One-Shot's (Personajes Anime...

By PRINCESAROSALINA

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Meliodas (2)

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By PRINCESAROSALINA

Título: Gata 🐱
Anime: Nanatsu no Taizai

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—Nunca he cuidado a gatos, King— Mencionó el rubio acariciando a la gatita que le había dado su amigo.

—Pero siempre me has dicho que querías un gato y esta gata es especial. ¡Feliz cumpleaños, Meliodas! El domingo me hablas para ver si quieres conservarla o mejor me la das— King se despidió de su amigo y se fue.

Meliodas siguió acariciando a su nueva mascota mientras se dirigía hasta su casa con una sonrisa de satisfacción. Una vez que llegó a esta, soltó a la felina para que comenzara a familiarizarse con su casa, todavía no sabía si quedársela o no pero aún le faltaban 5 días para el domingo así que mínimo quería que se sintiera cómoda ese tiempo.

El chico buscó y se informó sobre el cuidado de los gatos, le dio comida en un plato y agua en otro y los puso cerca de ella, la gatita por su parte se acercó, olisqueó un poco y después volvió a mirar al rubio sin comer ni beber ni un bocado.

—¿Qué? ¿No quieres comer? Vamos, come un poco— La minina seguía mirándolo— Ándaleeeee— Meliodas acarició la cabecita de su mascota temporal.

—¿Qué haces?— Preguntó una chica a su espalda.

Meliodas se giró y sonrió mientras se levantaba del suelo para ver a la recién llegada Elizabeth.

—Intento hacer que coma la gata que me regaló King— Éste fue con ella y la abrazó ya sin percatarse si la gatita estaba comiendo o no— ¿Dónde estabas? Dijimos que íbamos a ver una película y aunque llegué tarde todavía no están preparadas las cosas.

—Fui de compras porque ya no había mucha comida en tu refrigerador, te ibas a morir de hambre si no hubiera ido al mercado— Mencionó la chica entre preocupada y enojada a lo que el rubio soltó una carcajada.

—Perdón, perdón.

—Por cierto, ¿Puedo ver a la gatita?— Cambió de tema Elizabeth ya que sentía muchas ganas de ver a la minina ya que siempre le habían gustado— Y también te podría ayudar a cuidarla.

Meliodas comenzó a caminar a un lado de Elizabeth para que ella pudiera ver a su mascota temporal comiendo o mirándola sin comer pero al girarse no la vio y frunció un poco el ceño pasando la mirada por su casa.

—No planeo quedármela es sólo... No sé lo que es, King me dio hasta el domingo para decidirlo pero no considero que sea bueno cuidándola.

La albina vio que el chico estaba mirando alrededor y ella también comenzó a hacerlo para ayudarlo a encontrar lo que buscaba hasta que cayó en cuenta de lo que hacía.

—¡¿La perdiste?!— Ella comenzó a buscar a la gata con más euforia ya que le preocupaba que se hubiera escapado.

—No, bueno, tal vez— Elizabeth se giró enojada hacia Meliodas— ¡Te juro que estaba aquí viéndome!— El rubio apuntó hacia donde le había dejado la comida a la pequeña gata.

—¡Pues no está!

Un ruido generado por una de las puertas adentro de la casa los hizo callarse a ambos y mirar hacia ahí.

La puerta de la habitación de Meliodas comenzó a abrirse lentamente, el chico se apresuró a ponerse delante de la joven en caso de que fuera algún ladrón o algo por el estilo, sin embargo lo que salió de la puerta no generó más que el rostro del chico se tornara de un tono rojizo.

—Meliodas— Una voz que se podría definir como un tanto melosa pero cautivadora fue lo primero que escucharon una vez abierta la puerta.

Una joven de apariencia hermosa con pupilas felinas que sólo la hacían ver más bella fue la que abrió dicha puerta pero lo que en realidad había dejado atónitos a ambos jóvenes había sido la falta de textiles en el cuerpo de esta.

—Meliodas— Repitió ella— Vuelve a la cama.

El rubio, todavía en su trance, sólo asintió y comenzó a caminar hacia ella para hacer lo que le había pedido pero Elizabeth rápidamente volvió en sí al verlo alejarse en dirección a la desconocida.

—¡¿Pero qué haces?!— Lo tomó por los hombros y lo giró hacia ella— ¿Quién es ella?

—Yo... No lo sé— Meliodas iba a girar su cabeza para volver a apreciar la belleza de aquella desconocida que se había metido a su habitación.

—¡No la mires!— Elizabeth regresó su cabeza al poner ambas manos en las mejillas de él.

Comenzó a gritarle demasiadas cosas y el chico intentó explicarle lo que pasaba aunque le era demasiado complicado porque ni él sabía cómo se había metido a su casa.

Sin que ambos pudieran notarlo, aquella bella desconocida se acercó y rodeó con sus brazos el cuerpo del chico acercándose lo más que podía a éste. Por su parte, el joven dejó de hablar al sentirla detrás de él.

—¿Hay algún problema con que venga a la cama conmigo?— Elizabeth se sonrojó aunque no sabía si de vergüenza o de enojo— Meliodas y yo tenemos cosas importantes que hacer así que, si no hay algún problema que tenga que resolver, vete.

La forma en la que le había dicho todas esas cosas le había causado gran enojo a la albina pero aquel tono de voz no le permitió enojarse lo suficiente por lo que salió de la casa sin decir otra palabra y azotando la puerta.

—Meliodas— La desconocida se puso frente a él, miró el suelo y apretó los puños— Meliodas... ¡¿Quién era ella?!— Aquella voz cautivadora se transformó en una un tanto más aguda y chillona cuando gritó.

—¿Quién eres tú?— Preguntó él cuidadoso.

—¡¿Quién era ella?!— Volvió a preguntar pero esta vez levantó su rostro lo cual le partió el corazón al chico pues la persona que se encontraba frente a él estaba llorando.

—Ella era Elizabeth, una amiga.

—¡Júralo!

—Lo juro.

La desconocida comenzó a quitarse las lágrimas con sus brazos mientras se calmaba un poco, después abrazó a Meliodas frotándose un poco con la ropa de éste.

—Tengo frío.

—¿Quién eres?— Él tomó por los hombros a la chica y la alejó un poco de él.

—Soy tuya y tengo frío.

—¿Mía?— Ella asintió volviéndose a acercar a Meliodas para frotarse en su ropa en busca de calor— ¿Por qué? ¿Quién te lo dijo? Además no has respondido bien mi pregunta, ¿Quién eres? ¿Cómo debería de llamarte?

—Porque King me lo dijo y tengo frío, por favor.

—¿King?— La chica levantó su rostro y sacó sus orejas y cola de gato para que la pudiera reconocer con más facilidad— La gata...— Susurró.

—Tengo frío.

—¿Cómo te hiciste... Así?

—Tengo frío.

—¿Cómo haces eso?

—Tengo frío.

—¿Puedes volver a ser gatita? A ver, inténtalo.

—¡Tengo frío!— La minina fue hacia la habitación de Meliodas y él la siguió.

Cuando entró la vio hecha una bolita entre las sabanas de la cama por lo que decidió buscar ropa en su armario que pudiera prestarle.

—No sé si te vaya a quedar, pero puedes ponerte esto, mañana iremos a comprarte ropa.

—Está bien, sí me va a quedar eres chiquito después de todo— Meliodas le iba a reclamar de lo que había dicho pero en cuanto vio a la chica vestir sus prendas no pudo hacer otra cosa más que mirarla muy atentamente— ¿Cómo me veo, Meliodas?— Dijo la chica bajando sus orejas por miedo a que a su amo no le gustara.

—Te ves bien...— Susurró Meliodas.

—¿En serio?— La gatita sonrió a lo que él asintió mientras comenzaba a acercarse a ella hasta sentarse a su lado.

—¿Cómo te llamas?

—Me llamo (Tn), pero puedes cambiarme el nombre, eso fue lo que me dijo King.

(Tn) me gusta, te queda muy bien— Meliodas se acercó al rostro de la chica hasta que terminó besándola.

(Tn) abrió los ojos y puso sus manos en el pecho de él con intenciones de alejarlo, pero éste rápidamente las agarró evitando aquello.

Se alejó de ella sólo para poder mirarla a los ojos y como ella no habló fue Meliodas el que tomó la palabra.

—Ya sabes mi nombre, lo cual es muy bueno— Él, en un ágil movimiento, acostó a la gatita sobre su cama poniéndose sobre ella— Así ya sabes lo que tienes que decir cada que se me antoje esto— Comenzó a besarle el cuello y ella intentaba resistirse pero él tenía mucha fuerza.

—¡Detente!— Meliodas le hizo caso y la miró— No quiero que hagas "lo que sea que planeas hacer" conmigo— Él sonrió.

—Un acto sexual no tiene gracia si es consentido— La chica abrió sus ojos con miedo— Pero no te preocupes, haré que lo disfrutes tanto como yo.

Ambos se quedaron mirando durante unos segundos, Meliodas con su pequeña sonrisa y ella totalmente asustada.

—Ahora eres mía, tú lo dijiste.

—Pero no...— Fue interrumpida por el dedo índice que el chico colocó sobre sus labios, ella lo miró y él sólo le guiñó un ojo.

"Lo disfrutarás, lo prometo"

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