¿Y si te digo que me enamoré...

By KrystalLaChica

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Tal vez ese día no debimos habernos besado, tal vez nunca debimos de sentir esto, aunque fuese el beso más ma... More

"Prólogo"
Capítulo I
Capitulo ll
Capitulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capítulo VI
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítulo IX
Capítulo X
Capítulo XI
Capítulo XII
Capítulo XIII
Capítulo XIV
Capítulo XV
Capítulo XVI
Capítulo XVII
Capítulo XVIII
Capítulo XIX
Capítulo XX
Capítulo XXI
Capítulo XXII
Capítulo XXIII
Capítulo XXIV
Capítulo XXV
Capítulo XXVI
Capítulo XXVII
Capítulo XXVIII
Capítulo XXIX
Capítulo XXX
Capítulo XXXI
Capítulo XXXII
Capítulo XXXIII
Capítulo XXXIV
Capítulo XXXV
Capítulo XXXVI
Capítulo XXXVII
Capítulo XXXVIII
Capítulo XXXIV
Capítulo XL
Capítulo XLI
Capítulo XLII
Capítulo XLIII
Capítulo XLIV
Capítulo XLV
Capítulo XLVI
Capítulo XLVII
Capítulo XLVIII
Capítulo IL
Capítulo L
Capítulo LI
Capítulo LII
Capítulo LIII
Capítulo LIV
Capítulo LV
Capítulo LVI
Capítulo LVII
Capítulo LVIII
Capítulo LIX
Capítulo LX
Capítulo LXI
Capítulo LXII
Capítulo LXIII
Capítulo LXIV
Capítulo LXV
Capítulo LXVI
Capítulo LXVIII
Capítulo LXIX
Capítulo LXX
Capítulo LXXI
Capítulo LXXII
Capítulo LXXIII
Capítulo LXXIV
Capítulo LXXV
Epílogo.

Capítulo LXVII

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By KrystalLaChica


—¿Estas nerviosa hija?—preguntó mamá al verme dudando frente al espejo.

El día se había llegado.
Habían pasado las 3 semanas de plazo, la sala de la señora Nerron había quedado tal y como la había imaginado, le había dado forma poco a poco, día con día, con la ayuda de esas gentiles personas que se admiraban de verme trabajar como una más de ellos, tomando la brocha o moviendo muebles. Todos aseguraban que mi lugar era dando órdenes, con los zapatos bien limpios y tomando limonadas, pero yo no quería ser así, no quería ser la mandona ni la jefa, quería ser una compañera más de trabajo.

En esas semanas había aprendido que un decorador no solo hace los diseños y se encarga de que todo salga al pie de la letra, si no que también era mi responsabilidad ir por los materiales, revisar que los muebles lleguen a tiempo, inclusive, revisar que todos los cuadros y libros estén en su lugar para el día de la presentación.
Había sido maravilloso trabajar con la señora Susana, pues aunque ella no estuviera todos los días conmigo, me había ayudado incontables veces a hacer cosas que me correspondían, pero que a mí no me habían pasado por la cabeza. Me había hecho darme cuenta lo que era verdaderamente un decorador, y admito que a pesar de todo lo que conllevaba, seguía con los pies firmes sobre lo que quería ser.

Con Charly todo había ido bien, más que bien, si podría decirlo.
Las cosas habían mejorado de una manera enorme, habíamos vuelto a ser esos dos chicos que se estaban conquistando, solo que esta vez había más besos y caricias de por medio.
Siempre estábamos juntos, está vez no había distancias.
Todos los días salíamos de la escuela juntos, e íbamos directo a su casa, pues los ya tan problemáticos exámenes finales estaban a la vuelta de la esquina, así que como una partida doble, estudiábamos juntos a diario, incluso los fines de semana. Nos habíamos vuelto inseparables, y nuestra relación había crecido enormemente, aunque Charly se aferraba a la idea de que no era bueno contarme nada de lo que pasaba con su familia, sabía que tenían problemas, pero no sabía cuales, y preferiría no insistir en el tema. Al final del día si Charly no me lo quería decir yo no podía obligarlo, porque era algo en lo que no me convenía meter las manos.

Esas tres semanas habían sido muy buenas, Charly y yo estábamos más enamorados que nunca, los exámenes habían sido más fáciles de lo que me imaginaba, en la cafetería las propinas habían incrementado, mis padres seguían felices con mi relación con el chico de los ojos lindos, la señora Susana y yo nos habíamos hecho muy amigas, y para cerrar con broche de oro, hoy me estaba arreglando para ir a la fiesta de los Nerron, aquella en la que me presentaría como la encargada de la decoración de tan esplendorosa pieza, llena de colores vivos y muebles mullidos.

A todos los miembros de la familia les había encantado mi trabajo, y no decir de la señora Susana, que hasta derramó unas vistas has lágrimas al ver su sala renovada, Charly decía que su madre era muy sentimental, y yo le creía.

Mamá me había comprado un par de zapatillas de tacón negras para la ocasión, y aunque había tenido que recurrir al consejo de mi madre para saber cómo debía de ir vestida, ella eligió mi mejor ropa de todo mi clóset, dejándome con unos pantalones de mezclilla obscuros, y una blusa negra de manga tres cuartos con pequeños puntos blancos.
Fui al salón de belleza a que me hicieran las uñas, el maquillaje y el peinado. Unos rizos semi-recogidos con una media cola fueron lo que la mujer sugirió, además de un maquillaje natural, con un poco de sombras negras y tintas.

Y ahí están, la Jade que había cumplido uno de sus sueños, frente al espejo, preguntándose si era buen llevar esa ropa o ponerse un vestido que tenía en el guardarropa; aunque mamá ya había dejado claro que así me veía muy bien, perfecta para la ocasión y hermosa.

Solté el aire.
—Más que nunca Ma. Me sudan las manos.

Mamá sonrió todavía en le marco de la puerta.
—Tranquila mi muchachita bella. Todo saldrá bien, ya lo verás.
—Eso espero... ¿De verdad crees que así estoy bien? Todavía puedo ponerme el vestido--dije jalando el collar que traía puesto.
—Estas perfecta mi niña, no necesitas ningún vestido, así te ves sorprendente. Te aseguro que las personas de la fiesta te verán y dirán: "Que muchachita tan linda, le voy a dar trabajo en mi constructora".

Reí.
Mamá siempre sabía cómo hacerlo cuando más lo necesitaba.

—Gracias mamá.
—De nada mi niña... y no es por presionarte, pero creo que ya debes irte, si no se te hará tarde.

Miré el reloj que colgaba de la pared. Eran las 3:30. La fiesta empezaría a las 4 en punto, pero la señora Susana quería que llegara antes para ver que todo estuviera perfecto, además de que quería que recibiera a la gente con ella.

Los nervios me consumían.

Tomé mi bolso y me colgué en el hombro.

Fui hasta donde estaba mamá y la abracé.
—Deséame suerte Ma.
—Tú no necesitas suerte mi vida, todo saldrá bien. Pero de todos modos te deseo toda la suerte del mundo, esa nunca estorba. Verás que todo saldrá bien.
—Crucemos los dedos.

Me separé de mamá ye dirigí a las escaleras.

—Ve con Dios hija.

Fue lo último que escuché mientras cerraba la puerta, emprendiendo paso a la casa de los Nerron.

Llegué y toque el timbre todavía temerosa, no sabía si estaba preparada para esto, no me creía capaz de articular alguna cosa coherente.

Pero todo se fue a un lado cuando me encontré con ese pedazo de chico metido en ese traje negro pegado.

—-Buenas tarde señorita. ¿Podría ayudarla en algo?—Charly levantó una ceja mientras me miraba detenidamente.
—Buenas tardes, ¿Usted sabe dónde está mi novio? Es ese que siempre trae pantalones rotos. No lo veo por ninguna parte.
—Bueno, lamentablemente tengo que decirle que ese chico hoy no está, al menos no como usted lo describe, hoy solo nos acompaña señor elegante, o sea se yo—activo su sonrisa de galán.

Daban ganas de pellizcarle los cachetes cada que lo hacía.

—¡Ah!. Me tendré que conformar con eso. Ya qué.

Charly río.
Oficialmente era fan número uno de esa sonrisa.

—Ven acá muñeca, que no tendremos toda la tarde para esto—Charly me tomó de la cintura lentamente, cerro la puerta, y me besó durante unos buenos 2 minutos.

Era una suerte que había decidido ponerme labial hasta que la fiesta empezará, si no los dos terminaríamos como payasos.

Alguien se aclaró la voz a nuestras espaldas.
—Espero no interrumpir nada, pero les informo que la fiesta está por empezar.

Charly y yo nos separamos espantados, como si fuéramos unos niños pequeños y nos hubieran sorprendido haciendo una travesura.
O bueno, tal vez lo que hacíamos si era uns travesura.

—¡Ángela! Casi me da un infarto—gritó Charly al ver a su hermana plantada a unos escasos centímetros de nosotros, con su vestido rosa pastel esponjado, y el cabello perfectamente peinado, además de un maquillaje espectacular.

—Pues yo no tengo la culpa que ustedes dos, par de tortolitos, estén aquí casi comiéndose vivos. ¡Eh!—Ángela alzó demasiado las cejas. Yo me ruborice.
—No tienes derecho a decir nada, que el otro día yo te encontré allá afuera con Joel, y créeme, ustedes si que se estaban comiendo vivos, hermanita. —-Sabes, tal vez si paso eso, pero no tienes derecho a decir nada, porque yo estaba AFUERA de la casa, y no en la sala.

Charly suspiró, Ángela le había ganado .

—Touché—Ángela se cruzó de brazos. —Por cierto, hola Jade. Espero que no te sientas mal por lo que dije, es solo una broma para fastidiar al mastodonte este—ella sonrió.
—Hola Ángela, y no te preocupes, no pasa nada.
—¿Mastodonte?—dijo Charly al mismo tiempo.

—Si hermanito, mastodonte, no estás sordo—respondió Ángela dándose la vuelta en medio de una carcajada.

—¿Oíste a esa loca?—dijo Charly al ver que Ángela había entrado a la cocina.
—Te escuché mastodonte—gritó ella desde donde estaba.

Charly arrugó el entrecejo.
Yo no pude evitar soltar la risa.
Me encantaba como esos dos se peleaban.

Antes de que Charly soltara lo que quería decir por mi risa, se oyeron unos pasos desde la escalera.

—¡Jade! ¡Querida, que bueno que llegaste!—la señora Susana me abrazó, soltándome de la mano de Charly.
—Hola señora Susana.
—¿Cómo te encuentras mi cielo?—la señora Susana se aliso el vestido rojo que llevaba puesto.
—Muy nerviosa.
—¡Oh, no te preocupes por eso! Es completamente normal, pero verás que cuando llegue la gente todo estará mejor. Es solo la emoción del momento.
—Eso espero, si no puede que arruine las cosas, tengo miedo hasta caer con estos tacones.
—Ni de broma lo pienses Jade; aunque no pasará nada. Esta noche tu brillaras...—la señora Susana me miró desde la cabeza hasta los pies. Algo no le había gustado. —Aunque no creo que con esa ropa mi cielo.
—¿Perdón?—no entendía a lo que se estaba refiriendo.
—Creo que no te has vestido de acuerdo a la ocasión Jade querida—la señora Nerron negó con la cabeza mientras se llevaba el pulgar a la barbilla, viendo mis pantalones y mi blusa.
—¿Estoy mal vestida?—pregunté apenada.
—No, tienes un estilo súper original... pero para la fiesta me temo que si mi cielo. Esto es algo más formal.
—¡Oh! Entonces me iré a casa a cambiar. No tardó nada—dije sonrojada. Lo presuntía.
—¡Oh no mi cielo! Creo que ya no te da tiempo para eso. Pero tengo una mejor idea.
¡Ángela! Puedes venir un momento hija.

Ángela salió de la cocina con un vaso de agua en la mano al llamado de su madre.

—¿Qué necesitas madre?.
—Bueno, ¿Crees que puedas tener un vestido en tu clóset al estilo de Jade?. —-Umm—Ángela hizo el mismo gesto que su madre, supervisando mi vestimenta. —Claro, tengo dos posibles vestidos.
—Entonces ve con ella Jade. No queremos que la estrella de la noche no brille.

Sonreí, no entendía muchas cosas, pero di un paso al frente para seguir a Ángela hasta su habitación.

—Ven conmigo Jade, yo te ayudaré.
—Gracias—respondí insegura.

Ángela y yo subimos las escaleras, mientras que en la sala empezó a sonar el murmurar de una conversación.

Ángela abrió la puerta de su habitación y la dejo abierta para que entrará.
Cerré la puerta detrás de mí.

Ángela fue hasta su armario y empezó a buscar los dichosos vestidos.
Y después de un rato sacó dos vestidos que definitivamente no eran de Ángela, porque eran al menos 2 tallas más grandes que ella.

Ángela me dijo que escogiera el que quisiera.
Un vestido era azul cielo, seguramente debajo de la rodilla, pegado, y con una especie de falda en la cintura. No era tanto mi estilo, así que no le preste demasiada atención, más bien estaba encantada con el segundo que había sacado Ángela.
Un vestido negro, esponjado, tipo halter y con la espalda descubierta. Era hermoso.
Empecé a tocar la tela, era más suave de lo que parecía.

Ángela me dijo que me probará los dos, aunque yo tomé el negro y me metí al baño.
Si ese vestido me quedaba sería el que usaría.

Y definitivamente me quedo, a mi medida, como si hubiera sido hecho para mí. Me lo acomodé hasta que quedará perfectamente en su lugar, dándome cuenta que me llegaba a la altura de la rodilla, la altura correcta para un vestido a mi perspectiva.

Salí y Ángela se sorprendió, dijo que jamás se hubiera imaginado que el vestido se viera tan lindo en alguien de quién si era su estilo.
Ahí Ángela me dijo que una de sus tías se lo habían regalado, pero no adivinaron su talla, ya que no la veían desde que tenía 7.

Me ayudo a acomodar mi peinado, y a retocar mi maquillaje, que se había estropeado un poco al cambiarme.

Me miré en el espejo de la habitación de Ángela, y me sorprendí a mi misma.
Me veía hermosa, y no solo por el cambio de vestimenta, ni el maquillaje, si no que últimamente me apariencia física estaba cambiando para bien, ahora tenía las facciones más afiladas, además de que últimamente siempre iba con un brillo especial en los ojos que me añadía puntos extras; ese brillo que te deja ver que una persona está completamente feliz.

—¿Lista para lucirte?—preguntó Ángela saliendo del baño.
—Sí—suspiré.—-Solo pido al cielo no caerme en medio de la fiesta, o decir alguna burrada.
—Todo saldrá bien Jade, solo disfruta del momento. ¿Si?.

Asentí.
Todo estaba en mi seguridad.

—Bien, entonces bajemos, que seguramente los invitados ya están llegando.

Ángela y yo salimos de su habitación, ella trató de calmarme mostrando su esplendorosa sonrisa.

Bajamos las escaleras, Ángela iba delante de mi, pero cuando llegó al último escalón me dejó sola, pues Joel se la llevó al jardín sin darme tiempo para saludarlo.

—¡Ulala!. Pero qué belleza me he encontrado aquí—Charly salió de alguna parte, con las manos metidas en los bolsillos del pantalón. Me miraba fijamente.
—Hola de nuevo—le dediqué una sonrisa.
—Hola mi muñequita linda, perdón, mi muñequita, la más hermosa del universo.

Charly me giro, haciendo que perdiera el equilibrio por un momento a causa de los tacones. Él me tomó de la cintura para evitar que yo llegara al suelo.

—¡Cuidado!.

Volví a mi postura acomodando un mechón de cabello que se había salido de su lugar.

—¿Estás nerviosa?—se percató que tenía las palmas de las manos pegajosas.
—Mucho—fue lo único que pude decir.
—Tranquila, que todo va a salir bien mi belleza.
—Todos me dicen eso, pero no termino de convencerme, siento que todo me está saliendo tan bien que las cosas de un momento a otro van a salir mal.
—No creo que nada salga mal mi muñequita, yo creo que todo va a estar bien, todo va a salir a perfección, y al final la gente se peleará por conversar contigo y ofrecerte un trabajo.
—Ojalá que todo lo que es se cumpla mi niño lindo.
—Verás que si Jade, y si llegas a tambalearte, yo estaré ahí para sostenerte, no lo olvides—sonrío.

Él me dio un beso en la mejilla, mientras me tomaba de la mano.

—Ven, ya han llegado algunas personas. Será mejor que acompañes a mi madre, no creo que la quieras ver enojada—Charly enarcó la ceja.
—No, no quiero hacerlo.

Me deje guiar por Charly hasta el jardín, donde ya estaban presentes unas 5 parejas. La señora Susana estaba hablando con el único señor que no tenía acompañante.

Charly me llevó hasta ahí, al parecer conocía al señor.

—¡Hijo!—la señora Susana levantó los brazos al vernos aproximarnos hasta donde estaba ella y el misterioso señor.
—Madre—Charly y yo nos pusimos a la altura de la señora Susana.
—Señor Radfidiccie ¿Recuerda a mi hijo?.

El elegante señor analizó a Charly con detenimiento, seguramente pasaba de los 50, y desde lejos se llegaba a oler la colonia que traía puesta.
Era alguien importante.

—Como no recordar al más joven de los Nerron. ¡Pero muchacho, cómo has crecido!.

Charly sonrió.
—Es un gusto verlo aquí señor Radfidiccie.
—El gusto es mío muchacho. ¿Y quién es esta bella señorita que lo acompaña?.

La señora Susana paso por detrás de nosotros hasta ponerse a un lado de mi, mientras me tomaba de los hombros.

—Esta muchachita linda es la joven artista, la decoradora oficial de la familia, señor Radfidiccie. Ella es Jade Alcocer Ávalos, la novia de mi hijo.
—¡Oh vaya! Un gusto conocerla jovencita—el señor me estrechó la mano. Yo solo sonreí. —Déjeme decirle que me ha encantado su trabajo, usted es muy talentosa.
—El gusto es mío señor Rad-fidiccie—recordé su extraño apellido y trate de decirlo correctamente, y creo que lo había conseguido. —Muchas gracias por sus palabras, créame que yo solo hago lo que me gusta hacer en esta vida.
—Pues usted ama su trabajo, porque para ser tan joven, usted es una prometedora propuesta para un futuro. Tiene un tremendo talento, tan elegante y natural al mismo tiempo. Encantador.
—Pues de verdad que amo lo que hago, desde que era una niña me gustaba imaginar con mi habitación de sueño, lo dibujaba en mis cuadernos, incluso llegaba a hacer manualidades para decorar lo que podía. Yo solo hago las cosas como creo que se ven bien, y sale así. Mi firma siempre ha sido el estilo vintage—admitía que había sonado un poco enredada, pero me había dado entender; los nervios me comían viva.
—Eso es talento desde la infancia, no todos los días se encuentra algo así mi queridísima Susan—el señor Radfidiccie miró a la señora Nerron. —Tuviste mucha suerte en encontrarla.
—Oh, gracias Tom, pero prácticamente Jade llegó a mi vida por el destino. Mi hijo y ella se hicieron amigos desde el primer día que se encontraron, Charly fue el que la descubrió en realidad.
—El pequeño Charly siempre trayéndole buena suerte a su familia.
—Bueno, señor Radfidiccie, yo no tengo la culpa de ser un imán de cosas buenas—Charly dijo con tanta naturalidad que por un momento lo desconocí. Esa sonrisilla chueca le quedaba muy elegante a esos labios.

Los 4 reímos, yo en realidad sin saber mucho del tema, siguiendo las acciones de la señora Susana, o del mismo Charly.
No sabía ni como comportarme sinbee el ejemplo tan natural de los Nerron.

Y la tarde se convirtió en noche.

Cuando el reloj marcó las 8:00 de la noche, yo ya había hablado con todas las personas de la fiesta,y mi arte, como todos lo decían, había sido apreciado aún más cuando una nube gris nos obligó a entrar a la casa, aunque no llego a descargar toda su furia.

Las personas recorrían el lugar deteniéndose a contemplar los detalles que había dejado, un libro forrado con papel tapiz, (una copia de Romeo y Julieta que estaba desgastada), y uno más que decidí forrarlo con tela azul rey, el cuál tenía las hojas apunto de salirse de su lugar.
Eran increíbles todas las palabras de aliento que la gente te decía, o te elogiaban por haber hecho un trabajo tan limpio en tu primer reto, decían que no muchos tenían mi nivel, aunque yo prefiera no tomarme sus comentarios tan apecho, sabía que algunas de esas personas no pensaban con exactitud lo que decían, y solo lo pronunciaban por quedar bien con la señora Susana.

Cuando dieron las 10 en punto, ya solo quedaban pocos invitados en la casa, y mucho se estaban despidiendo. Yo daba gracias al cielo, porque estaba muy cansada, no solo por los tacones, si no porque en ningún momento me había sentado. Estaba exhausta.

—Señorita Alcocer—el señor Radfidiccie me atrapó antes de que pudiera sentarme en el sillón. —Quiero hablar con usted un momento, por favor.
—Claro que si señor Radfidiccie. Soy toda oídos—forcé una sonrisa, de verdad que deseaba sentarme.
—No le quitó mucho tiempo. Solo quería felicitarla por su trabajo, es usted muy talentosa. Y tal vez ya ha escuchado eso toda la noche, pero créame que esto que le digo es verdad. Me gustaría tenerla en contacto, y si alguna vez usted quiere trabajar en algún lugar, no dude en llamarme—el señor elegante sacó una tarjeta de su cartera, y me la entrego. —Este es el número de mi oficina, puede llamar cuando quiera. Sé que en este momento tal vez no quiera seguir trabajando, porque sé que tú sueño es ir a una de las mejores universidades del país, me lo ha dicho Susan; pero te aseguro que en mi empresa siempre tendrás las puertas abiertas muchacha, espero verte muy pronto por ahí.

Me quedé mirando la tarjeta. En mis manos tenía mi futuro asegurado, no la perdería por nada del mundo.

—Muchas gracias señor Radfidiccie, gracias por la oportunidad que me da, le aseguro que en cuanto pueda llamaré a sus oficinas, solo quiero terminar la preparatoria, o al menos avanzar un poco con el segundo año, pero le prometo que en cuanto pueda iré con usted.
—Comprendo completamente su situación, y créame que por hay problema, cuando usted se sienta decidida ahí la esperaremos con las puertas abiertas.
—Gracias, de verdad esto es un honor para mí.
—No diga esas cosas, el honor es mío, porque talentos como el suyo no se encuentran todos los días. Y... tal vez después nos pondremos en contacto, le he comentado a Susana que tengo un proyecto muy grande, y necesito de gente joven como tú, tal vez podamos hacerte una propuesta para que trabajes con nosotros. Aunque en este momento no te puedo confirmar nada, en unos días más me dan la resolución de todo.
—Pues créame que estaré encantada de trabajar para usted, y si La señora Susana y usted piensan que es una buena oportunidad para mí, lo aceptaré sin poner peros.
—Me gusta tu actitud muchacha, apoyándote en gente en la que confías pero decidida.

Solo sonreí.

Ahí fue el único momento de la noche en la que me quedé sin palabras.

Y mi salvador vestido de negro llegó.

—Espero no interrumpir nada—Charly se paró a mi lado.
—Claro que no Charly, solo estaba aquí diciéndole la señorita a Jade lo encantado que he quedado con su trabajo.
—Qué bueno que le ha gustado señor Radfidiccie, esta muchacha de aquí tiene mucho talento que merece ser exhibido.
—Coincido contigo Charly, ella merece ser descubierta por el mundo entero—el señor Radfidiccie miró su reloj. —Bueno, me temo que tengo que irme, se está haciendo tarde.

El señor Radfidiccie me estrechó la mano, despidiéndose con una gran sonrisa, después repitió lo mismo con Charly.

—Un gusto conocerla jovencita, y ya sabe, estoy a su disposición.
—Muchas gracias, créame que lo tendré mucho en cuenta. Gracias por la oportunidad.
—No agradezca jovencita, ya lo dije, es un honor para mí tener ese talento en mi empresa, créame que si—el señor Radfidiccie se dirigió a Charly esta vez. —Un gustó verte de nuevo Charly, tenía mucho tiempo sin verte.
—Lo mismo digo señor Radfidiccie, espero que siga bien.
—Gracias muchacho, con permiso, yo me retiró, buenas noches.
—Buenas noches—dijimos Charly y yo al unísono, haciendo que los dos soltamos una pequeña carcajada.

El señor Radfidiccie fue hasta donde estaba la señora Susana, ahí se despidió de ella y del señor Nerron, quién no había visto en toda la fiesta.

Después de eso, la gente se me acercaba para despedirse de mi. Repetían una y otra vez las mismas cosas, yo trataba de sonreír siempre, aunque no me costaba mucho hacerlo si tenía a Charly sosteniendo mi mano.

La casa se quedó sola, y solo los integrantes de ésta y yo quedamos en el lugar.

La señora Susana llamo a los meseros que habían estado atendiendo a la gente el la fiesta, y todos juntos nos pusimos a recoger las cosas, para dejar todo limpio.

—Bueno, creo que ya está-
—dijo la señora Susana después de que la ayudara a meter todos los vasos sucios en una caja.

Nos habíamos quedado las dos solas en la sala, los demás se habían ido a recoger todo en el jardín.

—Llevaré esto a la cocina—tomé la caja.
—Oh, no te preocupes mi cielo, Charly lo hará más tarde, tu siéntate ahora, hoy ha sido un día agotador.
—Pero puedo llevarlas y volver, no es problema para mi.
—De verdad, deja eso ahí, quiero platicar contigo un momento, antes de que vengan los demás.

Solté la caja e hice lo que la señora Susana me decía, agradecí por el descanso.

La señora Nerron se sentó a un lado de mi.

—Jade... yo quería pedirte una disculpa. Tal vez no dije las cosas correctamente cuando llegaste, no fue mi intensión hacerte sentir mal por tu vestimenta, simplemente es que hay veces no recuerdo que toda la gente piensa igual que yo.
De verdad, discúlpame. Hoy estaba muy estresada con todo lo de la fiesta, además de que el señor Nerron me había dicho que no vendría a la fiesta. No es una excusa a mi comportamiento, pero espero que me puedas comprender linda, las cosas no son tan fáciles—sus ojos me dejaban ver el inmenso cansancio y tristeza que cargaba esa mujer sonriente.
—Acepto su disculpa señora Susana, por mi no hay problema alguno. Sé que usted estaba preocupada por toda la organización para la fiesta, de verdad que la comprendo completamente, no hay de que preocuparse.
—Gracias mi cielo, prometo que para la próxima vez trataré de ser más amable contigo.

Sonreí.

Tal vez si me había hecho sentir mal, pero había olvidado todo, aunque se sentía bien la disculpa.

—Madre, quedó todo arreglado en el jardín—Charly llegó por sorpresa, sacando a la señora Nerron de su navegador por sus pensamientos.
—Perfecto hijo—la señora Susana se puso de pie, yo la imite. —Creo que ya es hora de descansar. Mucha gracias Jade, gracias por todo, de verdad.
—Yo le agradezco a usted señora Susana por la oportunidad, me ha abierto las puertas para mí futuro.
—Tú sola te las has abierto Jade, con tu increíble talento. Yo solo te he mostrado al mundo, solo eso.
—Y créame que voy a estar eternamente agradecida con usted por hacerlo. No sé cómo pagarle todo lo que ha hecho por mí.
—Con verte triunfar me basta Jade, no hay mejor pago que eso—la señora Susana me abrazó, después me soltó con una delicada sonrisa, y fue hasta donde estaba Charly, le dio un beso en la mejilla. —Buenas noches mi cielo.
—Madre, ¿No cenaremos?—preguntó Charly.

La señora Susana río por el comentario de su hijo.

—Poe mi parte, no, acabe llena de tanto que comí. Tú padre tampoco, y Ángela me ha dicho que salió a cenar con Joel hace unas horas. Si tú y Jade quieren cenar solo calienten la comida, yo estoy exhausta.
—Esta bien madre, calentare la cena.
—Si hijo, son libres, pueden hacer lo que quieran, solo no olvides llevar a Jade a su casa antes de media noche.
—Lo tengo presente madre.
—Buenas noches entonces.
—Buenas noches señora Susana, que descanse—dije en el momento en el que ella daba media vuelta.

La señora Nerron subió las escaleras, dejándonos solo a Charly y a mi.

—¿Quieres cenar mi muñequita linda?—Charly se acercó hasta a mí, y me tomó de la cintura, besándome la frente.
—La verdad es que si, me muero de hambre
—Bien, vamos a calentar la comida ¿Te parecen?.
—Si, me parece perfecto.

Me separé de Charly para ir a la cocina, pero el me volvió a atrapar de nuevo.

—Antes quiero algo de ti.

Me beso, y no solo una vez, si no muchas.
Me beso de una manera tenue, después de manera prolongada.

Estaba viviendo un puto paraíso...

Al final de todo el remolineo de emociones, juntamos nuestras frentes.

—Te quiero más que nunca mi muñequita.
—Yo te quiero muchísimo mi niño.

Le besé la frente.

Fuimos a la cocina a calentar la cena.

Y en cuestión de minutos armamos una cena en el jardín.
Charly puso un mantel en la mesa de jardín, y para mi sorpresa tuvo tiempo hasta de sacar tres velas de algún lugar y ponerlas al centro. Cuándo la comida estaba lista yo la serví en dos platos, y ahí el muchacho sacó dos copas de la vitrina, y las lleno de jugo de uva, sofisticadamente loco.

Los dos fuimos hasta el jardín, donde me sorprendió con la forma en la que había preparado todo, las velas, incluso la bocina que tocaba música clásica en una esquina.

—¿Cómo hiciste esto Charly?—dije al sentarme en la silla que el apuesto joven me había abierto para que me sentará.
-—Con mis manos... Quería aprovechar la ocasión de estar contigo a estas horas de la noche. No podía dejar pasar esta oportunidad mi muñequita hermosa—él me beso la mano, haciéndome sonrojar.

—Te quiero.
—Y créeme que estoy honrado por eso. Y creo que es mejor que comamos, si no tendremos que calentar la comida de nuevo.
—Esta bien niño, provecho.
—Provecho dulce señorita.

Los dos cenamos, en medio de risas y sorbos de jugo de uva, de caricias y sonrojos, de besos lentos.
Estar con Charly me hacía sentir en el cielo, no podía explicar la felicidad que habitaba en mi ser al tenerlo cerca.

No me podía imaginar un poco estar lejos de él, no podría hacerlo si no estaba en otra ciudad, o en otra galaxia.
Charly y yo teníamos un magnetismo de tremendo, que eres imposible no estar a su lado.

La música de repente había cambiado, por una canción con una letra hermosa.

Me di el lujo de cerra por un momento los ojos y disfrutar del escaso viento que había esa noche.

—Te ves hermosísima haciendo eso—dijo Charly.

Suspiré, y abrí los ojos, mirando a estas dos pupilas que me arrebataban el sueño por las noches.

—Es que soy tan feliz contigo... además de que no sabía que te gustaban esas canciones.
—Últimamente me gustan las canciones cursis, aunque no sé porque sea.

Reí, sabía que era una indirecta para mí.

Charly se puso de pie y recorrió su silla hasta ponerla a un lado de mi.
Él me abrazó.

—Esta ha sido una de las mejores noches de mi vida—dije ante la acción de Charly.
—Digo lo mismo. Nunca había visto tanta belleza en un elegante vestido negro, tan natural qué se puede creer que se está soñando al ver a aquella muchacha con los ojos brillantes y la piel blanca.
—Estas diciendo poesía Charly, poesía para mis odios.
—Tú eres mi poesía—me beso.

Me abrazó de nuevo, hundiendo su cara en mi cabello, susurrado a mi oído sin ser consciente.

"Eres tú... Eres tú... Sabía que no te había perdido.
Eres tú... Sabía que no te habías ido para siempre".

Me desconcerté.
Lo que Charly me decía no tenía congruencia.

—¿Qué es lo que dices Charly?.

Él se separó de mi de repente, como si lo hubieran despertado en medio de una pesadilla.

—Nada mi muñequita linda, nada... Y ahora que lo recuerdo. ¿Ya has comprado tu vestido para la graduación?.

Me quedé pasmada.

No recordaba para nada que la graduación era la próxima semana, y que aunque los exámenes habían pasado, la escuela todavía no terminaba, estábamos casi al termino.
Me había concentrado demasiado en las cosas de la decoración y los exámenes finales, que había olvidado completamente el asunto de la fiesta después de la ceremonia de fin de curso, y del comentario de Charly hace dos semanas de ir juntos.

Tenía que comprar el vestido ya.

—Había olvidado completamente ese tema Charly. Ni siquiera era consciente de las cosas, gracias por recordármelo.
—Me gusta que seas enfocada, pero no te desconectes de la realidad. Aunque sabía que se te había olvidado, así que preferí comentártelo.
—Sé que debo de mejorar en eso, lo trataré de hacer, te lo prometo.
—Es para tu bien mi muñequita linda. Y no creas que te he dicho esto solo por qué si. Lo que pasa es que ayer Ángela me arrastró a las tiendas para que la acompañara a comprar su vestido, y de paso compre mi traje.
La cosa es que ví un vestido bellísimo, era verde esmeralda, y aunque le dije a Ángela que se lo probará, ella dijo que ese no era su estilo, me dijo que ese vestido era perfecto para ti, y yo le creí.
Créeme que debes de ir a verlo, es de sueño, y para que yo diga algo así sobre la ropa de mujer está canijo. Te creías hermosa en ese vestido.
—Gracias por la recomendación Charly. Desde hace mucho me he preguntado cómo me vería en un vestido de ese color, aunque nunca me había topado con uno. Mañana le diré a mamá que me acompañe, lo iré a ver—le pellizque un cachete por agradecimiento.
—Espero que te guste, de verdad que es hermoso, te verías espectacular en el esa noche—Charly me guiño el ojo.
—Tonto—le di un golpe en le hombro, sabía que insinuaba algo.
—Yo no dije nada, tú sola hiciste especulaciones.
—Ay ajá.

Y nos echamos a reír como un par de locos, sin preocupaciones, sin problemas, como si todo a nuestro alrededor se evaporara y solo quedáramos los dos en el mundo.

Charly se paró de la silla y fue hasta la bocina, al parecer cambiaria la música, y lo hizo por algo que sonaba tan bien, que me entraban una ganas enormes de tener esas dos manos firmes en mi cintura en medio de un baile en la obscuridad de la noche de verano.

Y como si él leyera mi pensamiento, se plantó enfrente de mi, con la mano extendida, invitándome a tomar su mano.

Sonreí, sintiendo una fuerte pulsada en el pecho, y tome esa mano pálida.
Él me dio una vuelta rápida, y me tomó de la cintura, evitando que cayera al suelo, de nuevo.

Me hundí en su hombro, sin importarme que su saco se llenará de mi maquillaje, sin importarme nada, solo quería perderme un rato entre sus brazos.

Las canciones fueron pasando, llevándonos de cada vez a algo que nos envolvía en un universo diferente. Más lento, más íntimo, más disfrutable.
Nuestros pasos eran lentos, los dos teníamos los ojos cerrados. Jamás habíamos vivido algo así.

Era como estar en medio de una bomba, donde cada centímetro en el suelo que pisábamos derrochaba millones de chispas, todo estaba lleno de electricidad.

—Amo esto—dijo en medio de un suspiro.
—Amo cuando pones esa música, sabes perfectamente qué es lo adecuado para la ocasión.
—Supongo que solo pongo lo que creo que es perfecto para bailar a tu lado.
—Y aciertas perfectamente.

Hicimos una pausa, disfrutando un poco más de la melodía.

—Sabía que te gustaría Elliott Smith.
—Me encanta, aunque no sepa qué es lo que dice su letra en realidad.
—People you've been before 
that you don't want around anymore
That push and shove and won't bend to your will
I'll keep them still
Drink up, baby, look at the stars, 
I'll kiss you again—cantó la canción a la perfección.
—¿Y eso que quiere decir?.
—La gente que tú has sido antes.
Qué ya no quieres cerca nunca más.
Qué empuja y aviva y no se doblará a tu voluntad.
Todavía la recuerdo.
Bebe, nena, mira las estrellas
Te besaré otra vez—y lo hizo, me beso apasionadamente, como solo él sabía hacerlo.

Lo abrace más fuerte.

—Te quiero Charly.
—Te quiero Jade—me besó la frente.

Me sonroje, era impresionante lo que unas simples letras podían describir.

—Sabes, está canción siempre la he tenido para una ocasión especial. Siempre he dicho que solo la compartiré con una persona en mi vida, la más importante—me beso lentamente mientras sonreía. Sabía algo que quería decir.
—Entonces... ¿Esta es la primera vez que bailas la canción con alguien?.
—En mi mente yo ya la he puesto muchas veces contigo, en la realidad... Siempre es la primera vez, si estoy con una mujer como tú.

Tal vez las cosas sonaban bien, pero había algo extraño en sus palabras, algo que no me cuadraba, pero no sabía qué era.

Me quedé pensativa por un momento, él lo noto, y para sacarme de mis pensamientos me tomó de la cintura, y me levanto del suelo, dándome una vuelta, haciendo que tuviera que sujetarme de su cuello.

Los dos reímos, yo más de nerviosismo que de diversión, sentía que iba a caer, aunque los Charly jamás me dejaría hacerlo, confiaba en él.

Cuándo mis pies estuvieron en el suelo escuche una carcajada que venía de la puerta.

—¡Ajá! ¡Los atrapé tortolitos!.

Charly y yo vimos que Ángela volvía a reír como una niña pequeña.
Yo me acomode el cabello, pues me había comido varios cabellos en el movimiento.

—¡Ángela! Casi me da un infarto de nuevo. Por favor, avisa antes de llegar así—dijo Charly.
—Perdón hermanito, pero al escuchar esa musiquita no pude evitar llegar aquí para ver lo que hacían—Ángela se cruzó de brazos.
—Eres una entrometida—Charly se hizo el indignado.
—Sí, lo siento, pero así soy, no lo puedo evitar.

Aprovechando la discusión de los hermanos, decidí ir hasta la mesa, que no quedaba más que a unos centímetros de dónde estaba, y fui a ver la hora de mi teléfono.

Eran las 11:26, casi media noche, una hora razonable para ir a casa, hasta llegaba ser un poco tarde.

—Chicos, siento interrumpir, pero yo debo irme a casa, ya es hora—sonreí, los había dejado en medio de una frase.

Charly sacó su celular del bolsillo de su pantalón, y vio la hora, sorprendiéndose al igual que yo.

—¡Wow! Se me fue el tiempo volando. Te llevaré a casa Jade.
—Gracias Charly, pero me gustaría ir a cambiarme de ropa, será extraño si llego con este vestido puesto.

Sabia las cosas que dejaba pensar llegará con otra ropa a tu casa, y de verdad que yo no quería dejar a pensar nada.

—Tu ropa está en mi baño Jade, vallamos por ella—respondió Ángela.
—Gracias—dirigí la mirada a Charly. —Ahora vuelvo.
—Aquí espero—Charly sonrió.

Ángela y yo entramos a la casa, y subimos las escaleras, procurando no hacer demasiado ruido, pues era casi seguro que los señores Nerron ya estarían dormidos, y no quería despertarlos.

Ángela me dejó entrar a su habitación, y yo fui directa al baño, donde mi ropa seguía en aquella bolsa en la que la había puesto.
La saqué rápidamente y me quité el vestido, dejándolo a un lado.

Salí del baño acomodándome el cabello.

Ángela había conectado su celular al cargador.

—¿Lista?.
—Sí. Mil gracias por prestarme el vestido. Te prometo que te lo traeré lo más pronto posible, solo dame unos días para traerlo limpio. ¿Está bien?.
—No te preocupes por eso Jade, el vestido es tuyo, puedes quedártelo.
—Claro que no Ángela, el vestido es tuyo, prometo que lo traeré lo más pronto posible.
—Es de verdad Jade, ése vestido no me queda, y no creo que me quedé nunca, además de que no es mi estilo. Quédatelo, de verdad, hasta me ayudas un poco a vaciar mi clóset de cosas que no necesito. De verdad, tómalo como un regalo. ¿Sí?.
—Muchas gracias Ángela. No tengo manera de agradecerte esto.
—Sí la tienes, con que hagas feliz a mi hermano me estás pagando de la mejor manera que puede haber.
—Si Charly es él que me hace ser feliz—me sonroje.
—No solo eres tu Jade, él también es muy feliz a tu lado. Ustedes dos se quieren mucho—Ángela hizo una pausa. —Será mejor que bajemos, antes de que Charly se desespere.
—Si, además de que ya es un poco tarde.
—Vayamos entonces.

Ángela y yo bajamos a la sala, donde ya se encontraba Charly.

Los dos me acompañaron hasta mi casa, dónde me despedí de los dos con un abrazo, aunque el de Charly fue más especial y largo; me había regalado una de las mejores noches de mi vida, era lo menos que se merecía.

Al entrar a casa, solo mamá me esperaba en la sala.
Me dijo que subiera a mi habitación, y que en la mañana le platicaría todo lo que me había pasado en la fiesta, en ese momento se sentía muy cansada.

Le hice casi, y tras quitarme todo el maquillaje, los tacones, y la ropa elegante, me metí a la cama exhausta.

Había sido un día muy ajetreado, pero sin duda alguna uno de los mejores de mi vida.

Mis sueños estaban por cumplirse.

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