1.|| Tenías que ser un Potter

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El horrible tumulto estaba haciendo que su cabeza diera vueltas

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El horrible tumulto estaba haciendo que su cabeza diera vueltas. Lloriqueó cuando una sensación de vértigo apareció en su estómago y tuvo el impulso de gritar, pero se contuvo. Ya era todo un hombre, ¿no? Y como tal debía de hacerse responsable de sus actos, por más estúpidos que estos fueran. Además... su padre también había estado a punto de perder el tren a Hogwarts alguna ocasión, y eso le daba derecho a perderlo él también. Y que quede claro que lo decía la ley y no él.

Miró el reloj que había en una de las columnas de la estación, y no puedo evitar maldecir en voz baja. Once menos cuarto. Miró su celular, indeciso de arruinar su orgullo o no, pero realmente no tenía otra salida, pues era eso, o morir ahí mismo. Y a la mierda su idea de madurez.

Pese a lo tentadora que sonaba la idea de morir, finalmente tomó su decisión cuando vio pasar a su lado a un grupo de adolescentes quizás tres o cuatro años mayores que él, apestando a marihuana, alcohol y sabrá Merlín qué más.

El grupo -de un total de seis chicos- se le quedó viendo lascivamente, y él no pudo evitar sentirse desnudo ante esa mirada que realmente lo llenó pánico, por lo que con torpes manos tanteó los bolsillos de sus pantalones.

—Y un cuerno —murmuró, desbloqueando el móvil.

Busco el contacto y lo presionó, con las manos temblándole ligeramente cuando vio a dos de los chicos acercarse a él. Retrocedió unos pasos, mirando hacia todas partes en busca de una chimenea.

—¿Papi? —dijo cuando escuchó que contestaban. Hizo una mueca—. Me perdí en Polonia... ¡que sí, joder! Polonia está en... hace frontera con Rusia, no me jodas. ¿Nunca tomaste geografía? —escuchó al otro lado de la línea—. Sí, papá, ya sé que me dijiste que... no, no, no, no; ni se te ocurra decirle a mamá. ¡Por Merlín solo envía ayuda, agh! —la estruendosa carcajada de su padre casi lo dejó sordo segundos antes de que cortara la llamada, pero el azabache se negó a bajar el celular y siguió fingiendo que hablaba con alguien.

El grupo seguía acercándosele, así que al ver que a un par de viejitos pasar con sus valijas frente a él, se les unió como si los conociese de toda la vida, sonriéndoles como quien no quiere la cosa.

—Lindas revistas. Uno ve muchas cosas en Polonia que pensaba que sólo habría en Amsterdam. Las vitrinas son perturbadoras, ¿a que sí? —dijo nerviosamente, sin poder evitar ver con desagrado el conjunto de catálogos que el viejito llevaba en su mano.

Se estremeció.

—¡James Sirius Potter! —escuchó a sus espaldas. Él no tuvo que girar para saber que era su papá.

Inevitablemente el corrió hasta él como niño pequeño y lo abrazó.

—¡Oh, por Merlin! ¡Estoy tan feliz de verte! Jamás creí que eso pasaría... pero es que todos aquí son tan raros -fingió lloriquear. Buscó al grupo de chicos con la mirada y se relajó al ver que se alejaban de allí—. ¡Oh, deja de mirarme así! ¡Me querían violar!

Memories after allDonde viven las historias. Descúbrelo ahora