervía, su voz era peligrosamente baja—. Incluso tú no serías tan insensible. Dime que no le dijiste eso.
Lucius no respondió, y apartó la mirada.
—Lo hiciste. En realidad lo hiciste. —Draco se pasó la mano por su cabello, asombrado de que su padre hiciera algo así. Después de que ella los salvó de una sentencia de muerte. Después de que ella se había preocupado por ellos con tanta diligencia. Draco casi quería reírse, era tan absurdo—¿Tengo que hacerte recordar todo lo que ella ha hecho por nosotros? ¿Tengo que señalar que nuestra sangre es una desventaja en este mundo? Dos mortífagos sangre puras, listos para extinguir el nombre de nuestra familia porque no nos importa evolucionar...
—¿Evolucionar? —Lucius gritó— ¿Crees que tener sangre pura es algo de lo que tenemos que evolucionar? ¡Somos privilegiados! Por supuesto que estoy agradecido por todo lo que ella ha hecho. Es una joven muy brillante, y le debo mucho por sus sacrificios ¡Pero no puedo permitir que seas imprudente con tus relaciones! Debes casarte con una bruja sangre pura...
—¿Quién, padre? ¿Quién soy yo para casarme? Seguramente te das cuenta de que casi todas las sangre puras elegibles en nuestra comunidad están involucrados con el Señor Oscuro. Ellas no me querrían, y en este punto, yo tampoco ¿Me condenarías a una vida de soltería si no puedo encontrar a alguien que apruebes? De cualquier manera, el apellido Malfoy muere conmigo.
Lucius cerró su boca, respirando con dificultad. Lucía furioso, pero Draco podía decir que había dado en el clavo.
—¿Sabes qué, padre? —dijo Draco con más calma ahora—. No sabía a dónde podrían llegar a ir las cosas con ella. Estaba interesado en saberlo, ver si ella me daría una oportunidad después de la forma en que la he tratado, pero no era algo seguro. Solo quería ver. Ella es... diferente. Es intrigante. Benevolente. —Dejó escapar una risa triste y desesperada que sonaba un poco como un sollozo, su fachada de calma se deslizaba—. Ella nos trata mejor de lo que merecemos, también. De hecho, me siento feliz cuando paso el tiempo con ella. No puedo pensar en nadie más que tenga ese efecto en mí. Tú no solo has arruinado eso, la mínima oportunidad de algo romántico, pero también arruinaste mi oportunidad de tener una amiga de verdad también. Ella realmente es la única persona en mi vida en este momento. La única persona que puede perdonar lo suficiente para ser mi amiga. Todo el mundo quiere que yo desaparezca. —Era difícil de decir estas cosas en voz alta. Aunque Draco sabía que era verdad, eran realidades muy deprimentes y él había sido feliz ignorándolas. Aparte de su padre, no tenía a nadie. En momentos como este, extrañaba a su madre más de lo que podía explicar.
Lucius estaba mirando el suelo, la culpa nublando sus duras facciones.
—¿Qué va a suceder, padre? —dijo Draco aún más calmado ahora—. Digamos que por el bien de todos que el Señor Oscuro cae. ¿Realmente crees que alguien además de ella nos dará una oportunidad? Si lo crees, estás soñando. La Orden nos odia; ellos solo nos mantienen cerca por esos insignificantes pedazos de información que les brindas. Estoy realmente sorprendido de que nos mantengan aquí con lo poco que les dices. El otro bando, bueno, sabemos cómo se sienten acerca de nosotros. El público no será indulgente, tampoco. Ellos querrán matamos. ¿Quién más que ella?
Lucius no respondió. Se veía tan viejo en ese momento, Draco se sorprendió. El monólogo había terminado; él sabía que había expresado bien sus razones. Hermione era su esperanza, y Lucius la había frustrado.
—Tal vez fui apresurado con mis palabras —dijo su padre finalmente—. Reconozco que ella nos ha dado más de lo que merecemos. Y lo siento si te he negado la oportunidad de tener su compañía, como un amigo o de otra manera. Por supuesto que mereces ese tipo de felicidad. No lamento mis motivaciones, pero tal vez yo no estaba pensando en el futuro de la misma manera que tú. A veces olvido de cómo han cambiado las cosas.
Draco suspiró y miró por el pasillo hacia la habitación de Hermione.
—Ella debe sentirse herida —dijo en voz baja—. Ella se preocupa por ti también, padre. Sabes lo que hace. Debe estar tan herida.
Lucius maldijo entre dientes. —Tal vez debería hablar con ella.
—No —dijo Draco—. Yo lo haré.
Él dejó a su padre sentado solo y caminó hasta la puerta de Hermione. —¿Granger? —dijo tocando la puerta. Trató con la perilla, pero estaba cerrada. —¿Granger? ¿Puedo hablar contigo?
No hubo respuesta. En todo caso, no escuchaba nada, indicando a Draco de que ella había lanzado un hechizo para evitar ser molestada. No se sorprendió, pero se entristeció. Después de ese fuerte momento que habían compartido antes, la sensación de sus manos debajo de las suyas, sus labios sobre su mejilla, tenía que terminar así. Mierda estaba enojado con la intromisión de su padre. Había esperado para evaluar su estado de ánimo durante la cena; ver cómo reaccionaba a sus anteriores avances. Ver si es que había una oportunidad para que él vuelva a intentarlo. Pero nada de lo que podría haber ganado había sido borrado. Ella no quería ver a ninguno de ellos.
Se acercó de nuevo a la sala de estar, derrotado.
—Ella ha bloqueado y resguardado la puerta. Tal vez ella va a hablar con nosotros mañana —dijo sin poder creer sus propias palabras—.Voy a ir a ver si hay algo en la nevera.
Ambos Malfoy pasaron la noche sintiéndose extremadamente vacíos, preguntándose lo que el futuro tenía preparado para ellos, en todo caso.
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Draco y Lucius despertaron bastante temprano a la mañana siguiente para ver si Hermione estaba. Salieron de sus habitaciones al mismo tiempo, compartieron una mirada y caminaron rápidamente a la cocina.
Lo que vieron allí hizo gemir a Lucius y Draco maldijo.
La mesa estaba puesta para dos, y había un quiché en el centro para su desayuno. No había cubiertos para una tercera persona, y ninguna señal de Hermione.
—¿En qué momento ella hizo eso? —Lucius murmuró.
—Ni una maldita idea, padre —Draco gruñó—. Pero estoy dispuesto a apostar que no la veremos hasta que se vaya a trabajar, tal vez. —Pateó la silla de la cocina con ira y corrió a su habitación, dejando a su padre solo.
Draco pasó la mayor parte del día en la biblioteca, leyendo y escudriñando la cada vez mayor colección de Hermione. Se sobresaltaba ansioso cada vez que escuchaba una puerta abrirse, y corría por el pasillo con la esperanza de ver la conocida masa de rizos castaños de Hermione. Todas las veces, fue Lucius. Su padre había empezado a caminar de un lado a otro agitadamente alrededor de la casa y Draco utilizó hasta la última reserva de su paciencia para no gritar al hombre. Él se mantuvo a raya simplemente porque podía ver la culpabilidad devorando a su padre. Bien. Se merecía sentirse así.
Draco tenía razón, por supuesto. Ella estaba herida. Realmente lo estaba, si su reacción era evidente. Ella siempre había hecho caso omiso a los comentarios sobre "sangre sucia" de Draco, pero Lucius diciendo lo mismo era diferente. Draco sabía que había llegado a disfrutar de la compañía de su padre. El hecho de que ella pidiera ejemplares de su revista favorita, completamente espontáneo, era prueba suficiente.
Pero Lucius diciéndole a Hermione a la cara que no era lo suficientemente buena para ser amiga de Draco, dejaba algo más... bueno... eso debe haber sido difícil de escuchar. Sobre todo después de ese momento que compartieron al final de su tratamiento. Merlín, lo que él no daría por haberse inclinado un poco más y besarla en los labios. A él le gustaba la chica. Le gustaba mucho. Lo sabía ahora. Y la peor parte de la horrorosa supervisión de su padre era que sus sospechas eran realmente correctas—Draco quería ser algo más que amigos con Hermione. Amistad sería genial, sería maravilloso, pero no sería suficiente en el largo plazo. No con la forma en que su pulso se aceleraba cuando ella estaba allí. O la forma en que se estremecía cuando sus manos tocaban su pecho.
Quería más, y él no podría conseguirlo.
Una puerta se abrió en algún lugar de la casa, y casi no se molestó en ir a ver. Su padre había estado caminando como un loco durante horas, y probablemente era él. Aun así, se dignó a mirar. Asomó la cabeza fuera de la habitación.
La pequeña figura de Hermione caminaba rápidamente hacia la chimenea.
—¡Granger! —gritó, y fue corriendo a velocidad— ¡Espera!
Ella lo ignoró y aceleró el paso. A su vez, él prácticamente se arrojó hacia ella, agarrándola por los hombros y girándola justo antes de que ella estuviera a punto de alcanzar los polvos flu.
—¡Granger! —jadeó, mirándola a sus ojos muy abiertos—. Por favor. Por favor, sólo háblame.
—No hay nada que decir, Malfoy —dijo ella, su expresión era triste y tensa—.Me voy a trabajar. No tenemos nada de qué hablar.
—Pero lo hacemos —dijo, suplicante—. Tengo que pedirte disculpas por lo de mi padre. Él también necesita disculparse, francamente, y lo hará. Pero yo quería que sepas que no me importa lo que él dice. Él apenas quiso decir esa tontería, tú y yo podemos ser amigos si queremos.
Ella suspiró luciendo ansiosa. —Malfoy, escucha... aunque lo que tu padre dijo me molestó, supongo que tiene razón. Tú y yo somos de mundos diferentes. Él nunca me aceptaría como tu... tu amiga... y yo no pertenezco a tu sociedad. Él solo nos está ahorrando algunos problemas. Está bien. Yo no debería haber pensado que...
—¡Sí deberías hacerlo! Yo quiero que seamos amigos. Quiero que nos lleguemos a conocer más entre nosotros. Por favor, Granger, esto es bastante difícil para mí decir ya que es... ¿Podemos hablar de esto después de que vuelvas del trabajo? No quiero que me ignores. Por favor.
Ella suspiró de nuevo y cerró los ojos, como si estuviera tratando de bloquearlo de su conciencia.
—Hermione, por favor.
Sus ojos se abrieron de golpe.
—¿Qué has dicho? —preguntó ella incrédula.
—Te he llamado por tu nombre —dijo amablemente, retirando un rizo de sus ojos—. Prométeme que podemos hablar más esta noche. —Él la miraba directamente, deseando que ella supiera lo serio que estaba. No quería echar a perder esto.
Ella se mordió el labio inferior. Él contuvo el aliento.
—Bueno... supongo que podemos hablar más tarde...
Draco dejó escapar un suspiro de alivio y la tomó en un abrazo, ignorando su grito de sorpresa.
—Gracias —dijo, con seriedad, disfrutando el contacto antes de dejarla ir.
Ella tartamudeó brevemente, y luego entró en la red Flu, gritando el nombre de su laboratorio con voz temblorosa. Se fue con un rugido de las llamas verdes.
—¿Hijo? —se oyó la voz de su padre. Draco se volvió para ver a Lucius caminando de manera desigual por el pasillo.
—Estás sonriendo —Lucius observó— ¿Debo tomar eso como significado de que hablaste con ella?
Draco asintió, tratando de no sonreír demasiado. —Dijo que podíamos hablar más cuando regrese del trabajo.
Lucius pareció relajarse un poco. —Bueno, me alegro de oír eso. Tal vez pueda pedir disculpas después de todo.
—De hecho —dijo Draco, sin dejar de sonreír—. Creo que ella apreciaría eso.
Miró el reloj de la cocina. Eran la 1:05 p.m. Poco menos de cinco horas hasta que regrese a casa.
Él se fue y cortó un generoso pedazo de quiché y esperó.
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Eran las 6:10 p.m.
—Ella nunca había llegado tarde antes —dijo Draco frunciendo el ceño—.Nunca. Ni siquiera por un minuto —. Estaba golpeando nerviosamente su tenedor contra la mesa.
Lucius parecía estar igualmente perturbado. —Es extraño, pero diez minutos no es una drástica cantidad de tiempo. Estoy seguro de que ella simplemente está concentrada en un proyecto.
Draco asintió, todavía golpeando su tenedor. Tap tap tap tap tap tap tap.
Lucius lo miró, y luego su expresión se suavizó.
—Ella estará aquí pronto, hijo. No te preocupes.
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18:25.
—No entiendo. ¿Crees que ella se está quedando tarde porque está enfadada conmigo? Parecía querer hablar cuando le pregunté antes—. Tap tap tap tap tap tap.
Lucius frunció el ceño ante el reloj.
—Es bastante extraño —dijo con aire ausente.
Draco cortó otro trozo de quiché.
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18:45 p.m.
Draco caminaba de un lado a otro.
—Algo no está bien, padre. No es propio de ella. No me gusta esto —. Había lanzado su tenedor al otro lado de la habitación minutos antes.
Lucius se puso de pie con rigidez y caminó hacia la chimenea.
—Aunque me gustaría pensar lo mejor, estoy de acuerdo que esto está bastante fuera de lugar para ser ella. Me pondré en contacto con la Orden en caso de que tengan la información que nosotros no.
Draco continuó paseando mientras Lucius asomó la cabeza entre las llamas, presumiblemente para hablar con Potter o Weasley o cualquier otra persona que podría ayudar.
Sacó la cabeza diez minutos más tarde, con el ceño profundamente fruncido estropeando sus características.
—No han oído hablar de ella, y nadie está respondiendo en el laboratorio.
Draco sintió que se le encogía el estómago.
—El laboratorio es seguro, ¿no? Ese tal Wolf lo dijo. Granger también. Se supone que ella está segura allí, ¿verdad?
Lucius se aclaró la garganta, incómodo.
—En teoría, sí —dijo. Él parecía dudar—. El señor Potter y el señor Weasley están yendo ahora a investigar. Ellos vendrán aquí después.
Draco sintió que el creciente pánico y luchó por desaparecerlo. Entrar en pánico no iba a ayudar con la situación. Aún así, sus respiraciones eran entrecortadas, como si alguien le apretara la tráquea. ¿Dónde diablos estaba?
—Ella nunca sale del laboratorio —murmuró—. Ni siquiera para comprar comida. Se pone demasiado ansiosa en público.
Lucius asintió. —Otra razón por la que estoy preocupado por esta situación. No veo ninguna razón por la que se hubiera ido.
Se sentaron en un tortuoso silencio mientras esperaban noticias.
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Media hora más tarde, Harry y Ron entraron por la red flu luciendo frenéticos.
Draco se puso de pie.
—¿Qué? —dijo él—. ¿Qué está pasando? ¿Por qué ambos lucen tan preocupados?
Harry pasó las manos por su cabello rápidamente. Tenía círculos oscuros alrededor de los ojos.
—Encontramos su varita —dijo con voz ahogada.
—Encontramos sangre —añadió Ron, sombríamente, luciendo igualmente destruido—. Es de ella —añadió al ver a Lucius abrir la boca para preguntar.
La sala se deslizó hacia un lado ante los ojos de Draco, y se tambaleó.
Harry se acercó alarmado. —Cálmate, Malfoy. Toma asiento. —Lo guio hacia el sofá. La visión de Draco seguía girando.
—¿Su sangre? —repitió, presionando sus manos sobre sus ojos—. Dios mío.
Harry y Ron se miraron, preguntándose claramente desde cuándo Draco se preocupaba tanto por Hermione, pero ambos se mantuvieron en silencio. Había cosas más serias de las que preocuparse.
—¿Qué hay de su jefe? ¿Qué es lo que tiene que decir? —preguntó Lucius, todo el color había desaparecido de su rostro.
—Aún tratamos de contactar a Wolf. Está en un viaje de negocios —dijo Harry—. Espero por Merlín que nos conteste pronto. Va a volverse loco.
Ron se sentó y hundió la cabeza entre sus manos, al igual que Draco. Harry parecía poseído.
—Ella va a quebrarse más si la lastiman de nuevo —murmuró Ron, levantando la cabeza y mirando hacia la chimenea—.Ella no soportará otro incidente como la última vez.
Draco escuchó lo que Harry dejó escapar lo que sólo podía ser descrito como un gemido. Parecía que estaba cargado de preocupación.
Harry se levantó de repente, agarró un pesado jarrón de la mesita auxiliar y lo lanzó contra una pared chocando fuertemente y con un rugido. El cristal se esparció en el suelo en un satisfactorio desorden.
Nadie siquiera se estremeció. Harry se sentó nuevamente luciendo algo más calmado.
Draco sintió que entendía a Harry por primera vez en su vida.