El camino del Heroe | Boku no...

By Ill_Display2207

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"Yo entendí que los héroes no existían, que no eran mas que patrañas, fachadas que visten como si fuera una m... More

0. -Prólogo
1. -El Combate
2. -Visita Inesperada

3. -Anomalía

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By Ill_Display2207

La puerta de caoba se abrió de par en par, el interior de aquella casa habría sido luminoso de no ser plena noche y solo encontrarse encendidas un par de lámparas a lo largo de aquel gran salón. Este invitaba a ser recorrido desde su suelo de parqué oscuro, los muebles de madera perfectamente pulidos y las gran cristaleras de lo que parecía ser una mansión alejada del ruido de la ciudad aunque en realidad se situaba en una zona apartada pero que se podía contemplar el brillo de la ciudad de Tokyo en aquellas grandes cristaleras. 

-Faheera. -la llamó la mujer cuyas ropas con líneas moradas como las dedaleras realzaban aquella portentosa figura. Esta descansaba apoyada frente a la gran cristalera, se observó aquel precioso perfil, su barbilla sutilmente redonda, sus orbes azules como el cyan, aquellos labios teñidos con el color de la granada y aquel pequeño lunar que descansaba en el lado izquierdo de su boca a la altura de labio inferior. -Un placer tenerte entre nosotros. -habló en plural, aunque solo estaban ellas dos. 

-Angela -respondió con una sonrisa la mujer de tez tostada. Su respiración estaba agitada pero poco a poco la controlo, echó a un lado sus cabellos negros como la noche, colocando los que se habían interpuesto en su perfil afilado tras aquella oreja. -siento el retraso. -se disculpó, parecía haber un evidente respeto entre ambas mujeres. Se acercó a la contraria, observando aquel fondo en el cristal pulido. 

-¿El sigue arriba? -añadió tras fijarse más en el reflejo de la contraria que en el propio plano de la ciudad. 

-Sí. Aún sigue en su habitación, con esas dos crías. -la pelipúrpura miró a su acompañante, fijándose en aquellas ropas, puede que solo llevara una camisa simple, con los costados abiertos hasta las mangas y unos vaqueros ceñidos pero lo divino seguía siéndolo por mas que se cubriera o se desvistiera. -Lleva allí toda la noche pero casi que mejor. 

La mujer latina asintió girando suavemente para mirarla. -¿Y ella? ¿Sigue aún en la sala de eco? -aquello parecía un nombre clave pero Angela miró aquellas escaleras que bajaban desde el fondo de aquel amplio comedor hacia lo que parecía el sótano. -No le debe de faltar mucho por eso pedí que estuvierais todos pero me alegra que hayas venido a tiempo -aseguró cuando el sonido de aquellos gemidos casi infantiles se colaban entre las paredes del piso de arriba. -al menos me darás una buena compañía. 

-¿Ah si? -una sonrisa se mostró en aquellos labios sin carmín que se estiraron para componer una sonrisa traviesa. -Pues es una pena, An -susurraría dando un paso con sus deportivas, cortando casi por completo aquella distancia, mirando a la alemana desde abajo por culpa de aquellos tacones jodidamente elegantes que llevaba puestos. -porque espero que se tome su tiempo y no vaya con prisas, no me gusta hacer las cosas rápido. -se acercó hasta el punto en el que su busto, notorio, firme y redondo como el de su compañera se presionaron con suavidad. -Y menos las que me encantan tanto. -susurró. Se inclinó hacia adelante con sus manos descansando en la cintura de la morada, su rostro se acercó al ajeno, apoyando la nariz contra la opuesta. Movió su rostro en una sutil caricia antes de separar sus labios y fundirse en un beso.

Uno lento, húmedo y caliente. Angela paso sus blancos brazos por el cuello de Fareeha, atrayéndola a ella para que no se separa, rozando aquella lengua y descubriendo una sed que la quemaba por dentro.  Aquel beso no se detuvo sino que fue a más, Angela tiró del cabello de la nuca de la morena y esta aferro sus manos en aquel precioso trasero, aferrándolo entre sus dedos y clavando sus uñas por encima de aquellos pantalones. Sus uñas retrocedieron, llegando hasta la cintura del pantalón ajeno para volver a hundirse en aquel borde colándose en su interior para sentir mas de cerca aquel contacto hasta que un carraspeo hizo que detuviera sus movimientos pero no que los retirara. 

-Por mi seguid -su voz era un poco mas aguda que las de las contrarias, con cierto tono jadeante, la castaña que se presentaba ante ellas vestía unos simples leggins, ni si quiera largos, y una camisa de seda holgada y abierta de color azul que apenas cubría la parte superior de su cuerpo y cubría a duras penas su torso, muy probablemente por la misma razón que su piel brillaba por gotas de sudor acumulada. Su mirada marrón se mostraba cansada y su pecho se hinchaba al ritmo de un pulso acelerado.  -solo...bueno, ya sabéis que estaba haciendo. -se pasó la toalla blanca que sostenía en su diestra por la nuca, bajo la coleta con la que se había recogido el cabello. 

-Vamos Katalina, sabes que siempre tendrás algo mas que un hueco entre nosotras. -dijeron ambas casi al unísono, sin ser capaces de contener una suave risa. La contraria se relamió los labios casi como si quisiera hacer realidad esas palabras de no ser porque tenia algo de peso mayor que lo impedía.

Ambas mujeres se separaron y miraron a la contraria con gran interés aunque esta parecía esperar a mas gente allí. 

-¿No han venido los demás? Menos mal que mande un aviso a todos. -murmuró casi decepcionada, terminando de retirar las gotas de sudor de su cuerpo aun cálido y vaporoso. 

-Bane está aún en un encargo, imagino que no ha podido venir por eso. De los demás no se nada pensé que al menos dos de ellos vendrían estando en la ciudad. Pero tenemos al jefe en su suite personal.  -enumeró Angela antes de mirar a la contraria. -¿Y a que vino la urgencia en la llamada?

-Ya, si, por lo que os he llamado -dijo volviendo al tema en cuestión. -Tenemos un problema gordo. Seguro que habéis visto las noticias últimamente ¿no?

Hubo una negativa por parte de ambas dos. 

-Yo acabo de volver de un encargo, no he tenido mucho tiempo de pararme a mirar el telediario. -y Angela negó con la cabeza también. 

-Hubo una competición de combate, ya sabéis, los típicos festivales que hacen a mediados de curso, una tontería por ver quién es el mejor y la mejor escuela. -a Katalina aquello le parecía algo muy básico especialmente porque nadie podía ponerse contra ella si realmente desataba su poder. -Ganó el que no tenia Quirk pero el otro se cabreó y en fin -quiso ahorrarse detalles innecesarios- usó un Quirk. Pero no uno cualquiera, sino el de Ryoga. -aquello hizo que los ojos de las mujeres se abrieran al escuchar aquel nombre. 

-¿Cómo? Eso no puede ser. 

-¿Estas segura de que es su Quirk? 

Katalina asintió con la cabeza. -Cuando lo vi no le di mucha importancia, apenas son unas milésimas de segundo, parecía mas una explosión que otra cosa. Os dejé un aviso cuando estaba en la cámara del Eco y lo he comprobado, dos veces. Ese es exactamente el Quirk del famoso asesino relámpago. -enfatizó cada una de las palabras que usó. -No es parecido, ni similar, sino total y absolutamente idéntico.

-A menos que... -iba a decir Fareeha. 

-Sí. Sea lo que sea que tiene ese chico, no solo tiene un Quirk tan raro que no lo ha detectado la medicina sino que ha conseguido hacer algo imposible. 

Puede que Katalina no fuera una sabelotodo ni hubiera estudiado en las prestigiosas clínicas de investigación que buscaban mas información sobre todos los Quirks y como habían aparecido pero nadie sabía mas de ella de los poderes de los demás porque nada escapaba a su mente perfecta. Dejó caer la toalla que levitó hasta un cesto de mimbre que había cerca de la cocina. En este mundo ella sabia tres cosas con seguridad, su mente no cometía errores, los hombres no tenían ni dos dedos de frente y los quirks jamás se duplicaban de forma perfecta fuera de un árbol genealógico y ella podía recorrer toda la estirpe de una persona mirándola directamente a los ojos.

La puerta del piso superior se abrió de par en par, esta era la mas llamativa porque se situaba justo en la mitad del pasillo desde el que se veía el piso inferior. Un hombre vestido solo con un kimono abierto caminó hasta apoyarse en aquella barandilla de madera oscura apoyando sus antebrazos en aquel lugar. Su cuerpo estaba definido, musculado, estaba prácticamente desnudo con un evidente sentido del pudor inexistente y aún su entrepierna erguida como una bandera. 

-¿Se puede saber a qué viene este escandalo? -preguntó mirándolas desde arriba, llevándose las manos a sus cabellos de plata y uniéndoselos bajo la goma elástica que llevaba anteriormente en sus muñecas.

-Oh, ¿Te estábamos molestando? Lo sentimos de corazón. -respondió Katalina, apoyando su mano en el pecho fingiendo lástima y pena. 

De detrás, de la habitación, emergieron dos jóvenes, se pegaron a cada uno de los marcados brazos, y cuerpo en general de aquel hombre, teñido de cicatrices curadas repartidas por su cuerpo. Las dos jovenes no parecían mas allá de estudiantes, quizás de los últimos cursos de secundaria, las tres mujeres de la planta de abajo sintieron ciertas nauseas al ver la escena. 

-Volved adentro anda, aun nos queda bastante que hacer. -advirtió de forma severa pero también tranquila, antes de soltar dos sonoros azotes para girarse a las demás, abrochándose el kimono y bajando poco a poco por aquellas escaleras que iban de camino hacia el piso inferior. -¿Y bien? -preguntó cruzándose de brazos quedandose frente a las tres. -Iluminadme por favor. 

-¿Recuerdas a Ryoga? -el varón asintió. 

-¿Y quien no? No por nada se hizo muy popular matando gente como si fueran moscas, ¿por qué? ¿Ha reaparecido de nuevo? Ya le hacía en las maldivas o en el otro barrio. 

-He visto su quirk. -afirmó la castaña antes de observar al varón a los ojos. -Y ese crio no se parecía en nada a Ryoga. 

-¿Lo has confirmado? -ella asintió. 

-Pero no sabemos que puede ser. -apuntó Farehaa, rascándose el cuello con sus afiladas uñas. -Para eso tendríamos que hacer que Katalina lo examinara a fondo, y determinar si algo como eso viene de su familia. -la aludida asintió. -Pero solo había escuchado una vez de algo así. -sí, a todos los presentes de la sala les entró un escalofrío, no por nada aquella historia era muy conocida, un villano bendecido con la habilidad de robar y otorgar quirks. 

-Y no puede ser eso porque según Katalina sabían que no tenia quirk, si hubiera tenido algo similar lo habrían detectado, de hecho para eso está el registro de quirks. Para que sepan exactamente que quirks detectar en el futuro.

-Así que... -resumió el varón. -O no tiene Quirk y nuestra mente maestra se ha equivocado. 

-Yo no me equivoco. -sentenció con orgullo, alzando el rostro y ladeándolo como si aquello fuera por definición imposible.

-A eso iba, sí. Gracias. -dijo con sarcasmo el varón, mirando a las otras dos. -O bien se lo han dado de alguna forma, pero hasta donde sabemos no hay nadie capaz de eso ya...y la otra opcion es que tenga un Quirk que a saber como funciona o que hace y por eso ha obtenido ese poder. Quizas los duplica, o los crea, o los absorbe. Pero pasara lo que pasara tuvo que ser en alguna de sus ataques, o quizás durante este tiempo que ni se le ha visto. Porque si le hubieran ejecutado -apuntó- o encerrado, el gobierno japones le habría lamido los huevos a las asociaciones de héroes. -una forma muy básica de decirlo pero efectiva. 

-¿Y que hacemos? -pregunto la mujer de ojos castaños. -Si él no lo sabe, no vamos a poder sonsacarle nada. Mi poder no sirve para leer mentes y saber cuando mienten o dicen la verdad. Pero por lo que oí en las noticias tiene bastante rencor hacia la gente con Quirks, en general, aunque yo apostaría mas a que no le gustan nada los héroes. -quizás era un sexto sentido pero cuando alguien pensaba en Quirks lo primero que venia a la mente era el gran héroe todopoderoso.

El hombre se rascó aquella barba escueta que iba de perfil a perfil antes de mover el cuello y crujiéndose las vértebras del cuello. -Aprovecharemos eso, si tiene un quirk tan raro, será una gran adquisición y si encima podemos aprovecharnos de que sea algo que lleva en su sangre, oh si...estaremos un paso mas cerca de nuestro objetivo. Por lo pronto tenemos que hacer que Katalina lo pueda examinar a fondo, así que esa será nuestra preocupación ahora. 

Avanzó de vuelta hacia el piso superior deteniéndose y girándose para mirarlas. -Seguro que a tres hermosas mujeres como vosotras no os dice que no, y que podéis convencerle para que pique el anzuelo, ¿Quién diría que no a un trio como el vuestro? -el peliblanco tuvo que esquivar una de las sillas que se habían movido sin que nadie las tocara, siendo lanzada por Katalina con su poder y con tanta velocidad que al chocar contra el suelo se partió en mil pedazos. -No cambies Katalina, las mujeres con fuerza gustan aún más. -elevo el brazo y se despidió. -Y hablando de gustar, tengo a dos a las que me encantarían degustar así que coged todo lo que necesitéis y planead el como lo vais a traer. 

Y con otro portazo las puertas de aquel cuarto se cerraron. Las tres acudieron a uno de los sofas y se sentaron. En el sofá del frente estaba la castaña, con las piernas extendidas y una postura evidentemente cansada,  en el otro estaba Farehaa y Angela. -Acercarme a él no será complicado, ni tentarle a que venga. -aseguró la latina observando a las otras dos. -Pero no se ni quien es ni donde estará. -las miró rascándose el cabello negro como la noche. 

-Yo me encargaré de eso. Katalina, sabes su nombre, ¿no? -ella asintió. -Con eso yo te diré donde puedes encontrarlo, y prepararé el punto de reunión, traerlo aquí no es buena idea de primeras. -aseguró posando la diestra en el muslo ajeno antes de acariciarlo suavemente. Hubo un momento de silencio, la castaña cerró los ojos echando la cabeza hacia atrás para mirarla a los ojos, la pelipúpura se mordió el labio inferior mientras su mano ascendía lentamente por la parte interna del muslo de la contraria.

Fareeha respiró de forma profunda, hinchando su pecho y desviando el rostro para mirarla mientas separaba sus piernas de forma suave dejando paso a aquella falange. Su cuerpo se encendió como una fogata en mitad de un día de invierno cuando aquellos dedos suaves recorrían su entrepierna. Sintió cosquilleo ardiente que hizo que estirara lentamente su espalda y sus piernas. La latina se mordió el labio inferior con fuerza, cerrando las piernas para que aquella mano no pudiera alejarse. 

Sin embargo, la castaña que estaba observando aquel espectáculo ni se asustó, ni ofendió ni alteró. Las conocía demasiado bien, todas ellas llevaban una química bastante cómplice y sabia lo mucho que aquellas dos llevaban deseando ese encuentro como los que todas tenían cuando les apetecían con las demás. -¿Seguro que no quieres unirte Katalina? -preguntó Angela, mirándola de reojo sin detener aquel frote con sus dedos, lento, calmado, sintiendo aquellos labios ardientes contra las yemas de sus manos aún por encima de la tela frágil de su prenda inferior. 

-Hace demasiado que no hemos coincidido las tres...juntas. -dejó caer Faheera como un dulce a manos de un infante que lo miraba con ojos brillantes. 

Quizás no era el mejor momento para eso, pensó Katalina, ¿pero quién ella era para olvidarse del mundo mundano y unirse a la diversión? Ella no iba a ser menos que el hombre que se autoproclamaba líder de aquella banda de la que todas, y mas, formaban. Así que se levantó, se giró, dándole la espalda a las mujeres y se apartó aquella abierta camisa, haciendo que el único punto de apoyo de sus hombros tirara la tela al suelo y caminó en dirección a su habitación perdiendo una prenda mas por el camino. A ella la siguieron las otras dos y todas desaparecieron por el pasillo de la derecha donde solo se escucharon gemidos, risas cómplices y siseos de placer.

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