Memories after all

By EmmLy_

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MAA | ❝ No subestimes las consecuencias de ser un imán de conflictos. No es que no sea divertido, pero... so... More

Para comenzar.
✢ VERSIÓN NUEVA ✢
2.|| Desde la raíz
3.|| Cierra la boca. Literalmente
4.|| Tres golpes, una pausa
5.|| ¿Traición?
6.|| Los estragos del uso de Amortentia
7:|| Palabras al aire
¡AVISO! MUY IMPORTANTE
8:|| Odio
9:|| Quidditch
Cast.
Cast.
Entrando a Hogwarts. ✔️
Mackenzie. ✔️
Mientras sentíamos calma. ✔️
Eventos incómodos. ✔
Navidad.
Problemas.
Situaciones normales.
Dime donde esta Hogwarts.
Estan malditos.
Mortífagos y celos.
No me digas que me amas...
Damasiado joven.
Yo ya lo hice.
¿Que diablos estoy haciendo?
No me olvides...
Odio.
Estaba solo.
Hablando del Señor Tenebroso...
Dormir para no pensar.
Recuerda...
Asimilar.
Nunca me alejare de ti.
Siempre estuve aqui.
Juntos.
Divas y bodas.
Huye, Potter y Maldito Fred
Conejos hormonales.
Cuestión de lealtades.
Nos necesitan.
AVISO IMPORTANTE.
Perderte.
De clavado en la friendozone.
Se desea lo que no se puede tener.
Es muy tarde.
¡Aviso!
La batalla de Hogwarts.
Memorias de guerra.
De rodillas.
Tensiones.
Lo prometido es deuda.
Sorpresas.
Galletas y no tan falsas alarmas.
Travesura Realizada.
¡Hola!
Epílogo.
Cuarta generación.
Ayúdame.
Se prendió esta mierda»» WhatsApp.
WE'RE BACK.
Requisitos y bases.
POR FAVOR REVIVAN
I M P O R T A N T E

1.|| Tenías que ser un Potter

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By EmmLy_

El horrible tumulto estaba haciendo que su cabeza diera vueltas. Lloriqueó cuando una sensación de vértigo apareció en su estómago y tuvo el impulso de gritar, pero se contuvo. Ya era todo un hombre, ¿no? Y como tal debía de hacerse responsable de sus actos, por más estúpidos que estos fueran. Además... su padre también había estado a punto de perder el tren a Hogwarts alguna ocasión, y eso le daba derecho a perderlo él también. Y que quede claro que lo decía la ley y no él.

Miró el reloj que había en una de las columnas de la estación, y no puedo evitar maldecir en voz baja. Once menos cuarto. Miró su celular, indeciso de arruinar su orgullo o no, pero realmente no tenía otra salida, pues era eso, o morir ahí mismo. Y a la mierda su idea de madurez.

Pese a lo tentadora que sonaba la idea de morir, finalmente tomó su decisión cuando vio pasar a su lado a un grupo de adolescentes quizás tres o cuatro años mayores que él, apestando a marihuana, alcohol y sabrá Merlín qué más.

El grupo -de un total de seis chicos- se le quedó viendo lascivamente, y él no pudo evitar sentirse desnudo ante esa mirada que realmente lo llenó pánico, por lo que con torpes manos tanteó los bolsillos de sus pantalones.

—Y un cuerno —murmuró, desbloqueando el móvil.

Busco el contacto y lo presionó, con las manos temblándole ligeramente cuando vio a dos de los chicos acercarse a él. Retrocedió unos pasos, mirando hacia todas partes en busca de una chimenea.

—¿Papi? —dijo cuando escuchó que contestaban. Hizo una mueca—. Me perdí en Polonia... ¡que sí, joder! Polonia está en... hace frontera con Rusia, no me jodas. ¿Nunca tomaste geografía? —escuchó al otro lado de la línea—. Sí, papá, ya sé que me dijiste que... no, no, no, no; ni se te ocurra decirle a mamá. ¡Por Merlín solo envía ayuda, agh! —la estruendosa carcajada de su padre casi lo dejó sordo segundos antes de que cortara la llamada, pero el azabache se negó a bajar el celular y siguió fingiendo que hablaba con alguien.

El grupo seguía acercándosele, así que al ver que a un par de viejitos pasar con sus valijas frente a él, se les unió como si los conociese de toda la vida, sonriéndoles como quien no quiere la cosa.

—Lindas revistas. Uno ve muchas cosas en Polonia que pensaba que sólo habría en Amsterdam. Las vitrinas son perturbadoras, ¿a que sí? —dijo nerviosamente, sin poder evitar ver con desagrado el conjunto de catálogos que el viejito llevaba en su mano.

Se estremeció.

—¡James Sirius Potter! —escuchó a sus espaldas. Él no tuvo que girar para saber que era su papá.

Inevitablemente el corrió hasta él como niño pequeño y lo abrazó.

—¡Oh, por Merlin! ¡Estoy tan feliz de verte! Jamás creí que eso pasaría... pero es que todos aquí son tan raros -fingió lloriquear. Buscó al grupo de chicos con la mirada y se relajó al ver que se alejaban de allí—. ¡Oh, deja de mirarme así! ¡Me querían violar!

—¿Quién en su sano juicio querría violarte, hijo?

—¿Quién en su sano juicio deja a su hijo ir solo a Polonia antes de la mayoría de edad? —Harry Potter soltó una carcajada.

—Yo no te dejé. No es mi culpa que tus estornudos suenen como estaciones del tren —James hizo una mueca de enfado mientras su papá seguía ahogándose de la risa.

—¡Tampoco es mi culpa que el Ministerio ya permita el tránsito por Red Flu entre todas las estaciones de tren del mundo!

Esa mañana, cuando iban a salir a King's Cross mediante polvos Flu, James estornudó antes de decir el lugar a donde debía ir, y de alguna forma y otra, este sonó idéntico a "Dworzec PKP", el cual de hecho sí resultó ser el nombre de una estación de trenes... en Polonia.

Nunca nada me sale bien.

—Papá —lo llamó, pero Harry seguía llorando de la risa—. Papá... pa... papá... Potter...¡Harry!—gritó y por fin su padre volteó a verlo—. Madre mía pero si parece que... —tomó aire y negó con la cabeza—. Voy a llegar tarde y el tren me va a dejar si no nos vamos ya. A menos que quieras que te haga segunda, robe tu auto y lo estrelle contra el sauce boxeador, tenemos que irnos ya —Harry limpió lagrimas que habían salido por la risa, y tomó a James para poder hacer una aparición en Kings Cross en el andén 9 3/4.

—¿No podrías estrellarte tú contra el sauce y dejar a mi auto en paz?

La sensación normal de vértigo apareció, indicándole a James que estaban apunto de aparecer en el andén.

Al momento en que sus pies tocaron el piso, sintió un golpe en la espalda que provocó que se fuera de cara al suelo, apenas deteniendo la caída con sus manos.

—¡Oh por Merlin! Lo siento mucho —pidió alguien a espaldas James, quien se giró y se levantó, sacudiendo el polvo sobre sus jeans—. ¿Te encuentras bie...? ¡Ah, no! ¡Olvídalo!

—¿Eh? —preguntó, desorientado.

—Tenía que ser Potter el que estuviese estorbando a mitad del andén, ¿verdad? Ni siquiera me sorprende.

James reconoció la voz y bufó por lo bajo con evidente fastidio.

—También es un placer verte de nuevo, rubia —susurró él guiñándole.

Una extraña sonrisa se dibujó en el rostro de la chica.

—Eso ya lo sé —dijo, empujando con el pie el baúl que amenazaba con deslizarse fuera de su carrito—. Pero ahora mismo, si yo fuera tú, iría a por mis cosas porque al parecer alguno de tus ingeniosos hermanos decidió botarlas por ahí, y creo que alguien quiere robarla. Ahora, fuera —James de inmediato giró la cabeza en busca de su baúl.

—Hijo de... —maldijo antes de correr hacia el punto donde ella había señalado, viendo a un chico rubio comenzar a esculcar entre las cosas—. ¡Suelta ahí, rufián!

—Wow, relájate —exclamó alzando las manos—. No te veo hace apenas dos meses y me olvidas por completo, ¿verdad? Pero uno se quiere llevar tus cosas y casualmente te acuerdas de mi existencia.

–Bájate de tu papel de novia celosa, Scamander.

—A callar, mujer.

La chica con la que James había chocado anteriormente rodó los ojos y se alejó de allí, alcanzando a su familia.

—¡Lysander! —reconoció James después de dos segundos de desconcierto. La realidad era que se encontraba exactamente igual que hacía unas semanas como para justificar que no lo hubiese reconocido.

—Vale, reconócela a ella pero no a mí —bromeó Lysander, analizando a su amigo de pies a cabeza—. ¿Qué será...? Ah, claro.

—¿Qué?

—Los anteojos.

James bufo. Buscó en las bolsas de su campera con la esperanza de que estuviesen ahí, y gracias a Merlin así era.

Se los colocó rápidamente.

—Mejor —rió Lysander.

—Malfoy me dijo que me querían robar, y bueno, actué por impulso —se justificó con algo de diversión, alborotando su cabello en un gesto, no obstante, nervioso.

—Y como es una amiga taaaan cercana le creíste. Buen trabajo, amigo —Lys le dio un par de palmadas en la espalda para después darle un golpe en la nuca.

—Shhh, a callar, hombre.

—Lysander —escuchó a su madre llamarlo—, anda a quitarte esos nargles de la cabeza, que me ponen nerviosa. Te lo he dicho esta mañana y no me has hecho caso, niño. ¡Ah! Hola, James.

—Hola, tía Luna —respondió el azabache con una sonrisa.

—El tren esta a cinco minutos de salir, así que mejor que abordes, Lys; tu hermano ya está adentro. James, tus padres te estaban buscando —él asintió y tomó su baúl.

—Ahora sí se preocupan —musitó ganándose una risa de su mejor amigo—. Nos vemos, tía Luna.

—Te veo dentro del tren —avisó él.

Por su parte, James empezó a buscar a sus padres y hermanos, estirando el cuello para ver sobre la multitud. No estaban muy lejos de él, hablando con una de las amigas de James.

—Y bien, Lily, ¿lista para arrasar con todo? —escuchó que le preguntaba a su hermana una chica de ojos verdes.

—Más que lista —aseguró la pequeña pelirroja—. Once años esperando a esto, así que he tenido suficiente tiempo para mentalizarme.

—Me alegro. Te espero en Gryffindor, ¿eh? No vayas a decepcionarme —sonrió la chica, dándole una abrazo.

—¡Mira, Mackenzie! Ahí está el idiota de mi hermano —exclamó Lily. Ella volteó y vio a James dedicándole una sonrisa—. ¿Qué tal tu viaje a Polonia, hermanito?

—Muy graciosa, Lilianne —James puso los ojos en blanco y le dio un pequeño codazo a su hermana—. ¿Quién ha sido el bocazas?

—Papá —se encogió de hombros—. ¿Quién más?. Vamos, quita esos ojos de pistola; tienes que admitir que no es muy común escuchar estornudos que suenen como estaciones de tren en Polonia.

—Estas hablando con James, Lilu. No podemos esperar mucho de él.

—Ya vete, Albus —apuró James, empujándolo lejos de ahí. Lilianne no tardó en seguirlo deprisa.

—¿Polonia? —repitió la chica Mackenzie divertida, mirando a James sin entender.

—Sí, luego te explico —le prometió—. Papá, mamá, nos vemos en vacaciones —se despidió, dándoles un abrazo a ambos.

—Por favor cuídala de los resbalosos que la quieran tocar —pidió su padre hablando de su hija menor, mirándole seriamente—. Y Mackenzie, por favor cuídalo a él de las resbalosas que lo quieran tocar.

La chica de ojos verdes soltó una carcajada.

—Yo me preocuparía más por eso que por Lily, que se sabe cuidar sola.

—Adioos —canturreó James poniendo los ojos en blanco, caminando con su amiga hacia el tren.

Ya casi todos los vagones de la locomotora escarlata estaban llenos, pero realmente ellos no tenían que preocuparse: siempre se quedaban en exactamente en el mismo lugar, y por alguna razón, nunca nadie más lo ocupaba.

Una cabeza rubia se asomó por una puerta y los saludó con una mano, haciéndoles señas para que se apresuraran.

Mackenzie Walsh sonrió y junto con James, lo alcanzó. Cerraron la puerta con un estruendoso sonido y se sentaron de una, comenzando a platicar entre ellos.

—¡Jamie se perdió el Polonia! —soltó Mackenzie, subiendo las piernas al asiento y abriendo grageas de todos los sabores, y ofreciéndole al chico rubio que tomo unas cuantas y sonrío viendo al piso al escuchar la travesía de su amigo.

—Oh, vamos. Ni siquiera sabes cómo pasó.

—No, pero apostaría a que fue una enorme estupidez, Jamie.

—Es James Potter. Por supuesto que fue una estupidez.

Los chicos voltearon a ver a la propietaria de la voz, que estaba recargada deliberadamente en la pared de la ventana, mirándoles con una expresión incrédula.

—¿Qué?

—Joder. Quién diría que tendríamos el honor de tu presencia en el mismo compartimento una vez más, huh —ella levantó una ceja, sarcástica, y todos comenzaron a reír.

La chica rápidamente los calló.

—Mis padres siguen allí afuera. ¿Podrían no ser tan obvios?

—Venga, rubia. Sería divertido que tu padre supiera que eres amiga del hijo de Luna Lovegood, de una mestiza y un Potter —bromeó James, hablando en voz más baja, todos agachándose para que no los vieran desde la estación a través de la ventana.

—Potter, ya hemos tenido esa plática. No quiero que el mundo explote, ¿vale? —sentenció—. Además, ¿por qué se supondría que tiene que saber de cada movimiento que haga? Por Merlín. Yo esforzándome por tratarte como reverenda mierda allá en el anden para mantener las apariencias con mi familia y tú tirando todo mi trabajo de un solo golpe.

—No te hagas la que le costó trabajo tratarme como reverenda mierda.

—Bueno, en realidad no. Es fácil tratarte así.

—Muy graciosa.

Mackenzie soltó una risita.

—Pues no sé los demás, pero yo estoy muy feliz de verte —y cuando el tren avanzó, ambas se envolvieron en un abrazo.

—Sí, yo también. A veces extraño sus estupideces... solo a veces.

—Madison Malfoy, tan amable como siempre —bromeó Lysander con una sonrisa—. Quién diría que finalmente cederías a nuestras insistencias.

—Ugh, ni me digas. ¿Quién en su sano juicio ruega tanto por hacerse amigo de alguien?

—Jamie pensaba que eras linda —respondió Mackenzie encogiéndose de hombros.

Madison soltó una carcajada y levantó una ceja.

—No me sorprende.

—Qué modesta —bufó James.

—A ti te gustan todas, Potter —respondió Malfoy, pasándose al asiento de enfrente para recargar su cabeza en el hombro de Lysander.

—Por Merlín, no la misma charla otra vez —rogó—. Suficiente tengo con mis hermanos echándome en cara todo y cuánto no hago.

—Te lo ganaste tú, por promiscuo.

—A ti nadie te habló, Billy —las chicas rieron ante la mención del apodo, y el mencionado bajo la cabeza rodando los ojos.

Era una amistad extraña. O al menos todo Hogwarts decía eso.

Muy típico de los Potter el tener un hijo con el cabello como el chocolate amargo, y los ojos de su madre, parecidos al caramelo; una sonrisa pícara, un par de anteojos y un afán por revolverse el cabello cuando estaba nervioso. Lysander era todo lo contrario: piel blanca, cabello rubio cenizo y ojos grisáceos.

Poco después, en primer año, gracias a que el Scamander tenía amistad con una chiquilla mestiza, bastante alejada del mundo mágico gracias a su familia, se les unió también Mackenzie Walsh. Tenía el cabello castaño, lacio y largo hasta la espalda, grandes ojos verde oscuro y siempre brillando con valentía como si hubiese nacido para la casa escarlata.

Y por último, estaba la enigmática Madison Malfoy. Con ella, la historia había sido algo más complicada, pues la chica ingresó al colegio con ideas muy herradas y arraigadas a su familia, y una actitud tan seca como un desierto. La manera en la que llegó a unirse a aquel especial grupo de amigos era una historia que les gustaba recordar.

Lysander Scamander decía que era la representación exacta de la parentela Malfoy. Cabello rubio platino apenas ondulado, bastante largo y extremadamente bien cuidado. Ojos de mercurio, actitud altiva y seria... o al menos la mayoría de tiempo.

¿Qué era lo extraño de esta amistad? Para empezar, su descarada actitud hacia cualquier autoridad, y el récord de haber provocado los más grandes dolores de cabeza a Minerva McGonagall en tan sólo tres años.

Pero volviendo al inicio, Lysander y James, al haber crecido juntos fue completamente normal volverse mejores amigos, sobre todo por sus actitudes, que se complementaba; mientras que Lysander rompía las expectativas de todos al ser demasiado callado y reservado. James era su polo opuesto, mil veces más atrevido y constantemente incitándolo hacia el relajo.

Un julio, cuando Lysander viajó con su madre y su hermano al norte de Francia, conocieron a la familia Walsh.

No fue difícil reconocer que la mujer era una maga, así como la más pequeña de sus hijas, que se lo pasaba ocultándose detrás de las piernas de su progenitora. El que supusieron padre de ambas niñas parecía haber tomado leche agria por la cara de desagrado que siempre tenía plantada, y la otra niña, la mayor, tampoco se alejaba mucho de su madre.

Y aunque Lysander no era de mucho hablar, su hermano Lorcan no se caracterizaba por ser tímido, y de un modo u otro, a lo largo de las vacaciones entablaron una amistad veraniega con la pequeña de los Walsh.

Para cuando las vacaciones terminaron, nunca supieron nada de aquella familia hasta el 1 de septiembre cuando en la estación se encontraba aquella niña sola, sin saber cómo llegar al andén 9 3/4. Fue ahí cuando James conoció a Mackenzie al ayudarle a atravesar la pared y una vez dentro que se encontraron con aquella mata de cabello castaño, Lysander no tardó en reconocerla como la amiga que había hecho en Francia, que al parecer se había mudado a Londres por el trabajo de su padre.

Pero esto no tenia nada extraño. En realidad el tema había sido con Madison Malfoy.

En un comienzo, James sólo la miraban de lejos y con ligero recelo, cosa que a Mackenzie le parecía extraño. Sobretodo cuando finalmente decidieron hablarle al grado de seguir a la chica a todos lados habidos y por haber, a pesar de siempre recibir la misma respuesta de ella: "Lárgate y déjame en paz, pequeño acosador".

Mackenzie sólo se reía cada que veía los intentos de su amigo de acercarse a Madison, y al final terminó por unirse a sus insistencias. Por tres largos años le insistieron en su amistad, sentándose con ella en la biblioteca, haciendo proyectos juntos, y siempre, invariablemente, yendo juntos en el compartimento de camino a Hogwarts o a la estación, pero solo ganaban miradas algo recelosas de la misma.

No obstante, en un pequeño momento de quiebre Madison al fin cedió, cerrando así a aquel peculiar grupo que ahora se encontraba sentado en el vagón del tren, pensando en cómo las situaciones pueden dar un giro tan repentino.

—¡Heey! —exclamó Madison—. Tierra llamando a Ander—él sacudió la cabeza aún con una sonrisa en el rostro al recordar toda la travesía que habían hecho—. Joder, tío, que de verdad te descuidamos un segundo y tu cabeza ya anda quien sabe en dónde.

—Qué va, sólo recordaba la travesía de James en Polonia.

—Primer día de clases y ya todos están contra mí —masculló James, revolviendo su cabello.

—Siempre hemos estado contra ti —Mackenzie se encogió de hombros—. Es solo qué hay días en que se hace más notorio.

—Tus palabras siempre son reconfortantes —la castaña le sonrió.

—¿Soy la única que piensa que cuando Mackenzie hace o dice algo malo... es como ver a un bebé quitarle un dulce a otro bebé? —Madison le sonrió con diversión a su amiga, la cual rodó los ojos y le sacó la lengua en un gesto infantil.

Si bien la mayor de los Malfoy se hizo del rogar por tres años, tenía que admitir que al principio no quería ser su amiga por todo lo que había escuchado respecto a esas familias y la tensa relación que tenían con la suya propia. Realmente le parecía que al acercarse a ellos le estaría fallando a los suyos, y tenía miedo de lo que sus padres pudiesen decir al respecto. Aunque al final creció y le importó un cuerno; ya había caído en aquella red y salirse de ahí no estaba en sus planes. Pero que sus papás no se enteraran jamás de su amistad. ¡Nunca, nunca, nunca!

—Bien chicos, los dejaré un rato —Mackenzie tomó su bolso y se lo colgó en el hombro.

James rodó los ojos y artículo sin emitir sonido lo mismo que dijo Mackenzie—: Iré buscar a Carson.

Carson Zabini. Llevaba de novio de Mackenzie un año y seis meses. Se habían conocido desde primer año y fue cuestión de tiempo que se hicieran novios, aunque a nadie le sorprendió. Carson había sido de las primeras amistades de Mackenzie en Hogwarts, y había quedado flechado desde que la conoció.

Y es que en el tiempo en el que ambos llevaban juntos, a Lysander jamás le había agradado. No precisamente por ser un Zabini, sino por algo en su esencia. Había algo, por muy bueno que fuese, que no le convencía. Algo le hacía sentir que Mackenzie no debería de estar con él, y pese a sus intentos por ocultarle aquel pensamiento a ella para no herirla, el resto de sus amigos conocían perfectamente bien la idea de Lysander respecto a Carson.

Sus dos amigos lo miraron expectantes a su reacción. El, sin embargo ni hizo movimiento alguno, solo los miro con el ceño fruncido.

―¿Tengo algo en la cara? —preguntó al ver que sus amigos no le quitaban la mirada de encima.

—Solo esperamos a tu reacción, grandisimo genio —respondió Maddison.

―Nada del otro mundo, Maddie —se encogió de hombros tomando las grageas que había dejado Mackenzie―. Le tengo un odio particular a las personas que se creen superiores, y que mi mejor amiga salga con alguien que puede llegar a tener esas actitudes me obliga a estar alerta —con eso dio terminado el tema, volteando la cabeza hacia la ventana.

Lysander no solía sobreexpresar su sentir y había hablado de ese tema infinidad de veces con los dos aún presentes en el compartimento. Ya estaba fastidiado.

—Además es Slytherin —bromeó James mirando de reojo a Madison.

—Sí, ya —contestó rodando los ojos—. Tu excusa para todo mal en este mundo.

Maddie puso los ojos en blanco y le lanzó un par de grageas a los dos.

Lysander arqueó una ceja y le devolvió la gragea, dando directo en su frente. Abrió la boca y dejó salir una carcajada. Segundos después, su guerra ya había empezado.

• • • • • • • • • • • •

Actualizaciones: procuraré cada quince días como mucho.

Votos y comentarios: no me obliguen a pedirlos a cambio de actualizar, por favor. Odio hacerlo pero a veces es necesario porque siento que mi trabajo no se aprecia.

Versión nueva: díganme qué tantos cambios ven hasta ahora.

¿Qué esperan?: platíquenme qué es lo que más tienen ganas de leer aquí.

Versión pasada: ¿qué es lo que amaban de la versión original?

Quiero crecer un poco más. Me siento demasiado estancada y realmente quisiera ver mi número de seguidores crecer y los comentarios en mis historias aumentar. Quiero saber que mi esfuerzo es más apreciado que antes. Necesito ver físicamente los frutos de mi trabajo. Ayúdenme con eso.

¡Los quiero!

P.D: iba a publicar esto el 31 de diciembre, pero estaba fuera de mi ciudad y no tenía señal. ¡Perdón!

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