3. -Anomalía

22 1 0
                                    

La puerta de caoba se abrió de par en par, el interior de aquella casa habría sido luminoso de no ser plena noche y solo encontrarse encendidas un par de lámparas a lo largo de aquel gran salón. Este invitaba a ser recorrido desde su suelo de parqué oscuro, los muebles de madera perfectamente pulidos y las gran cristaleras de lo que parecía ser una mansión alejada del ruido de la ciudad aunque en realidad se situaba en una zona apartada pero que se podía contemplar el brillo de la ciudad de Tokyo en aquellas grandes cristaleras. 

-Faheera. -la llamó la mujer cuyas ropas con líneas moradas como las dedaleras realzaban aquella portentosa figura. Esta descansaba apoyada frente a la gran cristalera, se observó aquel precioso perfil, su barbilla sutilmente redonda, sus orbes azules como el cyan, aquellos labios teñidos con el color de la granada y aquel pequeño lunar que descansaba en el lado izquierdo de su boca a la altura de labio inferior. -Un placer tenerte entre nosotros. -habló en plural, aunque solo estaban ellas dos. 

-Angela -respondió con una sonrisa la mujer de tez tostada. Su respiración estaba agitada pero poco a poco la controlo, echó a un lado sus cabellos negros como la noche, colocando los que se habían interpuesto en su perfil afilado tras aquella oreja. -siento el retraso. -se disculpó, parecía haber un evidente respeto entre ambas mujeres. Se acercó a la contraria, observando aquel fondo en el cristal pulido. 

-¿El sigue arriba? -añadió tras fijarse más en el reflejo de la contraria que en el propio plano de la ciudad. 

-Sí. Aún sigue en su habitación, con esas dos crías. -la pelipúrpura miró a su acompañante, fijándose en aquellas ropas, puede que solo llevara una camisa simple, con los costados abiertos hasta las mangas y unos vaqueros ceñidos pero lo divino seguía siéndolo por mas que se cubriera o se desvistiera. -Lleva allí toda la noche pero casi que mejor. 

La mujer latina asintió girando suavemente para mirarla. -¿Y ella? ¿Sigue aún en la sala de eco? -aquello parecía un nombre clave pero Angela miró aquellas escaleras que bajaban desde el fondo de aquel amplio comedor hacia lo que parecía el sótano. -No le debe de faltar mucho por eso pedí que estuvierais todos pero me alegra que hayas venido a tiempo -aseguró cuando el sonido de aquellos gemidos casi infantiles se colaban entre las paredes del piso de arriba. -al menos me darás una buena compañía. 

-¿Ah si? -una sonrisa se mostró en aquellos labios sin carmín que se estiraron para componer una sonrisa traviesa. -Pues es una pena, An -susurraría dando un paso con sus deportivas, cortando casi por completo aquella distancia, mirando a la alemana desde abajo por culpa de aquellos tacones jodidamente elegantes que llevaba puestos. -porque espero que se tome su tiempo y no vaya con prisas, no me gusta hacer las cosas rápido. -se acercó hasta el punto en el que su busto, notorio, firme y redondo como el de su compañera se presionaron con suavidad. -Y menos las que me encantan tanto. -susurró. Se inclinó hacia adelante con sus manos descansando en la cintura de la morada, su rostro se acercó al ajeno, apoyando la nariz contra la opuesta. Movió su rostro en una sutil caricia antes de separar sus labios y fundirse en un beso.

Uno lento, húmedo y caliente. Angela paso sus blancos brazos por el cuello de Fareeha, atrayéndola a ella para que no se separa, rozando aquella lengua y descubriendo una sed que la quemaba por dentro.  Aquel beso no se detuvo sino que fue a más, Angela tiró del cabello de la nuca de la morena y esta aferro sus manos en aquel precioso trasero, aferrándolo entre sus dedos y clavando sus uñas por encima de aquellos pantalones. Sus uñas retrocedieron, llegando hasta la cintura del pantalón ajeno para volver a hundirse en aquel borde colándose en su interior para sentir mas de cerca aquel contacto hasta que un carraspeo hizo que detuviera sus movimientos pero no que los retirara. 

-Por mi seguid -su voz era un poco mas aguda que las de las contrarias, con cierto tono jadeante, la castaña que se presentaba ante ellas vestía unos simples leggins, ni si quiera largos, y una camisa de seda holgada y abierta de color azul que apenas cubría la parte superior de su cuerpo y cubría a duras penas su torso, muy probablemente por la misma razón que su piel brillaba por gotas de sudor acumulada. Su mirada marrón se mostraba cansada y su pecho se hinchaba al ritmo de un pulso acelerado.  -solo...bueno, ya sabéis que estaba haciendo. -se pasó la toalla blanca que sostenía en su diestra por la nuca, bajo la coleta con la que se había recogido el cabello. 

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 05, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El camino del Heroe | Boku no Hero AcademiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora