Lugar de origen: Roma.
Época de Auge: Desde el 27 d.C hasta la actualidad.
Función: Generalmente, es un método de castigo y de interrogatorio, pero también hay gente que lo usa como método de autocastigo, como práctica sexual y, en la Antigua Roma, se llevaba a cabo como espectáculo público en circos y crucifixiones.
Intensidad: ★★★★★☆☆
Descripción: Hay varios tipos de látigo, y cada uno tiene una función y una manera de usarse.
Nervio de Toro: fino látigo con el que dos o tres golpes eran suficientes para cortar la carne de las nalgas hasta llegar a la pelvis.
Látigo de Desollar: Tenía varias colas, y se empapaba en una solución de sal y azufre disueltos en agua, lo que unido a unas estrellas metálicas al final de las colas, lo convertían en una herramienta fatal.
La carne, al ser golpeada, se convertía en pulpa, dejando a la vista diferentes órganos internos.
Corona de Espino: Llamado así en honor a Jesucristo. Los hay de dos, tres y hasta ocho cadenas provistas de abundantes estrellas o/y hojas de acero cortante que se usan para flagelar el cuerpo humano.
Gato de Nueve Colas:
También llamado Escorpión o flagrum, se empezó a usar en el Imperio Romano, y de hecho se dice que con uno de estos se golpeó a Jesucristo.
Cuenta con nueve colas confeccionadas con cuero de buey y contaban con ganchos o púas de hierro atados al final de cada cola, o a veces a lo largo de cada una, que se clavan el la carne de la víctima y la desgarran. Por ello, los romanos no solían dar más de 39 golpes de látigo, pero esta norma no se aplicaba a todos los reos, y el torturador podía propinar hasta 40 latigazos, haciendo que la piel de la víctima se caiga a jirones, llegando los garfios al hueso sobre todo en las costillas y, dependiendo de la fuerza empleada, romper huesos y dañar órganos internos.