Pokémon: Sweet and Bitter Ste...

De Akistrauss

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Arco 1: El extraño caso de Hypno. Un entrenador que busca convertirse en reina regional, una chica motociclis... Mais

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 16.5
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 21
Capítulo 22
Epílogo
THE RED POINT
Alas del Amanecer Prólogo

Capítulo 20

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De Akistrauss


El hypno ahora de aspecto asqueroso deshizo su camuflaje para revelar su masivo cuerpo ahora aún más grande que antes. Emanaba un aura perversa y repulsiva, las vendas a su alrededor se caían con sudor por las grandes cantidades de químicos que lo habían hecho estar de pie otra vez.

Hilda de nueva cuenta ni siquiera tuvo que hablar para que sus aliados rugieran antes de atacar, flotando bombeando sangre a sus músculos superiores, el tipo psíquico se movía veloz por toda la habitación mientras hacía movimientos en zigzag. Los ataques elementales eran repelidos por una pared de cristal.

Ella se movía a la misma velocidad y reaccionaba de manera sobre natural.

—¡Cado, bomba de lodo! —exclamó—¡Golbat, viento cortante!

Los ataques se interceptaron por un rayo fluorescente de colores diversos, Hilda se había movido por toda el área y había identificado los puntos fuertes y débiles de la estructura de su oponente.

—¡Ataque de Ala, chorro de agua!

El murciélago atravesó la defensa y sin parar golpeaba, sus extremidades apenas y podían divisarse por el ojo normal, cada golpe era bloqueado por los brazos fornidos del pokémon descolorido que parecía haber perdido la capacidad de percibir dolor.

Los chorros de agua fueron capaces de atinar contra el rostro del mismo y sacarlo de equilibrio, la golpiza balística lo empujo contra un muro. No pasó un instante antes de que de un salto se pusiera de píe, sin dejar de mantener una postura rígida avanzó con la ayuda de psíquico.

—Tenía el presentimiento de que te volvería a ver—soltó Lerman—¡Puño Trueno!

Las chispas salieron de las garras contraídas, arremetió con tal violencia que su cuerpo estuvo a punto de caer. Los gritos de dolor de mudkip y golbat no esperaron, ambos fueron arrojados contra su entrenadora que, sin miedo, los recibió de lleno y los tres llegaron hasta el otro lado de la habitación. Hilda se encontraba sin aire, tosiendo en el suelo.

—Sigues siendo tan cabeza dura como siempre.

Un espectro rojo colisionó contra la pierna izquierda, las quemaduras marcaron de negro la zona de daño para alejar a la masa de un enemigo que solo reaccionó por el cambio en su centro de gravedad, pues solo le dedicó una mirada a su herida.

—Es impresionante lo que los caramelos raros y las vitaminas de passione pueden hacer.

—Lo envenenaste—masculló Naru que se había quedado sin ideas—¿siquiera sabes lo que le puede pasar a un pokémon si consume demasiados caramelos raros?

—A quién le importa, este fue un regalo especial del jefe—su mano se levantó para mostrar a su acompañante—un raro espécimen de las islas sete. Ahora que puedo estar consiente mientras lo controlo, puede prever todos tus movimientos.

Detrás de la nuca del chico de cabello corto estilo militar, camuflado por las ropas de la empresa contratista de cámaras y camarógrafos, se encontraba un raro dispositivo incrustado de tenue luminiscencia verdusca.

Pero no solo era a su "regalo", todos y cada uno de los pokémon psíquico de la ciudad se habían vuelto locos, atacaban y dañaban todo lo que se les pasara enfrente.

La mano deforme fue reforzada con habilidades sobrenaturales, hasta crear una figura geoide con la que de un golpe dejo parcialmente inconsciente al canino que se dolía debatiéndose entre la inconciencia y hacer un intento de frenar el avance vertiginoso de su enemigo que, de un salto, aterrizó enfrente de su entrenador.

El primer golpe atravesó el cuerpo del joven el punto exacto de la herida que le causo en su primer encuentro, sin embargo, contra toda ley física y conocimiento empírico los brazos del coordinador se fijaron a la extremidad del coloso, de sus ropas escurrían importantes cantidades de hilo debajo formando una armadura esponjosa. Compuesta por dos tipos de hilos, el resistente elástico en su mayoría y el pegajoso en puntos clave y manos.

—Te tengo—Naru arrojó algunas bolas de hilo—¡Zuko!

La espina dorsal de Hypno se dobló, haberlo enfrentado en dos ocasiones le jugaba en contra.

Esferas de contenido desconocido salieron de las ropas del joven.

>> ¿Son o no son bombas? <<pensó Lerman.

Naru aprovechó para dejar algunas de sus ropas y salir corriendo, al mismo tiempo que manera discreta deslizaba algunas esferas blancas detrás de sus enemigos, el psicópata enfermo había optado por alejarse.

Con su antebrazo golpeo a las esferas arrojándolas hacia sus víctimas detrás de él, la reacción de Naru fue de seriedad, es decir, solo una fachada.

—El mismo truco no funcionará dos veces.

Sin ningún esfuerzo el muchacho fue aprisionado de nueva cuenta, Hypno lo levantó sin esfuerzo, sus brazos estaban atrapados. Lerman se acercó al imbécil que había interrumpido en tantas ocasiones.

—Vamos a jugar un rato mientras la maquina hace lo suyo—acto seguido abofeteó a Naru en dos ocasiones—espero que disfrutes esto tanto como yo lo haré.

Naru había mantenido a su otra compañera de tipo insecto escondida, pero Lerman logró divisar la figura de metapod en el cuerpo de Naru cosa que le causo un tremendo placer.

—Me pregunto ¿quién se romperá primero?

El tipo psíquico alisto un puño trueno y lo dirigió hacia el andrógino coordinador y su pokémon, el resultado fue la ruptura de la carcasa de color verde cuyos pedazos fueron esparcidos por todo el lugar.

Las risas de villano se escuchaban como en un filme de horror, malévolo ser que gozaba de la tortura y el pecado. Naru simplemente no pudo moverse después de eso.

Hypno preparó un segundo puño trueno para acabarlo de una vez por todas, pero antes de reaccionar un ala de acero que casi sume la cabeza del tipo psíquico. Hilda estaba de pie justo detrás de ellos, su rostro y cuerpo estaban sucios el golpe había alcanzado para darle una leve descarga así que estaba entumida, de su boca exhalaba un aire caliente como el de un monstruo del mito al ver a sus alimentos humanos en su laberinto. Sus iris habían adquirido un brillo violento y frío como una tormenta en medio del mar.

Y no solo ella los pokémon que deberían estar aturdidos en el suelo estaban de pie de nueva cuenta, por los labios carnosos de Hilda pasaban unos pedazos de baya curativa muy pequeñas.

Lerman estaba pasmado al ver tan cerca a alguien que parecía poder matarlo con los ojos, sus músculos recordaron el dolor intenso durante los entrenamientos de campo. Esa chica se había destacado por sus cualidades físicas al grado de ser comparada con agentes especiales a su temprana edad, cosa que fue el centro de los elogios del jefe Giovanni.

>>Tengo que distraerla y alejarme<<planeó.

Hypno aprovechó a su rehén, lo aventó contra una de las columnas, pero de inmediato fue rescatado por golbat en pleno viaje, para desgracia del criminal Hilda se había movido antes, mudkip que estaba en los hombros de su entrenadora arremetió contra con proyectiles de fango. Lerman intentó correr, pero antes de poder dar la vuelta para lograrlo, un puño firme se hundió en su pómulo.

La herramienta descolorida trató de agredir a la chica que, con dificultad, se separó del rango de ataque y se reunió con su equipo.

—Vamos ¿Qué ocurre, Lenny? Mueve tu estúpido trasero al campo de batalla —Hilda sonrió.

—¿Eres una salvaje? —el escuálido secuestrador frotaba su herida— ¡troglodita!

—Vamos Lenny—mientras daba algunos pasos imitando a los boxeadores— enorgullece a tu papi—la chica apuntó su dedo a su pecho—que tu próximo ataque dé justo aquí.

La batalla en la sala del primer piso del gimnasio iba de mal en peor, los habitantes del lugar habían tomado una importante ventaja. Todos estaban agotados, ya nadie podía avanzar y se replegaban hacia otra habitación con los heridos.

Hoover veía como sus fuerzas eran menguadas.

—Será mejor que desocupen la entrada principal—la voz de Abigail sugirió desde las alturas.

Los dedos se movían vertiginosos y el sonido del teclado moviéndose indicaban el recién control tomado por la reportera dorada, a base de prueba y error había conseguido apoderarse de los megáfonos del lugar, sin embargo, la seguridad estaba fuera de sus capacidades.

—Cabeza de alfombra, ve a la sala principal.

Adachi que estaba pateando para que los transportadores se activaron se sintió irritado, pero el momento no era propicio para algún desplante y tragándose su orgullo obedeció a la voz que reconoció casi de inmediato.

Las luces se prendían y se apagaban, los megáfonos se activaban aleatoriamente.

—Alguien puede encender fuego...

Adachi al borde de terminar con la cara del mismo color de su cabello lo hizo.

Los sistemas antincendios se activaron a la vez que el agua cayó sobre todos los pokémon.

—Haz lo tuyo

—¡Si vuelves a llamarme como creo que lo piensas a ser—amenazó— estarás presa toda tu vida!

—Eso es censura.

El ataque de trueno del agente dejo fuera de combate a la mayoría de pokémon que seguían peleando. Las fuerzas especiales barrieron con los rezagados y Hoover pudo entablar comunicación después de que Abbie rompiera un dispositivo en la sala de comunicaciones.

Hoover mantenía una estrecha relación con Glenda la encargada de los códigos de seguridad, por ella le había dado algunos consejos para abrir la camioneta blindada.

En la espalda cansada de la chica rubia, la silueta amenazante de Lucas estiró sus manos para aprisionarla cosa que casi logró sino fuera por la intervención del roedor eléctrico y sus ataques de mordidas y rasguños.

Lucas en estado de semi inconciencia se sostenía con unas piernas que en cualquier instante sucumbirían ante su peso, su mano temblaba y en ella sostenía una esfera que de inmediato dejo salir a un ser de baja estatura de color café y marrón. Las prominentes garras que asemejaban al acero antiguo, sus ojos oscuros como la noche se fijaron en Abbie.

El pokémon de tipo tierra resultaba el peor oponente contra dedenne, pero antes de siquiera pensar en correr u otra acción motivada por el miedo y el pánico, sandslash lanzó proyectiles de color azul desde su espalda llenas de pinchos de roca. Sin embargo, adherido con firmeza el segundo ditto se revelaba con un movimiento grotesco para alimentar el poder de su huésped.

Apenas puedo esquivarlo al lanzarse y contar con la mala puntería de su enemigo, causado por daño físico que el parásito le ocasionaba al pokémon que peleaba por su entrenador sin temor o duda.

Abigail tenía sus puños apretados pues algunos misiles habían rozado su cuerpo, miedo, sensación que había decidido olvidar para llegar su objetivo. Se lanzó para tomar la perilla de la puerta de seguridad que se encontraba a escasos metros. Sandslash se envolvió del manto potenciador y se convirtió en una especie de bola pesada la cual comenzó a girar.

El cañón destrozó los televisores del cuarto, los restos de botones se esparcieron y algunos cristales se incrustaron en una pequeña mesa. Por un instante, los ojos claros y asustados se llenaron de intriga al ver que la esfera de pinchos deformes se había atascado, pero con unos giros imposibles dinamizaba su cuerpo hasta salir en dirección contraria.

Tomando a dedenne consigo, la reportera atinó a salir del lugar a como diera lugar. Sus piernas con moretones y ahora heridas por los rasguños de los cristales la sacaban de ahí, a pesar de poseer extremidades largas y de ser delgada, no tenía la condición necesaria para huir.

Cuando apenas el torrente de oro de su cabellera logró pasar por la señal de evacuación, su espíritu casi de desmoronó cuando la pared fue atravesada sin dificultad. La fusión forzada que emanaba un brillo metálico desde sus entrañas en donde, si se ponía la suficiente atención, el tipo tierra era dañado por la piel acida del invasor.

Fue entones que Abigail ejecutó una de sus más mortíferas estrategias, una que desde el inicio de la humanidad y pokémon había marcado un antes y después en la sobrevivencia. La chica sonrió confiada.

—¡Corre, dedenne!

La esfera continuó rodando por la pared hasta llegar al suelo ignorando cualquier obstáculo que se le pusiera en frente. Abbie que siempre se había destacado por su buena memoria pudo dar algunos giros por los sofocantes pasillos que cada vez parecían más estrechos, la oscuridad interminable en algunos o el ruido que como taladros se acercaban cada vez que tomaba aire.

Su vista era entorpecida por las penumbras que asemejaban ante cada avance brazos demoníacos se estiraban para arrastrarla al peor de los destinos, pero todo ello se veía ensombrecido por el hórrido bosque en donde su búsqueda había comenzado años atrás.

—Dedenne adelántate y usa cola de hierro—atenta el roedor de ojos brillantes asentía para salir disparado en la menor oportunidad.

La voraz esfera de destrucción se mantenía firme chocando contra toda pared, la fuerza que el parasito le exigía a su huésped hacía que este quedará al borde la inconsciencia y a su vez descubría partes de su cuerpo azulado.

Abigail dio una vuelta en pasillo tres de la sección B del edificio, una encomienda descomunal para su cuerpo. Intentó regresar a la salida, pero la esfera esperaba tal acción tal vez resultado de haber poseído a Lucas.

Las revoluciones solo aumentaban su rugido, los restos de los objetos destruidos por el paso de la esfera de destrucción eran lanzados por todas partes, algunos llegando a las piernas y espaldas de la reportera de oro. Su ritmo cardíaco acrecentaba cada instante y con la respiración sin regulación le dejaba avanzar milagrosamente.

Sus opciones estaban agotadas.

>> ¿Cuánto más aguantaré? <<

Con esa cadena en sus pensamientos, su garganta ardía al saber que le quedaba menos tiempo, las grandes bocanas de aire que tenía que procesar casi hacían que le doliera el pecho. Nunca anheló más volver su casa de campo y preguntarle a su padre sobre cualquier tontería.

>>Abbie, ¿sabes cuáles son los ingredientes secretos para ganar una batalla? Una idea y miedo, ese es el inicio y el final de todo y de todos<<

La extraña fusión se alejó del muro para redireccionarse. La esfera avanzó y sin prestar atención en otra cosa que no fuera el blanco.

El piso de desmoronó en su ataque rabioso, un bache causado por un ataque pokémon lo hizo volar a buena altura pasando sobre la cabellera de la reportera que apenas y pudo caer para salvarse. El impulso fue aumentado por un ataque de cola de hierro de un roedor que, astutamente, logró mejorar el plan de su entrenadora.

Ditto salió volando sin control contra una superficie distinta, la pared de metal retumbó balanceándose en uno de los elevadores de carga, rodeado de una trampa de metal conductor, el ataque eléctrico sin piedad llego en forma de una chispa de las mejillas de dedenne. La cola del pokémon estaba conectada a las luces de emergencia por lo que casi queda inconsciente al servir como un conducto para la electricidad de todo el primer piso, la poca que quedaba.

Los relámpagos corrían y se distribuían por toda masa azul que perdía su forma ante violentos espasmos. Unos tentáculos azulados que asemejaban en un principio a sus ojos se separaron y chocaban buscando sostenerse de algo que pudiera desviar el ataque. Sin embargo, sus esfuerzos fueron inútiles y, como su hermano gemelo, burbujas marcaban que su cuerpo se desvanecía.

—¡Tú puedes, dedenne!

EL pokémon se desplomó al mismo tiempo que su oponente se arrastraba para dejar un rastro descolorido y babeante.

Abigail de inmediato fue a recibir en sus brazos a su vieja amiga, desde que su padre la trajo malherida del bosque hasta el momento en que un hombre de gabardina y sombrero negro trajo consigo la noticia que cambió su vida, siempre había permanecido junto a ella.

—Bien hecho—Abbie la sostuvo en su pecho.

Abigail acariciaba la cabeza de su compinche mientras prometía una generosa cena. Por el agujero en la pared observó con terror que no había nadie en el cuarto de vigilancia. Una silueta pasó detrás de ella, un escalofrío como un disonante gritó le heló la sangre. Sus ojos, sus nervios y espíritu de negaban a voltear, pues estaba segura de que vería algo auténticamente monstruoso.

Usó cada atisbe de fuerza que le quedaba, solo para accionar su cuello y ver como una figura de color blanco se llevaba a Lucas, todo mientras atravesaban la pared sólida.

—No voltees, si es que aun aprecias tu vida—amenazó una voz varonil.

El aire, las gotas de agua y los gritos se detuvieron por una fracción de segundo. Toda la ciudad había suspirado y no podía volver a respirar. Su curiosidad se vio superada por una extraña combinación de miedo y de tristeza.

Abigail pudo voltear para encontrarse con aquella persona desapareciendo en medio de una nube de polución ácida sin olor, sus ropas pulcras de color blanco que cubrían la totalidad de su cuerpo. Pero como si se tratara de una broma en su cara, en la capa que desaparecía de su vista pudo observar aquella marca, la misma se había visto el día en que su vida cambió para siempre, el día que su padre dejó este mundo y su familia cayó en desgracia.

Sus ojos perdieron todo brillo, su alma perecía haber abandonado su carne y hecho añicos los huesos, sus puños se habían contraído al punto de lastimar severamente su piel. Salió de ese estado arrastrándose para volver al presente y no ser engullida por las mareas siniestras de un mar de media noche de dudas y terrores, pues era suficiente que habitaran en sus pesadillas.

Al volver a la sala de vigilancia notó algo raro, en los monitores funcionales vio como algunos de los conductos de aire habían sido abiertos, puertas y ventanas; un camino que se dirigía hasta el centro del edificio en ruinas por la batalla. En una de las tres cámaras de seguridad que aun funcionaban observó algo terrible.

El intercambio de golpes en la sala del líder era vertiginoso y no dejaba espacio a ninguna parte de descuidar su guardia, los ataques conjuntos de los pokémon de Hilda y Naru solo aumentaban su potencia. En un frenesí, los remolinos acrecentaban las llamas mismas que eran negadas por el poder sobrenatural del enemigo, las bombas de lodo atinaban a las articulaciones de los soportes del tremendo titan.

—¡Date por muerto! —gritó Hilda en un frenesí de sentimientos encontrados.

—¡Eres la que sigue!

Hilda tenía una importante ventaja física, pero la velocidad y agilidad del experto en infiltración del equipo rocket no tuvo problemas para eludir acrobáticamente cada golpe.

—¡Sigan atacando! —ordenó Hilda sin miramientos a su alrededor.

Sin esperar respuesta de su entrenador, growlithe continuo con ataques de fuego.

—¡Acróbata!

Los movimientos vertiginosos en conjunto con las tacleadas llameantes del cachorro formaron un baile violento, cada llamarada era recibida por un puño envuelto en protecciones psíquicas o por golpes relampagueantes.

El sonido de la trifulca hacia eco en la sala de alta tecnología del líder, los datos eran enviados por un servidor secreto a CPU especial, más allá de las limitaciones de la ciudad en una vagoneta negra cuyos tripulantes se encontraban inconscientes fuera de esta, dejando a relucir el símbolo de la alguna más grande mafia de Kanto.

El puño derecho de hypno fue retenido por las alas de acero, el otro colisionó con una rueda de fuego. El tipo agua que estaba herido de las piernas utilizo chorro de agua como un camino azul hasta la barbilla del zombi ocre.

El gigante se alejó con la ayuda de sus habilidades sobrenaturales, las cuales estaban reducidas en rango.

Los brillos de sudor recorrían la frente del pokémon y también de su dueño, Lerman se doblaba para evitar todo contacto con una Hilda enfurecida, pues en su mente solo podía ver los restos de la coraza de metapod.

>> Debo resistir, ya casi esta listo << pensó >> pronto lo volveré a ver, señor<<.

Con el fin de obtener más tiempo, planeó una forma de recuperar a su rehén que se había quedado de rodillas, murmurando a la nada.

El piso tembló cuando hypno creó una escalera invisible y aterrizó lejos de sus atacantes, y su vez encerró a su maestro en una habitación transparente. Pues ya estaba sin aliento.

El nudillo de Hilda hizo un sonido crujiente, sin embargo, no dejo de golpear. Lerman se postró burlón frente de ella.

El enemigo intentó volver a atrapar a Naru, pero su brazo izquierdo cayó solo temblando y contrayéndose por momentos aleatorios, estaba paralizado, una leve nube toxica había venido de su punto ciego, de entre las ropas que Naru había dejado al principio de la batalla. Esferas de hilo fueron lanzados a sus pies y articulaciones clave, desde las alturas Hypno fue tomado como un títere.

El psicópata nunca notó el momento en que Hilda había comenzado a correr hacia su regalo.

—¿A caso pensabas que eras el único que podía usar caramelos raros?

Las alturas fueron dominadas por un butterfree de grandes alas blancas como la nieve cuyas manchas recordaban a los antiguos arreglos florales. Desde el principio el cascaron había estado llenó de hilos sin importancia, solo tenía que reposar hasta acostumbrarse a sus nuevas habilidades.

—Lamento que haya tenido que ser así, tu momento especial—susurró Naru.

Los forcejeos se mantenían, la toxina proporcionada era débil para evitar daños a su entrenador. Hypno estalló en cólera y alistó un hiper rayo con su otro brazo, la energía fue detenida por Golbat y Growlithe que cubrieron a sus entrenadores desde la distancia.

El coordinador aprovechó para poner ceda en el brazo libre herido del coloso, mismo que fue aumentado por el tipo bicho que se había quedado en su pokéball y se reunía con su amigo humano. Pero fue insuficiente para atar el otro.

Hilda saltó sobre la espalda del pokémon aturdido y con mudkip arrojando proyectiles de barro en la espalda de hypno pudo jalar el hilo y unirlo al suelo, para que una bola pegajosa lo fijara, la chica tuvo que arrastrarse para salir del área de peligro.

—¡Aléjate más—Naru gritó a todo pulmón—¡lluvia de esporas!

La capa de venenos y paralizantes descendió sobre hypno. Pero se cubrió a su mismo con una pantalla psíquica. Desapareciendo en consecuencia la de Lerman.

—¡Golbat! —aulló Hilda.

El pokémon más cercano al humano se dirigió a atacarlo, Hilda había sido instruida se esa forma, humano o pokémon, aplastar a quien sea.

—¡Hiper rayo! —Lerman exigió a sabiendas de esa filosofía.

—¡Lanzallamas! —Naru pudo decirle a zuko.

Los dos disparos salieron a distintos tiempos, pero la distancia se encargaría de conectarlos, las luces de ambos ataques iluminaron las alas de golbat que apuntaban a una zona vital, la cara de terror deformada de Lerman que solo pudo poner sus brazos como protección, los ojos preocupados y furiosos de Naru e Hilda, respectivamente.

Los Aces de luz se conectaron produciendo una nueva explosión y por consiguiente una nube de polvo.

Los entrenadores se encontraban en una posición de triangulo en la sala, hypno sostenía con ahínco a su entrenador que lanzaba maldiciones por una muñeca herida. Por su parte Hilda y Naru estaban rodeando a su enemigo.

El pokémon sin voluntad había encerrado a su amo, pero este había sufrido una importante cantidad de daño, por primera vez en el duelo los chicos pudieron ver el cansancio marcado por sudor y, probablemente, sangre.

—¡Maldito!

—¡Hagámoslo, butterfree! —>>veamos cómo trabaja nuestra nueva estrategia<< —¡Golden Haze!

Una mezcla de esporas paralizantes y venenosas se liberó, Hilda apenas pudo escapar de explosión de humo para reunirse con su semi recuperado equipo.

Los iris de Naru explotaron al mismo tiempo que su ataque, su cuerpo estaba ligero y caliente. Sus músculos se tensaron y una fuerza desconocida lo hizo esbozar una leve sonrisa. Sonrisa que sumado a una postura dominante y aun aura que le recordaba a la de un pokémon salvaje, hicieron que Hilda desconociera a la persona frente a ella.

—¡Idiota! —Lerman se burló —¡cómo se supone que eso me afecte!

Hypno se había introducido en la caja psíquica de tres metros de cada lado, cuyas paredes en realidad eran muros reales de la sala.

—Entonces dime—Naru cambió su tono de voz por uno más profundo—¿Cómo piensas respirar?

Lerman miró a su alrededor y por fin puedo ver la situación en la que había caído.

—Metiste a Hypno, tal y como pensé que harías—Naru mostró su lado más presumido—Supongo que sabes que significa eso.

Quedarse sin oxigeno o exponerse a las esporas, en ambos casos la condena estaba puesta.

>> Funcionó << pensó Naru.

Herido y sin orgullo, Lerman ordenaba a sus tropas de fuera asistencia a la vez que sus piernas temblaban y el dolor nublaba su vista, el dispositivo en su nuca brilló con mayor intensidad.

—Ríndete.

Era cuestión de tiempo.

Sin embargo, desde los conductos de ventilación y con la breve activación de una puerta, Lucas había conseguido abrir paso en las defensas del gimnasio sitiado.

El rasgar de unas uñas deformes en el metal, acompañado de una siniestra melodía de voces sin voluntad, figuras tumbaron parte de los conductos de ventilación de donde zánganos deformados por un dispositivo demoniaco emergieron, repugnantes y heridos.

Los jades temieron la llegada de aquella armada de ojos blancos, nunca deseó tener aquel poder de nueva cuenta, y por un instante pudo oler aquel aroma amargo y toxico que envolvía su espalda.

Se quedó bloqueado su mente no podía procesar idea alguna, su estrategia dejo atado a su pokémon con mayor salud.

Los despojos heridos de gravedad se arrastraban hasta rodear a sus enemigos.

—¿Quién debería rendirse ahora?

Sintió como la ira de acumulaba en sus mejillas y no en su espalda como era común, el tipo bicho no podría seguir controlando a Golden Haze por más de veinte segundos, growlithe estaba tan dañado que la explosión lo había traído a sus brazos de los que no había sido capaz de separarse. Si intentara buscar medicinas, sería la señal de ataque de la horda.

>> Cometí otro error... maldición <<.

Un golpe lo trajo a la realidad como un baño de agua fría a un borracho.

—¿Sigues ahí? —inquirió Hilda.

—Intento pensar una manera de sacarnos nuestros traseros de aquí—respondió Naru.

—Vaya que te sabes buenas palabrotas—dijo la chica—en fin, te diré la respuesta.

—¿Tienes una estrategia?

—Abrirnos paso a golpes—contestó.

—Es un buen comienzo...

—O puedo usarte de carnada para.

—Te escucho atentamente.

Hilda se puso de espaldas del coordinador, pegándola junta a la de ella, fue entonces que Naru pudo percatarse de lo cansada que estaba por su respiración.

—No soy muy lista—mencionó casi susurrando—pero, estamos rodeados y no podemos huir. Solo queda ir hacia adelante.

Naru rio ante tan simple afirmación, tan cierta que hizo que se diera una palmada en la cabeza.

—Ha cambiado mi concepto de ti—dijo juntándose con su compañera.

—¿En serio?

—Sí, eras una loca.

—¿Y qué tal ahora?, té recuerdo que aun puedo usarte de carnada,

—Una vil completa desquiciada.

—Es más de lo que esperaba.

Hilda de estiró su puño lleno de tierra y cortes hacia su amigo. Naru sonrió, sus puños y almas de unieron en una cólera que, como una explosión, arrojó un grito unísono. La horda se abalanzó, pero fueron arrojados en medio de una lluvia de ataques sin fin.

Lerman intentaba avanzar evitando el veneno, sin embargo, cada movimiento filtraba toxina.

La forma de pelear de esos dos se desbordaba, monstruos era la palabra que pasaba por la mente del miembro del equipo rocket. Contra las paredes botaban pokémon desmayados, aunque sabían que era cuestión de tiempo.

Naru, Zuko, Butterfree; Hilda, Cado y Golbat, nadie desistía de sus posiciones.

Una bola de sombra impactó contra el tipo bicho el cual aguanto otro proyectil, antes de caer en los brazos de su compañero humano. La horda avanzaba en medio de quejidos y los chicos segados por la adrenalina no dejaban de atacar, pero a cada segundo perdían terreno.

Lerman pudo escapar y traer consigo la computadora que indicaba que los archivos habían sido descargados correctamente, la terminal en las afueras había sido rota en la batalla del primer piso por lo que la maquina interna lo transportó a otra de las salas del puzle en el edificio. En medio de risas ahogadas por la tos y pasos torpes respiró tranquilo junto a hypno.

Hilda y Naru apenas podían resistir, los movimientos de sus equipos estaban por agotarse, y en breve uno a uno caería cada ataque se trataba de una cuenta regresiva. El sudor cubría sus frentes. Cada golpe era recibido con un arremetimiento de mayor poder.

Uno de los descarnados tomó a Naru del tobillo, pero fue quemado por el último ataque de lanzallamas de Zuko, golbat se deshizo de los que habían capturado los hombros de su entrenadora terminando con sus alas de acero.

Butterfree había gastado casi todas sus esporas y su capacidad física se había visto entorpecida por la repentina evolución, el tipo agua apenas y se podía sostener de las ropas de su entrenadora. Golpes fueron esquivados por Hilda y esferas fueron eludidas por Naru.

Todo estaba por terminar, habían conseguido arrebatar de Cado del hombro de su entrenadora quien, en medio de gritos y maldiciones fue a recuperarlo aplastando rostros de la horda, Naru intentaba darle cobertura, pero los remolinos de su amiga alada eran insuficientes para todos los pokémon controlados.

Sin embargo, otra vez la puerta de acceso fue activada por la proximidad de una persona, de ella un extintor dejo salir todo su contenido segando toda la visión, pero siendo suficiente para que una chica rubia temblando de miedo pudiera gritar la ubicación de la salida con las chispas de dedenne.

—¡Rápido! —¡Puerta derecha!

Hilda tomó a su pokémon al patear la cara de un mr. Mime, tomó a su compañero y prácticamente cargo a Naru cuando lo vio, uso todas las fuerzas que le quedaban para arrojarlo a la salida o por menos a donde creía que era la salida. Se arrojó también y aunque varias garras trataron de apresarla unas manos humanas la sacaron de ahí. Su siguiente visión fue una sala similar a la anterior, a salvo, por lo menos por un segundo.

—¡Dedenne cola de hierro! —ordenó Abbie.

Impidió que el ejercito los alcanzara, el roedor se desplomó en el suelo, los aleatorios primeros auxilios de una inexperta apenas y pudieron lograr que se pusiera de pie de nuevo.

—Creo que me hice diez años más vieja—dijo Abigail exhausta.

—Gracias... —Hilda estaba un poco sorprendida.

—Gracias—complementó Naru—creí que estábamos perdidos, pero ¿cómo llegaste aquí?

—Larga historia.

Hilda estaba confundida y un poco sorprendida de que fuera el miembro perdido de la liga de la justicia su salvadora. En especial de por la manera en la que la había tratado.

>> Debo de parecer una imbécil <<.

Antes de poder pensar en algo más una mano se postró en frente de ella, Abigail no esperó a que ella pudiera hacer otra cosa, agarró su brazo y después su mano para ayudarla a levantarse.

—Ya es hora de terminar con esto—dijo la reportera.

—Tienes razón—contestó suspirando Hilda.

Naru pensó que sería mejor así, sin muchas palabras, ambos estarían perdidos sino fuera por Abbie.

Abigail no esperó más y avanzó a una de las puertas transportadoras.

—Se activó el mecanismo especial, solo hay una ruta de escape a sala por donde entramos.

—Debemos apresurarnos antes de que el la averigüe—Naru se levantó de un saltó.

—Entonces, ¿qué estamos esperando? — Hilda dijo dirigiéndose a otra puerta de acceso.

—¿Cómo sabremos en donde esta?

—Eso lo tengo cubierta, tenemos una gran ventaja—comenzó Abbie—a mí. Recuerdo la ruta.

—Increíble—Naru complemento, sintiéndose inútil.

—Bien cerebritos, es hora de detener a este maldito de una vez por todas.

Hilda se tronó los dedos, los tres corrieron a la puerta con las manos unidas para no perderse en los escenarios.

—O al menos creo recordarlo—dijo Abigail.

—¡¿Qué!? —gritaron ambos.

Lerman había estado perdido por algunos minutos en el laberinto, era muy diferente a los datos que había recolectado y no podía volver atrás para verificar la ruta con su computadora. Hypno estaba jadeando mucho y su garganta seguía dañada, pero todo estaba bien después de vagar por tanto tiempo su querido padre le había encomendado una misión que ni Hilda o algún alto cargo podría haber hecho, un trabajo perfecto. Le aplicó a su pokémon otra dotación de medicamentos ilegales, al menos para que recobrara un poco de movilidad.

Pensando en las cosas que había hecho antes de su reencuentro con la vieja mafia de Kanto hace solo algunos días.

Su ilusión fue rota por la activación de una puerta transportadora y de ella un remolino poderoso casi lo manda a volar.

Hilda y compañía llegaban de un salto al último campo de batalla.

Los ojos de los chicos se encontraron, el contraste de los chicos con el podrido ser era abismal. Hilda fue la primera en romper el silencio, golbat arremetió, pero fue detenido de golpe al mismo tiempo varios ataques de distintos tipos asistieron al tipo volador.

Los equipos tambaleantes y malheridos se mantenían férreos ante el titan, y en una carrera brutal el intercambio de ataques comenzó, Lerman tuvo que tragar su coraje y escoger su retirada por sobre su odio hacia Hilda y su traición, la imagen del jefe elogiando y tratando especialmente a esa mujer casi lo ciega otra vez, sin embargo, logró mantener su control y retirarse de la sala.

De un salto llegó a otra sala, para su horror mientras se encontraba en aire fue interceptado por ataques simultáneos, su cuerpo cayo sin piedad mismo que casi le provoca arqueadas de dolor.

—¿Cómo es que...?

Naru fue esta vez el primero en atacar, las llamas carmesíes se encendieron y el golpe brutal le quemó los bellos de los brazos y todo el collar de hypno, el tipo bicho lo golpeaba con ráfagas sin parar el lodo ensuciaba todo alrededor.

Escapó de nueva cuenta, solo para repetir el proceso. Se dio cuenta que estaba en círculos cada movimiento era previsto y golpeado. Sin neuronas trabajando, se enfureció y decidió enfrentar al equipo de investigación.

—Tercera puerta a la derecha, primera puerta a la derecha, primera puerta a la izquierda—cantaba Abigail.

Hypno no podía reaccionar a tantos ataques, sus escudos eran destruidos apenas eran creados, sus garras estaban rotas y sus pulmones casi sin aire, el miserable ser se movía más por la cantidad inhumana de drogas que tenía en su sistema.

Cada ataque significaba una cuenta regresiva, al ser tan pocos todo acabaría apenas y se terminaran estos, la batalla estaba decidida.

Butterfree se estrelló de lleno en brazo de hypno, la pirotecnia de su vieja amiga le había abierto espacio, y el acróbata de golbat pudo llevarlo al suelo. Pero la verdadera estrategia estaba en manos de Naru.

—Romeo, ¿puedo pedirte un favor? —dijo Naru a Abbie.

— ¿De qué se trata? —explico en breve—necesitaremos la ayuda de tu pokémon.

—Apenas y se puede mover.

—Tengo una idea acerca de eso—dijo Hilda quien estaba controlando la batalla.

El cuerpo de Hypno fue llevado a la otra habitación con los ataques, su cuerpo se estrelló en el piso rodando aprovecho la fuerza para levantarse y llenar sus puños con electricidad, uno fue cubierto por hilo y el otro chocó contra una bomba de lodo.

Dedenne discreta corría con todas fuerzas fuera de la vista de Lerman, que estaba fuera de sí.

Un cuarto antes de la salida, los pokémon solo tenían una sola oportunidad de realizar un último ataque.

Hypno junto sus manos para alistar un hiper rayo, los seres voladores se estrellaron contra su rostro, mudkip usó su ultimo chorro de agua para deslizarse, sin embargo, su envestida fue evitada con psíquico.

El rayo de energía salió contra los entrenadores y no contra los pokémon, Hilda pudo llevar a los otros dos al suelo, y el rayo fue tragado y llevado a la habitación anterior.

Lerman consiguió llegar primero a sala final, con una demente sonrisa se disponía a romper la puerta, pero un ratón amarillo se había prensado en sus ropas y con ataque eléctrico lo paralizó, Hypno se preparó para moler a golpes al rodeador.

Con un gritó de guerra Abbie y su equipo llegaron.

—¡Acróbata!

—¡Rueda de Fuego! —Naru lanzó su pokéball.

—¡Ahora!

Dedenne viajo hasta la nuca del chico y con su cola pudo golpear el aparato infernal en la cabeza de Lerman, quien de inmediato se arrodillo en medio de gritos de dolor. Hypno intentó salvar a su amo por conciencia propia.

—No será suficiente—dijo Hilda, y se abalanzó contra el pokémon sin separar sus manos, los tres se aferraron a las piernas de su enemigo sacándolo de equilibrio.

Butterfree uso su ráfaga antes de caer rendida, golbat de cuerpo azulado brillante por los movimientos veloces viajaba en zigzag, growlithe se incendió en llamas apenas salió de su pokéball sus ascuas lo hacían parecer un fuego artificial y, gracias a los vientos huracanados, pudieron avanzar contra Hypo dando de lleno en su estómago y rostro.

El sonido fue secó, pero en cada fracción de segundo el coloso era arrastrado mientras perdía la conciencia, y con un gritó de los humanos y sus pokémon en final fue sellado.

La fuerza fue tal que el cuerpo vencido de salió disparado hasta el otro lado de la habitación de recepción, pasando por las cabezas de Hoover, Adachi y las fuerzas especiales.

Lerman balbuceaba y maldecía la hora en que el Hilda se unió al equipo Rocket.

Como si se tratara de un pacto de invocación, Hilda estaba frente al psicópata, y con un sólido golpe brutal en el rostro lo mando al reino de los sueños, incluso lo levanto un par de centímetros.

Las puertas del gimnasio se abrieron, las protecciones fueron retiradas, la oscuridad fue reemplazada por luz lunar.

Los chicos se las arreglaron para llegar al primer piso, Hilda arrojó a Lerman en el suelo frente a Hoover y Adachi, quienes estaban en la calle ordenando que llevaran a los heridos al hospital y era informado que el caos en las calles también había cesado como por arte de magia.

Y sin más, Hilda regresó con sus compañeros humanos y pokémon, y se tiró en el suelo agrietado. Y por alguna extraña razón que ni ellos mismos comprendían, rieron, rieron a la luna que pensaron nunca volverían a ver.

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Por fin este fue el capítulo final de esta historia. A decir verdad, hubo bastantes veces en que pensé que no lo terminaría, y aunque después de 5 meses después de mi fecha planeada por fin puedo decirle adiós con muchos sentimientos encontrados a esta historia.

Las canciones que me ayudaron a escribir este capítulo fuero:

Epitaph y the court of the crimson King  ambas de King crimson, también

Purple Haze de Jimi Hendrix

Espero que me dejen de como siempre sus comentarios, críticas y opiniones. Me pregunto cuantas veces habré escrito lo mismo.

Gracias por leer.

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