garden with tears

By 080495km

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Donde JeongHan ama con todas las piezas de su corazón roto a su mejor amigo, Choi SeungCheol. More

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Las rosas blancas adornan todo el jardín, ha llegado temprano porque es su deber cuidar que todo esté bien, que nada quede fuera de lugar. Con la punta de sus dedos hizo caer un pétalo que parecía no pertenecer ahí: tenía las orillas amarillentas, una hora más en el sol reluciente y la putrefacción alcanzaría su punto máximo, probablemente en la noche contagiaría a sus hermanos con su mal estado. El pétalo era una mancha para la pureza en el ramillete de flores, así que lo apartó de ahí.



"¿Debería apartarme también?"



Los meses anteriores fueron los más difíciles,  el vértigo fue una constante en su estómago que no le dejaba dormir lo suficiente, que le despertaba a horas altas de la madrugada y ni siquiera un cigarrillo (vicio casi heredado por Mingyu) era capaz de aplacar la ansiedad que lo carcomía. Los días en el calendario fueron pasando, entre preparativos y falsa alegría, sin que pudiera detenerlo, sin que pudiera cambiar su situación. El "día cero" lo pensó como una catástrofe para su corazón, lo avecinaba como el peor en su vida, pero, resultó ser todo lo contrario. Contrario a sus predicciones, no podía sentir nada, estaba tan calmado como alguien puede estarlo en una situación tan incómoda como la suya; la resignación había comenzado a asentarse en sus heridas y también, trató de convencerse,  estar ahí puede ayudarle a desechar todos los sentimientos que guardó en su interior durante tanto tiempo. 


En un golpe seco, en una última estocada, en un salto  al vacío que suponía adentrarse en un mundo donde todas sus posibilidades, siempre ínfimas, ahora serían nulas. De cualquier manera, él siempre estaba bien.


Sería feliz, si él también lo era, ¡y vaya que lo era!


- ¿Sabes que no es buena idea que el padrino huela a tabaco?


La sonrisa de JeongHan fue inmediata, reconocería esa voz entre el barullo de mil grullas. Aplastó el cigarrillo contra el mármol del balcón y solo por ese momento se permitió ser despreocupado y dejarlo ahí, si apestar a cigarro era mala idea, cargar con un filtro era una mucho peor. Quiso girarse, pero, sabía que SeungCheol se encontraba ya acortando la distancia, que era él quien estaba alcanzándole esta vez. Era, todavía, mágica la manera en la que podían entenderse sin hablar y sin verse.


- ¿Sabes que no es buena idea pasearse por el rayo del sol el día de tu boda?


Y esa mágica conexión que siempre tuvieron, o al menos que JeongHan creía tener, fue la que le advirtió que algo no estaba muy bien. Conocía a SeungCheol tanto como a si mismo, quizá un poco más, porque el menor aun se negaba reconocer partes de si mismo, partes que le avergonzaban y que nunca se decía en voz alta ni siquiera cuando más vulnerable se encontraba. Quizás, si hubiera admitido esas partes de sus persona, no se encontraría en una situación tan lastimera. Carraspeó para apartar esos pensamientos perdidos,  se giró lo suficiente para mirar a su compañero de toda la vida.


- ¿Pasa algo malo? ¡No puedes decirme que estás arrepentido! no nos darán devolución por nada.- Los labios de SeungCheol se torcieron en una sonrisa que no llegó a serlo del todo, sus ojos, esos ojos enormes y transparentes, seguían denotando pena y duda.


- ¿Cómo sé que es la indicada?


Esa pregunta le cortó la respiración a JeongHan, quien se derrumbó por dentro y quien puso todo de si para no decir las cosas egoístas que pensaba, sentimientos humanos que pasaban fugaces por su cuerpo pero que no llegaban a exteriorizarse por sus labios. No, no era la indicada para SeungCheol. Ella no le conocía desde hace doce años, ni era ella quien conoció al Choi SeungCheol que no tenía nada más que un sueño, determinación y talento; no le cobijó en los malos momentos, no le secó las lágrimas en medio de la oscuridad, ni le vio dando golpes en la pared por tanta frustración. Ella, estaba seguro, no sabía acerca de su sonrisa infantil, de lo mucho que le gustaban las cosas azules o las estrellas en su pijama. Tampoco había sido la primera en verle dormir, cuando lucía más tranquilo y como con los años dejó de hablar dormido, no tenía idea de lo atractivo que Choi era cuando estaba escribiendo una canción: como se desordenaba el cabello y zarandeaba a cualquiera que se encontrara a su lado si una parte era muy complicada de unir a otra.


Ella no había pasado la mitad de su vida amándolo secretamente, observando los pequeños defectos y virtudes, convirtiendo cada pieza en su universo entero.


- ¿Estás loco? Es la indicada, no le importa cuando le robas la mitad de su comida, o que seas un estúpido a veces.-Ante sus ojos la sonrisa de SeungCheol terminó por formarse, sus mejillas se sonrojaron un poco y sus ojos se achicaron.- Ella te hace feliz, ¿cierto?



- ¿Ni siquiera hoy puedes hacerme un cumplido?-El líder de seventeen empujó con su propio hombro el de JeongHan, en esa broma secreta que habían tenido toda la vida para molestarse.- Nunca había sido tan feliz, JeongHannie.



SeungCheol recargó su cabeza contra el hombro de su amigo, pasó uno de sus brazos para abrazarle por la espalda y JeongHan le sujetó las manos. Las mejillas del menor sangraban, lo supo por el oxido que comenzó a sentir en la boca,  fue como el veneno por fin saliendo luego de callarse durante tantos años. No podía permitirse llorar, no podía derrumbarse ahora... fueron dos minutos los que se quedaron en silencio, mientras sus cuerpos se mantenían unidos como siempre.


Dos minutos durante los cuales JeongHan repasó mentalmente todas las oportunidades que tuvo para decir sus sentimientos: cuando se quedaron solos en el estudio a las tres de la mañana, hablando de sus miedos, de sus malos momentos, donde se sostuvieron de las manos para aliviar la carga de ser unos adolescentes en un mundo falso como lo era la industria del entretenimiento. También cuando bebieron juntos y solos por primera vez, cuando estaban tan borrachos que terminaron durmiendo en la misma cama, donde SeungCheol besó su mejilla y afirmó que de ser mujer se enamoraría de alguien como "su JeongHannie". O todas esas veces en donde Cheol se ponía a investigar, a hurgar en su corazón, para saber quien era la persona que tanto tiempo tuvo enamorado a su mejor amigo.


Tuvo muchos años para decirlo, para arriesgarse a liberar sus sentimientos, pero nunca lo hizo. Y supo que todo estaba perdido cuando le habló de "ella", cuando vio la forma en la que sonreía y los presentó en aquel café de Seúl. Sí, JeongHan pudo conocer a SeungCheol durante muchos años, pudo admirar muchas facetas, pero jamás obtuvo una sonrisa nerviosa como todas aquellas que le regaló esa noche a su novia. Y entonces lo supo, SeungCheol era irremediablemente feliz con alguien más, y eso era dolorosamente bello.



- ¡SeungCheol! ¡¿Por qué estás llorando?!



- No quiero que las cosas cambien, Hannie... no quiero que dejemos de ser nosotros. Voy a extrañar esto...-JeongHan pudo reflejarse en los ojos de SeungCheol, sin saber a qué se refería exactamente o qué decir al respecto.- Estar a solas contigo, llegar a tu departamento a altas horas de las madrugas...



- Tonto, aún puedes hacerlo ¿mh? mi casa siempre será tu casa...-Así como mi corazón siempre será tuyo, quiso decir pero se lanzó esas palabras a su ya abarrotado rincón de cosas no dichas.- Nosotros seguiremos siendo nosotros, siendo los mejores amigos.



La voz del menor se volvió pastosa ante la última palabra que simbolizaba la unión que mantenían. Amigos... mejores amigos. Esa amistad era todo para JeongHan, pero, al mismo tiempo, le era insuficiente a veces, cuando SeungCheol jugueteaba a ser una pareja, cuando le sonreía de aquella forma tan especial que creía que podía volar a Marte y volver. Cuando se abrazaban tan fuerte que no cabía nada más allí, ni los miedos, ni el dolor y solo la sonrisa adversa les bastaba. 



- ¡Idiota!-SeungCheol se abrazó más a él, en uno de sus típicos arranques de cachorro tonto, y por primera vez JeongHan mostró una de sus típicas sonrisas burlonas.- No quiero que seamos de esos mejores amigos que pierden contacto, que solo se mandan tarjetas navideñas o flores cuando se mueren. ¡Debemos tener nuestra noche de chicos! ven a casa cuantas veces quieras, podemos cenar o ver alguna película.



- Cheol-ah, tu esposa te echará si hacemos eso, pero prometo que al menos una vez al mes saldremos, siempre puedes llamarme si no logras dormir, también te golpearé si dejas de responderme en kakaotalk.



- Siempre nosotros, ¿cierto?



- Siempre nosotros, el dúo explosivo-El menor alzó el meñique frente a la cara del líder, enseñando el anillo que representaba a seventeen y que aún ambos portaban todavía. SeungCheol se secó los rastros de lágrimas, alzó también sus meñiques dejando que se entrelazaran.



Luego de ello vino un abrazo, diferente a los que se daban siempre de broma: fue cálido, reconfortante, y JeongHan pudo sentir que sus piezas volvían a reacomodarse un poco. Se recargó contra uno de los hombros del mayor; por algunos segundos se olvidó de todo lo demás, de los sentimientos no dichos que nunca pudo controlar, y agradeció al destino por cruzar a alguien como Choi SeungCheol en su vida.


- ¡Aigoo! ustedes no cambian nunca, ¡Solo queda media hora, SeungCheol, debes ir ya con tus padres!



SeungKwan se llevó al líder de ese lugar, JeongHan se giró como si nunca hubiera pasado todo eso. La corta visita de su mejor amigo controló el huracán de emociones, ahora solo quedaba una llovizna entintada de nostalgia. Sintió un cuerpo más grande contra el suyo, supo quien era y deseó momentáneamente que se apartara, pero esa persona pareció calcular lo que pensaba porque le aprisionó con más fuerza.



- Déjalo ir, hyung, tienes tiempo....


- Mingyu tú.... ¿de qué hablas?


- Solo SeungCheol jamás se dio cuenta de que estabas enamorado de él, está bien si por treinta minutos estás un poco roto. Es muy valiente que lo apoyes así.



Las fuertes barreras que contenían sus emociones se desmoronaron una a una. Durante ese momento, que fue eterno, JeongHan soltó todas las lágrimas que guardó en su corazón, sin mirar atrás a quien le detenía para que no diera contra el suelo y sin mencionar ninguna otra cosa. Luego secó los finos hilos de agua de su rostro, y aunque no dijo nada, Mingyu pudo entender lo agradecido que estaba por prestarle su hombro para llorar y fue el único que entendió esa  sonrisa que mantuvo en su rostro mientras veía al amor de su vida casarse.



- Tú también tendrás tu final feliz, JeongHan hyung.



"Lo estoy teniendo", pensó mientras caminaba tras la pareja recién casada. La persona que amaba irradiaba felicidad, estaba teniendo el comienzo de su nueva historia, de una nueva vida con el amor destinado para él. La felicidad de SeungCheol, alguien que le dio tanto durante tantos años, era todo lo que podía desear por ahora.


"Siempre creído que existen muchas clases de amor en el mundo, alguna vez leí que los bonitos sentimientos, como el amor, cultivan un jardín en nuestro interior: las flores crecen desmesuradamente con el sol brillante que representa la persona amada. Hay amores injustos que terminan antes de florecer, hay amores secretos que se convierten en espinas para nuestro corazón, también hay amores que florecen tanto para luego morir paulatinamente. Pero, desde que SeungCheol me presentó a Haneul una tarde de abril, supe que ellos tenían en su corazón un jardín persistente, un amor genuino y para siempre. ¡Nunca antes vi a SeungCheol brotar margaritas por la sonrisa! (y debo acotar, como buen padrino) que Choi es la persona más tonta que cualquiera podría conocer, por eso, por hacerlo tan feliz, sé que ambos serán eternos, que son destino".


El choque de copas fue estridente, alzó la suya haciéndole un gesto a SeungCheol y dejó que la champaña burbujeara en su garganta. JeongHan debía escupir todas las flores que gritaban ese nombre inalcanzable, algún día, esos sentimientos serían un recuerdo vago de algo que no pudo ser como deseaba, pero, que adornaba el jardín de sus recuerdos.

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