Los Cuatro Reinos

By EiderLK

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Mili es una adolescente que se ve obligada a abandonar todo lo que conoce por una guerra iniciada hace siglos... More

P R E F A C I O
P R Ó L O G O
U N O
D O S
T R E S
C U A T R O
C I N C O
S E I S
S I E T E
O C H O
N U E V E
D I E Z
O N C E
D O C E
T R E C E
C A T O R C E
Q U I N C E
D I E C I S É I S
D I E C I S I E T E
D I E C I O C H O
D I E C I N U E V E
C U R I O S I D A D E S
V E I N T E
V E I N T I U N O
V E I N T I D O S
V E I N T I T R É S
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T R E I N T A Y N U E V E

C U A R E N T A

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By EiderLK

—Sí mamá, trataré de hablar con la princesa para que firme el cuaderno de mi hermanito —susurró alguien por lo bajo a mis espaldas —. De acuerdo mamá, ten mucho cuidado.

—Enfermera, si no se calla ahora mismo, voy a tener que confiscar su aparato —exigió uno de los comandantes a cargo de este frente.

—Perdóneme comandante, mamá ya tengo que cortar la comunicación —dijo la muchacha, dirigiéndose otra vez al aparato de comunicación —. También te amo, cuidate mucho. Chao.

Todos observambamos atentos a la base de Cyrill; esperando el momento en el que entrar en acción, rezando porque no sea así, ya que se nos permitió la entrada únicamente si hay peligro de muerte. Hace algunos minutos el primer frente hizo acto de presencia en la base, por lo que debo suponer que el segundo frente está preparado para saltar al ataque también.

—No entiendo por qué la princesa se encuentra en el frente de las sobras, quiero decir, ella sola podría acabar con el completo ejército de Cyrill —comentó la impertinente chica de hace unos momentos a otra compañera a un lado de ella.

—¡Enfermera! —la reprimió nuevamente el comandante.

—No se preocupe comandante, estamos lo suficientemente lejos como para no ser detectados con tanta facilidad —expresé —. Y no somos el "frente de las sobras", enfermera —voltee a verla y pude notar un leve sonrojo al ver que me dirigía a ella —. Todos en el ejército, así como en el reino, tenemos un lugar importante y necesario para la supervivencia de todos y buen funcionamiento. Si usted faltase, por ejemplo, tendríamos que pensar en una nueva y completamente diferente formación. Todos esos dos frentes cuentan con nosotros y están confiados porque saben que aquí los estaremos apoyando —la voltee a ver con una sonrisa, esperando que entendiera lo que quise decirle.

—Sí Princesa —contestó devolviendome la sonrisa.

—Entramos en acción —de pronto oí en mi aparato de comunicación la voz de Phoeb , quien dirigía el segundo frente.

—Entendido —respondí.

Tan solo unos segundos pasaron, y desde nuestra privilegiada posición alcanzamos a observar una enorme explosión en el lado izquierdo de la base de Cyrill, justo donde el segundo frente debería haber acabado de entrar.

—Capitán, ¿qué fue eso? —pregunté por el aparato a Phoeb, pero no hubo respuesta.

—En ese frente se encontraba mi mamá —dijo en un hilo de voz apenas audible la enfermera. Se puso de pie y comenzó a bajar la montaña.

—Enfermera vuelva a su posición —ordenó el comandante, pero esta no le hizo caso —. ¡Enfermera, regrese aquí inmediatamente! ¡Únicamente bajo órdenes directas podemos entrar al campo de batalla!

Dándome cuenta que no solo el comandante era ignorado por la enfermera, sino que esta última comenzó a correr y gritar llorando el nombre de su madre, y por si fuera poco, no era la única afectada en nuestro frente al ver que el segundo frente explotó; decidí hacer algo al respecto.

—¿Princesa? —preguntó extrañado el comandante, al ver que también me ponía de pie.

—Si esta no es una situación de máxima emergencia, no sé cuál la sea —dije, y me alegré al ver que varios se ponían de pie también, listos y dispuestos e entrar a pelear.

—P... Pero, ¿y las órdenes directas? —balbuceó.

—¿Quieres órdenes más directas que las mías? —contesté —. ¡Vamos, nuestros compañeros están en peligro! —corrí bajando la montaña, mientras varios me seguían por detrás.

En seguida nos aproximamos a la base, rayos de colores iban siendo disparados en nuestra dirección a la vez que personas iban cayendo detrás mío. Fue inesperado, por lo que el contraataque tardó unos segundos en aparecer.

—Debí haber sabido que no eramos los únicos en planear una emboscada —susurré para mí. En teoría esto sería un ataque sorpresa, pero el enemigo nunca va a estar lo suficientemente sorprendido como para dejarse vencer fácilmente.

Trataba de esquivar los ataques para así poder llegar al lugar de la explosión. Saber cómo se encontraban Phoeb y el resto de la gente era lo único que pasaba por mi cabeza. Por lo menos hasta que un rato dio directo en ella, dejándome en el suelo tumbada unos momentos y con mis oídos zumbando.

Junto a mí caían varias más personas; algunos de mi ejército, otros del ejército de Cyrill, pero todos gente del reino. Así me di cuenta que esto lo iba a terminar hasta que fuera por la cabeza más grande. Entonces me puse de pie rápidamente, y siendo invisible para todos corrí dispuesta a buscar a Cyrill.

Pasaba corriendo entre rayos y chispas de todos colores, posiblemente un espectáculo increíble de admirar a la distancia, hasta el momento en que te das cuenta de todas las bajas que se están teniendo, todos los hijos, padres, parejas y amigos que se están perdiendo.

No podía parar.

Aunque, una vez más y esta vez no siendo un ataque planeado, un rayo logró arrancar una porción considerable de piel de mi brazo. No sé de qué manera pude encontrar la fuerza para mantener mi concentración y mi estado invisible no se viera afectado.

Con un pequeño hilo de sangre corriendo en mi frente, mi brazo izquierdo abierto y mi cara toda mojada y sucia por la nieve seguí buscando a Cyrill, y ayudando a la gente cada vez que se daba la oportunidad.

—¡Ella es tu prima, pudiste terminar esto hace muchos años! ¿Por qué hasta ahora? —bramó una furiosa voz detrás de mí. Giré bruscamente mi cabeza y vi un interminable vaivén de colores naranja quemado y un zafiro brillante. Eran Cyrill y Leo quienes estaban gritando mientras trataban de ser el vencedor del encuentro.

—¡Ella no es mi prima! Me disgusta siquiera pensar en compartir sangre con alguien que piensa que las personas son desechables —replicó Cyrill irradiando furia. Uno de sus ataques finalmente alcanzó la pierna de mi hermano y este cayó al suelo —. No pudieron hacer nada por ellos en milenios y estaban aterrados de siquiera pensar en que las cosas fueran diferentes. Va a haber un cambio. Qué pena que ni ella ni tú estarán ahí para verlo —su ataque estaba listo para ser disparado y mi hermano no podía hacer nada para esquivarlo. Por suerte tardó lo suficiente para que pudiera estar a mi alcance y llamar su atención.

—Entonces tú tampoco vas a estar aquí para presenciar ese cambio —dije desviando su ataque de la dirección de Leo. Había entendido que James y Cyrill eran la misma persona hace mucho tiempo, solo que aún me costaba ver la cara del que fue mi compañero por más de tres años con deseos de enterarme viva a mí y a toda mi familia.

—Mili, ¿qué haces aquí? ¡Ustedes no se supone que entren! —alegó mi hermano tratando de levantarse.

—Perdón por salvarte la vida, me agradeces luego, pero ahora necesito que vayas al lugar donde el segundo frente tuvo que haber entrado. Hubo una explosión y quiero saber qué pasó —dije ayudándolo a ponerse de pie.

—Eso implicaría dejarte sola, ¡y no pienso hacerlo!

—¿Qué pasa, guardián? —preguntó Cyrill con tono burlesco —¿Tienes miedo que dañe la cabecita amnésica de tu "hermana"? —Leo frunció el ceño y se preparó para atacar. Parecía un perro rabioso a punto de dar una mordida.

—Déjalo, necesito que vayas al lugar de la explosión. Yo voy a estar bien —le dije mientras tomaba su brazo—. Déjame hacer esto, tengo que hacerlo o nunca va a terminar. Nunca voy a poder vengar a nuestros padres, nuestros amigos, ni mi reino—dije suplicando con la mirada. Él no se veía muy confiado, pero se fue al lugar donde le indiqué.

—Se nota quién es la que da las órdenes aquí —Cyrill soltó una carcajada.

—Hola James, cuanto tiempo sin verte —dije con una sonrisa algo apagada y la guardia baja. Su expresión pasó en cuestión de segundos de una sonrisa burlona a una expresión amarga.

—Mi nombre no es James, y si yo fuera tú, Évia, no tendría mi guardia tan baja—protestó serio.

—Pues el mío no es Évia —contesté —, y no veo por que no puedo tener unas palabras pacíficas con mi primo y compañero.

—¡Tú y yo no somos nada, Mili! —su rostro cambió en uno de sorpresa y dio un paso atrás —No puedo ser tu familia, no puedo ser familia de una persona que aclama deliberadamente que es reina, y ni siquiera toma en consideración opiniones de sus súbditos.

—¡Eso no lo sabes! Nunca me dejaste gobernar —le reclamé —. Directamente asumiste que lo haría mal, e hiciste tu rebelión. Tomaste la vida de muchos inocentes y le quitaste la felicidad a los aldeanos.

—Ellos no eran felices —contestó —. No les pude hacer quitado algo que no poseían. Ellos vivían en la ignorancia, siguiendo leyes estúpidas que no les beneficiaban en nada.

—¡¿Y tú crees que yo no sabía eso?! ¿No crees que hubiera hecho algo al respecto?

—¡Claro que sí! Pero no hubieras hecho lo correcto. Tú no viviste sus injusticias. Ellos no sabían lo que no tenían. No te pueden quitar algo que no tuviste, pero yo... A mí me lo quitaron. Yo sé qué es lo que se requiere, y esta guerra nunca formó parte de mis planes.

—¿Entonces por qué no la detienes? —murmuré suavemente. Avancé lentamente hacia él —Todavía no es muy tarde —extendí mi mano para tratar de tomar la suya, pero uno de sus rayos naranjas me tomó por sorpresa y me dejó una pequeña quemadura.

—El problema es que sí lo es. Ahora es todo o nada.

Retrocedió bruscamente y comenzo a lanzarme ataques, a los cuales yo respondía, siguiendo un especie de ritmo o coreografía que ni siquiera me había dado cuenta que teníamos.

No estaba de acuerdo con las palabras dichas por la enfermera hace unos momentos. No era super fuerte o super habilidosa, y absolutamente jamás podría vencer a todo el ejército de Cyrill por mi cuenta. Sin embargo, y a pesar de que él es un soldado experimentado y con práctica, yo le estaba siguendo el paso muy bien. Incluso me atrevería a decir que superándolo en algunos aspectos.

Y no es que él sea malo, solo que no logro sentir todo su potencial trabajando. Siento que se está conteniendo.

—¿Qué pasa? —le pregunto —Si tanto es tu rencor hacia mí, entonces, ¿por qué te limitas?

—Solo estoy probando tu potencial —dijo con una risita burlona. De pronto su vista bajo hasta mi pecho, y me di cuenta que el dije que obtuve en el hospital psiquiátrico en Londres se había salido, colgando sobre mi pecho suavemente —. Veo que finalmente lo has conseguido.

—¿Qué cosa, mi collar? ¿Qué sabes de él? —pregunté aprovechando la breve distracción para tomar aire.

—Yo nada, pero me parece que deberías hablar con tu guardián del tiempo sobre eso. Seguro que le será un artefacto muy interesante —contestó relajando un poco sus facciones. Husani, mi guardián del tiempo. Después de todo lo que le he hecho no sé cómo me atrevo a seguirlo viendo a la cara. Y lo conozco bien, su interrogatorio será infinito y no se conformará con nada menos que la verdad. Y no me parece que vaya a gustarle la verdad.

—¿Por qué no puedes decírmelo tú? —resopló con su nariz.

—Muchas de las personas con las que convivías a diario en la escuela están muertas —soltó de pronto. Arrugué mi nariz tratando de no pensar en eso —. Otros se encuentran internados en hospitales psiquiátricos, con el temor de no saber si en verdad están locos o vieron a gente morir con magia —Valentina... —. La mayor parte del reino no olvidó, motivo por el que se encuentran privados de su libertad.

—¿Qué haces? —solté molesta.

—Los morsoles nunca van a sonreír, por más que lo intentes. Sus miserables vidas nunca lograrán ser buenas, tu objetivo no tiene ni pies ni cabeza y jamás llegaras a tu meta.

—Detente —mi nariz comenzaba a picar y sentía mis ojos humedecerse un poco.

—No tienes una vida normal. Ni tú ni tus amigos, torturaron a tu amigo mientras estaba en nuestro poder y ahora se encuentra en coma.

—¡Ya fue suficiente! —le grité furiosa.

—Tus padres están muertos —me congelé totalmente —... Así como tus padres biológicos, y, ¿adivina de quién es la culpa?

Ni lo pensé. Un enorme e intenso rayo de luz verde lo atacó y conectó en su pecho, derribando a James y cerrandole el pico de una vez. No habría podido esquivarlo aunque hubiera querido. Y no quiso.

—¡Cállate! ¡Por una vez en tu vida cállate! —le lancé otro rayo, que dio en su cabeza, tirándolo una vez más y sacando un poco de sangre.

Había enumerado todos sus pecados, y probablemente no eran todos. Aún así, algo dentro de mí rechaza que la persona que hizo todo eso, sea la misma persona que conocí por tres años. Además, no lo hizo todo él solo. Al darse cuenta que mis ataques no iban a continuar, sino que por el contrario, había bajado mi guardia golpeó el suelo, angustiado.

—Perdón —dejé escapar con un hilo de voz casi inaudible.

Lo veo. Está en el piso, arrodillado y cubierto de polvo y sangre. Sube su mirada y me ve.

—¡¿Qué haces?! —grita desesperado —¡Hazlo de una vez!

—No —digo en voz alta —. No me rebajaré a eso. Yo no soy así —sus ojos llorosos implorando una acción que no voy a hacer se cierran y se deja caer sobre sus piernas.

—Pero yo sí —oigo a mis espaldas. Me volteo impresionada y veo a Alethea corriendo hacia Cyrill. Sus ojos parecen dos llamas ardiendo en furia que se intensifican con cada paso que da.

—¡Alethea, no! —grito desesperada tratando de detenerla, pero ya es muy tarde.

Solo basta con un par de destellos provenientes de las manos de Alethea, y el cuerpo sin vida de James cae ante mis pies. Mis ojos se comienzan a llenar de lágrimas y mi vista se nubla.

—Ahora estamos a mano, infeliz —dice escupiendo las palabras. Entonces se va.

Anonanada, y sin ninguna idea de qué es lo que debo hacer, me acerco con pasos lentos al cuerpo de James. Quiero suponer que no sintió dolor, pues su cara en vez de verse nerviosa o angustiada, muestra una relajación extrema.

Me arrodillo junto a él y tomo su mano. Alcanzo a ver un pedazo de papel, se encuentra doblado y algo arrugado, sobresaliendo del chaleco debajo de su saco. Lo tomo, y veo su caligrafía en la parte superior izquierda:

Para: princesa.

Me debato en si leer la hoja ahora o después. Finalmente decido que este no es ni el momento, ni el lugar indicado para leer esto.

—¡Mataron al jefe! —gritó alguien. Y hablando del momento adecuado....

Muchos de mis aliados aprovecharon la situación para dejar inconscientes a sus rivales y así poder encarcelarlos. Otros huyen lo más rápido que pueden, utilizando todas las técnicas, trucos y estrategias que se les vengan a la cabeza para librarse de esta situación.

—¿Mili? —oigo a mi hermano acercarse lentamente a mí. Escondo rápido la hoja en mi traje.

—Yo no lo hice —volteo y mi hermano ve mi rostro cubierto en lágrimas, entonces se agacha para darme un abrazo.

—Está bien, no te preocupes —susurró en mi oído, mientras me daba suaves palmadas en mi espalda —. Ahora todo va a estar bien —dijo secando mis lágrimas.

Era mentira.

¡Hola!
No puedo creer que este ya sea el capitulo final (no se espanten, es el capítulo final, pero todavía falta el epílogo). Les quiero agradecer si llegaron hasta acá.
Sobre todo porque yo sé lo mucho que me he tardado en completar este proyecto, y si se han quedado, pues mis sinceras felicitaciones.
Espero que esta historia les haya gustado.

Me encantaría saber quienes son los que han formado parte de este proyecto; quienes están del otro lado de la pantalla. Así que si dejas un comentario, algo que te haya gustado, algo que no, algún consejo, yo lo tomaré con mucha alegría.

Me despido. Hasta la próxima ❤️

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