camaleón ¹ • taekook

De WTFangirl

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❝ A él le llamaban "camaleón". ❞ Kim Taehyung descubrió al verdadero chico camaleón; una persona totalmente d... Mais

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" rhampholeon "
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De WTFangirl

"Verde Cian"

Pies siguiendo un camino parsimonioso y sin apuro. Calle abajo, callejón a mano derecha se repetía una y otra vez. Calle abajo, callejón a mano derecha.

En sus manos colgaba entre sus falanges una bolsa llena de croquetas de diversos sabores y gustos, pescado y algunas cajas de leche en otra.
No sabía con exactitud el paladar que no fuera el suyo, así que sólo infirió. Pues, todo aquello no era para él.

Calle abajo, callejón a mano derecha.

Había pasado la noche en casa de Taehyung, y acababa de salir de allí no hace mucho. Fue al supermercado más cercano y aprovechó las monedas que hacían llevar con él peso en sus bolsillos delanteros.
Taehyung le aconsejó aquél lugar, pero la verdad, no tenía ni la más mínima idea de lo que iba a comprar el castaño.

Jungkook solamente pensaba en la delicada noche que compartió con Kim. Éste le había contado muchas cosas. Demasiadas agregó mentalmente. Pero al saberlas finalmente, siempre que su cabeza las traía de regreso sentía dolor en su incomprendido corazón.

Taehyung había pasado por tantas cosas...

Detuvo sus pasos y giró su cabeza; había llegado. Calle abajo, callejón a mano derecha.

—Sigues aquí, eh.

Agazapado, alejó una bolsa y extendió su mano al gris felino. Éste, alegre y eufórico, irguió su larga cola meneándola de lado a lado y frotó su cabeza en la mano del castaño.

—Yo también te extrañé mucho —le miró con sus ojos llenos de un abrasador brillo.

A Jungkook le encantaban los animales; lástima que su pasado lo siguiera atormentando...

Tomó todas las bolsas en una sola mano y llevó al pequeño minino en sus brazos para llevarlo a casa. Definitivamente, a un lugar mucho mejor que un callejón frío y sin salida.

Jungkook disgustaba de las matemáticas, siempre se esforzaba de mejorar en ellas, pero verdaderamente le era imposible llevar a cabo simples propiedades. Calentaba su cabeza para subir su promedio ¿y lo que conseguía? nada muy halagador.

Él se esforzaba mucho, pero no tenía idea de lo que fallaba en él.

Frustrado masajeó sus sienes y se levantó de su silla. Dejó el escritorio y tomó asiento en el suelo de madera, cruzando sus piernas y jugando angustiado con sus pulgares.

—No puedo seguir así...

Una escurridiza lágrima recorrió su mejilla, y no la alejó. Una tras otra cruzaban por su rostro, y las dejó ser por un momento. Sentía que necesitaba desahogarse un momento a solas, al menos una vez.

Su hermano mayor no se encontraba en casa, ya era una costumbre. Sin embargo sabía al derecho y al revés los conflictos que se crearían en su casa cada vez que su hermano no se encontrara en ella. Jungkook no quería ser otra carga para su familia, ya tenían varias disputas debido a su hermano y no quería que introdujeran sus notas en sus discusiones.

Inhaló lentamente y disfrutó del momentáneo silencio de las cuatro paredes. Delineó las figuras en la madera de su pequeña y acogedora habitación con la yema de su dedo y levantó su cabeza, sólo para encontrarse con su perro, Cookie.

Éste se apoderó de su regazo e inclinado comenzó a lamer las mejillas húmedas de su dueño.

—¡Cookie...! —se quejó divertido comenzando a soltar las primeras risitas del día.

Cookie era un cachorro, con un pelaje muy peculiar. Pues, sus estrambóticos colores le hacían parecer una galleta con chispas de chocolate. Muy adorable.
Era el animal más cariñoso que Jungkook pudo conocer.

Aún recuerda su primer encuentro; era su cumpleaños. Había salido a pasear por la orilla de un gran estanque en el verde parque de su ciudad natal. Sólo había pasado un año desde que cumplió sus diez, por lo que le hacía muy feliz tenerlo junto a él en ese entonces. Volver a esos momentos le alegraban mucho traerlos de regreso a su cabeza.

Estiró sus piernas y llevó en sus brazos al risueño cachorro. Temeroso,
bajó con el pequeño can las escaleras. Uno por uno, intentaba que los escalones no crujieran bajo su toque. Sus pies descalzos temblaban con cada pisada y sus manos sostenían con firmeza a su perro. Giró la cabeza hacia atrás para cerciorarse de que sus padres no lo atraparan con las manos en la masa, y al no ver a ninguno de los dos por el segundo piso, deseó mentalmente a que ninguno de los dos estuviera abajo.
Un peligroso clavo sobresalía sobre uno de los escalones, pero Jungkook ya lo sabía. Sabía que la puerta de salida estaba cerrada, y también sabía que la llave estaba escondida bajo la alfombra de entrada, por lo que en un tronar de dedos tomó en sus manos la llave y llevó consigo sus desgastadas y descuidadas zapatillas. 

Las calles fuera de casa eran algo tan familiar para Jungkook, que no había por donde perderse. Conocía Busan como la palma de su mano. Se puso en marcha con sus zapatillas bien atadas y su perro junto a él, emprendiendo un viaje a ningún lugar. Sólo escapando de la rutina. Ese día, Jungkook no asistió a clases, había amanecido algo exhausto y su madre lo levantó de todos modos. En el camino a la escuela, se detuvo completamente al recordar que sus padres saldrían y que no habría nadie en casa.
Devolvió sus pisadas a casa, y entrando por el patio trasero con algunas dificultades, tuvo razón. No había nadie en casa.

Al recordar su decisión, la culpa le invadió mientras caminaba; recordó que ese día tenía examen.

Kookie.

Su walkie talkie resonó y lo tomó eufórico en sus manos.

—¡Hyung...! —saludó a través del aparato.

¿Estás cerca?

—Eso iba a preguntarte yo...

Una pequeña risa surgió del chico en el walkie talkie.

Hay que vernos —sugirió. — Ya que ambos hemos decidido faltar a clases...

Jungkook mordió penoso su labio inferior y asintió con la cabeza, como si el chico tras el parlante estuviera ante sus ojos.

—Está bien.

Ya sabes dónde.

Guardó en su bolsillo su walkie talkie y entre sus brazos mantuvo a su cachorro, dirigiéndose al verde parque a las costas de Busan. El sol aparentaba apagarse tristemente, pero eso no le impidió encontrarse con su mejor amigo.

Yacía en el césped con sus piernas cruzadas mientras se descubría a sí mismo angustiado viendo al sol, esperando impaciente el arrebol del atardecer. Tenía ganas de sentir la calidez que podía emanar su amigo al estar juntos los dos cada vez que se encontraban.
Lo quería a él... Tanto que parecía ser algo indescriptible. Quizá por simple hecho de cariño, o por algo tan puro como el amor. Un sentimiento tan inocente como el amor entre dos pequeñas personas en un mundo tan vasto.

Mientras esperaba y esperaba a que algo más tiempo transcurriera, meloso se concentraba en algún alegre aria, oscilando su cuerpo de lado a lado sintiendo la mirada dubitativa de su cachorro.

Un atisbo de presencia le hizo girar su cabeza, hallando a aquel rubio; arrodillado, con su mano posada en el hombro del castaño, observando el paisaje en el que distrajo mientras tarareaba el aria que había recitado por sus labios, siguiéndole el juego.

El menor carcajeó, convirtiendo la melodía que desprendía de los labios del rubio en una dulce sonrisa.

Se admiraron suavemente.

—Yoongi-hyung.

—Jungkook.

Animado, la cola del cachorro se meneó exaltada, emprendiendo una corrida de "corre y pilla" con los pequeños dueños del parque bajo la mirada del arrebol lleno de colores anaranjados y auroras. Plenos brazos extendidos como aviones, dispuestos a desaparecer del planeta tierra y tórtolas escapando de los invencibles. Risitas melifluas de Jungkook hacían la corrida más amena y entretenida, hasta así desvanecerse en el césped una y otra vez.

Manejaron su respiración errática y jadearon, terminando en risas.

El rubio chico volteó a él y percibió su almibarada mirada.

—Me gusta tu voz.

Jungkook parpadeó.

—¿Solamente eso?

—Sí —rió. —Es realmente dulce.

No resistió mostrar una sonrisa ante el cumplido.

—Gracias, hyung.

Un retoño de mariposas nació en el estómago del pequeño castaño, y mordiendo su labio miró al chico de mirada absorta en la suya, separó sus labios articulando inesperadas muletillas.

—¿Jungkook?

—A mi... —replicó quitando los ojos del césped, alzándolos al mayor esta vez. —A mi me gusta...

A mi me gustas tú es lo que quiso decir, con todas sus inocentes emociones a flor de piel. Pero fue diferente, un desorden de hechos. Ya que sus oídos percibieron las pisadas del cachorro lejos de ellos. ¿A dónde iba?

Un alboroto de sonidos automovilísticos y descontroladas voces atacaron sus oídos, y preocupados se atrevieron a dirigirse a la calle, siendo testigos del mayor trauma del pequeño Jeon Jungkook.

—Co-Cookie...

El rubio, consciente de lo ocurrido abrazó la espalda de su mejor amigo, con una fuerza tan vigorosa como las lágrimas que caían en el dorso de sus manos, sosteniendo a Jungkook de la inseguridad en sus rodillas.
Hasta que éstas sucumbieron.

—Cookie... Cookie...

—No llores, Jungkook —rogó con su rostro escondido en su espalda. —P-Por favor —suplicó conteniendo su propia pena.

—No... No... —repetía lamentable sin parar— No, no, ¡no...!

La vida en ese entonces para Jungkook no era un juego de niños. Desde ese día, las lágrimas que derramó le fueron suficientes para comprender lo que significa un alma, y de lo melancólica que llega a ser su ida para alguien.

Cookie murió horas después de su arrollamiento.

—Sí que tenías hambre... —comentó con asombro al ver al minino devorar la comida traída por él— Bueno, era algo obvio el que tuvieras hambre —el gato movió simpático su cola. —Yo también pasé por ese tipo de cosas, y que alguien te de una mano... es de verdad un milagro; yo soy tu milagro, gato —habló siendo la única risa en la silenciosa habitación. Suspiró. —Me agradecerás algún día.

Rascando sus peludas orejas, se alejó del gato y vio la hora en su celular. Eran las siete y media. Sin embargo, se dio cuenta de el día en el que estaban aconteciendo sus hechos y quiso lanzarse por la ventana en desesperación.

Cayó rendido en las sábanas de su cama y tomó una desición. Inseguro e inconforme con ello, marcó uno de los números en los que tenía memoria.

—¿Hola...? —aclaró angustiado su garganta. —¿Taehyung?

Sus pies se movieron rápidos por los pasillos del edificio, vistiendo exageradamente abrigado, trayendo consigo al minino dentro de su gran sobretodo, abrasando al animal en su calor. Y al llegar finalmente a la puerta de Kim Taehyung, éste ya se encontraba esperando por él en el umbral.

—Entra ya.

Sin dudas, el castaño introdujo su presencia en la casa del amable Kim y  tras él sintió el golpe que dio la puerta al cerrarse.

—Gracias por tu ayuda, hyung.

—No hay de qué —le sonrió destellante. —Pero... ¿en qué te ayudo?

Jungkook dejó al felino en el suelo, como también las bolsas de supermercado llenas de comida.

—Mi hermana llega hoy del trabajo, y no quiero crearle problemas; es alérgica a los gatos.

El semblante del mayor entristeció y acercó sus ruedas al lugar de Jeon.

—Entonces... ¿Quieres que me haga cargo de él hasta que tu hermana vuelva a irse?

Jungkook miró suplicante.

—Por favor...

El brillo en los ojos del castaño le impedían negarse a lo que fuese, y aceptó finalmente sin mayores discusiones.

Alegre, Jungkook tomó las manos de Taehyung entre las suyas.

—¡Muchas gracias, hyung!

—¿Qué hay del gato? ¿Es tuyo? —preguntó intensamente intrigado.

—Te lo contaré todo en cuanto regrese —dijo abriendo la puerta de entrada y recibiendo una mirada tristona de parte de su amigo—, te lo prometo —agregó con una sonrisita, desapareciendo tras la puerta de madera agitando sus manos envueltas en unos abrigados guantes en ademán de despedida.

El mayor dio un suspiro y le regaló una mirada al minino.

—Ahora somos tú y yo, amigo.

Taehyung pensó, que si pudiera describir ese momento con un color, sería un alucinante Verde Cian. Imposible de quitarle la mirada por más que lo evites. Eso era Jeon Jungkook hace unos minutos, asombrosamente misterioso y atractivo. Podías verle de cualquier modo, pero Taehyung lo veía de aquella y miles de maneras más.

Taehyung terminó repleto de dudas esa noche, pero no fueron del nada molestas si se trataban de él.

Echó una suave carcajada al aire y acarició el suave y plácido pelaje del gato, volviendo a suspirar. Mirando la puerta cerrada por una última vez.

Jungkook era Verde Cian.

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