❝Don't ever disappear like
that again.❞
Lo primero que Isabelle vio cuando despertó fue una cabellera rubia platinada, frunció el ceño y este sonrió al verla despierta, se presentó como Draco Malfoy, rápidamente ella recordó al pequeño platinado que solía saludarla siempre por los pasillos del castillo, Scorpius solía gritar el nombre de la pelirroja desde el otro extremo del pasillo haciéndola reír y sentirse avergonzada, bueno al menos ese sentimiento fue el que había actualmente, porque las primeras veces que lo hacía, solo quería lanzarse hacia el pequeño y golpearlo, ahora lo encontraba adorable.
Isabelle escuchó atentamente cada palabra que el rubio pronunciaba en cuanto a su salud y un suspiro de alivio salió de entre los labios de la pelirroja al escuchar aquellas palabras por parte de la enfermera que acompañaba al platinado; Ahora estas a salvo. Aunque muy en el fondo sabía que estaba parcialmente a salvo, huir no había hecho nada más que empeorar la situación y que posiblemente sus padres tomen medidas extremas. Vio al rubio salir de la habitación y esta se quedó en silencio, con cuidado se levantó de la camilla y caminó hacia la ventana, la vista no era muy interesante, pero al menos le mantenía entretenida de todos aquellos pensamientos, la puerta volvió a ser abierta y por ella entraba la cabellera castaña de su hermano mayor, la pelirroja al verlo corrió a sus brazos.
— Empezaba a volverme loco. —susurró, Isabelle se alejó de él y sonrió, despeino su cabello y luego pellizco su mejilla, viendo como este arrugaba el entrecejo.
— Yo también te extrañe —comentó— ¿Donde esta...?
Fue interrumpida cuando la puerta volvió a abrirse y un cuerpo se lanzó para abrazarla, la fémina sonrió cuando sintió los brazos de su hermano menor, ninguno de los hermanos Bennett admitiría esto en frente de alguien más, pero ellos estarían dispuestos a dar la vida por el otro de ser necesario, por más sorpréndete que pareciera, su actitud no daba para ser la clase de personas que harían eso, pero ellos lo harían si se trataba del otro. Una vez sus padres solían bromear con que algún día ellos mismo terminarían matándose entre sí, pero eso no era más que una máscara para ocultar la verdad. Ambos hermanos se separaron.
— No vas a llorar, ¿verdad? —preguntó juguetonamente Isabelle.
— ¿Por ti? Nunca.
— Admite que lloraste cuando supimos lo de su secuestro. —molestó Alec al menor.
— Admite que tú también lo hiciste. —fue así como una pequeña pelea empezó entre ambos hermanos por ver quien admitía más rápido que había llorado, la pelirroja desvió la mirada cuando escucho una risa conocida, sonrió al ver a Fred sentado en una de las sillas al lado de su cama, algo en ella le decía que él no se había movido de aquel lugar en todo el tiempo que estuvo inconsciente. Tiempo que tampoco tenía muy claro.
— Ambos lloraron. —fue lo que dijo Fred, haciendo soltar una sonora carcajada a la chica, ambos hermanos la miraron, pero no dijeron nada, solo se quedaron en silencio observándola hasta que dejo de reír y no porque había parado de darle gracia, si no que por la puerta entraban sus padres y Harry Potter, los tres hermanos observaron a sus padres y ambos supieron que debían salir de aquel sitio.
Isabelle caminó hacia la cama y se sentó en ella, dejando reposar su cuerpo que de apoco iba recuperándose, Malfoy había dicho que de no ser por la Señora Weasley y Fleur Delacour ella hubiese muerto en cualquier momento, el torturar con crucios era algo que no se veía desde que Voldemort ataco, sus mortífagos eran quienes hacían ese tipo de torturas, la pelirroja supo que le costaba a hablar de ello cuando se quedó en silencio abruptamente.
Los ojos de la muchacha observaron a su madre que se acercó a ella para abrazarla y posteriormente sentarse a su lado, fue ahí cuando ella supo que la charla que vendría a continuación no iba a ser nada agradable, observó a Potter y sonrió al ver en él a James, bueno, al menos un poco.
— Me alegro que estés bien Isabelle. —empezó diciendo Potter, de reojo vio a su padre rodar los ojos ante el comentario que había hecho.
— A mí también me alegra —respondió—, aquel lugar era el infierno, de no ser por F...
— ¿Por quién? —preguntó su padre— Cariño, necesitamos que nos digas lo que recuerdas de lo contrario no podremos atraparlos.
— La última vez que hable optaron por no creerme.
— Se lo que se siente el hablar y que nadie te crea o piense que estás loco. —comentó Potter y ella lo miró— Por eso vine yo en lugar de otro auror, déjame escucharte, prometo que te creeré. —ella suspiró y miro al pelirrojo como preguntándole si podía hablar, él solo se encogió de hombros y se puso detrás de ambos hombres.
— Usaron unas esposas para evitar que hiciera magia, según ellos evitarían que escapara, querían activar no sé qué parte de mi subconsciente o la parte sobrenatural de mí, mataron a muchas personas frente a mis ojos y usaron varios crucios para castigarme por no darles lo que quería.
— ¿Cómo fue que escapaste entonces? —la pelirroja se quedó callada ante la pregunta de su madre, bajó la mirada, ¿cómo iba a decir que un fantasma la salvo? si bien Potter dijo que iba a intentar creerle, estaba casi segura que la tacharía de loca al decirle que el mismísimo Fred Weasley le había ayudado a escapar, vamos que hasta ella creía que estaba empezando a volverse loca desde que comenzó el tema de las sombras, ahora resulta que un fantasma la sigue y no obstante un sequito de locos la tachan de un ancla.
Un suspiro salió de sus labios y observó una mano pálida sobre la de ella, alzo la mirada y vio al pelirrojo darle una sonrisa, como si con esa le diera la autorización de contar el secreto que habían estado guardando ambos.
— Solo escape. —respondió ignorado el reproche de Fred a su lado— Cuando me quitaron las esposas pude escapar, soy de las mejores estudiantes que pudo tener Salem en cuanto a encantamientos no verbales, una vez que salí de ahí todo fue muy confuso.
Los tres adultos se miraron entre sí, Fred rodó los ojos cuando aquella actitud salió a flote, la odiaba, pero en cambio su madre sabía que cuando hacía algo así era por que ocultaba algo, de todos modos, Adeleine le había advertido a Harry una vez más como podía llegar a ser la chica y que sería complicado intentar descubrir algo si ella no quería decirlo, de por sí ya era difícil saber cómo ella se sentía como para insistir con un tema así.
El suspiro de frustración no se hizo esperar por parte de Harry Potter, quien, esperaba recibir más información de parte de ella, miró a su lado izquierdo al padre de la chica quien solo negó con la cabeza en señal de que debía rendirse, al menos por aquel día. El azabache se despidió y se fue de aquel sitio aun con la intriga de saber que ocurría con ella.
— ¿Cuándo podre reintegrarme a clases?
— McGonagall dijo que debías tomar reposo y...
— Estoy bien, mamá. —reprochó— No va a pasar...
— Regresaras a Estado Unidos. —Isabelle se quedó callada ante las palabras de su padre, observó con atención al hombre y no vio ningún deje de broma en su rostro, la idea hace unos meses le hubiese parecido lo más racional, de hecho, aun le parecía racional, pero ahora no quería irse, al menos, no hasta saber qué era lo que pasaba con ella.
— Hace meses llevo diciendo que venir aquí es una estupidez, pero tú te negaste a escucharme y ahora quieres que regrese, no te ofendas padre, pero quizás la idea no es la estúpida.
— Cuidado con tus palabras. —la pelirroja miro a otro lado al escuchar el tono que había usado— Si quiero te enviare hasta la otra punta del mundo para mantenerte a salvo lo voy a hacer y si piensas que soy estúpido por hacer todo esto, pues lo seré, pero no es tu decisión, es la mía.
— ¿Estar a salvo? Eso debiste pensar antes de traernos hasta aquí, pero...
— ¡Te vas a ir! —gritó haciendo exaltar a ambas mujeres— Necesito mantenerte viva hasta que todo esto termine, Salem es seguro.
— Podrán ayudarte a descubrir quién eres, cariño. —habló su madre para intentar aliviar la tensión que se había formado en la habitación, la pelirroja se levantó furiosa.
— ¡Lo mismo decían de Hogwarts! —gritó— Si jamás hubiese aceptado venir esto no hubiese pasado y ahora cuando todo esto empeoró decides que Salem es seguro.
— Isabelle tu padre tiene razón —ella rodó los ojos — No pongas esa cara, debes... —Adeleine fue interrumpido cuando la puerta volvió a ser abierta de manera escandalosa, Isabelle no pudo emitir queja alguna ni mucho menos hacer algo cuando unos brazos la rodearon por completo, la pelirroja se quedó ahí quieta hasta que reconoció de quien eran los brazos y correspondió el abrazo casi sofocador.
Una vez que el abrazo terminó el azabache coloco sus manos a ambos lados de la cabeza de ella, obligándola a alzar la mirada gracias a la diferencia de altura.
— ¿Acaso me extrañaste Jimmy? —cuestionó ella con una sonrisa de burla en su rostro, él rodo los ojos y aparto sus manos.
— Yaquisieras, rojita. —ambos se miraron hasta que James rompió el contacto visualcuando volvió a abrazar a la pelirroja— No vuelvas a desaparecer de aquellamanera.