Eres un ser hermoso.
Eres como un venado que corre por los bosques jugando y disfrutando su libertad.
Eres como un quetzal volando por el cielo mostrando los hermosos colores de su plumaje.
Eres como el agua filtrándose en cualquier lugar para brillar en conjunto con el sol brillante.
Eres como las gotas de agua que caen del cielo y acarician el pelo de todos los seres vivientes en el mundo.
Eres como el fuego ardiendo en los lugares más obscuros para alimentarlos con una gran destello.
Eres como un lobo que se lanza en la espalda de un gran oso clavando cada uno de sus dientes y utilizando la fuerza de 100 lobos más.
Eres todos y cada uno de los colores que brillan en tus ojos con tristeza y rencor.
Eres un conejo blanco con lagrimales rojos y suave pelaje que corre por los campos de flores soltando el polen a su paso.
Eres un diamante que brilla y al mismo tiempo eres una pobre piedra opaca.
Eres una serpiente sin muestras de veneno en tus venas... Y a la vez eres una cobra que amenaza tu ser.
Eres horrible.
Eres la razón de mis lágrimas.
Eres la razón de mi dolor.
Somos todos aquellos venados que corríamos por la vida mientras las balas entraban en nuestros cuerpos y nuestros cuernos eran cortados.
Eres la razón de la muerte y sufrimiento de miles de quetzales que también querían volar y sin previo aviso arrancaste los plumajes que cubrían sus alas.
Eres el agua que inundó nuestros pulmones al querer salir para respirar aire puro una vez más antes de morir, así mismo eres el agua que golpeaba nuestras mejillas al reposar en el suelo con el corazón en pausa definitiva.
Eres el fuego que quemó mi piel y convirtió mis huesos y sueños en simples cenizas.
Eres el lobo que salto sobre nuestras espaldas y arranco con los dientes nuestras almas.
Somos la representación del color vino que corre por nuestras cabezas hasta la médula.
Eres el zorro que corrió destrozando las flores que adorabamos al querer nuestra buena suerte.
Eres la piedra que cayó sobre nuestros brillantes corazones y rompió en Miles de pedazos.
Eres la cobra que asfixió con satisfacción nuestros cuellos para querer tragar nuestra pureza para llenarnos de veneno.