Pasión Italiana (Ya en Físico)

Bởi danielacgalvis

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Bruno Lombardi. Frío,calculador y el hombre más poderoso de la mafia italiana, su mundo gira en reglas que na... Xem Thêm

《Sinopsis 》
-Personajes-
《Booktrailer》
CAPITULO 1
CAPITULO 2
CAPITULO 3
CAPITULO 4
CAPITULO 5
CAPITULO 6
CAPITULO 7
CAPITULO 8
CAPITULO 9
CAPITULO 11
CAPITULO 12
CAPITULO 13
CAPITULO 14
CAPITULO 15
CAPITULO 16
CAPITULO 17
CAPITULO 18
CAPITULO 19
CAPITULO 20
CAPITULO 21
CAPITULO 22
CAPITULO 23
CAPITULO 24
CAPITULO 25
CAPITULO 26
CAPITULO 27
CAPITULO 28
CAPITULO 29
CAPITULO 30
CAPITULO 31
CAPITULO 32
CAPITULO 33
CAPITULO 34
CAPITULO 35
CAPITULO 36
CAPITULO 37
CAPITULO 38
CAPITULO 39
CAPITULO 40
CAPITULO 41
CAPITULO 42
CAPITULO 43
CAPITULO 44
CAPITULO 45
CAPITULO 46
CAPITULO 47
CAPITULO 48
CAPITULO 49
CAPITULO 50
CAPITULO 51
Epilogo
Capítulo Extra
Próximamente en físico
Información sobre la venta del libro

CAPITULO 10

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Bởi danielacgalvis

Canción: California Dreamin - Sia

Aquella mañana baje las escaleras de la mansión, la primera imagen que me encontré fue la de Bruno junto a Elisabetta desayunando en la mesa del comedor.

- Buenos días dea – articula mientras da un sorbo a su café.

- Buenos días linda - Elisabetta se sienta a un lado de él y me sonríe.

- Buenos días - respondo mientras aún sigo de pie a un costado de las escaleras.

- Por favor siéntate y desayuna con nosotros Camila - menciona Bruno. Para mí aquella escena era difícil, noche anterior habían sucedido muchas cosas y no podía fingir que las todo estaba bien porque no lo era así.

Me siento a un costado tomando entre mis manos el plato de cereal, Bruno charla con su madre de anécdotas del pasado, ríe a carcajadas y después me regala una ligera vista. Oculto mi rostro de él simulando que no lo he visto observándome con total detalle.

La duda asalta mi cabeza en ese instante ¿Cómo es que un hombre como él, termino metido en ese mundo? ¿Que lo empujo a ser lo que es? ¿Habrá tenido elección...

Son muchas preguntas y ninguna parece tener una respuesta.

Lo miro detalladamente a esas dos gemas azules profundos que adornan su rostro, no es el hombre que se va por las noches a resolver asuntos de la mafia. Definitivamente no lo es... Cualquier persona nunca pensaría que en un importante mafioso, pensaría que es sólo un hombre elegante, alguien que con bastante dinero, pero nunca que se dedica al mundo oscuro que maneja.

Terminamos de desayunar y me levanto de la mesa junto a ellos, Bruno se levanta de su asiento, se acerca hasta donde me encuentro y me toma de la muñeca.

- ¿Te han gustado las flores? - pregunta y mira de reojo a su madre que se ha alejado con rumbo a la cocina-. Lamento si te sientes incómoda.

- Gracias, nunca nadie había tenido ese detalle conmigo. De hecho es la primera y única vez en la que alguien me regala flores.

- Siempre hay una primera vez, te debo un paseo por Sicilia, tengo un yate privado, iremos en el a recorrer el mar junto a mi madre. Claro si no te molesta.

- ¡Ya estoy lista Bruno! – grita Elisabetta desde la cocina-. ¿Debería llevar mi sombrero con pluma violeta o quizás el verde menta?

- Cualquiera estara bien madre - responde él mientras se rasca la nuca.

- Te pedí una sugerencia, ¿Hija tu cual crees que me va mejor? - muestra ambos mientras los sostiene en las manos.

- Quizás el morado resalte más su color de cabello señora Lombardi - le dedico una sonrisa.

- El morado será entonces - chilla de alegría.

- andiamo ambas – atraviesa la puerta mientras toma en las manos las llaves de su auto.

Los guardias de seguridad me miran de arriba hacia abajo.

- Jefe ¿la señorita ira con nosotros? – pregunta uno de sus hombres.

- ¿Acaso tengo que pedirte permiso para hacer las cosas? Quítate y nos estorbes

- Por supuesto que no jefe- su voz disimula el enfado por el llamado de atención-. Es por aquí - señala el camino hasta donde se encuentra estacionado el auto.

- Creo que a tus hombres no les agrada que este a tu lado - le susurro.

- ¿Y quién mierdas se creen ellos para decirme que hacer o no? Yo decido a quien traer a mi vida y a quien no. No necesito que aprueben lo que hago.

- Me miran como si fuera tu perdición.

- Camila tú no eres la perdición de nadie - toma mi rostro en sus manos y me da una sonrisa-. Deja de ser tan dura contigo misma, deja de crear tantas cosas en esa cabecita que tienes.

El claxon del auto nos hace separar. El chofer de Bruno abre la puerta para que tanto como él como Elisabetta y yo subamos. Cerca de cinco minutos de trayecto estaciona en un muelle, un hermoso yate blanco con letras doradas está a un lado. Elisabetta es la primera en subir a este, mientras que yo me quedo estática en la arena.

- ¿Qué sucede dea?

- Yo...., nunca he subido a una cosa de esas – mantengo fija mi vista en la arena tan clara como el mismo mar que tenemos enfrente.

- ¿Te mareas? Puedo quedarme contigo si quieres.

- Bruno, me hago más vieja andiamo – grita Elisabetta meintras sostiene su sombrero que amenaza con salir volando

- Bueno, has dicho que existe una primera vez para todo. Así que subiré.

Él me devuelve una enorme sonrisa, me ofrece una de sus manos para subir al yate. Me siento al lado de su madre mientras él se dirige a donde está el hombre que tiene el timón.

- A veces me pregunto ¿qué tanto esconde en su corazón mi hijo? – Elisabetta lo mira mientras él se apoya en la borda.

Yo también me hago esa pregunta.

- Creo que cosas buenas – me encojo de hombros con simpleza y peino un cabello que ha salido de su lugar.

- Es un buen hombre.

- Señora Elisabetta disculpe mi pregunta ¿Cuántos años tiene Bruno? Es solo que nunca menciona su edad.

- Veintiocho. Es muy maduro para su edad ¿no crees?

- Así es.

- Eres una buena mujer ¿Porque no le dices tus sentimientos? Sé que cualquier mujer pondría sus ojos en él, pero él no en cualquiera. Lo repite todo el tiempo... - rueda los ojos.

Y precisamente eso es lo que sucede, no soy cualquier mujer, no soy de la que él se enamoraría. Ha mencionado que no mantendrá a nadie a su lado y creo que es lo mejor.

- ¿Te he contado la historia de su padre?

- No – rio al saber que la volverá a contar.

- Bueno te la diré...

- Mamma ¿quieres algo? – Bruno aparece de nuevo en mi campo de visión.

- Estoy bien, pero este viaje estaría mejor para una "pareja – nos dirige una mirada a ambos..

- Mamma se ha dónde quieres llegar con el tema, no quiero repetirlo – la toma de sus hombros y la menea.

- Déjame, tu madre quiere nietos y no tienes a nadie. ¿Acaso pretendes acabar con los genes Lombardi? Busca una buena mujer para que sea la madre de tus bebés, te sorprenderá a donde te lleva el destino...

- Ya te dije....,haces muchas preguntas.

Me levanto de allí dejándolos solos conversando, me detengo en una esquina del yate a observar el paisaje y algunas gaviotas que revoletean sobre nosotros.

- ¿Estas enojada? – pregunta mientras lo veo hacerse a un lado mío.

- Claro que no

- Camila, debía ser honesto contigo ¿Porque hombre me tomarías si te tuviera a mi lado con la mierda de mundo en la que me muevo?

- Por uno que no esconde oscuridad como crees, sé que no conozco el mundo en que te mueves, pero tú eres una persona diferente o eso es lo que he visto en el tiempo en que he estado junto a ti.

- Nunca arriesgaría a nadie, menos a una chica como tú. No lo mereces.

- Bruno, yo solo.... – debería tocar de nuevo el tema de que me mudare, no quiero que una vez lleguemos a Seattle las cosas sigan igual porque no serán así.

- Sólo te pido eso, tu mundo y el mío son totalmente diferentes.

Él tiene razón, en su mundo sólo hay oscuridad, sólo hay perdición, aún así no me importa si me veo involucrada, sólo quiero estar cerca de él y odio esa maldita sensación de no poder irme sin que me duela.

Elisabetta aparece de nuevo en medio de los dos creo que ha notado algo de la conversación que hemos tenido ambos.

- Bruno hijo, se me ha olvidado decirte algo, la gente de Sicilia está feliz con el dinero que donaste.

- Me alegro que hayan construido el orfanato. El ingeniero era bueno en lo que hacia.

- Los niños están felices. ¿Cuándo los visitaras?

- Diles que fue un donador anónimo – le da una leve palma en su hombro y desaparece rumbo a la cabina.

¿Porque elegiste esta vida? Quisiera saber la razón, porque si no fuera así, sería todo maravilloso.

(.....)

Regresamos a la mansión por la tarde, me he quedado a contemplar en el balcón la noche que se levanta sobre el cielo lleno de estrellas, lo veo abandonar la mansión, cruza algunas palabras con los hombres de seguridad y finalmente vuelve a entrar en la mansión,

Eso solo significa algo, se irá de nuevo.

Bajo las escaleras con cuidado, lo encuentro colocándose su saco y metiendo su arma en la parte trasera de su pantalón.

- ¿Te irás de nuevo? – mi presencia parece sorprenderlo.

- Camila esto es Sicilia. ¿Qué haces tan tarde despierta?

- No podía dormir, dime algo ¿se trata de los rusos?

- ¿Que te he dicho de no preguntar?

- Lo sé es solo que, me preocupa que tu madre sospeche algo ¿Es peligroso? ¿Y si no estamos seguras aquí?

- Ya he dije que la muerte es lo único que tienes seguro, no te preocupes por la seguridad, he dejado indicaciones no dudaran en llamarme.

Mis lágrimas se derraman, ¿Qué mierdas me sucede? ¿Porque la imagen de mi padre despidiéndose de nosotras aparece de repente en mi subconsciente?

- No llores, regresa a la cama – limpia mis mejillas con su pulgar.

- No voy a estar bien si te vas de esa manera, me quedare en la sala asi podre avisarte cualquier cosa que suceda.

- Para eso están mis hombres de seguridad ¿Te comportaras ahora como una niña rebelde?

- Sólo promete que vendrás a casa.

- Eso no lo sé con certeza, así que no puedo prometerlo. Llamare si con eso estas más tranquila.

- Bruno, joder vámonos ya - Es su amigo Giorgio quien que lo llama esta vez.

- Camila vuelve a la cama y no me esperes.

- De acuerdo.

Lo veo alejarse cruzando la puerta, sube a su auto, seguido de una caravana de autos. Me devuelvo a mi habitación, no pienso quedarme esta vez en la sala aunque abajo he dicho lo contrario, tomo en mis manos de nuevo la tarjeta que estaba junto al ramo de flores, la leo una y otra vez.

Mis ojos cansados se cierras poco a poco, he perdido el número de veces en que he dado vistas al reloj, me recuesto en la cama hasta que logro quedarme dormida. Despierto en la mañana y lo primero que hago es bajar y buscar si llego la noche anterior. Me detengo en el último escalón cuando lo veo riendo junto a Elisabetta, sé que luzco horrible en pijama, que tengo aspecto de recién levantada, incluso que es posible que algunas ojeras se dibujen debajo de mis ojos, pero necesitaba esto, necesitaba verlo y saber que estaba bien.

- Camila, buenos días espero hayas descansado, prepara tus cosas, regresaremos hoy a New York

- De acuerdo.

- ¿Tan pronto? - Dice Elisabetta.

- Mamma debo arreglar los negocios que dejo mi padre.

- Va bene.

El día transcurre en su normalidad, después del almuerzo decidimos ir hasta la pista para tomar el yet privado.

- ¡Nietos! ¡Quiero nietos! No vuelvas a visitarme si no traes un Bambino - Grita la madre de Bruno mientras subimos al yet.

- Ti amo Mamma (Te amo mamá) – responde él mientras se despide de su madre.

Durante todo el trayecto del viaje dormí, o al menos eso es lo que he hecho, fingí, todo el vuelo para que Bruno no se diera cuenta de que escuchaba todo lo que hablaba con Simone acerca de los rusos y de lo que había sucedido esa noche.

- nessuno mi ruba (nadie me roba) y menos esos cabrones.

- ¿Quiere que llame a los hombres del señor Dimitri? Seguro harán una buena limpieza.

- No, Dimitri está ahora en Seattle, suficiente tiene con que lo busquen.

- Me basta con ustedes y los hombres de Giorgio.

- El señor Bonatti no dejo salir a los rusos de Venecia.

- Giorgio sabe hacer su trabajo, descubriré quien está detrás del dinero robado de Venecia y cuando lo haga se arrepentirá de haber llegado al mundo.

La situación es más complicada de lo que pienso, trato de evitar pensar en eso, no quiero atormentarme.

El yet por fin aterriza, el auto nos conduce de regreso a la mansión, todo luce igual, los empleados nos reciben en fila y después se regresan a hacer sus funciones dentro de la casa.

- Hola menbaco.- atravieso mi habitación y encuentro a mi gato sobre la cama-. Extrañabas a mamá, pronto estaremos en un nuevo apartamento.

- La bola de pelos es bonita.

Espero no haya escuchado eso último que dije.

- Es muy tierno, me hace mucha compañía.

- Me alegra escuchar eso. Espero descanses ha sido un viaje largo.

No ha escuchado nada, o tan solo lo ha ignorado.

- Buenas noches descansa también.

(......)

Comienzo mi jornada aquel lunes normal en el hotel, he decidido que no iré con Carlo, quiero independencia de Bruno, la misma que tenía antes de conocerlo, es posible que me mude mañana, así que regresare en taxi a la mansión, tengo pocas cosas por organizar dentro de mi pequeña maleta. Organizo algunos documentos que están en el archivo de la recepción cuando un hombre de cabellos castaños, alto y de ojos verdes se acerca a pedirme información de las suites.

- Buenas tardes, mi nombre es Charles Pettersson me gustaría saber ¿Qué suites tienen disponibles?

- Señor Pettersson Bienvenido al hotel Apolos, solo tenemos en este momento desocupada la suite presidencial y la suite con vista al Empire State – reviso detalladamente en la laptop corroborando la información, se supone Cindy se encargaría de ello pero creo que debe estar algo ocupada con el evento de bodas que se organizó.

- La presidencial estará bien – el hombre da una leve vista a la imagen que se proyecta en el monitor-. Es amplia, pero me gustaría verla ¿Podría mostrármela?

-Por supuesto, sígame – conduzco al hombre hasta el elevador para subir al piso

- No sabía que habían mujeres tan guapas y amables atendiendo el hotel.

- Sólo hago mi trabajo, muchas gracias por su halago.

- No es un halago es la verdad. Eres muy guapa, la mayoría de recepcionistas poseen un mal genio o no son tan amables como tú.

- Hemos llegado – señalo la puerta de la suite y giro la tarjeta en la cerradura-. Como puede ver tene jacuzzi, servicio a la habitación las 24 horas, aire acondicionado, un mini bar, un balcón con vistas a la zona céntrica y lo demás que desee puede ser solicitado por teléfono.

- Gracias señorita Steinfield – detalla mi placa en el uniforme-. Creo que me la quedare – me dedica una sonrisa.

- Es un gusto, aquí tiene su tarjeta – la extiendo en sus mano-. Regresare a mi puesto de trabajo, si tiene alguna inquietud o solicitud puede llamarme.

La jornada transcurre sin ningún inconveniente, así que una vez mi horario de trabajo termina, me dirijo a mi closet para tomar mi bolso y devolverme a la mansión.

- Señorita Steinfeld ¿aceptaría una invitación a tomar algo conmigo? – es el mismo hombre de esta tarde. Me ha detenido en la salida del hotel.

- Señor Pettersson, acabo de terminar mi jornada, y voy algo retrasada para tomar un taxi. Gracias pero tendré que rechazar su oferta.

- Sé que es posible que desconfíes de mi – mira su rolex-. Escucha es aun temprano, y si tienes miedo podemos cenar en la cafetería del hotel.

Observo en el reloj que son las nueve de la noche.

- No lo sé...

- Tómalo como un agradecimiento por haberme recibido en el hotel. El resto estaba lleno, no es sencillo encontrar una habitación en temporada. No te preocupes, puedo pedirle a mi chofer que te lleve ¿Qué dices?

- Esta bien, acepto la invitación – la sugerencia no estaba mal, de hecho la cafetería era un lugar seguro.

- Muy bien. ¿Qué acostumbras a cenar?- Ambos nos dirigimos al bar del hotel y nos sentamos en una de las mesas. Mientras el camarero no extiende la carta.

- Me gustan las pastas, pero jamás las he probado aquí.

- Siendo así, que sean dos raviolis. Y para acompañarlas, quizá un vino.

- Con gusto señor – el chico desparece una vez ha tomado nuestro pedido.

Me quedo nerviosa jugando con mis dedos.

- ¿No eres de mucha charla o sí?

- Bueno... no acostumbro a tratar de esta manera con los clientes. ¿Cuál es su motivo para quedarse en la ciudad?

- Tengo una empresa de telecomunicaciones, necesitaba invertir en algunos negocios y la Seattle fue la ciudad que escogieron los socios para cerrar el trato.

- ¿No es de aquí?

- No, soy de Suecia. La mayor parte de mi vida ha sido mudándome de ciudad en ciudad ¿usted es de aquí señorita Steinfeld?

- Mi madre es latina y mi padre era estadounidense, nací en Colombia, y al poco tiempo nos mudamos a New York.

- Es una mujer muy bella, no todos los días un hombre se topa con una chica como tú.

- Camila - Escucho esa particular voz que me llama, es Bruno-. Es un poco tarde me preocupe al ver que no habías regresado - se acerca a la mesa en la que estamos y fija sus ojos azules en Charles.

Pero antes de que abra mi boca y diga algo, Charles se adelanta.

- Lo siento, ha sido culpa mía, invente a la señorita Steinfeld a tomar algo conmigo. No era mi intención ocasionar problemas.

Bruno le dirige una mirada asesina a Charles.

- ¿Qué clase de hombre invita a una dama a estas horas a beber algo?

- ¿Eres su esposo?

Bruno le da una leve sonrisa.

- Si fuera su esposo, tú no estarías sentado allí tan tranquilo. Te espero en el auto Camila - Dice saliendo del bar.

- Lo siento señor Pettersson, debo irme.

- De acuerdo, espero volver a verte y que no tengas algún problema con quien sea que sea ese sujeto.

- Yo espero que disfrute su estadía. No se preocupe por mí.

Salgo del hotel, sé que Bruno debe estar enojado, es tarde, aunque sus actitudes me confunden, no soy nada suyo, no más que la chica a la que ofreció quedarse en su casa. Eso acabara pronto, mañana mismo dejare la mansión. Sus acciones son contrarias a lo que dijo en Sicilia o quizás mi cabeza hace ideas.

Subo al auto y lo encuentro con su mirada puesta en la ventana. Esta ignorándome.

- Lo siento - le susurro-. Creo que mi móvil se quedó sin batería.

- Pensé que te había sucedido algo, no vuelvas a hacer esa mierda.

- No pensé que el señor Pettersson me hiciera ese tipo de invitación.

- Camila no conoces a ese tipo, cualquier persona puede entrar al hotel y tú recibes la invitación de un desconocido.

- Tú también eras un desconocido – mierda no debí decir eso.

- Estas en lo correcto era un desconocido, tampoco soy nadie para controlar tu vida, sólo ten cuidado, es todo. Son más los que buscan algo malo en este mundo que acciones buenas por realizar.

- Lo tendré.

Llegamos a la mansión alrededor de las diez, Bruno se ha encerrado en su oficina, sé que está enojado, pero no es como si me hubiera visto con uno de sus enemigos. Tampoco puede enojarse de esa manera como si fuere algo suyo, lo recalca siempre. ¿Ahora que era diferente?

Decido no darle más atención al asunto, subo a la habitación y me cambio de ropa, me introduzco al cuarto baño, me percato que las empleadas han ordenado la habitación y han colocado velas aromatizantes en ella.

Me doy mi tiempo para darme una ducha restauradora, acomodo la toalla alrededor de mi cuerpo una vez salgo del baño soy consciente de que hay fuego en toda la habitación. No puedo cruzar la puerta porque las llamas están creciendo. Trato de apagarlas con una cortina, pero se me es imposible. Así que solo me queda gritar para que alguien pueda ayudarme.

- ¡Ayuda! ¡Ayuda! – grito con todas mis fuerzas. Estoy lo suficiente nerviosa y alterada. El humo se disipa y si no muero por las llamas, moriré asfixiada por inhalarlo.

- ¡Ayuda! - sigo gritando.

- ¿Señorita? - grita Amos desde la puerta.

- Ayúdame Amos. No sé cómo apagar esto.

- ¿Que sucede?- escucho el grito de Bruno-. ¡Camila!

Todo se nubla, las imágenes se tornan borrosas, caigo al suelo cuando mi respiración se corta producto del humo.

- ¡Camila!

- Señor no entre puede quemarse.

- ¡Quítate de mí vista y déjame pasar!. Trae agua.

No entres Bruno, no lo hagas...

- ¡Camila! ¿Dónde estás? ¡Responde!

- Acá - digo con voz entrecortada.

Veo como Bruno tira una de las mesas y la atraviesa, para él poder pasar por encima, como puede evita las llamas y llega hasta mí.

- Sujétate de mí, te sacare de aquí – me toma en sus brazos hasta que quedo a la altura de su rostro-. Estarás bien confía en mí.

Ambos salimos de la habitación que ahora está envuelta en llamas, Bruno me apoya en uno de los muebles del pasillo mientras mi frente está cubierta de gotas de sudor, mi respiración sigue inestable y todo mi cuerpo está cubierto de hollín.

- Camila, mírame , dime que estas bien.

- No puedo respirar.

- Llamaré a un médico, solo tranquilízate. Joder...

Bruno saca su móvil, marca el número del médico, después de hablar con él y darle algunas indicaciones cuelga la llamada.

- Estarás bien, te lo prometo, el médico llegará en unos minutos.

- De acuerdo.

- ¡Simone! ¿Qué mierdas ha sido esto? – su voz está cargada de furia.

- Ha sido un accidente.

- ¿Un accidente? - Dice levantando una ceja-. ¿Te parece un accidente? ¡Un accidente en el que casi muere Camila!

- Señor no teníamos idea de que esto sucedería. Estamos revisando las cámaras de seguridad.

- Escúchame bien, si alguien me ha traicionada juro que lo pagará muy caro.

- Bruno basta ya – tomo la manga de su camisa entre mis manos-. No discutas más.

- No te esfuerces, te llevaré a mi habitación – mi vista termina por nublarse y pierdo el conocimiento en sus brazos. 

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