Horus

By bibliotecadorada

124K 10.8K 1.3K

¿Y si el amor de tu vida esta en otra galaxia? No todos los días te cruzabas con alguien como él: alto, muscu... More

Sinopsis
Capítulo 1: El misterioso chico
Capítulo 2: mitología egipcia
Capítulo 3: tropezones sin caídas
Capítulo 4: viajes acompañados de alucinaciones
Capítulo 5: biblioteca
Capítulo 6: heladería
Capítulo 7: la feria
Capítulo 8: la fiesta
Capítulo 9: estrella
Capítulo 10: Guiston
Capítulo 11: Guiston Park
Capítulo 12: inesperada visita
Capítulo 13: alucinaciones
Capítulo 14: menta granizada
Capítulo 15: ¿estoy loca?
Capítulo 17: el famoso número
Capítulo 18: nuevos cabellos
Capítulo 19: la barbacoa
Capítulo 20: la cabaña
Capítulo 21: celebración
Capítulo 22: verdades disfrazadas
Capítulo 23: miedo
Capítulo 24: playa
Capítulo 25: despertar
Capítulo 26: dura realidad
Capítulo 27: galaxia
Capítulo 28: orejas
Capítulo 29: el extraterrestre
Capítulo 30: visitas nocturnas
Capitulo 31: información
Capitulo 32: Dhimot
Capitulo 33: Daemon
Capítulo 34: visita sorpresa
Capítulo 35: nuevo mundo
Capítulo 36: Hator
Capítulo 37: verdades incómodas
Capítulo 38: el beso
Capítulo 39: el tiempo
Capitulo 40: Salix y Thorm
Capítulo 41: Guixis
Capítulo 42: información valiosa
Capítulo 43: volvió
Nota de autor
Capítulo 44: primer entrenamiento
Capítulo 45: baile celestial
Nota de autor
Capítulo 46: más cosas a la luz
Capítulo 47: una hermana normal
Capítulo 48: el entrenamiento
Capítulo 49: las habilidades fallaron...de una buena manera
Capítulo 50: Gretik
Capítulo 51: Trina
Capítulo 52: almas gemelas
Capítulo 54: charlas reveladoras
Capítulo 55: elogios peligrosos
Capítulo 56: un mundo ideal
Epílogo
Nota de autor

Capitulo 16: la audición

2.8K 279 11
By bibliotecadorada

¿Un meteorito a punto de caer a menos de un metro tuyo te pondría nervioso? Porque así era como me sentía.

Aterrada.

La fila para la audición era más larga que la distancia entre dos planetas, y la gente estaba inquieta. Yo estaba a punto de ponerme a chillar y correr, como si un dementor me estuviese persiguiendo.

—Iris, relájate—dijo Emma mientras me ponía dos manos sobre los hombros, logrando que me quedara quieta.

—Creo que eso es lo peor que le puedes decir—opinó Trevor, y me miró.— Parece que te estas haciendo caca encima por cómo te mueves. Si yo fuera tú, me quedaría quieto. O lo trataría de disimular...

Largué una carcajada que sonó más a un chillido.

—No me estoy haciendo...lo segundo encima—repliqué, y Trevor levantó una ceja.—Bueno, quizás un poco, pero...

—¡Ja!—Trevor levantó un puño triunfante, y miró a Emma con una mueca de suficiencia—.Te dije que mis palabras serían mejores que las tuyas.

Emma nos miró indignada y quitó sus manos de mis hombros.

—Si hubiese sabido que eso te pasaba, te hubiese dado otro consejo.

Volví a reír, esta vez acompañada de Trevor y Emma. Realmente sabían cómo relajar a una persona.

Pero no era suficiente.

El lugar estaba repleto de lo que parecían ser ya profesionales: gente vestida a la moda con ropa cómoda, estirando con piernas subidas hasta las orejas, gente entrando en calor, haciendo una rutina de baile... En fin, estaba lleno, y parecía que sabían lo que estaban haciendo.

No como yo, que estaba parada, a punto de hacerme lo segundo encima.

Las miradas desconfiadas y asustadas comenzaron a llegar apenas nos pusimos en la fila. Y no eran para ver mi pequeña danza de «¡me olvidé de ir al baño!», sino que se dirigían a mis globos oculares.

La primea vez en mi vida que noté una mirada así, considere la posibilidad de ponerme lentillas de color, y de hecho me compré un par.

Para qué...

Estuve una semana con los ojos hinchados, llorosos y con una picazón que era totalmente fuera de este mundo. Resultaba que les tenía alergia, así que era imposible que las pudiera usar. Igualmente, cuando mis dedos no pudieron despegarse ni un segundo de mi lagrimal debido a la picazón, yo ya había descartado el asunto.

Por lo tanto, me tenía que conformar con teñirme el pelo y que mis ojos sean libres y mal vistos.

Ignoré a esas personas, que me miraban como si fuese un bicho raro, y me enfoqué en las baldosas del piso. Necesitaban una lavada.

—Les vas a patear el trasero. Esta decidido.

Miré sorprendida a Emma, que miraba con ojos feroces a los que estaban a nuestro alrededor.

—Eso no lo sabemos todavía, Ems—dije, y volví a hacer el bailecito de «necesito urgente mi inodoro».

Ella puso los ojos en blanco.

—Claro que sí lo sabemos. ¿Sabes por qué?—No dio tiempo ni a que procesara su pregunta.—Porque lo digo yo. Aceptan a... ¿Cuántas personas aceptaban?

—Cien—respondí.

Me había estudiado la capacidad del programa de memoria. Parecían ser muchas personas, pero entre las mil que se presentaban, no era tanto.

Emma sacudió la cabeza, exasperada.

—¡Pues entonces te lo confirmo ya! Y si fuera a entrar una sola persona, también lo harías tú. Así de bien bailas.—Se puso el pelo atrás del hombro y levantó una ceja.

Todos los días agradecía por tener a Emma en mi vida. Parecía exagerado, pero realmente no había mejor amiga que ella. Agradecí internamente a nuestros padres por ser amigos de los suyos y habernos introducido en nuestra amistad cuando éramos apenas unos bebés.

Sin pensarlo, tiré mis brazos a su cuello y le di un fuerte abrazo. Ella rio y me lo devolvió.

Las horas pasaron, y cuando me di cuenta, ya me encontraba entrando al estudio. Nos habían dividido por turnos y por días, porque claramente más de mil personas juntas no entraban, pero aun así me costó encontrar espacio en el salón. Me ubiqué delante de todo, en una esquina. Por más que odiara la idea de la gente me viera tan directamente bailar, necesitaba mirarme al espejo desde cerca, y necesitaba aún más quedar calificada para estudiar allí.

Había cinco jueces delante de nosotros. Dos de ellos se pararon, nos dieron la bienvenida y comenzaron a decir indicaciones: básicamente, el que era seleccionado sería contactado en una semana vía email. El que quedaba afuera, no recibiría nada.

Fácil.

Y horripilante.

Respiré hondo. Noté que el cuerpo me temblaba ligeramente. Era la primera vez que estaba en frente de tantas personas bailando. La única que me veía siempre era mi profesora, Anne, y los pocos alumnos que íbamos a su clase.

Necesitaba relajarme.

Porque no podía hacerlo.

¡Rayos! Respiré profundo varias veces, pero el temblor seguía. No lo podía creer. Nunca imaginé que esto me iba a pasar, aunque debí haberlo sabido. ¿Cómo pretendía ser una bailarina profesional e incluso una profesora de baile, si no aguantaba la mirada de solo cinco personas? Esto estaba mal. Muy mal. A lo mejor no debería ni intentarlo, si al final...

Un par de ojos me miraron a través del espejo.

Uno era de color azul y el otro color gris, y aunque estaba a varios metros detrás de mí, en un costado, casi escondido, sabía quién era.

Horus tenía una sonrisa de costado. Levantó un pulgar y sonrió. Me quedé mirando sus ojos, su maravillosa cara, y cuando me di vuelta para verlo directamente y no a través del reflejo, desapareció.

Volví la vista al frente, aturdida.

Bien. ¿Las alucinaciones continuaban? Vaya. No tenía que ir al oculista, tenía que ir a un neurólogo. Era imposible que Horus hubiese estado allí. Es decir, a esta hora debería estar trabajando, y aparte, me encontraba en Gusiton, no en Mine Concect.

Y estaba adentro de una maldita audición, en un salón de baile.

Preocupada por eso y aturdida por su mirada, apenas el profesor empezó a dar la coreografía, me di cuenta de una cosa que antes había ignorado.

Por alguna razón, ya no estaba más nerviosa y mi cuerpo no temblaba.

—Para que sepas, tus pantalones no están manchadas de marrón. ¿Eso es una buena señal, verdad?—dijo Trevor apenas salí de la audición.

Esta vez reí con ganas, ya relajada.

La audición había sido un éxito. O al menos, lo había sentido así. La coreografía me había salido a la perfección, el tiempo lo había respetado, y lo más importante de todo, había sentido lo que bailaba.

Esa era la clave de todo.

No obtuve muchas miradas raras, suponía que porque las personas estaban igual de concentradas que yo, y eso hizo que me sintiera bien. Muy bien.

Ahora tan solo quedaba esperar.

Lo primero que hice al llegar a casa fue ir corriendo al baño a darme una ducha. Estaba sudada y con los músculos doloridos, y necesitaba urgente llenar la tina con un poco de sal y espuma. Era mágico.

Una vez que estuvo llena y caliente, con sales de distintos colores y burbujas que rebalsaban, me adentré en ella. Un suspiro de satisfacción salió de mí y me hundí más.

—¡Cariño!

La puerta del baño se abrió de repente, y me apresuré a estar bien tapada con la espuma.

—¡Mamá!—exclamé, y hundí parte de mi cuello. Mi madre no sabía muy bien lo que era la privacidad.

—Lo siento—dijo mientras se sentaba en el piso y volvía a cerrar la puerta.—¿Cómo te fue en la audición? Lamento tanto no haber podido ir a saludarte, la reunión se alargó demasiado...

Asentí y traté de ignorar el hecho de que me estaba bañando. Por suerte, la espuma hacía un excelente trabajo cubriendo todo, y desde el ángulo donde estaba sentada mi madre, sabía que no podía ver nada más que mi cara.

—Lo sé, no pasa nada. Estaba con Emma y Trevor, así que...

No verlos allí, como me habían dicho, me decepcionó un poco. Pero la verdad era que mis amigos lo recompensaron excelente, así que no estaba enojada ni nada por el estilo.

Había tenido apoyo, que era lo único que me importaba.

—Bueno, cuéntame— pidió y apoyó la espalda en los azulejos de la pared.

Le relaté toda la audición: la gente que había, lo nerviosa que me sentí, cómo Emma y Trevor me ayudaron; cómo eran los jueces, la coreografía, etc. Todo hasta el último detalle. Mientras le contaba eso, la mirada de Horus se me vino a la mente.

—...y tengo que hacerte una pregunta—dije, y tragué saliva.

Mi madre se enderezó y me miró un poco preocupada.

—¿Qué pasa, Iris?

Dudé.

—Verás—tomé aire, arrepintiéndome de mis palabras a medida que las decía—. ¿Algún... médico te dijo de...eh...alucinaciones que podía sufrir?

Tuve que juntar toda mi fuerza de voluntad para hacer esa pregunta. Sobre todo, porque le iba a tener que dar explicaciones. A mi madre le gustaban los detalles. Muchos detalles.

Parpadeó, confundida.

—¿Me estas preguntando si tienes tendencia a sufrir alucinaciones?—preguntó con cautela.

Asentí.

Se apoyó de nuevo contra la pared, y sus ojos ya no estaban alegres como hacía unos minutos.

—¿Por qué me lo preguntas?

¡Oh, dios mío!

—Mamá...

Negó con la cabeza, con los ojos muy abiertos.

—No, cariño, no dijeron nada de eso. Tienes una salud mental perfecta. Pero quiero saber el origen de tu pregunta. ¿Ha pasado algo?

Exhalé, relajando mi cuerpo. Por un segundo pensé que iba a decir que sí, y mi vida como la conocía pasó por delante mis ojos como si fuera una mentira.

—Bueno, he estado viendo...cosas.

Más bien estrellas que brillan como bolas de disco, personas reflejadas en espejos, colores de pelo distinto y claro ¡escuchando pensamientos de las personas! Lo normal.

Inclinó la cabeza hacia un costado y levantó una ceja, esperando.

Yo no podía creer que estuviera teniendo esta conversación en el baño, mientras estaba tomando un baño de burbujas.

Increíble.

—¿Qué clase de cosas?

Suspiré.

—No lo sé...Estrellas raras...y...—respiré profundo. No le iba a decir ni lo del pelo ni lo de Horus, porque me internaría yo misma, así que opté por algo que a ella le parecía «normal».— He...he escuchado los pensamientos de Emma. Sin querer.

Me hundí hasta la barbilla y las burbujas me hicieron cosquillas.

Bien, lo había dicho.

Mi madre abrió mucho los ojos e inclinó un poco su cuerpo hacia adelante.

—Interesante—murmuró, y luego sacudió la cabeza—. Bueno, hay algunas estrellas raras en el cielo, no hay que preocuparse por eso—dijo, restándole importancia con la mano.—Y en cuanto a los pensamientos, ¿te ha pasado con otra persona? ¿O solo conmigo y con Emma?

—Solo contigo y con Emma. Aunque con ella me pasó solo una vez.

Asintió y se quedó mirándome unos segundos.

—Bien, ya hablamos muchas veces de esto, pero...solo quiero recordarte que no tienes que preocuparte. No alucinas esas cosas, Iris—dijo, y su mirada volvió a tener el brillo amoroso de siempre.—No todos pueden hacerlo, pero eso no significa que sea algo raro. Simplemente es...

—...especial, lo sé—terminé la frase por ella.

Asintió.

—Solo ten cuidado—hizo una mueca—. No pasa nada, pero estaría bueno que aprendas a diferenciarlos. Es decir, si te llega a pasar con algún extraño sería un tanto...inquietante. Pero no te cierres, ni te preocupes, esta todo más que bien. De hecho, ¡es fantástico! Puedes escuchar pensamientos, Iris.—Su entusiasmo se reflejó en su cara.

Pero no en la mía.

Mi madre estaba loca.

No podía creer que en serio le entusiasmara la idea de que pueda escuchar pensamientos. ¡No estábamos en una película de fantasía! No era normal. No era especial.

Era raro.

Y es era clase de palabra que me definía a la perfección.

Continue Reading

You'll Also Like

28.7K 3.2K 18
JEON JUNGKOOK.. Es el único heredero de la familia JEON la cual tiene muchas empresas por todo el continente asiático, a su corta edad(24) supo cómo...
29K 2.3K 58
Kim sunoo un chico de 19 años que vive con su mejor amigo yang jungwon de 18 años quien fue despedido de su trabajo, sunoo lo ayudará a conseguir uno...
26.3K 3.9K 38
toda mi clase y yo fuimos transportados a todo un mundo de fantasía lleno de magia y poderes, todo para vencer al Rey demonio. ¿¡Porqué debo pelear p...