Pasión Italiana (Ya en Físico)

By danielacgalvis

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Bruno Lombardi. Frío,calculador y el hombre más poderoso de la mafia italiana, su mundo gira en reglas que na... More

《Sinopsis 》
-Personajes-
《Booktrailer》
CAPITULO 1
CAPITULO 2
CAPITULO 3
CAPITULO 4
CAPITULO 5
CAPITULO 7
CAPITULO 8
CAPITULO 9
CAPITULO 10
CAPITULO 11
CAPITULO 12
CAPITULO 13
CAPITULO 14
CAPITULO 15
CAPITULO 16
CAPITULO 17
CAPITULO 18
CAPITULO 19
CAPITULO 20
CAPITULO 21
CAPITULO 22
CAPITULO 23
CAPITULO 24
CAPITULO 25
CAPITULO 26
CAPITULO 27
CAPITULO 28
CAPITULO 29
CAPITULO 30
CAPITULO 31
CAPITULO 32
CAPITULO 33
CAPITULO 34
CAPITULO 35
CAPITULO 36
CAPITULO 37
CAPITULO 38
CAPITULO 39
CAPITULO 40
CAPITULO 41
CAPITULO 42
CAPITULO 43
CAPITULO 44
CAPITULO 45
CAPITULO 46
CAPITULO 47
CAPITULO 48
CAPITULO 49
CAPITULO 50
CAPITULO 51
Epilogo
Capítulo Extra
Próximamente en físico
Información sobre la venta del libro

CAPITULO 6

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By danielacgalvis

Canción: Gangsta - Kehlani

- Yo no soy de tu propiedad Bruno, no soy un accesorio, ni menos un objeto que puedes utilizar a tu antojo – lo aparto de mí.

- Eso ya lo sé, pero es la única forma que en la que puedo protegerte.

Sin importar lo que ha dicho me alejo de su lado, no voy a soportar esto, él ocasiona miles de emociones en mi interior con tan solo tocarme, y no quiero confundirme. Me devuelvo a la mesa mientras él se sienta a dialogar con el hombre de ayer.

Oksana lo mira haciéndole sonrisas, pasa de un lado a otro, para que él, fije su mirada en ella, pero no lo logra. Me irita verla, me irita estar allí, me levanto de la silla furiosa. Bruno acto seguido hace lo mismo y se acerca hasta donde estoy.

- ¿A dónde vas?- me pregunta una vez estoy de pie.

- Al tocador.

- Ten cuidado, te espero.

Lo dejo atrás y me meto al baño de mujeres para arreglar mi cabello, a los pocos minutos Oksana se cuela en mi campo de visión.

Me lleva la mierda.

- ¿Tu eres la mujer que vive con Bruno verdad?

No le respondo nada, ella no necesita que yo le dé explicaciones acerca de mi vida.

- Bruno es un caballero, sin duda alguna es el hombre que se roba la atención de cualquier mujer, espero que tengas claro la clase de mujer que debe estar a su altura. Niñita.

Sigo ignorándola. ¿Porque no se calla mejor?

- Los hombres como él, merecen una mujer que lo complazca en todo, no una simple niña inocente como tú.

- ¿Su función es esa? ¿Pasearse por enfrente de Bruno, exhibiéndose como si fuera una mercancía? ¿Qué le hace pensar que es el tipo de hombre que se deja impresionar por una mujer que cae tan bajo para robar su atención?

- ¡¿Que te crees tú estúpida?! – Grita colérica-. ¿Sólo porque vives con él? Apuesto a que ni te ha llevado a su cama.

No puedo creer que este diciendo tal estupidez.

- ¿El que vaya su cama me hará acaso más importante? Le aseguro señorita Petrova, que no necesito de juegos baratos para tener la atención de un hombre, a diferencia de usted, conozco la palabra dignidad – salgo furiosa del baño.

Lo que faltaba aguantar a la rubia loca y obsesionada.

- Simone prepara el auto nos vamos – le ordena a su jefe de seguridad tan pronto me ha visto salir del baño.

- Sí señor.

- Pero Lombardi, la cena apenas comienza – interviene el hombre.

- Lukyan, yo decidiré cuando marcharme. Camila, espera – intenta detenerme pero no lo consigue.

Estoy furiosa, me siento humillada, la situación no ha mejorado de hecho ha empeorado.

Resoplo mientras avanzamos a la salida del salón.

- ¿Qué ha sucedido en el baño? – me pregunta sin rodeos

- Nada - me hago la desentendida.

- No soy estúpido Camila, eres pésima para disimular tu enojo.

- Te diré algo, no me quedaré para aguantar a las mujeres con las que te relacionas, si tienes algún interés en salir con ella o casarte, díselo, para que no se haga ideas en la cabeza. Es más que obvio que está enamorada de ti.

Bruno suelta una carcajada con mi comentario.

- ¿Crees que me casaré con Oksana sólo por el hecho de que su padre me la presento? Nadie me obliga a casarme, yo soy quien decido sobre mi vida.

Me quedo en silencio unos segundos.

- No te compares con Oksana, pensé que tenías claro qué tipo de mujer eres.

- ¿Y qué clase de mujer soy? Al menos para ti, ¿en qué concepto me tienes?

- Una inteligente, hermosa y sobre todo que no se deja llevar por lo que otros piensen de ella.

- Mi vida no es lo que pinta.

- Eso no te hace menos. No te dejes llevar por los comentarios de otros.

Bruno siempre ha encontrado las palabras para poder hacerme sentir bien conmigo misma, aun cuando ninguna persona lo ha intentado antes, entre ellos mi propia madre.

**

Han pasado tan sólo dos días después de aquella cena, Bruno se marchó hace mucho tiempo a una reunión con la mujer que lo llamó aquella vez. Mientras yo me he quedado viendo el periódico anuncios de apartamentos cercanos, cuando son cerca de las ocho de la noche lo puedo ver atravesar el pasillo principal lleva una expresión de total alegría en su rostro, luce radiante, como si hubiera conocido el mismo cielo.

No cabe duda, de que él tiene sentimientos por esa mujer, y aunque intente negármelo no puedo evitar que una parte de mí se quiebre.

¿Pero porque tendría que estarlo? No había ningún motivo para sentirme de aquella manera.

En todo este tiempo he apreciado a sus hombres hacer las típicas rondas, con armas en sus pretinas, no hay un rincón de la casa que no esté protegido y aquellas es una de las cosas por las cuales no puedo conciliar el sueño.

Creí que volvería a ver a Bruno fuera de su habitación pero por el contrario no ha salido de esta desde que llego de su cita.

Aprovecharía la oportunidad para decirle mi decisión acerca de abandonar en algunos días la mansión. Pero mejor decidí guardar el momento para el día siguiente. Así que cuando la mañana cae sobre aquella mansión decido que no puedo guardarme más el hecho de que pronto dejare la casa por mi propio bienestar y el de él.

Antes de ir hasta bruno y decirle sobre mi decisión decidido r a la cocina, tengo en mente algo pero no sé si funcione.

- Señorita - me dice una de ellas al verme cruzar las puertas.

- Buenos días.

- Buenos días, el señor se enojara si la ve aquí, usted es su invitada.

- Quiero pagarle toda su amabilidad conmigo, al menos antes de que me vaya ¿podrían dejar que le cocine algo?

Las mujeres se miran entre sí.

- Está bien. Si gusta, puede preparar el capuccino.

Les dedico una sonrisa mientras me hago a un lado en donde reposan las cosas de la despensa. No sé cuantos minutos han pasado desde que entre en la cocina pero son los suficientes para que uno de sus hombres se meta a inspeccionar lo que sucede.

- ¿Porque tanta demora? El señor espera el desayuno, tiene que salir.

- Ya escuchamos, no somos sordas, el desayuno ya está listo, pueden llevárselo - le ordena una de las mujeres a la otra. Una de las chicas toma en su charola todos los platos que se han preparado incluyendo la taza de café.

Entonces me he dado cuenta de un grave error, no he probado el sabor del café.

Mierda.

Intento detener a la mujer pero es demasiado tarde ella se lo ha servido en la mesa del comedor.

Me oculto en una parte que no es visible.

Lo primero que hace Bruno es pegarle un sorbo al café e instantáneamente da una mueca de desaprobación.

¡Era de esperar, que torpe soy!

- ¿Pero qué clase de café es este? – enarca una ceja furioso-. Esta amargo ¿Quién lo ha preparado?

- He sido yo - respondo dejando mi escondite.

- ¿Camila? ¿Qué hacías en la cocina tan temprano?

Suspiro.

- Quería agradecerte de alguna forma lo que has hecho por mí. Aquella noche no todo fue muy bien en esa cena.

- non è un problema (No es problema), no tienes por qué preocuparte por agradarme, ya lo haces – sonríe.

- Señor, con todo respeto, eso está amargo – interviene uno de sus hombres.

- Soy yo el que está desayunando, no tú, es mi problema.

- Él tiene razón, el café está imbebible –refuta otro.

Ambos tiene la razón, el café debe tener un sabor horrible.

- Camila menciono que lo ha hecho para agradecerme. Conocen el tipo de reglas que manejo en mi casa, no quiero ocasionarle un disgusto a la señorita Steinfeld. Gracias por hacerlo – esboza una sonrisa.

- Déjame prepararte otro – le refuto pero él se niega.

- No es el primer café amargo que pruebo en la vida.

- Quiero decirte algo, saldré todo el día, es posible que no podamos vernos hasta en la noche.

- ¿Puedo saber a dónde iras?

- Visitaré a una amiga, la señorita Davis.

- Siendo así Carlo te llevará.

- No es problema puedo tomar un taxi.

- De acuerdo, solo no llegues tarde a la casa es lo único que te pido.

- No llegaré tarde, te lo aseguro.

Me devuelvo a la habitación, la verdad es que no visitaré a Laurent ella está en su luna de miel, sólo quiero dar un paseo y pasar por mi casa, y aunque sea ver de lejos a mi madre.

Así que una vez cambiada de ropa, me preparo para dejar la mansión.

Tomo el autobús para bajar en donde era mi casa, no puedo lograr ver mi madre, y una parte de mi solo quisiera entrar abrazarla, y que me dijera que todo pasara.

Pero es una mentira eso jamás sucederá.

Me marcho de allí caminando hasta el cementerio, necesito ir a la tumba de mi hermana una vez más, necesito sacar todo lo que llevo dentro o de lo contrario enloqueceré.

- Perdóname Stella, no debí decirte que pasarás por mí, esta es mi culpa – me desahogo mientras dejo caer las lágrimas.

El dolor sigue ahí, jamás se ha ido.

Stella y mi padre fueron lo mejor en mi vida, mi familia era feliz, unida y amorosa, pero al igual que los cuentos no siempre hay un final feliz, mi madre desarrollo una enfermedad depresiva que la llevo a aborrecer todo lo que le recordase a lo sucedido con la muerte de mi hermana, y una de ellas era yo.

El tiempo pasa deprisa, me mantengo atada a los viejos recuerdos y olvido por completo la hora acordada para llegar a la mansión.

Nueve de la noche.

Mierda. Es tarde, es muy tarde.

Corro rápido para tomar un taxi ya que Carlo nunca apareció para recogerme a pesar de que lo he llamado en varias ocasiones.

Cerca de las diez de la noche cruzo, las puertas de la mansión, puedo ver a Bruno reunido hablando con varios hombres en la mesa, tiene dos mujeres a su lado, quienes lo rodean con sus brazos.

Él no nota que he llegado, ni los otros hombres tampoco lo hacen.

Es un alivio para mí que intento pasar a hurtadillas para no hacer ruido.

- Pasaremos ocho millones de dólares a Sicilia y tres millones a Venecia – dice Bruno a uno de los hombres que lo rodean.

- ¿Quién nos ayudara? No conozco otro socio en la mesa en el que podamos confiar nuestro dinero.

- Mi amigo Giorgio se encargará de todo. Lo conozco de años.

Mi intento de llegar hasta la habitación fracasa en el momento en que uno de los hombres fija su vista en mí.

- Que bella dama – esboza una sonrisa malvada.

Bruno voltea su vista hacia mí.

Estoy en problemas lo sé.

- Es extremadamente bella, acércate linda, no mordemos, a menos que quieras ¿cierto señores? – bromea con sorna entre risas.

Risas que no logran lo mismo de parte de Bruno.

-Ven - Uno de los hombres que al parecer lo acompañan me toma del brazo para sacarme a la luz.

-Suéltame- gruño quitando sus manos de encima.

Bruno no dice nada, permanece en silencio, su rostro está tomando una expresión de furia, una que en cualquier momento estallara.

- No me equivoco – alega el hombre examinándome con la mirada.

- Simone, has a un lado a la señorita Steinfeld - le ordena Bruno.

Simone obedece y me hace a un lado de la mesa.

- Siempre me he preguntado ¿De dónde sacas mujeres tan bellas? Me imagino que deben ser muy buenas en la cama.

- ¿tu pensi molto divertente? (¿Te crees muy gracioso?) - responde él dándole una leve sonrisa.

- No negaras lo que he dicho.

Entonces solo sucede en segundos se levanta de la silla de manera abrupta tirando la mesa con toda al suelo. Desenfunda su arma y se acerca hasta donde está el hombre, apuntándole a la cabeza.

- ¿Sabes que no necesito enviar a ninguno de mis hombres para matar a un persona, porque puedo resolver los problemas por mi propia cuenta?

- ¿Qué te pasa cabrón? – lo mira con cara de horror.

Los hombres de Bruno lo imitan sacando sus armas y apuntándole al mismo hombre.

- Escúchame bien Maksim, quiero que recojas tus cosas, levantes tu maldito trasero de mi silla y te largues de mi mansión, antes de que yo cierre tu boca y no precisamente con cinta adhesiva.

- ¿Que hay con el negocio? – le reta.

- No negociare una mierda contigo, largo de mi casa. ¡Largo todos! – exclama dirigiéndose a los demás hombres quienes no dudan en levantarse de sus sillas e irse.

El hombre lo mira con enfado y furia, y se marcha también. Inclusive las mujeres abandonan la casa.

Bruno regresa su arma a la pretina de su pantalón y se regresa hacia mí.

Está furioso, jamás lo había visto en ese estado, el hombre que conozco atento y educado ha desaparecido.

- Bruno, lo siento...

- Ahora no Camila.

Pasa de largo hasta su oficina junto a sus hombres, y escucho como tira la puerta, para encerrarse allí. Me he quedado en silencio, sin saber que explicación darle así que solo tomo el camino de regreso a la habitación para poder ir a la cama y descansar.

Después de algunos minutos escucho el sonido de la puerta que provoca que me levante de la cama.

- apri la porta (abre la puerta)

Me acerco hasta esta para abrirla y lo descubro apoyado en el marco.

- ¿Aún estás enojado? – pregunto.

- ¿Dónde estabas? Dijiste que te ibas a ver con una amiga, la señorita Davis esta de luna de miel, te llame al móvil y jamás contestaste.

- Yo...

- Mi paciencia tiene un límite Camila, y tú lo has sobrepasado.

- Hay una explicación.

- El día en que bajaste tuviste suerte mi amigo Dimitri te vio, pero hoy, hoy te vieron los rusos.

- ¡Solo quería tener tiempo para mí!

- Debes decirme a donde sales, no me mientas en ese sentido, te dije que no llegarás tarde, me desobedeces, lo haces de nuevo.

- No voy a quedarme para siempre aquí – mis palabras le hacen abrir los ojos de par en par-. En cuanto a lo de hoy no volverá a suceder.

Era claro que lo que acababa de decir lo habia tomado por total sorpresa, pero aquella era una realidad.

- No mediré mis acciones con el próximo hombre que intente algo como lo de hoy. Confió en lo que me has dicho.

Se marcha finalmente cerrando con brusquedad la puerta.

**

¿Que estoy haciendo con mi vida? Parece que todo sale mal.

Me sentía tan deprimida, me sentía vacía, tan sola, que si desapareciera en ese instante, nadie se daría cuenta.

- Camila abre la puerta en este instante- escucho la voz ronca de Bruno.

Pero me niego a levantarme de la cama, no quiero que vea mi rostro lleno de ojeras producto de mi insomnio.

- Camila – protesta una vez más.

Ante su múltiple insistencia, y sin encontrar respuesta de mi parte, la abre de un sólo golpe. Se sienta en una de la esquina de la cama, puedo sentir su aroma que inunda mis fosas nasales.

Toma mi brazo y me gira para que mi vista quede puesta en él.

- ¿Qué sucede contigo? ¿Porque no quieres comer?

No le respondo, mis lágrimas salen automáticamente.

- Joder, responde a mi pregunta.

- Me siento sola, eso es lo que me pasa.

- ¿Y decides morirte de hambre?

- ¿Algunas ve has pasado por un mal momento en tu vida? ¿Conoces lo que es estar solo sin nadie a tu lado? ¿De dar lo mejor de ti para al final ser rechazado?

- Trato de entender lo que me dices, pero de saber que no siempre las cosas que hacemos por otros serán agradecidas.

- Estoy cansada de mi maldita vida.

- Te dejas consumir por el dolor, dejas que otros pasen por encima de ti, debes ser fuerte, debes sobrellevar las cosas.

- No puedo, ya no puedo hacerlo.

No sé por qué lo hago, pero lo abrazo, me hundo en el hueco de su cuello y derramo mis lágrimas encima de él. Bruno no me rechaza, en cambio me corresponde rodeándome con sus brazos.

- Todo va estar bien – susurra acariciando mi cabello. 

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